Foto: Juanjo Arrojo |
Las gaviotas hacen vuelos rasantes sobre los barcos
que llegan a puerto cuando el día todavía no ha amanecido. Lastres se
despierta con el ruido de los barcos entrando y descargando el pescado
obtenido tras horas de duro trabajo.
ALMA DE
SABOR A SAL
E l mar es el alma de Lastres. Las
aguas del Cantábrico han cincelado el carácter de sus gentes y también la
geografía de sus calles y aunque la pesca es ya un arte que va poco a poco
desapareciendo, aún se pueden escuchar historias de su pasado ballenero en
alguno de los bares del puerto. La historia cuenta que, durante los siglos
XVII y XVIII, Lastres era uno de los puertos asturianos desde los que se
exportaba pescado conservado y productos obtenidos de la pesca de ballenas,
por ello fue el último puerto asturiano que se dedicó a la pesca de
cetáceos.
El presente de Lastres discurre con un ritmo compartido entre el mar y el
turismo. El mar marca la melodía y los visitantes bailan al compás por
callejuelas estrechas, llenas de casas blancas con galerías acristaladas y
corredores de madera, que se descuelgan hacia la costa. El reconocimiento de
Lastres como Conjunto Histórico Artístico, obliga también al conocimiento de
sus calles y sus monumentos como rasgo fundamental de su personalidad. La
Torre del Reloj, con un arco conopial en un lateral y cuatro pisos de
altura, fue construida en el año 1.751 y combinó la función de ser torre
vigía y campanario al mismo tiempo. La iglesia de Santa María de Sábada fue
construida en 1.757 con planos de Manuel Reguera y posee un órgano y un
Cristo del siglo XVI. Después de conocer el patrimonio histórico-artístico
de Lastres y sus calles, parando en alguno de sus muchos bares y tascas para
asomarse a la gastronomía típica de este pueblo marinero, nada mejor que
dedicar un tiempo a tomar el sol y bañarse en las frías aguas del
Cantábrico. La playa de Lastres, también llamada l´Estilleru, o la playa de
La Griega son un buen ejemplo de cómo mima Lastres a todo aquel que decida
empaparse de todo cuanto tiene que ofrecer. ∆
Foto:
Romy |
Redes a la mar
Viven del mar aunque permanecen en tierra
firme. Son las mujeres y hombres que reparan o arman las redes. Cuando un
barco tiene problemas con sus aparejos necesita manos ágiles que los
solucionen.
E n el puerto de Lastres la actividad
es constante. Entre el ir y venir de los barcos, las cajas de pescado, y los
pescadores, se encuentran también quienes permanecen en tierra firme
arreglando las redes. Muchos pescadores ya jubilados continúan de esta forma
renovando su compromiso con el mar, aunque una gran parte de los que se
dedican a esta tarea son mujeres, casadas con pescadores o hijas de
pescadores. Llevan toda su vida oyendo hablar de la pesca, viviendo en
primera línea todas las circunstancias que afectan a este sector. Han
aprendido este oficio a base de ver a los pescadores arreglar las redes, y
éstos se convierten en profesores de nuevas alumnas que encuentran en esta
ocupación una buena forma de ser útiles.
Tres de las mujeres que trabajan juntas habitualmente se han asociado, y han
formado una comunidad de bienes, el equipo A.T. (Adobadoras Tarito). La
Asociación lleva el nombre del pescador que les enseñó a arreglar aparejos
en señal de agradecimiento. "Esta ocupación requiere mucho tiempo y
económicamente no es muy rentable, digamos que lo hacemos porque nos gusta
mucho y es una pequeña ayuda a la economía de casa, pero no podríamos vivir
de ello". Con el tiempo Teté, que es como conocen a María José Costales en
Lastres, espera que aumente el número de mujeres asociadas y puedan formar
una cooperativa.
A las mujeres de Lastres es fácil encontrarlas en el puerto arreglando las
redes, pero cuando una embarcación de otra localidad las reclama se pone en
marcha todo el equipo, y se desplazan al puerto donde se halla el barco.
Allí pasan la jornada concentradas en su tarea hasta la hora de volver a
casa. Normalmente son ocho las que forman este grupo al que no le falta
trabajo, pues cada día es más difícil encontrar gente preparada para estas
tareas. Ellas han aprendido a base de dedicarle muchas horas con la ayuda de
pescadores jubilados, aunque Teté asegura que constantemente están
aprendiendo, ya que cada barco tiene distintos materiales y aparejos. Como
ella misma asegura "no hacemos más porque no tenemos tiempo material, de
hecho cantidad de redes las están llevando a Galicia porque no hay
suficiente gente aquí que se encargue de ellas". ∆ |