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SUPLEMENTO ASTURIAS  -  MAYO 2004

MARK OSTROWSKI


MARK OSTROWSKI

Llegó a España hace diez años. Se afincó en una aldea de Siero, donde ejerce de traductor, escritor y ganadero de ovejas por afición. Este joven americano se entrega a todo lo que le gusta sin complejos. Escribir es para él una necesidad de expresar lo que ve a su alrededor, y lo hace sin ningún tipo de censura.

 Un mundo llamado Asturias


Texto: Isabel Muñiz / Foto cedidas por Mark Ostrowski

Sentado en una cafetería de Pola de Siero, Mark Ostrowski no puede disimular su condición de extranjero en tierra asturiana. Ojos claros, una gran estatura y corpulencia y un acento marcado son su tarjeta de presentación. Hijo de inmigrantes polacos, Mark nació en 1971. Actualmente reside en La Collada, Siero. Su falta de conocimientos del medio rural no le han frenado a la hora de emprender nuevas aventuras en este medio. Su hobby como ganadero le ha permitido conocer los usos y costumbres locales, muchos de los cuales le han sorprendido enormemente. Sus libros evidencian con gran originalidad aspectos de la cultura asturiana vista desde una mirada externa. "Paraíso Matorral", su último trabajo que pronto llegará a las librerías, es una obra más incisiva que las anteriores.

-¿Qué hace alguien como tú en una aldea asturiana?
-Bueno, la vida da muchas vueltas. Yo vine a España un poco por aventura, conocí a mi mujer y me quedé aquí hasta próximo aviso, pero no me considero atado al lugar. En Asturias hay mucho arraigo a la tierra, pero yo soy ciudadano del mundo, y puedo ir a cualquier lugar. No hay una lógica de por qué estoy aquí, la vida es así, nunca se sabe. Y a mí me gusta el aspecto improvisado de la vida, me gusta saber que mañana puede dar un giro de noventa grados.

-¿A qué te dedicabas antes de venir a España?
-Entonces tenía muy pocos años, veintitrés. Terminé mis estudios en la Universidad, donde hice Filología y luego hice un master de Filosofía. Allí, en los Estados Unidos, todo el mundo trabaja. Tenía muchos empleos. Hice de todo porque eso es lo habitual allí. Trabajé haciendo bebidas energéticas en una fábrica, en la construcción... Aquí parece que no está bien visto trabajar en cosas manuales, allí ese tipo de trabajo abunda, hay lo que quieras, y cuando uno es joven está más dispuesto.

"Yo no escribo para pasar el rato, para mí es una cosa más seria. Desde luego me pueden cerrar puertas, pero tengo la confianza de que lo que he hecho va a estar justificado"

-¿Cuál es el mayor contraste que observas con el carácter asturiano?
-No me gusta hablar de la gente en general porque tampoco creo que tenga capacidad para hacerlo. Lo que sí me llamó la atención sobre los asturianos es la facilidad, e incluso la necesidad que tienen de regatear. En el trato del ganado, que era un mundo que desconocía totalmente, si tú no estabas dispuesto a regatear no vendías nada. Y es algo que me costó porque yo siempre ponía el precio justo, el precio que yo creía que valía el animal. Tenía que ponerlo dos o tres mil pesetas más arriba para luego bajarlo y que quedara satisfecho el paisano. Son tonterías, pero hay que tener picardía y a mí me falta. Esto está reflejado en el libro, y me deja al descubierto. Quien queda como bobo soy yo, no los otros.

-¿Qué querías conseguir con el libro "Aldeanismos"?
-Bueno, todo artista o escritor lo que pretende es comunicar o llegar a la gente, y mi propósito fue ese sencillamente. Quería que los demás se divirtiesen con el libro. En el fondo uno siente poderosamente la necesidad de comunicar. La escritura para mí es eso, una cosa que no controlo, una obsesión, algo que siento. El resultado fue interesante porque resulta que a la gente de aquí, gente muy particular que tiene su cultura, pues les gustó el libro y es curioso que alguien de otra cultura como yo, pueda llegar y comunicar con esa gente.

-El hecho de ser extranjero, ¿cómo ha influido en tu visión?
-Ser extranjero te da una objetividad, una cierta distancia crítica, porque aquí hay muy buenos escritores, gente muy preparada, y con mucha facilidad de palabra, pero a veces al estar tan metidos no son capaces de ver lo que hay. Ahí es donde entra un extranjero. Una persona con objetividad y una mirada clínica. Yo no soy especial en ese sentido. La gente que ha analizado más la cultura de Estados Unidos han sido extranjeros.

