e preocupa que la
sociedad asturiana se haya convertido en un pueblo que participa poco en
la vida pública, cuando históricamente Asturias se caracterizó por ser
una región altamente politizada.
-En Asturias se ha fraguado un pacto de izquierdas que puede ser un
modelo trasladable a nivel nacional. ¿Cree que Asturias es un buen banco
de prueba político?
-A mí me parece que más bien ocurre lo contrario, es decir, el
comportamiento político y electoral de los asturianos es un reflejo del
comportamiento político y electoral de los españoles.
Me atrevería a decir incluso que hay en él cierto mimetismo. Los
asturianos nos comportamos de un modo determinado porque observamos ese
comportamiento en el resto de los españoles, por lo demás, Asturias es
una comunidad autónoma, tiene su propio sistema de partidos distinto a
la arena política nacional, aunque el formato del sistema de partidos en
un momento dado pueda coincidir, como ocurre ahora. En Asturias los
resultados electorales arrojan una distribución de fuerzas
parlamentarias que precipitan un gobierno de coalición; y en la nación
precipitan un gobierno con apoyos parlamentarios y no de coalición, con
apoyos parlamentarios similares, con el añadido del apoyo de Esquerra
Republicana de Cataluña. Y esto es así, debido a que en cada ámbito, en
el nacional y en el asturiano, hay una distribución de apoyos
electorales que hace posible esos gobiernos con una mínima estabilidad y
garantía, pero no porque Asturias sea banco de prueba. En Asturias se
refleja lo que está sucediendo en el resto de España.
-Con el tema del estado de las autonomías a debate
¿Asturias va quedar como una autonomía de segunda?
-Nos estamos cuestionando el estado de las autonomías porque ha
habido comunidades autónomas, sobre todo Cataluña y el País Vasco, que
han realizado una propuesta para avanzar hacia una distribución
territorial del poder distinta a la actual. Los asturianos nos vemos en
la situación de decidir si participamos de esa discusión o nos situamos
al margen. Ambas posiciones tienen riesgos. A mí me parece que la mejor
opción es participar de la discusión, pero hemos de ser realistas y
conscientes de que nosotros no vamos a poder conseguir nunca lo que
vayan a conseguir catalanes y vascos, y que debemos procurar por todos
los medios no caer en la categoría de la segunda división de las
autonomías. Hay una iniciativa en marcha del Gobierno de la nación, que
es la Conferencia de los presidentes de las comunidades autónomas, que a
Asturias le viene bien, porque ya la distribución del poder no será
resultado de una negociación bilateral entre Cataluña o el País Vasco y
el Gobierno de la nación, sino que será el resultado de una discusión
abierta en la que participarán todas las comunidades autónomas. No
obstante, ya estamos observando que esta iniciativa está encontrando
serias dificultades, bien porque el PP, haciendo su tarea de oposición,
pone pegas, bien porque los nacionalistas vascos y catalanes sólo
aceptarán en determinadas condiciones el resultado de esta discusión.
Pero es una discusión que se da por primera vez en España y por tanto
habría que ser moderadamente optimista.
"El día que el
ciudadano de a pie caiga en la cuenta del poder que tiene en
sus manos, ese día se producirá la mayor transformación
política en la historia de las sociedades" |
-Parece que no tenemos claro qué modelo queremos para
Asturias.
-Si Asturias no quiere ser una comunidad de segunda tendrá que
esforzarse, porque el propósito de otras comunidades autónomas como
Cataluña y el País Vasco es que haya comunidades de primera y de
segunda, y éstas que he citado son comunidades poderosas. ¿Cómo
conseguirlo? A mí me parece que el camino es que nos dediquemos en serio
a tener una idea clara de lo que los asturianos queremos ser en el
estado de las autonomías. Este debate es uno de los más importantes y
sin embargo está a medio hacer, porque se ha realizado de forma
esporádica y fragmentada. Hace falta que nos tomemos en serio esta
cuestión y que lo hagamos pronto porque las cosas van deprisa. Este es
un debate muy complejo, pero urgente y necesario para los asturianos.
-¿Cuál debe ser el compromiso de los intelectuales en
una sociedad cada vez más globalizada?
-La figura del intelectual hoy tiene un perfil bastante borroso.
En cuanto se pronuncia la palabra nos viene a la memoria la imagen del
intelectual clásico del siglo XIX o del siglo XX, pero no estoy seguro
que ese intelectual exista hoy tal como lo conocimos y entonces resulta
difícil reconocer o establecer cuál ha de ser su función. A mí me parece
que las personas que se dediquen a las ideas, de una u otra manera han
de seguir siendo en algún sentido fieles a lo que fueron y lo que
hicieron los intelectuales clásicos, que es procurar mostrar el mundo
tal como es e idear, para aquello que no nos guste del mundo, otras
formas. Si esto lo hacen con honestidad, estarán haciendo un gran
servicio, porque el mundo hoy está muy necesitado de estos recursos, que
aunque parezca mentira, no son tan abundantes.
-Se dice que una sociedad informada es una sociedad
avanzada. Hoy abunda la información, pero aún así ¿informarse hoy día no
está siendo una actividad extremadamente compleja?
-Sin duda ninguna. Hoy circula más información que nunca.
