Un
día Jorge estaba dando una conferencia en Oviedo sobre sus recientes
experiencias en el Baltoro. Alguien le preguntó por qué se sentía más
feliz subiendo las más altas montañas del mundo que aquí, en su propia
tierra.
No llegué a escuchar la respuesta porque mi mente elaboró su propia
respuesta, y pensé que el hombre antes de ser tierra fue aire y agua, y
luego se hizo tierra, forjado por el fuego interno.
Pero el sueño del hombre es volver a ser como el viento, porque quien es
soñador necesita desprenderse de la tierra, y también necesita ser
indomable, como el agua, y así volver a su origen y recuperar lo
perdido, y no porque la tierra nos lo robara, sino porque se perdió la
unidad con ella, y en su ignorancia el hombre construyó cárceles para el
alma y prisiones para sus sueños.
Jorge es un soñador que no quiere renunciar a serlo, por eso necesita
poner alas a sus sueños y volar, mezclarse con la más pura y primitiva
expresión de la naturaleza, convivir con los elementos y compartir con
las montañas sus más recónditos sentimientos.
Pero hablar de Jorge es hablar de tres personas en una, que no se
confunden, ni se entorpecen, sino que se compenetran a la perfección.
Estas son el médico, el montañero y el ser humano. Aunque por orden
cronológico podríamos decir que primero fue el ser humano, luego el
montañero y por último el médico. ¿O ya existía el montañero cuando
nació el ser humano? ¿O el médico enriqueció al ser humano y potenció al
montañero? En fin, da igual. Lo importante es que los tres crecen de la
mano y configuran a Jorge. ∆
El montañero
Y o creo que en la
montaña evolucionas como en la vida. Tienes una época adolescente donde
te dedicas a hacer burradas y a demostrar a los demás todo lo que puedes
llegar a hacer. Luego piensas que estás vivo de milagro, y la verdad es
que es así.
Esta etapa da paso progresivamente a otra donde la capacidad física
disminuye, pero curiosamente haces las cosas más rápido.
Ahora no estoy físicamente como cuando tenía veinte años, pero la
experiencia me ha cambiado la cabeza y eso ha influido también en mi
capacidad de sufrir y en que me he endurecido. Cada vez estoy mejor en
la montaña, cada vez estoy más feliz en la montaña. No me canso de ella
y la echo de menos cuando no estoy allí".
Así nos hablaba Jorge de la
montaña y de sí mismo, y nos abría una puerta que conduce a algo muy
importante para todo aquel que aspire a entrar en el espacio de la
montaña, el sufrimiento.
"El sufrimiento está implícito en la montaña. Yo no creo que nadie
suba un ocho mil sin sufrir, pero lo importante es la capacidad de
aceptación de este sufrimiento, ahí es donde hay que progresar.
Pero también hay que desdramatizar. Se tiende mucho a la dramatización
porque eso vende. Hoy en día los ochomiles son un mercado, un negocio,
donde hay que vender dramas.
Sin embargo en la vida cotidiana también existe tanto o más sufrimiento,
sólo que eso interesa menos".
"Hay montañas que se
enfadan contigo, montañas a las que les caes bien y otras
que no, montañas con las que puedes hablar y otras que les
hablas y ves que no les gusta" |
Pero en la montaña hay algo más, algo vivo, una
presencia. Hay quien dice que cada montaña posee una "diosa"
guardiana...
"Sí, desde luego. Yo creo que hay montañas que se enfadan contigo,
montañas a las que les caes bien y otras que no, montañas con las que
puedes hablar y otras que les hablas y ves que no les gusta. Te abren o
te cierran sus puertas.
La montaña forma parte de mí y yo de ella. Es una correlación clara".
Nos habló del negocio de los ochomiles, algo que cada día tiene más
críticas, pero ¿es tanto como dicen...?
"El Himalaya es un negocio que mueve millones de euros o de dólares,
y hay mucha gente interesada en que ese negocio siga o se incremente.
Entonces no interesa que un desconocido llegue, haga rápido la montaña y
se vaya, porque le quitas dramatismo a la historia y eso puede influir
en los clientes.
El principal problema del alpinismo hoy en día es que se está vendiendo
aire, o sea, que existe mucha mentira.
La comercialización de la montaña lleva a una pérdida completa y
absoluta de los valores.
