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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  MAYO 2004

CHUS PEDRO

 Cantante

El grito que rompe el silencio, la voz que eleva las verdades del corazón oprimido,
el sonido de la palabra hecha música.

CHUS PEDRO


Texto y foto: Lupercio González

Corazón de nublu y orpín

Volver a las raíces, volver a los orígenes, volver a la esencia pura del corazón astur. Eso es lo que este artista asturiano ha querido plasmar en su último trabajo discográfico en solitario.
No es que el grupo Nuberu se haya disuelto, es sólo que su cantante Chus Pedro ha querido experimentar algo distinto. Para ello ha estado buceando en medio siglo de música asturiana.

-¿Te sientes comprometido con algo o alguien?
-Me siento comprometido fundamentalmente conmigo mismo. Tengo permanentemente presente en mi vida que soy fruto de una generación que creció en los años de la transición política en España y que eso marcó mi forma de ser y de hacer, y por tanto mi carácter. Muchas de las canciones que a lo largo de la historia estuve haciendo, tenían un claro contenido social, y eso forma parte de mí, de mi vida, de mi pasado y de mi presente, e irá conmigo a la tumba. Es mi forma de ser. Eso no implica que no cante también al amor y al desamor. La gente que me conoce sabe perfectamente donde estoy posicionado en términos ideológicos.

-Y este disco reciente "De Nublu y Orpín" ¿es una muestra de tu compromiso con Asturias?
-En este caso concreto quise reivindicar la tradición asturiana, al igual que en su momento y junto con Manolo Peñayos (Nuberu) reivindicamos la figura de Aida de la Fuente, o los Fugados, o a Rafael Alberti o a Juanín. Me encanta reconocer que soy un hombre del Cantábrico, y la nieblina y el orbayu es una forma de reivindicar un hecho diferencial que tiene Asturias con respecto a otros países.

-¿Qué tal la experiencia en el Celtic Connection Festival de Glasgow (Escocia)?
-Fue Donald Shaw, líder de la banda Capercaillie, quien me invitó a ir a Glasgow al Celtic Connection, y además estuvo invitado a participar en este disco mío. A él le encantó mi forma peculiar de cantar y quiso estar en ese trabajo. En la primavera del año 2003 fue cuando Donald vino a Asturias, y trabajó con nosotros -Juanjo González, Gabino Antuña y yo- en el estudio de grabación "La Factoría" en Piedras Blancas. Además él puso a nuestra entera disposición los estudios de grabación que tiene en Glasgow y a sus técnicos de sonido, de tal manera que decidimos que no sería malo aprovechar su bagaje como profesional y el prestigio que tiene dentro del mundo celta a nivel internacional, y que participase de una forma aún más activa poniendo las herramientas técnicas al servicio de este trabajo.
En septiembre de ese año volvimos a Glasgow. Estuvimos grabando temas, haciendo arreglos y demás. La primera noticia es que me dice: "Este año me encargaron preparar el concierto de apertura del Celtic Connection y quisiera contar con tu presencia dentro del Festival. Nos gustaría a mí y a la gente que colabora conmigo que vinieses a ese concierto de apertura". Y de la mano de él yo llegué el día 14 de enero al escenario del Celtic Connection. Tengo que reconocer que Donald Shaw, en ese sentido, ha sido una persona muy generosa. Me brindó su conocimiento, su capacidad creativa, su infraestructura musical y la posibilidad de que este disco que hice junto con él y con muchos más músicos, tuviese presencia en ese festival, y además, el sello discográfico que tiene en Escocia distribuye mi disco allá.

"Hoy en día los partidos políticos y los sindicatos no responden a los intereses de los ciudadanos"

-¿Qué acogida tuviste en el Festival?
-Allí canté las canciones de "Verdiciu" y "Yo fui al Carmín de la Pola". Fue un concierto muy interesante porque participaban chavales de trece a veintiún años de los diferentes conservatorios de Escocia tocando violines, violas, chelos, acordeones, gaitas, y además, unos veinte músicos muy potentes del panorama internacional de las nuevas músicas o músicas celtas, y todos ellos colegas de Donald Shaw. Allí participamos varios cantantes, dos hombres y tres mujeres, que reflejaban las diferentes músicas, o formas de interpretar, que se dan en el arco atlántico. Además, invitaron también a músicos asturianos como José Manuel Tejedor tocando la gaita, e Igor Medio; también al gallego Budiño, que tocó la gaita gallega y a Guillermo Fernández, tocando la guitarra. Fue una experiencia muy potente porque estaba en un teatro (Royal Concert Hall) con tres mil personas y necesitaba comunicarme con aquella gente. Reconozco que un cantante debe de cantar más y hablar poco. Y dije: I don't speak English but the music is an universal language". No sé hablar inglés pero la música es un lenguaje universal. Y empecé cantando la canción de Verdiciu, entonces rompí el hielo y la gente se volcó, además de esa sensación de saber que cantas y detrás tienes a unos cien músicos tocando, unos ochenta chavales y unos veinte popes de la música a nivel internacional. Evidentemente me sentí muy cómodo. Fue una sensación que me gustaría repetir.

-¿Te sientes como una especie de embajador de lo astur?
-No me puedo sentir embajador de nadie. Sólo soy una persona que hace este trabajo, un elemento más del paisaje asturiano y no puedo entender la vida sin cantar. Yo no imito a nadie, pero me empapo de la tradición y cantando como yo lo hago, y con mi forma peculiar de interpretar, intento luego comunicarlo.

