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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  MARZO 2004

112 BOMBEROS DE ASTURIAS

La imprudencia puede producir situaciones extremadamente peligrosas en la montaña. "Nos encontramos gente que va muy mal calzada o mal vestida. Si hay la menor incidencia no llevan ni una chaqueta para ponerse"


Las 24 horas en guardia. En cualquier momento puede recibirse una llamada de socorro. El 112 Bomberos de Asturias, antiguo CEISPA, responsable del helicóptero de rescate de la Morgal, en Llanera, está preparado para acudir en cuanto se necesite su ayuda en cualquier punto del Principado. La amplia formación y preparación física del equipo asturiano les ha convertido en un referente a nivel nacional para otros grupos de emergencias.

Texto: Gerardo Calvo / Fotos cedidas por 112 Bomberos de Asturias.

Guardianes desde el cielo
Con sobrada experiencia en rescates tanto en el mar, ríos, valles, y especializados en montañas, donde también han colaborado en la extinción de incendios forestales, el personal del 112 está preparado para tratar de solucionar situaciones de todo tipo. Unas son fruto de la misma naturaleza; otras, consecuencia de la imprudencia de los excursionistas.
En las últimas semanas se han producido en las montañas asturianas varios desafortunados accidentes que se han saldado con la muerte de tres personas, todos montañeros experimentados.
Dado que Asturias es una región montañera por excelencia y que la práctica de los deportes relacionados con la montaña es algo habitual, merece la pena hacer una reflexión sobre las condiciones en las que se accede a este medio, ya que algunos accidentes son fruto de la mala suerte, pero otros tienen más que ver con la imprudencia, y la falta de preparación.
En el 112 hay opiniones sobradamente autorizadas para arrojar algo de luz sobre este tema, como la de Pepe Suárez, médico, o la de Pablo Villena, montañero-socorrista.
La primera clave necesaria para moverse en la naturaleza, es una correcta educación, consecuencia de un conocimiento teórico y de años de experiencia caminando por la montaña.
"Antes los clubes eran un mecanismo de transmisión de experiencias de unos a otros. Se combinaban personas con experiencia, aunque estuvieran físicamente menos preparadas, con gente joven que era la que tiraba, aunque con la conciencia clara de que el que sabía, venía detrás. Todo eso se perdió", comenta Pepe Suárez.
"El grupo de montaña de antiguamente era el lugar donde la gente se iba formando durante años –continúa Pablo Villena, -. Ahora se ve a gente con crampones pero sin piolet, por ejemplo. Y yo me pregunto, si esa persona se cae ¿con qué frena? ¿Con la nariz? Ahí se ve la falta de formación de personas que han llegado a la montaña tarde, o sin la mentalidad adecuada".
Esto nos pone ante la realidad actual. Antes, a la montaña salían los montañeros. Ahora sin embargo hay un abanico de personas mucho mayor, unos que están bien preparados y otros que carecen por completo de formación en este sentido. Otro aspecto que ha dado un giro importante es el espíritu solidario que siempre ha caracterizado a los montañeros. "Esa mentalidad se está perdiendo totalmente en las salidas colectivas, e incluso en la alta montaña. Hoy en día hay gente que con tal de hacer una cumbre es capaz de dejar al compañero donde sea". Pablo habla con conocimiento de causa, porque lo ha vivido en varios momentos. Cuenta que en una ocasión les llamaron para rescatar a un accidentado de una salida colectiva de dieciséis personas, y tan sólo se quedaron dos para prestar ayuda. Tuvo incluso oportunidad de denunciarles su actitud, cuando se dirigían a pie hacia lugar del accidente, pero "aún diciéndoselo, se fueron". En las palabras de Pablo se capta una indignación lógica, no tanto por él , que forma parte de un grupo de profesionales que acuden a realizar un trabajo, como por la pérdida de unos valores que siempre primaron en la montaña.
