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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  DICIEMBRE 2004

Premios Príncipe de Asturias

Vista general del escenario del Teatro Campoamor el día de la entrega de los premios
Foto: Fundación Príncipe de Asturias


En el corazón del mundo

Gracias a los Premios Príncipe de Asturias, durante varios días nuestra región deja de ser una pequeña comunidad al norte de la Península Ibérica, un paraíso natural del que se conocen sólo ciertos aspectos, para ser el centro de las miradas de todos los países del mundo. La atención se centra en unos galardones de reconocido prestigio. La tierra de los astures mira orgullosa hacia el exterior y aprovecha este momento para contonearse y mostrar todos sus encantos.

La imagen de Asturias a nivel nacional e internacional se ha visto engrandecida por los Premios Príncipe de Asturias. Graciano García, creador en 1980 de este evento, dirige la Fundación que ha dado nombre a estos galardones y que cumple el próximo mes de abril su XXV aniversario. La institución nació al amparo de la Casa Real y en presencia de los Reyes de España y del Príncipe de Asturias, que año tras año han mostrado su apoyo. A este hay que sumar la incorporación de la Princesa Letizia, que se ha declarado una firme seguidora de este acontecimiento. Letizia Ortiz, que en sus últimos años como periodista de TVE fue la encargada de cubrir la ceremonia de entrega, ha asistido en esta ocasión como Princesa de Asturias, ante una expectación mediática única en la historia de estos galardones.
-¿Qué significa, para el panorama cultural asturiano, que dentro de nuestra frontera regional tengan lugar unos Premios de trascendencia internacional como los Príncipe de Asturias?
-Cuando me formulan esta pregunta me acuden a la mente las emocionadas palabras del ex ministro israelí Isaac Rabin, quien al ver en la calle, el día que vino a recoger el galardón de Cooperación Internacional que recibió junto a Yaser Arafat en 1994, cómo la gente aplaudía a los premiados y les demostraba su afecto dijo que un pueblo con la sensibilidad del asturiano no debía temer al futuro. Esa visión de los asturianos como gentes comprometidas con la cultura, la paz y solidaridad la han sentido, antes y después del tristemente asesinado Rabin, muchas de las personalidades galardonadas a lo largo de estos veinticuatro años. Por este motivo pienso sinceramente que los Premios Príncipe de Asturias son el mejor escaparate internacional de la región y un valioso patrimonio del que nos sentimos orgullosos la inmensa mayoría de los asturianos, porque son sus mejores y más eficaces embajadores en el mundo.