La montaña no es un deporte como cualquier otro, la montaña es otra cosa
y eso, hoy en día, no se está entendiendo.
Se pasa por encima de quien sea, se sube como sea, se cuenta o se
inventa lo que sea, y eso no es así".
Jorge vivió su particular drama en la montaña. Fue en el Gasherbrum
I, donde conoció de cerca la tragedia al morir dos compañeros de
expedición y eclipsó el mérito de haber hecho cumbre.
"De la cumbre ni me acuerdo prácticamente, porque ése fue un viaje
maravilloso y a la vez horrible, y a pesar de que intento pensar muchas
veces en la parte maravillosa, hoy en día todavía tiene más peso lo
horrible.
Es una experiencia que me marcó, que marcó mi vida y algo con lo que
tengo que aprender a vivir".
-¿Hay un antes y un después del Everest?
-Para mí el Everest es el sueño cumplido de un niño. Todo lo demás
da igual. Pasé lo mío con todos los comentarios que hubo, pero lo que me
queda es el cumplimiento de un sueño, y muchas veces es difícil cumplir
los sueños. ∆
El historial montañero
de Jorge es bastante dilatado, así como su carrera deportiva.
Las montañas de Asturias y luego las de España pronto le conocieron. Su
identificación con ellas le llevó a realizar un tipo de montañismo sin
estridencias, en silencio, donde sólo los más cercanos sabían por donde
andaba. Y a veces ni eso.
Luego, sus horizontes se fueron ampliando y puso sus ojos en cumbres más
elevadas, pero sobre todo más atractivas para él.
Así, montañas como el Khan Tengri, el Pobeda Sur, el Mustag-Ata, el
Pumori, en Nepal, fueron ampliando su historial y también su
experiencia, y a la vez fortaleciendo sus lazos con la montaña y las
experiencias físicas y espirituales que éstas aportan.
Un día surgió en su camino el Everest. Un sueño infantil y luego una
realidad. El primer ocho mil le había abierto sus puertas.
Luego vino el Gasherbrum I, la Torre sin Nombre, donde el mal tiempo le
impidió hacer cumbre, el Cho-Oyu, el Nanga Parbat y, el más reciente, el
Shisha Pangma.
Por el medio surge un proyecto que consiste en subir las 7 Cumbres del
Planeta, lo que internacionalmente se conoce como "Seven Summit".
Jorge ya había realizado cuatro, el Elbrus, el Kilimanjaro, el Everest y
el Aconcagua.
Metido en faena asciende en primer lugar la quinta, el Monte Vinson, en
la Antártida, en las Navidades de 2004.
Y en la primavera de 2005 asciende al McKinley, o Denali, según los
indígenas.
Ahora le resta la séptima y última, conocida como la Pirámide de
Carstensz, en Oceanía, conquista que si las condiciones bélicas de aquel
lugar lo permiten realizará en el 2006. ∆
El Médico
J orge, el
montañero, coge su mochila y se va a la montaña. Pero no puede evitar
que Jorge, el médico, se apunte a la aventura y se acomode en un rincón
de la mochila, o de la mente, o del corazón. En realidad siempre está
ahí...
-En una expedición ¿qué parte hay de médico y qué
parte de montañero?
-Siempre intento que de médico lo menos posible, pero es un
engañarme a mí mismo. Al final la gente se entera de que eres médico y
acabas siendo el médico del campo base.
Prácticamente no hay expedición en la que no tenga que atender algún
caso, unos más complicados que otros, algunos incluso bastante
peligrosos para mí, pero no es algo que me suponga nada de carga. Es mi
responsabilidad y si en algo puedo ayudar, si puedo contribuir a que
alguien no se quede allí, pues mejor.
-El hecho de ser médico ¿es una ventaja para ti a la
hora de escalar?
-No, en absoluto. Cualquier persona con un poco de conocimiento y
autoobservación puede funcionar igual. Yo creo que hay gente que si
fuera médico no subiría a ningún sitio, porque ante cualquier mínimo
síntoma empezaría a analizarse. Pero yo para eso soy un poco el
antihipocondríaco, no me analizo mucho.