Pepe Suárez también aprecia ese cambio de mentalidad: "El más fuerte es el que tiene que llevar la mochila grande, el que tiene que subir y bajar a ayudar. Así ha sido siempre. El problema es que a Urriello suben cincuenta, pero no son cincuenta de una salida colectiva, sino veinticinco grupos de dos, que son completamente independientes, son personas sin ninguna relación entre ellas".
Pero esta alarmante falta de solidaridad que se vive hoy en día, no es la única causa de accidentes en la naturaleza. La imprudencia también puede producir situaciones extremadamente peligrosas en el monte que se podrían haber evitado. "Yo entiendo como evitable, el que una persona de ochenta años no haga la Ruta del Cares un domingo de verano a casi cuarenta grados –reflexiona Pablo Villena-. Eso es evitable. Lo increíble es que sigue ocurriendo. También nos encontramos gente que va muy mal calzada o mal vestida, de forma que si hay la menor incidencia no llevan ni una chaqueta para ponerse".
El año pasado fueron evacuadas por motivos de este tipo cerca de diez personas en un sólo día en la Ruta del Cares. Eso demuestra que no sólo los montañeros "curtidos" que se exponen a unas circunstancias extremas pueden tener problemas. Cualquiera se puede "fabricar" las dificultades en un entorno más o menos favorable. Se ha dado el caso de montañeros que siguen adelante con sus planes, a pesar de que los guías del refugio les advierten que no lo hagan a causa del mal tiempo, o por cualquier otro motivo.
La reflexión sobre esta cuestión debe conducirnos en primer lugar a pensar que son los miembros del 112 Bomberos los que van a asumir el riesgo y se van a jugar el tipo en caso de que se produzca algún accidente. Es su responsabilidad y no van a escatimar el más mínimo esfuerzo, pero a la vez hay que hacer que la gente sea consciente de que moverse en la naturaleza exige cierta responsabilidad. ¿Qué pasaría si por atender un accidente causado por negligencia de los excursionistas resultaran heridas terceras personas? ¿Sería lícito pedir responsabilidades en ese caso u otros similares? Pepe Suárez contesta: "Es un tema complicado. Lo que sí está habiendo es un movimiento nuevo, en el sentido de reclamar responsabilidades en función de esa posible negligencia que se haya cometido. Es algo que se está discutiendo bastante. Lo cierto es que no nos gusta tener que ir hasta un paso de cebra cuando podrías cruzar de frente, pero sin embargo lo hacemos porque es por el bien general. Yo creo que tarde o temprano va a haber pasos en ese sentido".
No se está tratando desde estas páginas de levantar un dedo acusador contra ningún colectivo, pero sí se pretende reivindicar y recuperar esa conciencia ancestral que nos recuerda que la naturaleza es la que manda y que somos nosotros los que debemos prepararnos para movernos en ella, siempre con la humildad y el respeto del que sabe que está en un medio que le supera y que marca el tiempo, el espacio y las condiciones.
 