-Después de diez años ¿ves tu cultura de otra manera?
-Desde luego, es inevitable. Muchas veces me preguntan en los periódicos y les gusta crear polémicas ¿cómo ves a los americanos? Yo tengo que decir sinceramente que llevo diez años fuera y he ido allá un par de veces, y aquello cambia mucho, incluso cambia el lenguaje. Evidentemente ahora lo veo de otra manera, soy menos pro americano, sobre todo con ese asunto de la guerra, porque veo la arrogancia de la política de ese país, que cree que puede andar a sus anchas dominando el mundo de esa manera. Ya entiendo un poco más de dónde procede el sentimiento anti americano que hay, aunque muchas veces sin justificar, pero puedo entender por qué.
Por otra parte aquí hay mucha gente que no les gusta América y me parece bien, pero, de esa gente, ¿cuántos han estado allá, cuántos son expertos en política exterior? Yo por ejemplo, ¿cómo voy a opinar de los asturianos en general, si conozco sólo a unos pocos? Pero veo que aquí hay gente que opina sobre todo. Y yo me pregunto que cómo es posible. No se puede hablar de cosas ajenas con tanta facilidad, hay que pensar las cosas.

"Me gusta el aspecto improvisado de la vida, me gusta saber que mañana la vida puede dar un giro de noventa grados"

-¿Cuál es tu fuente de inspiración?
-Mi proyecto actual es constatar muchas veces lo obvio, lo que la otra gente no dice. Lo que me motiva a escribir es una necesidad interior, pero donde busco la inspiración es en la vida cotidiana, porque muchas veces no hay que buscar más allá para sacar buena literatura. Mucha gente se ocupa de escribir sobre la historia o sobre cualquier cosa, yo de momento prefiero escribir la verdad. Cuando me encuentro a gusto y creo que estoy logrando algo es cuando encuentro la verdad.

-¿Es lo que vas a hacer en tu próximo libro Paraíso Matorral?
-Paraíso Matorral es un libro con menos fábulas, porque en el de aldeanismos hay muchas fábulas y muchas historias. En este libro quito la máscara y empiezo a contar. Incluso el humor deja de serlo, porque ya empiezo a contar lo triste, que es donde quiero llegar. Hay más crítica social, y digo las cosas por su nombre y me refiero a ciertas vacas sagradas de la cultura asturiana. Incluso cuento cuando trabajé para la Fundación Príncipe de Asturias, en un incidente que he tenido con ellos. Son como confesiones.

-¿Es la Fundación Príncipe de Asturias una de las vacas sagradas?
-Sí, este segundo libro nadie quería tocarlo porque habla de esta Fundación y nadie quiere mojarse. Pero no hay que tener miedo. Yo no escribo para pasar el rato, para mí es una cosa más seria, y desde luego me pueden cerrar puertas, pero tengo la confianza de que lo que he hecho va a estar justificado.
Aquí el círculo de los escritores es como una piña, y cómo se van a llamar la atención unos a otros, no pueden, porque se conocen todos. Pero ahí está la ética, el criterio, no sujetarte a cosas que puedan limitar tu habilidad de contar. Siempre he hecho lo que he querido a toda costa, no quiero depender de nadie. Yo soy una banda de una pieza.
Escribo también para el periódico El Nora, en una columna de opinión donde me mojo muchísimo, y a raíz de eso he conseguido cosas para mi pueblo, aunque luego haya gente que no te mire a la cara.

"A veces se ponen por delante muchas cosas, el trabajo, el dinero... y se olvida lo más importante, el trato, el ayudar, el ser un buen vecino"

-¿Ya has comprobado que decir la verdad te puede cerrar puertas?
-Sí, claro que sí, de hecho estos libros míos nadie quería tocarlos, ni siquiera mi editor y el distribuidor. Y luego resulta que el libro que se publicó ya está agotado, no se encuentra en ningún sitio. Y me pregunto ¿cómo es posible que el editor no empuje un libro que tiene tanto éxito entre el público? Porque hay envidia, porque no les gusta que un americano, en mi caso, o una persona de fuera, llegue y triunfe.

-¿Qué proyectos tienes para el futuro?
-Tengo una subvención de la Consejería de Cultura para un libro de fotografías que se llama Figures. Tengo también muchos libros proyectados en la mente, pero he aprendido a vivir día a día. No me gusta planear el futuro, parece que le quita encanto a la vida. Yo quiero vivir, más que escribir.

-¿Qué destacas en positivo de la cultura asturiana?
-Sobre todo las relaciones personales, porque aquí todavía hay cierto valor en las relaciones humanas básicas, y a mí eso me parece primordial. No lo debemos perder nunca, porque en los EEUU por ejemplo está en declive total. Yo valoro el contacto humano, me parece fundamental.
A veces se ponen por delante muchas cosas, el trabajo, el dinero, y se olvida lo más importante, el trato, el ayudar, el ser un buen vecino. Una cosa que me llamó la atención fue que la gente me ayudó muchísimo. A lo mejor en las ciudades es diferente, pero aquí en los pueblos te ayudan, y yo estoy muy agradecido a mis vecinos.

-Antes de dar por finalizada la conversación, y recordando cierto episodio relatado en tu libro Aldeanismos, no puedo evitar preguntarte si por fin has aprendido a trasquilar ovejas.
-Bueno regular, regular, aún soy un poco torpe porque soy demasiado alto y para hacerlo tienes que estar agachado. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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