Mark
Ostrowski ha encerrado la realidad cotidiana en páginas blancas. Figures
es un espacio compartido por letras e imágenes con grandes dosis de
realismo, que hablan a partes iguales de alegrías y tristezas, de sueños
e ilusiones, de miedos y también de pasión. La misma pasión con la que
Mark habla de su trabajo y suponemos, desde la perspectiva y el enfoque
que da la distancia, con la que también afronta su propia vida.
-En la contraportada
de tu libro escribes: "Más allá de las pretensiones artísticas, lo que
esconde este "nuevo" experimento llamado fotonarrativa no es más que
un viejo antídoto contra el olvido". ¿Qué no quieres olvidar?
-Todo acto fotográfico es un intento de no olvidar algo. En este caso
son las personas lo que no quiero olvidar. En muchos casos porque me han
hecho un gran favor, o se han mostrado muy humanas, en el mejor sentido
de la palabra, y en otros casos no ha sido así. Si lees entre líneas hay
gente que me ha jugado malas pasadas, pero están ahí. Digamos que la
tendencia de los humanos es olvidar lo malo como mecanismo propio de
supervivencia, pero yo no. En mi vida necesito acordarme de lo bueno y
de lo malo para saber quién soy, me da energía, me impulsa.
"Hoy en día, todo el
mundo tiene la capacidad de sacar fotografías técnicamente
perfectas pero lo que no está al alcance de todo el mundo es
poder transmitir. Sacar fotos, no es hacer fotografía" |
-¿Qué ha quedado en ti de cada persona que has
fotografiado?
-Lo que me ha quedado es algo que nos une, lo que tenía desde siempre.
En el texto queda patente a qué nivel puede existir una conexión entre
esas personas y yo. A muchos no los había vuelto a ver en años, por eso
era un proceso de redescubrimiento de mi propia vida. Esas personas
forman parte de mi pasado y lo que he intentado es cerrar una etapa que
me ha resultado difícil superar, que han sido mis primeros cinco o seis
años aquí. Parte de la terapia del libro era, después de hecho, dar una
copia en mano a todas esas personas. Era difícil porque todos no salen
bien parados y eso es un tema delicado. El libro son ellos, no soy yo.
Los escritores, en general, no se dan cuenta de que, en la escritura, el
escritor no es el protagonista. Son los demás. El escritor es uno más.
No es un ser extraordinario, y esto es también la gran lección del
libro.
-¿Qué has aprendido con la elaboración de este libro?
-Este libro me ha ayudado a avanzar. He publicado otros dos, pero éste
es el primero en el que la imagen tiene la misma sustancia que la
palabra. Cada vez me apetece hablar más a través de las imágenes y menos
a través de las palabras. Este libro me ha ayudado a aprender la técnica
fotográfica porque anteriormente no había revelado mis propios negativos
y ahora sí. En este sentido es un libro de aprendizaje y tiene muchos
fallos, pero el valor es mi propia humildad. La humildad de no siempre
saber todas las respuestas y no ir de entendido por la vida, como es
costumbre aquí, sobre todo entre los escritores que parece que lo saben
todo y que tienen todo aprendido. Yo digo lo que no sé y no pretendo
saberlo todo ni en fotografía, ni en escritura ni en nada. Esa es la
realidad. Es la curiosidad la que nos impulsa a aprender y descubrir
cosas nuevas.
-Con todas las imágenes que hay dentro del libro y
con todas las que seguramente te han quedado sin poner, ¿por qué
escogiste la figura de una mujer embarazada para la portada?
-Estuve buscando la imagen de la portada durante mucho tiempo y
cuanto más la buscas más se resiste. Esa imagen la saqué en Mallorca.
Era una mujer que nos estaba enseñando una casa y mientras ella hablaba,
yo sólo pensaba: "¿cuándo voy a sacar una foto de esta mujer?". La saqué
furtivamente y sólo hice una porque no me atrevía. Ya ves que tiene
papeles en la mano y esto me gusta porque se establece otro juego entre
imagen y texto-papel. A lo mejor hay alguien que coge el libro y no se
fija en estas cosas, pero el efecto acumulativo ayuda a adelantar
algunas ideas. Se establece también otro juego con el título, porque
existe una figura como persona pero también como formas, porque las
curvas de la mujer se introducen en ese juego conceptual. Como dice Tino
Pertierra, es el inicio del viaje. Si te fijas la última imagen del
libro es una niña. Primero la gestación y luego nacer, cerrar un
círculo.
-En Figures se retratan personas muy diferentes. ¿Es
posible que todas esas realidades convivan en un mismo espacio?
-No todos tenemos el mismo ser o la misma forma de entender las cosas y
ahí está la riqueza. Hay muchos pensamientos que van detrás de cada
imagen, y me gustaría que la gente supiese eso. Una imagen debe poder
transmitir muchas cosas. Por eso lo que yo busco es el sentimiento. Hoy
en día, todo el mundo tiene la capacidad de sacar fotografías
técnicamente perfectas pero lo que no está al alcance de todo el mundo
es poder transmitir. Sacar fotos, no es hacer fotografía. Lo que yo
pretendo es hacer fotografía y mi estilo es completamente contrario al
dominante.
-Con la llegada de nuevas tecnologías, ¿no se está
perdiendo el auténtico espíritu de la fotografía?
-La fotografía, mediante programas, se puede perfeccionar pero se
pierde el proceso, que es vital en cualquier empresa humana. Lo que es
sacar fotografías es un proceso de visualización y, antes de disparar la
foto, tienes que visualizar la imagen en tu interior. De ahí viene el
pensamiento de que cada fotografía es el reflejo de la fotografía
interior.
Si todos tenemos la mejor cámara del mundo y vamos todos al mismo sitio,
¿por qué sacamos imágenes distintas? La razón es que la cámara es una
caja vacía y es el humano el que pone el enfoque./
M.M. |