Texto
y foto:
Isabel Muñiz.
CONTRA
VIENTO Y MAREA
En
su casa, sus cinco hijos la apoyan en lo que ya se ha convertido en una
cruzada personal. Desde que la Junta General de Jueces de Gijón la
reprobara y la apartara de su cargo como jueza decana, numerosos
ciudadanos y colectivos le han manifestado su apoyo. Hace lo que ningún
juez se atrevió a hacer: decir claramente lo que no le gusta de la
actual administración de justicia y hablar con los medios de
comunicación cuando estos lo requieren. Y aunque sus compañeros de
trabajo no han querido dar a conocer los motivos de la reprobación,
todos saben que Rosario Hevia ha roto el molde.
Le gustaba la investigación y había hecho carrera por ciencias, pero
en un momento determinado decidió dar un giro. "La verdad es que
fue una casualidad triste, porque decidí estudiar Derecho el día que
se produjo el atentado contra los abogados de la calle Atocha. Ese día
pensé que el Derecho podía ser un instrumento de actuación social, el
ejercicio del derecho".
-En el momento de hacerte cargo del decanato tenías
un proyecto. ¿En qué consistía?
-Pues mi idea era, primero, conseguir la informatización del
decanato. Lo que permite eso, por lo pronto, es crear un servicio de
información de forma que no tengan que ir ni los profesionales ni la
gente por los juzgados preguntando cómo va su asunto, sino que esa
información se pueda facilitar desde el decanato. Ese servicio de
atención al ciudadano estaría acompañado también de un Servicio de
quejas.
La Oficina de Atención a Víctimas que se había creado al inicio del
decanato también es una iniciativa a desarrollar. Habíamos previsto en
el Plan de Igualdad de la Mujer del Ayuntamiento de Gijón hacer un
protocolo de actuación conjunta de todos los organismos y servicios que
estamos en ello, algo que permitiera una actuación mucho más eficaz en
los casos de maltrato. Otro de los proyectos que tenía era un Servicio
de averiguación de bienes común, un servicio que existe en otros
decanatos de España. Y se podrían hacer más cosas en los servicios
comunes.
"Yo
creo que habría que plantearse el sistema de selección y la formación
del juez"
-¿Por qué crees que fuiste rechazada por tus
compañeros?
-No lo sé, fue desde el principio. Yo creo que es cuestión de
cómo configuramos el Poder Judicial. Sí, creo que somos un poder y que
debemos de serlo, otra cosa es que efectivamente exista una reflexión
crítica. Gestionamos un servicio público y tenemos que estar atentos a
las críticas y a las llamadas de atención que nos puedan hacer los
ciudadanos. Somos servidores públicos, y existe conflicto entre
configurar la justicia como un servicio público o como un poder, pero
entendido en el sentido decimonónico. Yo creo que cualquier poder del
Estado hoy es por definición un servicio público, porque sólo somos
administradores de ese poder. El poder en todo caso lo detenta el
pueblo, la sociedad. A nosotros se nos encarga administrarlo.
-¿Cómo es ese modelo de juez que persigues y que no
es compartido por muchos de tus compañeros?
-Un compañero mío lo describía como el juez amable. Es un
juez al que los ciudadanos reconozcan, es decir, que a lo largo de un
conflicto que tienen pues que lo hayan visto y que el ciudadano tenga la
sensación de que el juez al menos le ha oído, le dé o no le dé la
razón. Es un juez plenamente consciente de que su función es
garantizar los derechos y las libertades fundamentales, que por lo tanto
él es un límite contra los abusos del poder vengan de donde vengan. Un
juez abierto a la sociedad, partícipe de la vida social que tiene
alrededor, porque es la única manera de conocer todas las
sensibilidades, pues cuando te pones a interpretar una norma debes
hacerlo conforme al momento actual, que es cuando tienes que aplicarla.
-¿Tus compañeros magistrados no dieron una razón a
tu reprobación?
-No. Su reglamento de organización no exige ninguna
fundamentación a la reprobación, pero una cosa es que no lo exija y
otra cosa es que no sea lógico y razonable darla, porque además las
decisiones de los jueces tienen que estar fundadas. Si frente a un
ciudadano tienen que estar fundadas, frente a mí, que también soy
ciudadana y valoro mis derechos como tal, casi con más razón.
-Tal y como está la partida de ajedrez y estando
pendiente la nueva elección de decano, ¿cómo puede discurrir el
juego?
-Yo lo que voy a hacer va a ser pedir la nueva convocatoria de
Junta. El proceso electoral está abierto, es legítimo, solamente está
pendiente el trámite de constituir la Junta, que es como constituir la
mesa electoral y votar.
