Las 24 horas en guardia. En cualquier momento puede recibirse una llamada de
socorro. El 112 Bomberos de Asturias, antiguo CEISPA, responsable del
helicóptero de rescate de la Morgal, en Llanera, está preparado para acudir
en cuanto se necesite su ayuda en cualquier punto del Principado. La amplia
formación y preparación física del equipo asturiano les ha convertido en un
referente a nivel nacional para otros grupos de emergencias.
Texto: Gerardo Calvo / Fotos cedidas por 112 Bomberos de Asturias.
Guardianes desde el
cielo
Con sobrada experiencia en rescates tanto en el mar, ríos, valles, y
especializados en montañas, donde también han colaborado en la extinción de
incendios forestales, el personal del 112 está preparado para tratar de
solucionar situaciones de todo tipo. Unas son fruto de la misma naturaleza;
otras, consecuencia de la imprudencia de los excursionistas.
En las últimas semanas se han producido en las montañas asturianas varios
desafortunados accidentes que se han saldado con la muerte de tres personas,
todos montañeros experimentados.
Dado que Asturias es una región montañera por excelencia y que la práctica
de los deportes relacionados con la montaña es algo habitual, merece la pena
hacer una reflexión sobre las condiciones en las que se accede a este medio,
ya que algunos accidentes son fruto de la mala suerte, pero otros tienen más
que ver con la imprudencia, y la falta de preparación.
En el 112 hay opiniones sobradamente autorizadas para arrojar algo de luz
sobre este tema, como la de Pepe Suárez, médico, o la de Pablo Villena,
montañero-socorrista.
La primera clave necesaria para moverse en la naturaleza, es una correcta
educación, consecuencia de un conocimiento teórico y de años de experiencia
caminando por la montaña.
"Antes los clubes eran un mecanismo de transmisión de experiencias de unos a
otros. Se combinaban personas con experiencia, aunque estuvieran físicamente
menos preparadas, con gente joven que era la que tiraba, aunque con la
conciencia clara de que el que sabía, venía detrás. Todo eso se perdió",
comenta Pepe Suárez.
"El grupo de montaña de antiguamente era el lugar donde la gente se iba
formando durante años –continúa Pablo Villena, -. Ahora se ve a gente con
crampones pero sin piolet, por ejemplo. Y yo me pregunto, si esa persona se
cae ¿con qué frena? ¿Con la nariz? Ahí se ve la falta de formación de
personas que han llegado a la montaña tarde, o sin la mentalidad adecuada".
Esto nos pone ante la realidad actual. Antes, a la montaña salían los
montañeros. Ahora sin embargo hay un abanico de personas mucho mayor, unos
que están bien preparados y otros que carecen por completo de formación en
este sentido. Otro aspecto que ha dado un giro importante es el espíritu
solidario que siempre ha caracterizado a los montañeros. "Esa mentalidad se
está perdiendo totalmente en las salidas colectivas, e incluso en la alta
montaña. Hoy en día hay gente que con tal de hacer una cumbre es capaz de
dejar al compañero donde sea". Pablo habla con conocimiento de causa, porque
lo ha vivido en varios momentos. Cuenta que en una ocasión les llamaron para
rescatar a un accidentado de una salida colectiva de dieciséis personas, y
tan sólo se quedaron dos para prestar ayuda. Tuvo incluso oportunidad de
denunciarles su actitud, cuando se dirigían a pie hacia lugar del accidente,
pero "aún diciéndoselo, se fueron". En las palabras de Pablo se capta una
indignación lógica, no tanto por él , que forma parte de un grupo de
profesionales que acuden a realizar un trabajo, como por la pérdida de unos
valores que siempre primaron en la montaña.
Pepe Suárez también aprecia ese cambio de mentalidad: "El más fuerte es el
que tiene que llevar la mochila grande, el que tiene que subir y bajar a
ayudar. Así ha sido siempre. El problema es que a Urriello suben cincuenta,
pero no son cincuenta de una salida colectiva, sino veinticinco grupos de
dos, que son completamente independientes, son personas sin ninguna relación
entre ellas".
Pero esta alarmante falta de solidaridad que se vive hoy en día, no es la
única causa de accidentes en la naturaleza. La imprudencia también puede
producir situaciones extremadamente peligrosas en el monte que se podrían
haber evitado. "Yo entiendo como evitable, el que una persona de ochenta
años no haga la Ruta del Cares un domingo de verano a casi cuarenta grados
–reflexiona Pablo Villena-. Eso es evitable. Lo increíble es que sigue
ocurriendo. También nos encontramos gente que va muy mal calzada o mal
vestida, de forma que si hay la menor incidencia no llevan ni una chaqueta
para ponerse".
El año pasado fueron evacuadas por motivos de este tipo cerca de diez
personas en un sólo día en la Ruta del Cares. Eso demuestra que no sólo los
montañeros "curtidos" que se exponen a unas circunstancias extremas pueden
tener problemas. Cualquiera se puede "fabricar" las dificultades en un
entorno más o menos favorable. Se ha dado el caso de montañeros que siguen
adelante con sus planes, a pesar de que los guías del refugio les advierten
que no lo hagan a causa del mal tiempo, o por cualquier otro motivo.