Graciano García
Foto: Fundación Príncipe de Asturias

-El próximo año 2005 se celebra el vigésimo quinto aniversario de la Fundación Príncipe de Asturias. ¿Podemos afirmar que los premios que otorga están satisfactoriamente consolidados? ¿Qué valoración hace de la imagen de Asturias que estos premios proyectan en el exterior?
-Esa consolidación es desde hace tiempo una realidad incontestable que se ha alcanzado con el aliento de la Corona, la colaboración y el consejo de los patronos, la difícil labor de los jurados, la ayuda de los medios de comunicación y el apoyo de toda la sociedad asturiana y española. A estas sólidas bases se ha sumado el creciente prestigio de los candidatos a los Premios y de las entidades y personalidades que los avalan, que son un claro síntoma del alcance internacional que, año tras año, tiene la convocatoria de los Premios. Con esos apoyos y ese reconocimiento, sólo podemos decir que vivimos un momento espléndido, aunque nuestro reto siempre es de futuro, de seguir mejorando en el camino hacia nuestros objetivos. En cuanto a la imagen de Asturias que los Premios proyectan en el exterior, es, sin duda, la de una tierra sensible y preocupada por apoyar la labor científica, cultural y social. La de una sociedad que ensalza valores de paz, concordia y cooperación entre los pueblos. Gracias a los Premios hace años que la región tiene un lugar destacado en el mapa de los itinerarios culturales internacionales.
-¿Cómo ha sido la evolución de estos Premios en cuanto a su impacto y su reconocimiento a nivel internacional?
-A lo largo de la historia de la Fundación ha ido creciendo el interés por los Premios Príncipe de Asturias de una forma progresiva y muy intensa, tanto en España como fuera de nuestro país. Ha ido aumentando el número de candidatos, propuestos en muchas ocasiones por personalidades e instituciones de alto prestigio internacional; se ha incrementado vertiginosamente el número de medios de comunicación españoles y de otros países que dan cobertura a los fallos de los Premios y que acuden puntuales a la ceremonia de entrega. Sin ir más lejos, en la pasada edición tuvimos acreditados 1.100 periodistas y 200 medios de comunicación de todo el mundo. También hemos sumado telespectadores que siguen el solemne acto del Campoamor desde las pantallas de sus televisores. Cada vez llegamos a más público y en más países gracias a convenios como el firmado en 2003 con Euronews, la cadena europea de mayor audiencia en el continente. Otro tanto ha ocurrido con los Coros de la Fundación, con una programación de conciertos que no hace más que crecer dentro y fuera de España.
-¿Qué significado tiene para estos Premios la incorporación de la Princesa de Asturias?
-El Príncipe ha comentado en más de una ocasión que los Premios están unidos indisolublemente a su vida. Así lo puso de manifiesto en la pasada edición con motivo de su reciente matrimonio, un acontecimiento trascendental para el Heredero de la Corona. Don Felipe quiso compartir con todos los asturianos la dicha de su nueva situación personal en una ceremonia de entrega que pasará a la historia por la emotividad de contar por primera vez con la presencia de la Princesa de Asturias. Una Princesa de profundas y sentidas raíces asturianas que, como destacó Don Felipe en su discurso, unirá también su destino al de la Fundación, que podrá contar en el futuro con su cuidado y entregada ayuda.
-Dada su trayectoria al lado de estos Premios, ¿hay alguna edición que recuerde con especial cariño?
Todas las ediciones que he tenido el privilegio de vivir en primera persona han estado cargadas de momentos emotivos y entrañables. Todas, sin excepción, han dejado honda huella en mi memoria y mi corazón. Desde aquellas primeras palabras en público de un jovencísimo Príncipe de Asturias en 1981, han sido muchas las personalidades e instituciones que han pasado por el Teatro Campoamor y han engrandecido con su presencia la trayectoria de estos galardones. De muchos de ellos guardo imborrables recuerdos, no podría nombrarlos a todos. Constituyen un valioso bagaje por el que la Fundación ha obtenido el reconocimiento de instancias como la UNESCO, por su aportación al Patrimonio Cultural de la Humanidad, y de la Comisión Europea, por compartir con ella los mismos valores que construyen Europa.
-¿Qué expectativas hay ante el XXV Aniversario de esta Fundación?
-Los actos conmemorativos del XXV Aniversario, que se desarrollarán bajo el auspicio de la UNESCO y que contarán con la participación de ese excepcional cuadro de honor de la humanidad que son nuestros premiados, constituyen la gran apuesta de futuro de la Fundación. Deben marcar un punto de inflexión en la historia de nuestros Premios, con un objetivo claro: conseguir que España tenga, en un plazo no superior a los quince años, los galardones culturales y científicos más importantes del mundo. Los preparativos van en estos momentos al ritmo adecuado para tener la ambiciosa e imaginativa celebración que se merece esta efemérides y convertir Asturias a lo largo de todo un año en referente mundial de la cultura. En la primavera de 2005, a mediados de abril, el astrofísico británico Stephen Hawking abrirá el ciclo de conferencias y será el prólogo excepcional de un amplio programa de actividades culturales que se desarrollarán en su mayoría entre octubre de 2005 y octubre de 2006. El que fue Premio Príncipe de la Concordia 1989, que se encuentra en una fase muy avanzada de su terrible enfermedad, dejará en Asturias el que podría considerarse su testamento científico. ∆