Me estoy planteando el pedir amparo al Consejo General del Poder
Judicial, porque se está vulnerando el derecho a elegir y a ser
elegida, por la vía de "no formo la mesa electoral".
"Valoro
mucho mi libertad, no creo que mi condición de jueza pueda en modo
alguno coartar la libertad esencial que como ciudadana tengo, por
supuesto mi libertad de expresión"
-Cuentas por un lado con el apoyo de muchas personas
y colectivos y por otro con el rechazo de tus compañeros de profesión.
¿Cómo te sientes en esta situación?
-Bien, porque fundamentalmente en la vida, en mi juzgado, con
los funcionarios, tengo un equipo de trabajo que tratamos de hacer cosas
nuevas, de cumplir lo más honestamente posible, en la medida de las
posibilidades, el servicio que tenemos que prestar. Mi vida personal
nunca ha estado relacionada con mis compañeros magistrados, es decir,
somos compañeros, yo les respeto y nos mostramos educados.
-¿El hecho de que fueras mujer crees que también
influyó en toda esta polémica?
-Yo sí que lo noto, lo que pasa es que también a veces lo
tengo que poner en cuestión, porque las mujeres a veces somos un poco
susceptibles para eso, pero sí que se nota ese paternalismo en
expresiones, en gestos, en ademanes. No hay una discriminación clara,
quizás a veces es por parte de ellos más inconsciente que consciente,
pero sí tiene bastante más peso la palabra de un hombre que la palabra
de una mujer. Parece que a ti te están exigiendo algo más. Si además
eres feminista y es conocido públicamente, entonces ya formas parte de
las locas feministas.
Hasta el año 75 las mujeres no podíamos ser ni juezas ni fiscalas,
porque nuestra sensibilidad parece ser que nos impedía atender a esto
de la dureza de la justicia. También hay rechazo a decir jueza, y yo
soy jueza, soy magistrada, no soy un señor con bigote. A mí cuando me
ponen "Ilustrísimo Señor Juez Decano de Gijón" les digo que
yo no soy eso. Que si yo les pusiera en su caso "Ilustrísima
Señora", ellos se molestarían. ¿O es que mi condición femenina
no tiene tanto valor como su condición masculina?
"Sólo
somos administradores de un poder. El poder en todo caso lo detenta el
pueblo, la sociedad. A nosotros se nos encarga administrarlo"
-¿En algún momento te has arrepentido de decir lo
que pensabas?
-No, yo ya soy así desde pequeña, soy bastante peleona. Valoro
mucho mi libertad. No creo que mi condición de jueza pueda en modo
alguno coartar la libertad esencial que como ciudadana tengo, por
supuesto mi libertad de expresión. Creo que lo que digo y lo que dicen
otros puede suponer un enriquecimiento para todos. Es lanzar ideas al
aire, ponerlas en la palestra y pensar sobre ellas, reflexionar y sacar
lo positivo que haya de todas las opiniones.
-¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?
-Pues a donde sea, desde luego a defender mi dignidad y mi
integridad. Esa la defiendo contra viento y marea.
-A nivel familiar ¿cómo viven todo esto?
-Mira, ayer mi hijo de nueve años, cuando salíamos de casa, me
decía: "Mamá, tú tienes cinco hijos pero tienes muchas más
agallas". A mí me hace sentirme orgullosa, yo creo que les estoy
transmitiendo algo. En mi caso el reparto de tareas es en general
contrario al de muchas mujeres, porque él se ocupa en el ámbito
doméstico de muchas más tareas que yo, debido a mi profesión, pero
desde luego me siento apoyada por ellos. Siento que yo les enriquezco y
ellos me enriquecen también a mí mucho.
"Gestionamos
un servicio público y tenemos que estar atentos a las críticas y a las
llamadas de atención que nos puedan hacer los ciudadanos"
-¿Cómo está acusando el mundo de la judicatura la
incorporación de la mujer?
-Yo creo que no se nota demasiado porque las mujeres nos
incorporamos y asumimos el rol que existe y la forma que existe. ¿Qué
ocurre? que somos poco creadores de derecho, en el sentido de incorporar
a la interpretación de las normas nuevos aspectos de la vida que ahora
la evolución de la sociedad nos va dando. Si el trabajo en ocasiones se
limita a copiar las sentencias que se han venido produciendo a lo largo
de los años, sin ningún planteamiento crítico ni novedoso, entonces
esa jurisprudencia se consolida y al final ves que se están dictando
sentencias de hace cien años. ¿Qué tendrán que ver con la sociedad
de ahora?
