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dieciséis años que empezó su militancia, primero en las Juventudes Co-munistas,
allá por el año 85, y luego en otras responsabilidades dentro del propio
partido, muchas de ellas relacionadas con los jóvenes. En la actualidad es
también parlamentaria en la Junta General del Principado por Izquierda
Unida, cargo que ostenta desde hace varias legislaturas.
-Tienes vocación de luchadora. ¿Viene de familia?
-Es cierto que yo provengo de una familia con una actividad
política y sindical intensa, y lógicamente eso siempre influye, aunque no
determina la dirección que tomes después.
-En el último congreso tus compañeros te eligen para que representes al
partido. ¿Qué te implica todo esto?
-Pues supone asumir una responsabilidad mayor. Supone ilusión por
hacer cosas, porque hay gente que ha confiado en mí para dirigir los
próximos tiempos el partido. Y a la vez, cuando vas asumiendo más
responsabilidades o un mayor peso político siempre te produce al principio
y a lo largo del tiempo, cierto vértigo, porque estás representando a un
colectivo y lógicamente como humanos que somos siempre cometemos errores a
la vez que aciertos. En cualquier caso yo en esta etapa quiero contribuir a
consolidar un partido que se vaya adaptando a la realidad que vivimos, a los
nuevos tiempos.
-El partido comunista parece que necesita un cambio de planteamientos
para afrontar el futuro.
-Es cierto que se asocia el comunismo con el pasado, con lo poco
moderno. Habría que plantearse qué es ser comunista hoy, en el siglo XXI.
Yo creo que significa no resignarse a asumir que el mundo que vivimos es el
único posible, y apostar por una sociedad diferente. Teniendo eso claro,
tanto la estructura de la organización como los planteamientos tienen que
ir adaptándose a la realidad que vivimos. No serviría de nada que nos
planteáramos una estructura de partido comunista como el que teníamos hace
quince años. En nombre del comunismo se hicieron muchas cosas positivas y
se cometieron muchos errores. Está bien tener esa perspectiva histórica
para corregirse de cara al futuro, y a la vez para recoger esa tradición
por la libertad y por una sociedad diferente que los comunistas españoles
siempre fuimos planteando.
-¿Cuáles son tus principales objetivos?
-Tenemos que conseguir una estructura en nuestro partido ágil y
operativa. La realidad es que la gente ya no se implica en las
organizaciones como se implicaba antes, por eso tenemos que conseguir una
estructura que favorezca esa participación de forma flexible y ágil. Por
otra parte, el Partido Comunista de Asturias tiene una función fundamental
que es ser útil a la izquierda en general y a IU, nuestro proyecto
estratégico. Izquierda Unida en los últimos tiempos ha pasado por malos
momentos, pero yo creo que ahora, después de la VI Asamblea Federal con la
elección de Gaspar Llamazares como coordinador, se vislumbra una situación
más favorable. Tenemos que recuperar el espacio social y político que
fuimos perdiendo a lo largo de estos últimos años, eso es fundamental.
Hace falta una izquierda transformadora que no sólo denuncie la situación
que estamos viviendo, sino también que tenga capacidad de plantear
propuestas alternativas que conecten con los problemas que tiene la gente.
-¿Qué supone el hecho de que sea una mujer quien tome las riendas del
partido?
-Al margen de que me haya tocado a mí, en este caso, yo creo que es
muy importante que las mujeres participen social y políticamente. Es cierto
que a lo largo de los últimos años la participación de las mujeres ha ido
aumentando, pero también es verdad que todavía es muy limitada. Ellas
representan más del 50% de la población y sin embargo eso no se ve
reflejado en la participación social y política, y menos en ámbitos de
responsabilidad y de decisión. Las que se incorporan al mercado de trabajo
es normal que tengan doble jornada: familiar y laboral. Las que participan
en política tienen hoy triple jornada: familiar, laboral y política. Todo
eso son handicaps que están impidiendo una mayor participación de las
mujeres. Por eso, las mujeres que vamos teniendo oportunidad de ejercer
responsabilidades de más peso político, jugamos un papel importante.
-El hecho de ser mujer ¿va a facilitarte la tarea o por el contrario va
a ser una dificultad añadida?
