ntusiasta,
vital y dinámico. Así es Hugo Morán, que en su día fue el alcalde más
joven de un municipio asturiano. Hoy se enfrenta a nuevos retos, con una
visión más amplia sobre lo que debe ser la gestión municipal en una
sociedad moderna, de acuerdo con las nuevas necesidades y las nuevas
demandas. A lo largo de estos años ha aprendido a sacar tiempo al tiempo
para conciliar su vida familiar con la responsabilidad institucional al
frente del concejo de Lena y como presidente de la FACC.
-¿Cómo se valora desde la FACC la evolución de los
ayuntamientos en el desarrollo de sus políticas municipales?
-Si algo permitió comprobar la Federación Asturiana de Concejos es
cómo los ayuntamientos asumen un compromiso cada vez mayor, aún desde su
carencia de recursos, más allá de plantear permanentemente una
reivindicación de mejores condiciones a las otras administraciones.
También se ha constatado que en el ámbito de la cooperación y del
trabajo conjunto, muchas veces se alcanzan soluciones a problemas que
individualmente parecen irresolubles. De hecho, eso provocó un
crecimiento de recursos de la FACC en lo que se refiere a prestación de
actividades de asesoramiento, planificación y demás, con personal que se
incorpora al desarrollo de programas. La Federación Asturiana de
Concejos en los últimos cinco años triplicó su estructura de personal
dedicado a labores de todo tipo en la coordinación de ayuntamientos:
políticas de empleo, nuevas tecnologías, energías alternativas,
coordinación de políticas turísticas, etc. Aquí se hace absolutamente de
todo y se hace por dos vías: una, por iniciativa propia, porque estando
en el ámbito europeo podemos anticiparnos en el tiempo y actuar antes de
que se genere la necesidad. Por otra parte está la demanda de los
propios ayuntamientos. Hay muchas iniciativas municipales que se dirigen
a la Federación, eso ha obligado a la Federación a crecer mucho, a pesar
de la limitación y recursos escasos de que disponemos.
"Asturias debe ser
una realidad única, por más que el área central, por su
mayor dinamismo, pueda a veces provocar la tentación de
acaparar más trabajo y más esfuerzo " |
-El área central asturiana va camino de convertirse
en una gran metrópoli, con una población en torno a ochocientos
cincuenta mil habitantes. Eso implicará a nivel europeo una serie de
prestaciones. ¿Cómo se está abordando este futuro?
-Esa realidad ya existe. Hay un espacio en el cual la gente se mueve
olvidándose de que hay límites geográficos marcados en un mapa. Las
relaciones comerciales ya hace mucho tiempo que superaron esas barreras;
el movimiento de la población también. Nosotros abordamos esto desde dos
puntos de vista. Uno, insistir en el discurso de que Asturias debe ser
una realidad única, por más que el área central, por su mayor dinamismo,
pueda a veces provocar la tentación de acaparar más trabajo y más
esfuerzo. Asturias debe ser un todo, y si no se entiende así todos
perdemos. Pierde el área central sin occidente y sin oriente, y las alas
pierden sin el área central. Nuestro primer gran objetivo es no
desestructurar Asturias en tres espacios independientes, sino actuar
conjuntamente. La segunda cuestión es cómo superar las rivalidades
innatas. La gente tiende a preservar esos espacios de identidad propios:
primero individuo, luego familia, luego comunidad de propietarios,
barrio, municipio, pueblo... La identidad local es una parte más de la
identidad de la persona, por eso yo creo que plantear el discurso en
base a la desaparición de los municipios es un error, porque provoca el
rechazo de la población. Debemos conservar ese espacio de identidad de
los ciudadanos y diseñar territorios de gestión que no tienen por qué
confrontar los espacios de identidad. Un ciudadano de Morcín puede
sentirse europeo, español, asturiano, de las cuencas y de Morcín, y sin
embargo que eso no sea una frontera para la búsqueda de empleo,
establecer una actividad económica, acceder a prestaciones y a
servicios. Ese es el gran reto. Es un problema de cambio de cultura.
-La Asturias verde y rural se está despoblando. ¿Qué
se está haciendo para detener este proceso?
-La responsabilidad de este despoblamiento no es de las personas que
se van del medio rural, sino de una sociedad que ha aceptado una escala
de valores, que se difunde a través de los medios de comunicación,
basados en que las expectativas y las mejores oportunidades, están en la
zona urbana, en los grandes núcleos de población.
Es cierto que los grandes núcleos son aquellos que generan una mayor
actividad económica. Sabemos lo que provocó el desarrollo de la
siderurgia, de la minería, de la industria naval y del armamento:
grandes concentraciones de población, grandes desplazamientos, porque
había que estar allí donde el territorio ofertaba posibilidades.
"No puede decirse
que el encarecimiento de la vivienda sea por culpa de los
ayuntamientos. La inmensa mayoría son pequeños y no tienen
capacidad para poner suelo en el mercado" |
-Sin embargo paralelamente empieza a despuntar el
fenómeno contrario, es decir, personas que trabajan en las zonas urbanas
y establecen su residencia en núcleos rurales, en busca de una mayor
calidad de vida.
