Texto y foto: Lupercio González
Susana
Pérez-Alonso ha sido finalista del premio La Sonrisa Vertical en el año
2000 con su novela erótica Mandarina. Su sueño era haber sido
médica, pero al final se hizo graduada social y procuradora a los
tribunales. Su pasión la tiene puesta en la literatura, pero sin
mitificaciones. La inteligencia emocional es lo suyo.
-Se dice que los ojos son el espejo del alma y su novela
la titula "Nunca miras mis manos". ¿Qué reflejan las manos?
-Creo que miramos muy poco a la gente que tenemos cerca, y nos
miran poco también. El título es por esto. Yo soy una persona de las de
dar la mano fuerte y mirar a los ojos, pero eso de que los ojos no
engañan, lo temo. Como digo en la novela: los ojos de ella que nunca lo
engañaron y al final terminan engañando. También te pueden acariciar los
ojos pero una caricia de las manos, un detalle con la persona con la que
vives, un comentario agradable, eso es muy importante y desgraciadamente
es algo que se perdió. Yo creo que la entrada de la mujer en el mundo
laboral de esa manera brutal, seguramente por culpa del sistema y de los
hombres, la ha hecho desprenderse de los sentimientos que tenía. Eso
hace mucho más difíciles las relaciones. Cuando trabajan los dos en la
pareja y llegan los dos estresados a casa, llega un momento que eso no
se soporta. El reposo del guerrero, yo creo que es lo que piden ahora
muchas mujeres, porque no pueden con la vida.
-¿Esta novela refleja lo que viven internamente muchas
mujeres y no se atreven a contar?
-Creo que sí. Yo siempre viví en un mundo de hombres y trabajé
en un mundo de hombres. Tienes que ser más dura, más fuerte, saltar más
alto, correr mucho más que ellos y encima no tener ni culo, ni tripa e
ir perfectamente peinada. La mujer termina tapando cualquier sentimiento
porque se convierte en su punto débil y esto es una equivocación. En mis
trabajos -no sé si esto es vanidad, pero creo que es cierto- he puesto
mucho interés, y mucho trabajo, y mucha resistencia siempre, pero no
porque tuviera que competir con nadie sino porque mi padre me educó así.
Cuando era pequeña y cogía apuntes, si los pasaba a limpio y tenía un
tachón a mitad de la página ya no servían. Lo rompía y volvía a empezar.
Eso era una disciplina demasiado férrea, pero no tenía nada que ver con
el mundo masculino. Más adelante, cuando llega la edad laboral y entras
en el mundo masculino, creo que hay una terrible tendencia a copiar los
valores de los hombres que durante años criticamos las mujeres. Hay que
empezar una nueva revolución, que es la del sentimiento. No podemos
perder la seña de identidad de la mujer, que yo creo que nos hace
superiores al hombre, porque a lo mejor somos capaces de sentir más.
Esto es lo que se cuenta en la novela. Ella, llega un momento en que no
pone barrera ni al sexo ni al sentimiento, mientras que el hombre de la
novela está poniendo permanentemente barreras al sentimiento. Yo creo
que es una cosa que hacen muchos hombres, sobre todo a determinada edad.
"Escribo
como hablo, sin complejos, poniendo lo que pienso, y estoy
convencida de que eso llega a la gente" |
-¿Qué no se atreven a mirar los hombres de la mujer?
-Creo que la cabeza y el corazón; no les interesa, porque si lo
hacen saben que pueden quedar enganchados. Los sentimientos no
interesan. Aplican una racionalidad mal entendida, porque al final lo
que quieren es una relación que los llene plenamente, pero que nunca sea
del todo.
-En esta novela hace una defensa de los sentimientos por
encima de todo. ¿No crees que éstos nublan la razón?
-Creo que no. El sentimiento es necesario para vivir, incluso
incluyendo como sentimiento el odio, que está encadenado profundamente
al amor. Lo bueno es mezclar, porque todo es necesario. No se puede
vivir sólo con el corazón ni tampoco sólo con la razón. Sería
lamentable.
-Hay quien dice que el amor es la razón clara y fría.
¿Qué opinas?
-A mi entender el amor es lo mejor que le puede pasar a una
persona en esta vida, salga bien o mal. Es un riesgo que hay que asumir,
pero el amor hay que buscarlo. Vivir sin la esperanza de encontrar el
amor y la pasión, en el fondo no compensa.