"Al final la gente se entera de que eres
médico y acabas siendo el médico del campo base"
"Aquí nos caducan
las medicinas en los cajones, se nos estropea la comida y
mientras nosotros estamos sobrados hay personas que no comen
todos los días" |
Hablamos de lo que experimenta ante el contacto con
las gentes de esos remotos lugares, sus necesidades básicas, sus
carencias...
"A mí el contacto con esas personas me ayuda para dar más valor a lo
que tengo aquí. Generalmente damos mucha importancia a las cosas que no
la tienen. Nos cabreamos porque nos adelanta un coche, porque está
salada la comida, porque el agua sale fría.
Aquí nos caducan las medicinas en los cajones, se nos estropea la comida
y mientras nosotros estamos sobrados hay personas que no comen todos los
días. Además el problema no sería tan complejo de solucionar.
Lo ideal sería establecer unos intermediarios válidos entre los que
estamos aquí y queremos ayudar y los que estén allí, porque hay muchos
intermediarios que no son válidos, incluso gran cantidad de ONG.
Yo fui testigo de situaciones en las que el dinero que parte de un sitio
llega diezmado o se queda por el camino, bien en gobiernos corruptos, en
policías corruptos o en ONG corruptas". ∆
El ser humano
Y envolviéndolo
todo, como un círculo de fuego, está el ser humano. De él se nutre el
médico y de él coge fuerza el montañero. Es la base de su existencia, lo
que da sentido a su vida.
-Buscas la soledad, amas el silencio, vives la
sencillez y huyes de la fama... ¿Qué es para ti la vida?
-La vida es acumular experiencias, aprender de ellas e ir creciendo
como persona, aprendiendo de tus errores, saber reconocerlos, levantarse
y continuar, porque la vida te está dando continuamente.
Yo creo que cuanta más experiencia tengas te es más fácil levantarte, a
pesar de que la caída sea mas brusca.
"Tengo
muy claro que hay algo por ahí, porque yo creo en lo que veo
y en lo que siento, y he sentido cosas que no puedo
explicar" |
-Cuando uno sube tan alto en la montaña y convive con
la naturaleza extrema ¿se vuelve más humano?
-Te podría contestar que sí, pero he visto gente que no, entonces es
una pregunta difícil. Creo que depende de lo que busques allí, en la
montaña. Por ejemplo, yo estaba en el Cho-Oyu, en el campo 2. Me
llamaron porque había un chico en el campo 3 con un edema cerebral. Subí
y lo bajé. Cuando estaba abajo me sentí muy mal, porque me acordé del
año anterior en que las personas que más quería no las pude bajar, y me
sentí culpable. Sentí mucha rabia, y subí rápido la montaña. Cuando
llegué arriba sentí calma, había dejado abajo la frustración y la rabia.
Eso es lo que busco yo. Dejar abajo los problemas, las envidias. Arriba
se está bien, a gusto.
Para
conocerle
un poco más
¿Cómo
valoras en tu vida...
... la Amistad........ 10
... el Amor......... 8
... la Fama....... 0
... el Dinero................ 5
... la Aventura...... 9
... la Confianza en tí mismo..... 7
... el Riesgo........ 5
... la Fe............. 9
... la Soledad........... 9
... la Imaginación...... 9
... la Rebeldía.......10 |
-Con todo... ¿sigues creyendo en el ser humano?
-No, en el ser humano global no creo. Creo en las personas
individuales, es lo único que me retiene aquí.
-¿Qué experimentas cuando vuelves a la "civilización"
después de un mes o dos fuera de ella?
-Angustia, depresión, ansiedad, ganas de marcharme de nuevo, me
pillan los coches en la calle, no sé donde estoy. Cuando me subo al
avión para volver lo paso mal, me pongo de mal humor.
-Viviste muy de cerca la muerte en la montaña ¿Se
acuerda uno de Dios allí arriba en esas circunstancias?
-Yo creo que sí. Yo me eduqué en la religión católica y por lo que
he visto y veo dejé de creer totalmente en ella y en las demás
religiones, pero, a pesar de eso, cada día me siento más espiritual.
Fuerzas, sensaciones, vivencias, me hacen creer y ver la existencia de
algo que no sé muy bien definir, pero tengo muy claro que hay algo por
ahí, porque yo creo en lo que veo y en lo que siento, y he sentido cosas
que no puedo explicar.
/ Texto: Miguel Coppa • Fotos
cedidas por Jorge Egocheaga. |