Entre los miembros del 112 Bomberos existe una confianza ciega: "Sabes que tu vida está en manos de tus compañeros y que la de ellos está en las tuyas". Quizá sea ése el secreto de un equipo que es pionero en España en el rescate en montaña.

112 Bomberos • La eficacia
Están de guardia permanentemente. El equipo de turno está siempre formado por un piloto para el helicóptero, un mecánico, un médico y dos socorristas. En cuanto se recibe una llamada, se ponen en marcha una serie de protocolos en función del tipo de incidente y de su repercusión. Se muestran satisfechos de poder comentar que actualmente tienen un tiempo de respuesta de cinco minutos. Es lo que tardan en ponerse en marcha equipados según el tipo de intervención que vayan a realizar. En una salida estándar, desde que sale el helicóptero hasta que el accidentado es trasladado a un centro sanitario, y vuelven otra vez a la base, pasan aproximadamente 70 minutos. A partir de ese momento están listos para realizar otra misión. Su estadística refleja entre 400 y 500 salidas al año.
Con la tripulación que está de guardia, "nosotros podríamos recuperar a una persona en una camilla y regresar todos. Si la situación se complica, si el herido está muy grave y necesita mucha atención, hay otra posibilidad, y es que uno de los socorristas se quede en el lugar del rescate para poder los demás salir rápidamente con el herido hacia el centro sanitario. Después volvemos a buscar a nuestro compañero, o bien sale él por sus propios medios". Pepe describe con exactitud un funcionamiento práctico donde el herido es lo primero, por encima de los demás planteamientos.
A pesar de todo, a veces el mismo aviso ya llega demasiado tarde, como en el caso de los accidentes de enero en las Ubiñas. "Fue mala suerte. El primero era un chaval experimentado que iba bien equipado. Escalaba con Silvino, uno de los médicos de la Morgal, y hacía escalada de nivel. La ruta normal de la Ubiña es un nevero que se baja con facilidad, el problema es que tropiezas con mala nieve y ya no te da tiempo de frenar. Aquel día no había mucha nieve, con lo cual sobresalían muchos resaltes de piedra, y a esa velocidad es prácticamente inevitable golpearte con alguna de ellas", comenta Pepe.
"Los accidentes en esa zona suelen ser siempre por mala suerte, y además normalmente ocurren siempre en las bajadas. La mayoría de los accidentes no se producen subiendo, sino en la cumbre o en el descenso. Si conoces un poco el ambiente, la gente que sube un ocho mil, no le tiene miedo a la subida, sino a la bajada. Por lo visto algunos testigos dicen que dejó con el piolet una buena marca, de haber intentado parar ", afirma Pablo.
¿Sobre qué se sustenta la eficacia de estos profesionales del rescate? Para empezar, de un espíritu de equipo consolidado y fortalecido por cada una de las experiencias que han vivido juntos. Durante la conversación, Pepe Suárez y Pablo Villena no dejan de valorar el trabajo del compañero. Uno agradece la presencia del montañero, que le permite concentrarse en el herido. El otro sabe que el médico es una pieza clave del equipo, y los dos ensalzan sin reparo las labores del piloto y del mecánico, aunque éstos no están presentes. Su trabajo obliga a que entre ellos por fuerza tenga que existir una confianza ciega: "Sabes que tu vida está en manos de tus compañeros y que la de ellos está en las tuyas. La confianza absoluta es algo que ni se plantea, es evidente en nuestro trabajo".
Quizá sea ése el secreto de un equipo que es pionero en España en el rescate en montaña, a donde vienen a asesorarse grupos de salvamento de todo el país. ∆

Sobre la marcha

¿Qué se cuece en el interior de estos héroes cotidianos en el desarrollo de su trabajo? ¿Cuál es el lado más humano de los guardianes del Principado?

-Suena el teléfono: una emergencia. ¿Qué sentís desde ese momento?
-Pepe Suárez: Lo primero que te produce es ansiedad, por la incertidumbre de saber qué te vas a encontrar exactamente.
-Pablo Villena: La verdad es que se te quita cuando llegas allí. Vas veinte minutos volando y procuras asegurarte de que llevas todo lo que necesitas.
-Pepe: De todas formas fue más angustiante cuando salimos a las Ubiñas el día que se mató la pareja de profesores, con un aviso de que había tres personas despeñadas. Luego te informan de que hay rastros de sangre y empiezas a pensar que va a ser más complicado, y te planteas todas las posibilidades, pero lo que no puedes es sufrir en tus carnes todo lo que vives, porque entonces no lo aguantas.
-Pablo: No te acostumbras.

-Supongo que los rescates no siempre tienen final feliz. ¿Alguna vez durante o tras el rescate perdisteis al accidentado?
-Pepe: A mí se me quedó un chico, un accidente laboral. Tuvo una parada que fue irreversible. No me lo esperaba y me quedé helado. Además, tenía lesiones internas. Al final recuerdas más eso, que los que fueron como tenían que ir.
-Pablo: Ocurre a veces, y tienes que asumirlo. Este verano fuimos a atender a un chaval de dieciséis años que estaba muy mal. Era un simple golpe de calor, pero no salió de ello.
En ocasiones también ocurre lo contrario. Gente que está muy mal, que no crees que vaya a salir adelante, y sin embargo se recupera. Tuvimos el caso de una persona que sufrió un accidente grave, en el que incluso perdió masa encefálica. Esperábamos lo peor. Finalmente, vino a vernos dos meses después del accidente, para darnos las gracias.
Sea como sea, nosotros nos centramos en hacer nuestro trabajo lo más perfecto posible. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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