-Cuando se habla de liberación de la mujer, se habla
mucho de las civilizaciones orientales, pero ¿qué burka tiene que
quitarse la mujer occidental?
-Nosotras no podemos andar toda la vida con una máscara,
creyendo que somos las mejores, las más machos, como si fuésemos tíos. A
mi no me da vergüenza llorar en determinadas situaciones, pero tampoco
hay que ser unos llorones. A nivel personal creo que hay que dejar el
sentimiento al descubierto, y olvidarse de esa manía de estar tapando
todo el día que quieres mucho a tus hijos o que quieres mucho a un
señor. Es curioso, los homosexuales lo hacen de una manera natural.
Pienso que ese es el burka que nos tenemos que quitar. La mujer se tiene
que liberar de muchos tabús, se tiene que plantear lo que quiere hacer y
lo que quiere ser. Se tiene que liberar de sí misma. Hay que luchar, más
que contra una misma, contra la cultura que nos quieren imponer. Siempre
criticamos que los hombres iban de cama en cama y ahora resulta que la
liberación de la mujer consiste en esto mismo. Ni me tienen que
reprimir, ni me tienen que convertir en una ninfómana.
"No se puede vivir sólo con el
corazón ni tampoco sólo con la razón. Sería lamentable"
-La aventura de cada persona, ¿por dónde empieza?
-Pues por tirar por una calle por la que a lo mejor nunca
tiraste. Para entrar en una aventura de cualquier tipo hay que estar
preparados. Para empezar a escribir, por ejemplo, tienes que tener una
preparación, no literaria, sino moral y personal. Tienes que tener unos
valores, da igual que sea en la literatura, en el amor, en el trabajo.
Empieza por conocerte a ti misma, por poner unos límites y por la ética.
La ética y la moral son cosas importantes.
-¿Realmente hay una literatura escrita por hombres y
otra por mujeres?
-Sí que la hay. Además interesa, porque las mujeres leen mucho
más y hoy tienen un poder adquisitivo que no tenían antes, con lo cual
son un "chollo" de mercado.
-El escritor, ¿se vende a las editoriales o a los
lectores?
-Yo creo que no te tienes que vender a nadie, eso como premisa.
Recibes muchas presiones cuando vendes muchos libros, porque cuanto más
vas subiendo, más agobiante resulta, pero como te vendas estás perdido.
Un escritor no se debe vender a nadie, porque si no mal escritor sería.
Y eso que dentro de cada novela va una ideología, eso lo tengo
clarísimo. Cuando las escribes no te das cuenta, pero sí cuando las leo
a lo largo del tiempo. Esto también es una aventura vital. Yo nunca me
vendí a nadie. No es cuestión de presumir, pero supongo que, como todo
el mundo, tengo un precio, pero nunca me vi obligada a pagarlo.
"Creo
que hay una terrible tendencia a copiar los valores de los
hombres que durante años criticamos las mujeres" |
-¿El cambio político que ha habido en nuestro país va a
favorecer que se pueda escribir y respirar con otro aire?
-Eso no tiene nada que ver, sólo son disculpas que pone la gente
que no es capaz de hacer nada sin subvenciones. No hay más que ver la
toma de posesión de la Ministra de Cultura, cómo estaban los de siempre
allí chupando del bote. A veces se le está poniendo una etiqueta al
Partido Popular que tampoco se merece. Yo soy socialista con carnet del
partido, pero escribo igual de libre con el Partido Popular que con el
Partido Socialista, porque esto no es una dictadura. Esto no es Chile,
ni tampoco es Argentina. El que escribe, escribe, y los editores se lo
van a editar igual. Eso de que sólo la intelectualidad pertenece a la
izquierda es una cosa absurda y ridícula. Tanto unos como otros tienen
intereses creados. La cultura no va a tener ningún cambio por mucho que
se pongan.
-Para cocinar una buena novela, ¿qué ingredientes
necesita?
-Hay que escribir con el corazón y poniendo exactamente lo que
se siente. Lógicamente hay una ortografía y unos criterios básicos, pero
hay que sentir y tener algo que contar. Yo creo que escribo como hablo,
sin complejos, poniendo lo que pienso, y estoy convencida de que esto
llega a la gente. En una novela hay que intentar escribir como se habla
y como te salga, no con el diccionario buscando una palabrería que no
está. Y un secreto: que la gente pueda entenderlo todo. Cuanto más
complicado lo quieren hacer estos autores modernos, la terminan de
chingar, como dicen en Méjico. ∆ |