La reflexión sobre esta cuestión debe conducirnos en primer lugar a pensar
que son los miembros del 112 Bomberos los que van a asumir el riesgo y se
van a jugar el tipo en caso de que se produzca algún accidente. Es su
responsabilidad y no van a escatimar el más mínimo esfuerzo, pero a la vez
hay que hacer que la gente sea consciente de que moverse en la naturaleza
exige cierta responsabilidad. ¿Qué pasaría si por atender un accidente
causado por negligencia de los excursionistas resultaran heridas terceras
personas? ¿Sería lícito pedir responsabilidades en ese caso u otros
similares? Pepe Suárez contesta: "Es un tema complicado. Lo que sí está
habiendo es un movimiento nuevo, en el sentido de reclamar responsabilidades
en función de esa posible negligencia que se haya cometido. Es algo que se
está discutiendo bastante. Lo cierto es que no nos gusta tener que ir hasta
un paso de cebra cuando podrías cruzar de frente, pero sin embargo lo
hacemos porque es por el bien general. Yo creo que tarde o temprano va a
haber pasos en ese sentido".
No se está tratando desde estas páginas de levantar un dedo acusador contra
ningún colectivo, pero sí se pretende reivindicar y recuperar esa conciencia
ancestral que nos recuerda que la naturaleza es la que manda y que somos
nosotros los que debemos prepararnos para movernos en ella, siempre con la
humildad y el respeto del que sabe que está en un medio que le supera y que
marca el tiempo, el espacio y las condiciones.
112 Bomberos • La eficacia
Están de guardia permanentemente. El equipo de turno está siempre formado
por un piloto para el helicóptero, un mecánico, un médico y dos socorristas.
En cuanto se recibe una llamada, se ponen en marcha una serie de protocolos
en función del tipo de incidente y de su repercusión. Se muestran
satisfechos de poder comentar que actualmente tienen un tiempo de respuesta
de cinco minutos. Es lo que tardan en ponerse en marcha equipados según el
tipo de intervención que vayan a realizar. En una salida estándar, desde que
sale el helicóptero hasta que el accidentado es trasladado a un centro
sanitario, y vuelven otra vez a la base, pasan aproximadamente 70 minutos. A
partir de ese momento están listos para realizar otra misión. Su estadística
refleja entre 400 y 500 salidas al año.
Con la tripulación que está de guardia, "nosotros podríamos recuperar a una
persona en una camilla y regresar todos. Si la situación se complica, si el
herido está muy grave y necesita mucha atención, hay otra posibilidad, y es
que uno de los socorristas se quede en el lugar del rescate para poder los
demás salir rápidamente con el herido hacia el centro sanitario. Después
volvemos a buscar a nuestro compañero, o bien sale él por sus propios
medios". Pepe describe con exactitud un funcionamiento práctico donde el
herido es lo primero, por encima de los demás planteamientos.
A pesar de todo, a veces el mismo aviso ya llega demasiado tarde, como en el
caso de los accidentes de enero en las Ubiñas. "Fue mala suerte. El primero
era un chaval experimentado que iba bien equipado. Escalaba con Silvino, uno
de los médicos de la Morgal, y hacía escalada de nivel. La ruta normal de la
Ubiña es un nevero que se baja con facilidad, el problema es que tropiezas
con mala nieve y ya no te da tiempo de frenar. Aquel día no había mucha
nieve, con lo cual sobresalían muchos resaltes de piedra, y a esa velocidad
es prácticamente inevitable golpearte con alguna de ellas", comenta Pepe.
"Los accidentes en esa zona suelen ser siempre por mala suerte, y además
normalmente ocurren siempre en las bajadas. La mayoría de los accidentes no
se producen subiendo, sino en la cumbre o en el descenso. Si conoces un poco
el ambiente, la gente que sube un ocho mil, no le tiene miedo a la subida,
sino a la bajada. Por lo visto algunos testigos dicen que dejó con el piolet
una buena marca, de haber intentado parar ", afirma Pablo.
¿Sobre qué se sustenta la eficacia de estos profesionales del rescate? Para
empezar, de un espíritu de equipo consolidado y fortalecido por cada una de
las experiencias que han vivido juntos. Durante la conversación, Pepe Suárez
y Pablo Villena no dejan de valorar el trabajo del compañero. Uno agradece
la presencia del montañero, que le permite concentrarse en el herido. El
otro sabe que el médico es una pieza clave del equipo, y los dos ensalzan
sin reparo las labores del piloto y del mecánico, aunque éstos no están
presentes. Su trabajo obliga a que entre ellos por fuerza tenga que existir
una confianza ciega: "Sabes que tu vida está en manos de tus compañeros y
que la de ellos está en las tuyas. La confianza absoluta es algo que ni se
plantea, es evidente en nuestro trabajo".
Quizá sea ése el secreto de un equipo que es pionero en España en el rescate
en montaña, a donde vienen a asesorarse grupos de salvamento de todo el
país. ∆ |