Arte Prerrománico, Arte en piedra
La historia del prerrománico asturiano se resume en tres etapas que comienzan en el año 737 y concluyen en el 910.
La Etapa Inicial, en la que destacan las edificaciones de planta basilical; comenzó con el reinado de Favila y terminó con el de Alfonso II el Casto. El Estilo Ramirense es la segunda etapa, en la que destaca la gran originalidad utilizada en las edificaciones. Por último está la Epoca Final, en la que se vuelve a la planta basilical; abarca el reinado de Alfonso III El Magno y termina en los años posteriores al traslado de la corte de Oviedo a León.
Existen cuatro rutas del prerrománico que recorren Asturias de punta a punta. La primera es la Ruta de La Vieja Corte, considerada la más fértil en monumentos artísticos. Al lado de la catedral de Oviedo, se sitúa la Iglesia de San Tirso el Real, fundada en el año 812 por el Rey Alfonso II. La Cámara Santa, reformada en el siglo XII, la Fuente de la Foncalada, considerada la única construcción civil de uso público de la Alta Edad Media, y la Iglesia de San Julián de los Prados (Santullano), el mejor conservado de todos los edificios prerrománicos de Asturias. El Palacio de Santa María del Naranco construido en época del Rey Ramiro y la Iglesia de San Miguel de Lillo, de la que sólo se conserva una parte, completan esta primera ruta de un alto contenido cultural.
La segunda ruta recorre los alrededores y lleva al caminante hasta la Iglesia de Santa María de Bendones y Santa Cristina de Lena, situada cerca del Puerto de Pajares.
La tercera ruta está denominada El Nalón y sus afluentes. Siguiéndola llegaremos a la Iglesia de San Pedro de Nora, situada a 12 km. de Oviedo, la Iglesia de Santo Adriano de Tuñón, consagrada por los reyes Alfonso III el Magno y Jimena, y la Basílica de San Juan de Santianes construida por el Rey Silo y que sólo permite visitas concertadas.
Por último, queda por nombrar la Ruta de Villaviciosa y Colunga, con la Iglesia de San Salvador de Valdediós, cerca de Villaviciosa, la Iglesia de San Salvador de Priesca y la Iglesia de Santiago de Gobiendes con planta basilical de tres naves. ∆

El hórreo
Emblema astur
Es el tótem sagrado del patrimonio asturiano. La madera y la piedra, dos elementos en estado puro, se alían en la construcción de este elemento emblemático de cuyos orígenes se sabe poco. Se habla de la época prerromana, del medievo, pero nadie ha sabido nunca la historia real de estas edificaciones. En la época de la cosecha, o de la matanza, el hórreo es la despensa perfecta. Con sus techos de paja, teja o pizarra, sirven de lugar para almacenar los alimentos que será consumidos a lo largo del año. Aunque hayan caído un poco en desuso, aún es posible pasear por cualquier pueblo asturiano y ver las ristras de las cebollas o las mazorcas de maíz en estas construcciones. En Asturias existen tres tipos de hórreos, muchos de ellos parecidos a los que se construyen en Galicia o León. El Cabazo es un hórreo típicamente gallego que ha traspasado la frontera por occidente y aparece en Allande, Valdés, Villayón y Grandas de Salime. El hórreo típico de Asturias es otra de las modalidades que se caracteriza por su planta cuadrada y cubierta piramidal de diferentes materiales. La Panera tiene una estructura muy similar a la del hórreo pero se diferencia en su tamaño y la forma rectangular de su planta. Otro de los misterios que nadie ha sabido todavía resolver son los motivos ornamentales y decorativos de los hórreos. Símbolos, escudos o dibujos abstractos en los que muchos encuentran significados religiosos que los campesinos utilizaban en una particular comunicación con los dioses. Sea cual sea su origen, la realidad es que el hórreo es un elemento incorporado como propio a la cultura y el patrimonio de Asturias. ∆

La Cruz de la Victoria
El gran tesoro
Aseguran que su corazón es de madera de roble perteneciente a la cruz que blandió Pelayo en la batalla de Covadonga.
Este símbolo, que es el eje principal del emblema de Asturias, ya se manifestaba en numerosas inscripciones prerrománicas, pero la cruz amarilla sobre fondo azul que forma la bandera data de la Guerra de Independencia. Bajo el reinado de Alfonso III el Magno, en el año 908, fue mandada labrar esta cruz latina, con una labor de orfebrería finísima, colocando sobre la base de roble chapas de oro y gemas multicolores. Semejante tesoro se encuentra custodiado en la Cámara Santa de Oviedo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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