También es cierto que hay más contrainformación y más desinformación que
nunca. El ciudadano que quiera estar informado debe estar dispuesto a
realizar un gran esfuerzo para convertir todo ese flujo de noticias y de
información en conocimiento. Si esto no sucede corremos el riesgo de
convertirnos en ciudadanos desorientados, desubicados. La vida en la
sociedad actual es compleja, está llena de tensiones, el tiempo está
cada vez más ocupado y esto hace más difícil que el ciudadano se decida
por el esfuerzo de estar convenientemente informado. Ahora bien ésta es
una condición sine qua non para que nuestras democracias mejoren. La
democracia actual, que sufre numerosos achaques, no podrá mejorar sin un
ciudadano debidamente informado. Hay sectores de la población que están
realizando este esfuerzo y que están mostrando además una actitud de
implicación cívica y política satisfactoria, notable, pero hay otros
sectores que ante el esfuerzo que deben realizar y la complejidad de la
tarea, pues abandonan y esto sin duda alguna es un motivo de
empobrecimiento de los sistemas democráticos.
-Muchos movimientos populares que están surgiendo van
más allá de los partidos, ¿Es esto un síntoma de que la democracia es un
sistema un tanto caduco?
-Yo no diría caduco. Los ciudadanos lo tienen claro, los
partidos políticos son organizaciones que persiguen ante todo ejercer la
mayor cantidad de poder posible, y llegado el caso sin ningún control, y
esto, los ciudadanos consideran que no es bueno para sus intereses, para
la organización política de la sociedad en su conjunto. Los ciudadanos
son plenamente conscientes de que nuestras democracias no podrían
existir si no hubiera partidos políticos. De algún modo ahí estamos
atrapados. Los partidos políticos generan distorsiones en el
funcionamiento de las instituciones democráticas, pero por otro lado,
son imprescindibles para que las democracias existan. Hemos abandonado,
en buena medida, la idea de la democracia directa por considerarla
impracticable en sociedades de cierto tamaño, entonces, se trata de ver
cómo podemos combinar en nuestros sistemas políticos la dosis
imprescindible de democracia representativa, de democracia de partidos,
con la máxima participación democrática.
"La democracia
actual, que sufre numerosos achaques, no podrá mejorar sin
un ciudadano debidamente informado" |
-Cada vez más, el ciudadano exige esa participación.
-Sí, a este estímulo y a este desafío responden los nuevos
movimientos políticos y cívicos protagonizados de forma directa por los
ciudadanos. En el ámbito local se están dando, en todas las democracias
avanzadas, unas innovaciones en la práctica democrática que son muy
esperanzadoras. Llama poderosamente la atención el contraste entre los
avances de la democracia en el ámbito local y el estancamiento y
deterioro de la democracia en la escala nacional, y qué decir ya de la
internacional. La renovación de los sistemas democráticos, hoy sin duda
alguna, está viniendo desde abajo, desde el ámbito local, ámbito en el
que el ciudadano puede directamente tener más posibilidades de
intervenir en la vida política.
-Los sucesos del 11-M han hecho que el ciudadano salga a
la calle a exigir sus derechos e incluso haciendo caso omiso de lo que
decía la prensa. ¿Piensa que está surgiendo en el ciudadano una especie
de quinto poder que pueda contrarrestar ese poder mediático que tanto ha
servido para contrastar los otros poderes?
-Yo diría que el poder ciudadano es el poder que no acaba de
nacer. El día que el ciudadano de a pie caiga en la cuenta del poder que
tiene en sus manos, que luego puede decidir utilizar o no, ese día sí
que se producirá una transformación política, quizá la mayor que pueda
producirse en la historia de las sociedades. Y las democracias son
sistemas políticos. Ocurre que hasta la fecha en las sociedades
democráticas el comportamiento político de los ciudadanos ha estado muy
mediatizado e influenciado por otros poderes, el de los partidos, el de
los movimientos ideológicos, el de los medios de comunicación. Hace
falta que el ciudadano caiga en esa cuenta y para ello una condición
imprescindible es que sea un ciudadano informado. Aquí es donde nos
jugamos el ser o no ser de este poder, y el que acabe por ser un poder
efectivo, que actúe, que decida. El futuro de nuestras democracias está
en el hecho de que los ciudadanos estén debidamente informados. Nuestra
democracia en la actualidad, visto el punto de su recorrido histórico,
no es un poder que exista, sino es un poder que en todo caso que se
manifiesta de cuando en cuando. Con que el ciudadano esté bien informado
bastaría, porque la consecuencia lógica de ello sería que pasaría a
ejercer el poder que le corresponde en los sistemas democráticos.
-¿Qué imagen cree que tenemos los asturianos vistos
desde fuera?
-Seguro que a los asturianos desde fuera nos ven ahora de manera
bien distinta a como lo hacían hace veinte o treinta años, y la
percepción, incluso la que tenemos de nosotros mismos, es que somos una
gente politizada. Hemos estado en la vanguardia de la oposición al
franquismo y también es cierto, rememorando el octubre del 34 y otros
episodios, que se ha ido formando de nosotros una imagen de pueblo
altamente politizado, con altas tasas de afiliación sindical, de
afiliación a partidos políticos, etc. Pero de repente resulta que nos
hemos convertido en un pueblo ausente, que no participamos en la vida
pública. Lo que sucede sencillamente es que en aquellos tiempos tocaba
un tipo de actitud y de comportamiento político que hoy ya no tiene
sentido y sin embargo, no hemos adquirido las nuevas formas de actuar en
la vida pública, y esto a pesar de que la oferta informativa se ha hecho
más diversa y más amplia en los últimos tiempos. Hemos de pensar a qué
es debido y ver si podemos superarlo enseguida, porque nos es necesario
para participar tanto en el debate del estado de las autonomías como
todos los que vengan, que vendrán otros. ∆