Texto: Carolina
Fernández y Lupercio
González
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Foto:FER
Está
realmente situado a dos pasos de la capital del Principado. Sólo 17 kilómetros
por la N-630 antes de adentrarse en la comarcal AS-231, que comunica Riosa con
Morcín y Lena. Escondido en un valle, en la falda de la sierra del Aramo, se
encuentra Riosa, un concejo que, pese a su privilegiada situación en el centro
de la región y su proximidad a Oviedo, no era muy habitual en las rutas de los
visitantes. Pero a partir de la Vuelta Ciclista a España de 1999, Riosa ha
estado en boca de muchas más personas, tanto aficionados al ciclismo como
turistas en general, que aprecian y saben valorar la belleza y la tranquilidad
del paisaje asturiano. A partir de ese año despegó el mito de l’Angliru, que
poco a poco ha ido formando parte de la vida de los habitantes del concejo.
La Vega es la capital del concejo, la que concentra prácticamente la totalidad
de los servicios y los establecimientos comerciales. Una buena fecha para
visitarla es durante las fiestas del Rosario, que este año se celebran del 4
al 7 de octubre. El pueblo entero aprovecha para celebrar el comienzo del
otoño y es un momento ideal para entrar en contacto con el carácter amable y
acogedor de sus gentes. Es también cuando se celebra la Feria Concurso de
Ganado, patrocinada por CajAstur, un certamen relativamente nuevo pero que ya
se ha hecho un hueco entre los más prestigiosos de la región.
La Vega está unida a L'Ará, el segundo núcleo de población. El resto de los
habitantes se reparten en núcleos rurales como Felguera, La Juncar, Doñajuandi,
Prunadiella, Muriellos, Villameri, Llamo, La Marina, La Cuba, Piedrafita. De
Felguera hay que decir que fue en un tiempo la capital administrativa de todo
el concejo. A nivel arquitectónico posee quizás las piezas más valoradas, como
un conjunto de hórreos tradicionales, varios edificios civiles y uno
religioso. A nivel arquitectónico cabe resaltar la Ermita de Nuestra Señora de
las Nieves, en Llamo, que tiene una fiesta en su honor; también es de interés
la capilla del Espíritu Santo, que data del siglo XVIII, enclavada en
Doñajuandi. En Muriellos se puede visitar la pequeña ermita del Santo Angel, y
la casa de Higinio Sariego, con interesantes motivos ornamentales. En el
Collado se encuentra el Castro de Pico Castiello, donde fue hallada una lápida
de la época romana. Otros vestigios del pasado los encontramos en Rioseco. En
sus proximidades hubo en su día importantes minas de cobre que fueron
explotadas en distintas épocas de la historia. Los primeros indicios de
actividad en esas minas se remontan al II milenio antes de Cristo.
La vida en el concejo es tranquila, con la imponente presencia de la Sierra
del Aramo presidiendo el valle. La pacífica belleza del entorno rural marca el
carácter de los riosanos, unos 2.660, gran parte de los cuales están
relacionados de una u otra manera con el sector de la minería o las
actividades agropecuarias. Son las actividades económicas más importantes y
que más riqueza generan para la zona. El ganado subiendo o bajando de la
sierra, pastando en sus laderas, o incluso circulando por la carretera, es una
escena habitual en la vida cotidiana del concejo. Por otra parte, la mina, el
Pozo Monsacro, de HUNOSA, continúa abierto y sintetiza la actividad minera de
la zona, además de marcar el límite con el vecino concejo de Morcín y deja su
sello en el carácter de las gentes de la zona. La mina ha marcado entre otras
cosas el crecimiento de la población en el concejo. Su huella se ve en los
barrios de viviendas construidos para dar alojamiento a los mineros que
trabajaban en los pozos vecinos. También en Riosa han hecho mella las
consecuencias de la crisis de la minería, que se ha notado en una progresiva
pérdida de habitantes, más lenta y comedida que en otros concejos asturianos,
donde la recesión se ha vivido con más crudeza.
Actualmente muchos de los habitantes del concejo siguen viviendo de la mina.
La segunda fuente de riqueza es la ganadería. Basta ver los pastizales que
tapizan todo el Aramo para comprender que es un lugar ideal para el desarrollo
del ganado vacuno, sobre todo la raza Asturiana de los valles o la Roxa del
país. Desde principios de mayo, cuando ya no se espera más nieve, hasta la
llegada de los primeros fríos, las reses pastan en la sierra, en los terrenos
previamente acordados con los concejos vecinos. Cuando empieza el otoño, el
ganado baja de la montaña para ser estabulado durante el invierno.
La gastronomía es uno de los argumentos que convence a muchos visitantes. Las
jornadas gastronómicas de las setas son una fecha señalada, aunque se pueden
degustar durante todo el primer semestre del año. También el cabritu es un
buen reclamo, y el queso Afuega l'Pitu, tanto en su variedad blanca como el
rojo picante, son apreciados por quienes los conocen.
