La Izquierda, los
Sindicatos y la Universidad
Eduardo Campomanes
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La
izquierda tradicional se encuentra sumida en una crisis profunda en los
últimos años que ha llevado a un desmoronamiento ideológico de sus
principales recursos: los llamados partidos de izquierda, los denominados
sindicatos de clase y los conocidos como intelectuales comprometidos.
Efectivamente, desde los años 80 nos encontramos con los partidos de corte
socialdemócrata propugnando en sus programas electorales la privatización
de empresas públicas, el recorte de la Seguridad Social, la reducción de
impuestos... Por no hablar de los antiguos partidos comunistas, que tras la
caída del Muro, se han transformado en ¡socialdemócratas! renunciando a
toda idea de transformación social. Consecuentemente, el elector, puesto en
la tesitura de votar programas económicos pertenecientes a la derecha,
prefiere optar por las opciones de derecha. Lo mismo se puede decir a otro
nivel de la mayoría de los intelectuales, alejados hoy en día de ningún
tipo de compromiso social y cómodamente acampados a orillas del poder,
refugiados en la estética y lo virtual (¿existe arte sin sufrimiento?). Lo
de los sindicatos de clase se puede decir que merecería capítulo aparte.
Las cúpulas dirigentes, totalmente alejadas de la realidad del mundo
laboral, se dedican a firmar acuerdos ¡que abaratan el despido!, buscan
fórmulas para hacer viable el sistema futuro de pensiones ¡a través de
fondos privados de pensiones!, aceptan una subida salarial del IPC previsto
mientras el capital y la banca se reparten los beneficios obtenidos en los
ciclos económicos expansivos. Es decir, más de lo mismo, se han quedado
sin programa, actúan sin referentes, no se atreven a buscar alternativas.
Viene esta reflexión a cuento de un ejemplo concreto que lleva unos meses
ya de gestación. La Universidad, otrora vanguardia de luchas políticas y
sindicales de izquierda, se retira ahora vergonzosamente ante la nueva
ofensiva de la liberalización y la globalización. La Universidad de Oviedo
lleva un tiempo negociando su convenio colectivo y nuevas condiciones de
trabajo.
La
Universidad, otrora vanguardia de luchas políticas y sindicales de
izquierda, se retira ahora vergonzosamente ante la nueva ofensiva de la
liberalización y la globalización.
Los representantes de los trabajadores con mayoría en el Comité de
Empresa y en la Junta de Personal, pertenecientes a los denominados
sindicatos de clase (UGT y CCOO) aceptan sin ningún tipo de pudor las
propuestas de la Empresa como ventajosas socialmente. ¿Ventajosas para
quién? La Empresa propone que los trabajadores hagan más horas y los
dirigentes sindicales defienden que hay que hacer más horas, que no se
puede defender socialmente trabajar 32 horas y media semanales. ¡¡¡Les da
vergüenza!!! Se olvidan de los miles de obreros muertos en los años 20 y
30 por conseguir 40 horas. Se olvidan de que este tipo de retrocesos siempre
lo pagan los de abajo que son los que siempre acaban teniendo que cumplir lo
que otros firman y nunca les van a obligar a hacer. Se olvidan de que nunca
hay que ceder ante la Empresa sin contrapartidas, porque eso supone cederlo
todo a largo plazo. Lo cierto es que la valía de una representación
sindical se demuestra en las negociaciones y en los conflictos colectivos,
ocurre un poco, como con los ejércitos, que nunca se conoce su valor hasta
que estalla realmente una guerra. La de los actuales representantes es
realmente negativa. Hablan de las contrapartidas económicas conseguidas,
pero se olvidan de que eso ¡era lo que ofrecía la Empresa desde el
principio! ¿Es esto una negociación?
La Empresa ofrece X y los sindicatos piden más. La Empresa sigue ofreciendo
X y los sindicatos aceptan X y dicen a los trabajadores que no hay más. Si
no hay más, que lo busquen, si no es este año ya lo encontrarán el
próximo.
Nunca se puede negociar partiendo de lo que ofrece la Empresa. Por favor,
para conseguir esto no hace falta negociar. Volviendo a la reflexión
inicial, la izquierda actual necesita una gran transformación, pero no
desde la palabrería de las cúpulas que dominan partidos y sindicatos de
izquierda, sino que puede empezar por cosas tan sencillas como una
negociación sindical, recuperando la dignidad perdida como trabajadores,
recuperando el derecho a combatir el gran capital, a transformar el sistema
económico actual, a discrepar del pensamiento único, recuperando, en
definitiva, un referente ideológico. Los últimos movimientos de la
izquierda real parecen ir en ese sentido: movimientos ecologistas,
movimiento zapatista, lucha antiglobalización... La llamada izquierda
tradicional no se encuentra en ninguna de estas luchas. ¿Será casualidad?
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(*) Portavoz de Los Verdes de Asturies
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