o ha dejado que las
limitaciones la separasen de una de sus principales aficiones: el
deporte. Desde pequeña participó de diferentes modalidades aunque
destacó de forma especial en baloncesto, donde jugó en Primera División
con el Aucalsa. Tras la operación sus miras se encaminaron hacia el
atletismo, un deporte que le ha dado muchas alegrías. Entre sus logros
está haber conseguido la medalla de oro en 3000 metros en Budapest. El
pasado año obtuvo la plata en 800, 1.500 y 3.000 en Kobe (Japón) y ya
tiene su objetivo puesto en el próximo Campeonato del Mundo.
Paula es Ingeniero Técnico Industrial y aunque nació en Villalegre
(Avilés) hace 30 años, no tiene reparos en decir que es de Salinas,
donde ha transcurrido la mayor parte de su vida familiar. Reside desde
hace un año en Gijón donde tiene su puesto de trabajo en un centro de
APTA. Allí se encarga de la formación para el empleo de un grupo de
discapacitados psíquicos, un trabajo que le gusta desempeñar por la
calidad humana de sus compañeros. "Son una gente fabulosa y también mis
fans número uno. Guardan todos los recortes y siempre me están
animando".
-Después de la operación de trasplante ¿qué condiciones marcaron
tu vida?
-Fue hace diez años, entonces no había los adelantos que hay
ahora y no se sabía muy bien hasta qué punto podías hacer deporte. Te lo
recomendaban, pero muy suavito. Estuve un año entero caminando, subiendo
y bajando escaleras para ponerme un poco a tono para poder luego empezar
a correr. Los médicos y yo, juntos, fuimos aprendiendo a la vez, porque
empecé a correr y como yo estoy acostumbrada a la competición enseguida
me empecé a exigir más y más. Ellos me controlaban, veían que todo iba
bien, y entonces empezaron a recomendar el deporte a los demás
trasplantados. Así fuimos aprendiendo que el deporte es sanísimo y que
los trasplantados podemos practicarlo igual que cualquier otra persona.
Actualmente no noto ninguna diferencia. Hago el mismo entrenamiento que
hace cualquier otra persona y es igual que antes.
-¿Cuál fue la primera de tus victorias personales?
-Pues la primera vez que corrí. Volver otra vez a correr después
de todo lo que es la enfermedad, el trasplante, el postrasplante, y un
año entero caminando, fue una sensación increíble.
Al correr me siento fuerte, me siento con energía. Para mí es mucho más
que correr, es el haber pasado un trago malo y el estar aquí, el estar
viva y respirar. Por eso una vez que empecé a correr ya no supe parar. Y
al estar en forma en el 95 me llamaron para los Campeonatos del Mundo de
trasplantados.
-¿A partir de entonces te fuiste poniendo retos?
-Sí, por supuesto. Mi meta desde que empecé con los campeonatos
era quedar campeona del mundo y entrené lo que no está escrito. Me quité
de salir fines de semana, me puse con un médico dietista un régimen
especial para atletas, todo en plan profesional, con un entrenamiento
muy duro. Incluso estuve durante dos años compaginándolo con la carrera.
Me costó llevarlo todo a la vez porque era mucho entrenamiento, pero
gané, quedé campeona del mundo en Budapest. La verdad es que fue
increíble, para mí, para mi familia, para mis amigos, llegar ahí, era
como decir estoy bien y lo conseguí, eso fue muy importante.
-¿Valoras ahora más la vida?
-Mucho más, muchísimo más. Antes tenía muchos complejos y muchas
cosas que todos tenemos. Hoy por hoy a mis amigos los valoro muchísimo,
a mi familia, el ir de monte me encanta, valoro hasta el paseo que doy
un momentín por la tarde al aire libre y el respirar. Soy muchísimo más
feliz ahora que antes. Creo que vivimos en una sociedad muy consumista
que nos desvía un poco de las cosas en las que realmente tenemos que
pensar. Estos golpes te hacen mirar un poco a tu alrededor, entonces ves
la suerte que tienes y que no todo son desgracias en el mundo. Que
tienes que coger lo bueno de la vida y aprovecharlo al máximo porque las
cosas malas llegan por sí solas. Procuro siempre sacarle el máximo
partido a todo.
-En el momento más bajo que pudiste tener ¿creías que
podías conseguirlo?
-Qué va, me vi muy mal, no podía ni levantar los brazos, la
alimentación era parenteral. Estuve más para allá que para acá, en un
semicoma, y cuando me iban a operar pensaba que realmente no iba a
quedar bien, que iba a tener limitaciones.