-Sí, comienza a haber una especie de involución, es decir, se
empieza a entender que la calidad no está allí donde hay un mayor
volumen de actividad, que es también donde se genera un mayor impacto,
sino donde uno puede ejercer su actividad sin tener que convivir todos
los días con un medio ambiente agresivo. Los cambios culturales exigen
mucho tiempo. La administración no puede obligar a cambiar la forma de
entender la vida diaria de la gente, pero sí puede poner medios para que
en un proceso, probablemente de decenas de años, la gente vaya asumiendo
que es necesario permanecer en el medio rural. Y debe garantizarse que
cuando la gente retorne a esos espacios lo haga sin perder calidad de
vida, y sin que su retorno implique agresión al medio. Ese es el gran
reto y la gran apuesta. La Unión Europea lo sabe y por eso ha cambiado
sus criterios en torno a la política agraria común, estableciendo primas
a la conservación. De todas formas, por más que nos empeñemos, no es
posible rentabilizarlo en una legislatura. Eso se hará en décadas.
-Al parecer la Federación de Concejos se queja del
nuevo Reglamento del Desarrollo de la Ley del Suelo. ¿En qué consisten
las discrepancias?
-En los últimos años en este país se está permanentemente
culpabilizando a los ayuntamientos en dos cuestiones que afectan al
urbanismo. Una es la carestía de la vivienda, y otra es el desarrollismo
y la agresión a espacios medioambientalmente de alta calidad. Esto se
hace intentando eludir responsabilidades desde otros ámbitos, porque es
más fácil culpar al más débil. Un ejemplo muy gráfico: en Asturias
cuarenta ayuntamientos tienen menos de dos mil quinientos habitantes.
Cuentan con una capacidad presupuestaria escasísima y un margen de
maniobra para intervenir en los flujos económicos muy corto y no son
propietarios de suelo. Es imposible que especulen con el suelo porque no
tienen suelo de su propiedad. Por lo tanto, no puede decirse que el
encarecimiento de la vivienda sea por culpa de los ayuntamientos. La
inmensa mayoría de los ayuntamientos en este país son pequeños y no
tienen capacidad para poner suelo en el mercado. Con esto lo que se
intenta es justificar lo que se produce a continuación, y es una
retirada de competencias a los ayuntamientos.
-¿Qué consecuencias tiene esto?
-Pues lo que ocurre a medio plazo es que los ciudadanos juzgan a
quienes gestionan el ayuntamiento, no por lo que hacen ellos, sino por
lo que hacen otras administraciones, es decir, si la corporación
municipal que los ciudadanos eligieron pierde la capacidad de planificar
e intervenir en el territorio, si está totalmente disminuida para poner
en marcha iniciativas y lo único que hace es asumir las iniciativas de
otros, cuando los ciudadanos juzguen su trayectoria política, lo harán
en realidad por una responsabilidad que es ajena. Los ciudadanos son
suficientemente inteligentes como para no dejar que dure más de cuatro
años una corporación municipal que hace uso y abuso de sus competencias.
Pero juzgarlo desde otra administración no me parece correcto.
"La capacidad de
gestión de un ayuntamiento sigue estando igual de limitada
que hace veinticinco años. Hoy los ayuntamientos son, en
último término, instrumentos gestores de las políticas de
las administraciones autonómicas. Eso es un error" |
-Los ayuntamientos cada día asumen más competencias
con el fin de dar mayores servicios a sus ciudadanos y mejorar la
calidad de vida. ¿Cómo afrontan tales retos?
-Nada tiene que ver la cantidad de servicios que prestan los
ayuntamientos hoy con los que prestaban hace veinticinco años. Y nada
tiene que ver hoy la capacidad que tiene el ciudadano de acceder
directamente al ayuntamiento con aquella especie de temor que había hace
veinticinco años a traspasar las puertas. Esa realidad los ciudadanos la
perciben. Sin embargo se desconoce que en la mayoría de los casos esa
realidad no ha venido acompañada de un nuevo modelo de administración
local. Seguimos funcionando con los mismos esquemas que teníamos hace
veinticinco años, me refiero concretamente a que la capacidad de gestión
de un ayuntamiento sigue estando igual de limitada. Hoy los
ayuntamientos son, en último término, instrumentos gestores de las
políticas de las administraciones autonómicas. Eso es un error.
-¿En qué sentido?
-Pues porque no todo el territorio es uniforme, es decir, de esa
manera no se pueden atender las peculiaridades de la población. No es lo
mismo un territorio muy envejecido, rural y disperso, que un territorio
con más pujanza, más joven y urbano. Aunque los servicios tengan que ser
medidos con un igual parámetro de calidad, no siempre son iguales, hay
que adaptarlos a la realidad del ciudadano. La única manera de conseguir
que eso sea así es haciendo que el ayuntamiento sea el responsable
primero y último de todos los servicios que presta a sus vecinos. Esa
capacidad de gestión debe ir acompañada de los recursos económicos
suficientes y siempre bajo un mecanismo básico, que es el de la
solidaridad. ∆