-Nuestro partido no es ajeno a los valores sociales, incluyendo la
cultura machista, y eso supone a veces demostrar más de lo que se le exige
a los hombres, en este caso por el hecho de ser mujer y además joven. De
cualquier manera yo me siento cómoda en esta organización, con todas las
dificultades que pueda haber, y espero que el hecho de ser mujer no suponga
una dificultad mayor a la hora de desempeñar esta responsabilidad.
-¿No crees que los jóvenes deben luchar por ganarse su propio espacio
político?
-Yo creo que los jóvenes lo que no deben hacer es asumir el
pensamiento único. Hay que partir siempre de la base de que los jóvenes,
como el resto de la sociedad, son un colectivo muy heterogéneo. Mi gran
preocupación es que los jóvenes no vayan asumiendo los valores que los
poderes económicos y políticos se encargan de inculcar. Que no crean que
la sociedad en la que vivimos es la posible. Los jóvenes no pueden
resignarse a asumir que esa realidad es así, porque si alguien tiene
capacidad para ser motor de cambios es precisamente la gente más joven.
-¿Qué capacidad de movilización tiene hoy la gente joven?
-Actualmente, la gente joven, al margen de que tenga una
participación escasa en los proyectos políticos más globales, está
favoreciendo que haya cambios en determinados valores, como por ejemplo la
tolerancia. Uno de los retos fundamentales de las organizaciones políticas
es favorecer que la gente se acerque a nosotros, si no inicialmente con una
perspectiva global, al menos sí en temas sectoriales. Algo se mueve en ese
sentido cuando vemos por ejemplo las movilizaciones antiglobalización.
Estos movimientos están trabajando con un sector muy importante de gente
joven, que además afortunadamente y mayoritariamente es pacifista, al
contrario de la imagen que interesadamente se quiere vender de grupos
minoritarios violentos. Lo más importante es que esos movimientos
antiglobalización que no asumen el pensamiento único están compuestos en
una parte muy importante por jóvenes.
-Entre la clase política y la calle se ha creado un cierto
distanciamiento. ¿Qué está pasando?
-Hay una imagen en general negativa de la política porque
desgraciadamente se asocia a lo negativo. La responsabilidad de eso es en
parte de las gentes que estamos en política, pero también es cierto que
hay un interés porque la política cada vez tenga menos peso, sobre todo
por parte de los poderes económicos, porque si la política tiene cada vez
menos peso también significa que los ciudadanos tienen menos capacidad de
decisión.
-¿Hay quizás cierta saturación de temas políticos en los medios de
comunicación?
-Es cierto. Por ejemplo, en Asturias tuvimos la desgracia de vivir
una pasada legislatura con una crisis de gobierno muy importante, la
información política se convirtió fundamentalmente en transmitir follones.
Desgraciadamente, estamos de nuevo en una legislatura en la que lo que
trasciende de la actividad política a la información pública es de nuevo
el follón, la corrupción, etc. Son cuestiones graves que yo creo que
están empeorando, si cabe, esa imagen. La gente desgraciadamente acaba
pensando que un caso aislado de corrupción es generalizado en política.
Los medios de comunicación tampoco favorecen mucho. Tenemos la labor
fundamental de romper ese discurso, que además es interesado y que favorece
a la derecha. La derecha no tiene problema en que la política cada vez
tenga peor imagen y menos peso entre la ciudadanía, porque al final los
intereses económicos pesan sobre todo lo demás. La izquierda y los que
pensamos que la política es un instrumento para cambiar las cosas, tenemos
que esforzarnos para que los ciudadanos entiendan que la política es lo que
nos afecta en el día a día, que las decisiones que se toman en los
ámbitos políticos les afectan. Deberíamos intentar hacerlos partícipes
de esas decisiones, porque la democracia, esa palabra que a veces tanto nos
llena la boca, no significa sólo que la gente vote cada cuatro años.
-¿Qué te gustaría ver realizado a lo largo del periodo que vayas a
asumir esta responsabilidad?
-Mi gran reto es demostrarle a la izquierda y a las gentes de la
izquierda que somos necesarios. Ir adaptando nuestras estructuras a la
realidad social que vivimos y a la vez también demostrar que somos útiles
a partir de nuestra práctica política diaria. Ese es el reto fundamental.
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