Pero poco a poco te das cuenta de que tienes fuerzas y que empiezas a
hacer la misma vida que todo el mundo.
-¿Crees que una persona puede desarrollarse de una forma
completa sin conocer el deporte?
-Lo que sí creo es que la gente que hace deporte tiene mucho más
espíritu de sacrificio que la gente que no lo practica. Quizás llevamos
la vida de otra manera, porque estamos acostumbrados a sufrir en cierta
forma y entonces los golpes que te da la vida los afrontas con más
calma.
-Además del atletismo, el tenis, la natación, el
parapente, y un largo etcétera de deportes, también te gusta la montaña.
¿Qué supuso para ti el subir el Aneto y Monte Perdido?
-Era un auténtico reto para mí. Llevábamos todo el invierno
haciendo picos en Asturias, y hacer dos "tres miles" en menos de ocho
días fue una satisfacción, porque nunca había subido una persona
trasplantada. Y es demostrar al resto de los trasplantados, más que al
resto del mundo, que pueden hacer muchísimas cosas. Mucha gente se queda
en casa, metidos en sí mismos y un poco hundidos. Lo que quiero hacerles
ver es que son capaces de todo, que sólo hay que proponérselo, nada más.
Que con esfuerzo todo se consigue y que no hay límites. La limitación la
llevamos más en la cabeza que en el cuerpo.
"SOY
consciente de que cada vez que yo gano una medalla en un
campeonato del mundo y salgo en la prensa, aumenta el número de
donaciones, eso está comprobado" |
-¿Tienes alguna montaña en mente?
-Sí, quiero subir el Mont Blanc. Queremos hacerlo el año que
viene, lo que pasa es que también tengo el Campeonato del Mundo el año
que viene en Francia y se me van a juntar las dos cosas, pero quiero
hacerlo todo.
-¿Qué te da la montaña?
-La montaña es un sentimiento de libertad tan grande, y de
tranquilidad, que se te olvida todo. Allí eres tú y la montaña, nada
más, no hay trabajo, no hay estrés, no hay humos, no hay nada.
-Trabajas con discapacitados psíquicos. Tu experiencia
¿te ha hecho enfocar la vida de forma distinta con respecto a otras
personas con limitaciones?
-Pues yo creo que sí, quizás sea más sensible a los temas
sociales. Y es triste que tengamos que darnos cuenta de ciertas cosas
cuando nos pasa algo, pero hoy por hoy en mi casa, mi familia y mis
amigos hemos aprendido una buena lección con lo mío, y yo creo que
estamos todos más sensibilizados con determinados temas. Nos ha venido
muy bien porque yo creo que todos somos un poco más felices ahora.
-¿No te planteaste alguna vez competir en campeonatos de
no trasplantados?
-A mí me encanta correr, pero estoy un poco cansada de la
competición. Son muchos años haciéndolo, y realmente lo paso mal. Es
mucho nerviosismo, mucho estrés y me gusta disfrutar un poco de la vida.
Lo que ocurre es que el tema de los campeonatos lo veo casi como una
obligación por la repercusión que tiene. Soy consciente de que cada vez
que yo gano una medalla en un campeonato del mundo y salgo en la prensa,
aumenta el número de donaciones, eso está comprobado. Además hay muy
pocas mujeres que practiquen deporte con un trasplante. Por eso de vez
en cuando una medalla para España en mujeres viene pero que muy bien
porque es una forma de decirle a las demás mujeres, "levantaos de la
silla y poneos a funcionar, que podéis hacerlo como todo el mundo".
-Podríamos decir que compites porque asumes una
responsabilidad.
-Sí, la verdad es que sí. Lo que cuenta es que la gente done
órganos. Para mí esa es mi prioridad. Yo conseguí uno y no me parece
justo que me quede de brazos cruzados y que la gente se busque la vida.
Me parece que mi obligación es hacer lo posible para que la gente done
órganos. De esta manera sé que en mayor o menor medida se consigue.
A mí no me gusta que se sepa mi vida ni estar en los periódicos, me
gusta mi intimidad y vivir por libre, pero sí es verdad que cada vez que
salía en los periódicos en mi escuela donaban órganos a toneladas,
entonces te das cuenta de que sirve para algo. El día que no sirva para
nada lo dejaré y buscaré otros medios para llegar a la gente, pero hoy
por hoy es el único medio que tengo.
Cuando tengo pereza de entrenar siempre pienso eso, que es mi
obligación, y que tengo que salir a correr. ∆