La sangre de Asturias no es roja sino dorada. Circula por toda la región
sin dejar ni un solo rincón sin su aroma, sin su aporte de vida. Su
bombeo llega a todos los corazones desde una cierta altura, creando un
estilo y llenando de orgullo a los que presumen de asturianía. Ella, la
sidra, el mosto fermentado de manzana, es mucho más que una bebida.
Tomarla no es sólo un rito placentero, es una forma de compartir amistad
y crear lazos de unidad. Por eso entusiasma a gentes de todas las edades
y honra con su presencia a toda fiesta asturiana que se precie. |