-Tuviste un emotivo encuentro con Joan Báez, una de las leyendas de la canción protesta.
-Sí, una leyenda viva. Para mí fue una experiencia muy interesante ver a una diva de la tradición, a una mujer que forma parte de la leyenda viva de la música a nivel internacional, de la canción protesta que nos venía en los años setenta de América. Yo crecí escuchando sus canciones, aquella de "No nos moverán" y muchas más, y bueno, encontrar a un personaje con ese calado humano tan impresionante, y a pesar de haber hablado con ella muy poco tiempo, me encantó poder compartir con ella unas fotos que nos hicimos, el que se haya llevado un disco mío y que me regalara uno de ella. Fue algo muy guapo.

-¿Hay algún valor por el que merezca la pena luchar?
-Hay valores que están ligados al ser humano, como la solidaridad. Yo creo que merece la pena ser solidario, aunque sea solamente por un problema de mala conciencia. Por la noche en la cama, reflexiono sobre el montón de injusticias sociales que existen en el mundo, veo cómo el capital devora a los seres humanos... Entonces, esos pequeños valores que uno puede aportar, esos pequeños guiños que uno puede hacer a sus conciudadanos cantando y siendo un poco juglar de nuestro tiempo, pienso que merecen la pena.
El mundo de la globalización tal cual nos lo venden, es el mundo de la uniformidad. Y yo realmente creo en el mundo de la pluralidad. Creo más en lo local que en lo global; la suma de lo local es lo que luego genera la globalidad. Yo creo en una Europa de los pueblos, en un mundo de los pueblos, donde cada uno con su peculiaridad aporta valor; la uniformidad aliena. Creo que la clase política, por utilizar algún término, nos está queriendo vender jaulas de oro para ir metiendo a los ciudadanos.

-Tú siempre te has definido como ciudadano de izquierdas, ¿a dónde va la izquierda de este país?
-Pues imagínate, yo tengo cuarenta y ocho años y dejé de estar organizado políticamente a los veintitrés. Milité en el Partido Comunista y soy uno de los 113 de aquella famosa conferencia de Perlora del año 78, cuando nos marchamos del PCE. Muchos de ellos hoy están militando, y son cargos de relevancia, en las filas del PSOE. No lo reprocho, porque muchos de ellos querían ser profesionales de la política y tienen vocación política, pero me generaron cierta dosis de desencanto. Creo que el concepto y el modelo de la izquierda que defendíamos a finales de los años 70 es un modelo, que desde mi punto de vista, sigue estando vigente, lo que pasa es que ciertos personajillos se acomodaron. Hoy en día tal cual están configurados los partidos políticos y los sindicatos, no responden a los intereses de los ciudadanos. Pienso que hay un desfase y un desequilibrio entre los intereses de la ciudadanía en general y los de los partidos políticos, o de los cuadros de los partidos políticos. Una cosa son las bases de los partidos políticos y otra cosa son sus dirigentes, y a veces hay intereses que parece que están contrapuestos.

"La canción sigue siendo un arma cargada de futuro, un arma necesaria e imprescindible para la humanidad"

-¿Crees que en una sociedad gobernada por mujeres las cosas irían mejor?
-En ese sentido no me preocupa demasiado que sean hombres o mujeres, lo único que me preocupa es que sean coherentes y honestos. Evidentemente la mujer siempre estuvo postergada y yo creo que llega el momento en que en igualdad de condiciones debe afrontar y asumir responsabilidades como un ser humano más. Ese tinglado de las cuotas me parece un poco absurdo y artificial.

-En Chus Pedro ¿gana la mente o el corazón?
-A mí siempre me traicionó el corazón. Por el tipo de trabajos que tuve no me quedó más remedio que ser reflexivo, a pesar de que por naturaleza soy impulsivo y muy nervioso. Pero, en el día a día funciono a veces más con el corazón que con la cabeza. Pongo el corazón, el alma y la fibra en todo y eso a veces genera conflictos.

-¿Cuál es la responsabilidad de todo artista en cuanto a mover conciencias en una sociedad cada vez más globalizada?
-Mientras exista el ser humano, mientras existan las injusticias y un mundo tan poco solidario, lógicamente los cantantes, los artistas en general y demás, tienen que seguir diciendo cosas, denunciando cuando no están de acuerdo con ciertos posicionamientos, sean de la clase política, las instituciones o las empresas. Hay que seguir cantando contra lo que no se está de acuerdo o a favor del modelo con el que uno estaría de acuerdo. Joan Manuel Serrat decía, algo así, que no quería dejar de creer en la utopía. Los músicos, o los artistas en general, todos llevamos dentro de nuestro corazón una dosis muy importante de utopía, si no seguro que no nos dedicábamos a esto.

-¿Crees que la canción sigue siendo un arma social poderosa?
-Sigue siendo un arma cargada de futuro, un arma necesaria e imprescindible para la humanidad. Cuando uno canta una canción está contando un cuento, o está narrando una historia, o algún tipo de situación. Uno con ello contribuye en cierta medida a que la sociedad sea un poco más humana. Con mi forma de interpretar, a veces con un desgarro, estoy lanzando un grito de esperanza, a que el ser humano en un futuro, y por lo que se ve a largo plazo, construya una sociedad mucho más justa; que los sistemas económicos dejen de mentir, que dejen de contar películas de si existen armas atómicas en Irak, que dejen de crear guerras innecesarias. En definitiva, en cierta medida todos contribuimos a hacer una sociedad más justa. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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