Una de las cuentas pendientes de Riosa fueron siempre las comunicaciones.
Siendo un concejo de la zona central de Asturias y tan cercano a la capital,
era un perfecto desconocido para muchos asturianos debido a la precariedad de
la carretera comarcal que enlaza Riosa con Morcín y Lena. Hoy en día se puede
decir que este capítulo ha dado un paso de gigante. La carretera comarcal
AS-231 ha sido reformada, y su nuevo trazado la hace más segura, ágil y
cómoda. Este era uno de los principales escollos a la hora de potenciar el
desarrollo turístico, y se espera que a partir de ahora los visitantes tengan
un punto más a favor para visitar la zona. Además de eso, pronto comenzará la
construcción de unos nuevos apartamentos rurales en el Area Recreativa de
Viapará. Con todo ello, y con el reclamo turístico que supone L'Angliru, se
espera que el turismo en el concejo experimente un fuerte tirón hacia adelante
en los próximos años. Y eso, sin olvidar en ningún momento el respeto por el
entorno, ya que los riosanos son conscientes de que precisamente es en la
belleza de su entorno natural donde tienen su mayor tesoro y una potencial
fuente de riqueza si se explota de una manera racional y sin causar daños en
el entorno. En este sentido, tiene Riosa fama de concejo rico en agua. Dicen
algunos de sus habitantes que el nombre le viene de la abundancia de ríos que
atraviesan estas tierras. Tanto es así que uno de ellos, el Code, da de beber
a una parte de los habitantes de la ciudad de Oviedo.
A la altura de L'Ará se unen varios ríos y riachuelos de los numerosos que
surcan el concejo, que dan nombre a otras tantas poblaciones, como Grandiella,
Llamo y La Juncar. ∆
ANGLIRU PARA TODOS
El ciclismo profesional redescubrió para
todos las posibilidades de este puerto. Antes de eso ya la conocían algunos
admiradores de la belleza de Asturias, y los amantes de la montaña que habían
sufrido sus cuestas, robándole centímetros a la montaña camino de alguna de
sus cimas. Para unos y para otros, L'Angliru es un gran reto.
Tres
etapas de la Vuelta Ciclista a España han sido suficientes para convertir esta
sierra desconocida hasta para los asturianos, en un mito del deporte
internacional. Quienes se han atrevido a conquistarlo en bicicleta se han
tenido que enfrentar a pendientes infernales que lo exigen todo si se quiere
culminar la hazaña. Es habitual encontrar ciclistas de todas las categorías
dejándose la piel en el asfalto y luchando contra la resistencia de los
pedales. Kilómetro a kilómetro, L'Angliru ha formado su fama de puerto
durísimo, de los más intratables de Europa, que si el día es claro, premia a
quienes lo conquistan con unas fabulosas vistas de toda la zona central de
Asturias, que alcanzan hasta la costa gijonesa y se pierden en el mar.
L'Angliru se eleva hasta los 1573 metros sobre el nivel del mar, pero los que
lo asciendan tendrán que superar "sólo" un desnivel de casi 1300 metros. Una
vez llegados a Riosa, capital del concejo, se toma una desviación que aparece
indicada como Cima L'Angliru / Picu L'Gamonal (RI-2), la misma que lleva al
Area recreativa de Viapará. A partir de ese punto no hay descanso. Las
pendientes son algo más suaves hasta llegar a Viapará. una vez allí, quedan
por recorrer algo más de 6 kilómetros, los más duros de la subida, donde se
concentran las pendientes más extremas. La Cuesta Les Cabañes llega enseguida,
con el 22%. Más adelante estará Llagos, con el 12,5% y Los Picones, con el
15,5%. Llegando a Cobayos la pendiente aumenta hasta el 19%. Lo peor para el
deportista, o lo mejor para el público que contempla el espectáculo, aún está
por llegar. El mítico 23,6% de la Cueña Les Cabres no deja a nadie impasible.
La inclinación se suaviza muy ligeramente llegando a El Aviru, con un 21,5%. A
partir de ahí se termina el infierno para los ciclistas, que ya pueden relajar
los músculos en un llano de unos 700 metros que lleva directamente a la
explanada de L'Angliru. Final del esfuerzo... o no. Una vez arriba, las
posibilidades para los amigos de la mochila y las botas de montaña son
múltiples. Hay picos que superan los 1700 metros, como la Gamonal (1.712 m.) y
el Moncuevu (1.718 m.), el Gamoniteiro (1.786) o el Xistras (1.775m.). Y sin
necesidad de subir a ningún pico, es un buen paseo recorrer la sierra en
cualquier dirección, caminar por sus lomas y sus valles, descubriendo rincones
mágicos. La sierra del Aramo tiene mucho que ofrecer. ∆ |