-¿Qué cambiaría del sistema actual para que sea
más ágil y más coherente?
-Habría que cambiar mucho. Yo creo que habría que plantearse
el sistema de selección y la formación del juez. La selección parte
de que tienes que saber 400 temas de memoria. Así solamente se valora
la capacidad memorística y esa la puede tener cualquiera. En cuanto a
formación, ya ha habido cambios, porque ahora la permanencia en la
escuela judicial es de dos años en vez de cuatro meses, pero a pesar de
eso no deja de ser un juez en prácticas que tiene una visión de la
realidad bastante parcial.
Como estudiante de derecho que terminas tu carrera, te encierras a
preparar tu oposición. El encierro significa aislarse del mundo, y
cuando sacas la oposición ya tienes esa condición de juez.
-¿Cómo se podría mejorar esta situación?
-Pues quizás exigiendo que hayas ejercido de abogado un tiempo
antes para conocer la otra cara de la justicia, para tener esa visión
que los abogados te van dando y que a veces no recibes porque en el
momento en que entras ya te integras en un cuerpo que se cierra sobre
sí mismo.
También habría que tratar de hacer los procesos más ágiles, mucho
más verbales y más dinámicos. Si la respuesta de la justicia es
rápida, es mucho más eficaz. Con las leyes procesales que tenemos lo
podríamos hacer por la vía del juicio rápido, con una mayor presencia
del juez en todo.
-¿Hay un cierto endiosamiento de los jueces?
-Hay un cierto distanciamiento de la sociedad. Yo no sé si es
debido a ese encierro personal que sufres cuando te pones a preparar las
oposiciones, que hace que te muevas en un círculo muy limitado de
personas en unos años de juventud en los que deberías de estar muy
abierto a todo y recibiendo todo tipo de mensajes.
"Las
mujeres no suelen contar agresiones sexuales porque no se sienten
cómodas para contar esas intimidades en este ambiente"
-Hace poco hubo un caso de una abogada que mandó a
paseo a la justicia. ¿Crees que pronto puede ocurrir que dentro de la
misma justicia la gente empiece a decir "basta ya"?
-Yo creo que sí. Se tienen que producir dos tipos de
movimientos, un movimiento social, en el cual la sociedad civil recupere
su papel de protagonista y se plantee y se pregunte ¿qué
administración de justicia quiero?, ¿cómo la configuro?, y por otro
lado un movimiento desde dentro, que existe. Todos tenemos presente que
se tiene que reformar la justicia. Tiene que haber desde reformas
puramente materiales, que serían aumentos de presupuestos o una mejor
planificación territorial de dónde pongo juzgados, dónde son más
necesarios medios materiales, hasta planteamientos profundos y
esenciales.
-¿Cómo se podría mejorar la administración de
justicia en casos de violencia doméstica?
-Yo creo que cambiando sobre todo la perspectiva de análisis
del problema. Los malos tratos son delito de malos tratos, tenemos que
verlo dentro de un contexto amplio que es el de violencia de género.
Una de las cosas que yo noto en falta cuando tienes un asunto de este
tipo, es que las mujeres no suelen contar agresiones sexuales porque no
se sienten cómodas para contar esas intimidades en este ambiente.
Tenemos que actuar de tal manera que las víctimas sientan que se las
protege y que el interés de ellas es el principal interés nuestro, que
además es perfectamente compatible con el otro interés, es decir,
garantizar los derechos de la persona que está acusada, que desde luego
tiene el derecho a la presunción de inocencia. ∆
Historia de un
desacuerdo
Rosario
Hevia accedió al cargo de jueza decana hace año y medio. Su
elección precisó de la convocatoria de una segunda Junta al no
acudir el número necesario de jueces en un primer instante.
Tras elevar una queja al Tribunal Superior de Justicia éste
recordó a los magistrados la obligatoriedad de la asistencia
salvo causas de fuerza mayor. Finalmente Rosario Hevia salió
elegida como jueza decana tras la obtención de tan sólo dos
votos. Actualmente, tras ser destituida del cargo por sus
compañeros y al no presentar ninguno de ellos su candidatura
Rosario ha vuelto a presentarse como candidata al decanato. No
ha sido posible su reelección debido a la falta de quorum ya
que no acudió un número necesario de jueces.
Ante este hecho el actual decano en funciones, Luis Roda,
plantea la celebración de nuevas elecciones, mientras que la
jueza Hevia, entiende que las elecciones fueron convocadas en
tiempo y forma por lo que no cabe abrir un nuevo proceso. El
tema se ha trasladado al Consejo Superior de Justicia que será
quien dé una solución definitiva. ∆ |
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