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SUPLEMENTO ASTURIAS 

MUJER ASTUR

MARGARITA SALASMARGARITA SALAS
   Presidenta del Instituto de España 

Ha entregado su vida a la ciencia. La actual presidenta del Instituto de España fue también la primera mujer que ocupó un asiento en la Real Academia de las Ciencias. Tras más de cuarenta años de investigación, su vida transcurre entre pipetas y galardones en el laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en la Universidad Autónoma de Madrid.

Texto: Isabel Muñiz / Foto: I.G.

"La clonación de seres humanos está muy lejos de ser viable"

Descubrió su pasión por la investigación en el laboratorio de química orgánica, pero su encuentro con el premio Nobel Severo Ochoa le marcó el rumbo de una manera definitiva. Afortunadamente para la ciencia siguió su camino, trabajando sin descanso. Se casó con Eladio Viñuela, también científico de prestigio, y juntos desarrollaron en España el primer grupo de trabajo de biología molecular. Desde que empezó a investigar han ido cambiando muchas cosas en su entorno, pero Margarita conserva viva, como el primer día, la emoción del descubrimiento.
Margarita Salas, asturiana, natural de Canero, me recibe en su despacho, en el Consejo Social de la Universidad de Oviedo, institución que preside desde hace varios años. Con tono sereno me abre las puertas de su vida y llena la habitación de calidez.

-¿De dónde nació su pasión por investigar?
-Haciendo la carrera de químicas. Teníamos una asignatura que era química orgánica, y nos pasábamos meses metidos en el laboratorio. Ahí me empezó a gustar. Yo estaba en Madrid haciendo la carrera, pero venía a Gijón porque mis padres vivían allí, y un verano conocí a Severo Ochoa. Estuvimos charlando y aquello me motivó mucho. Al año siguiente él me mandó un libro de bioquímica. También me propuso que hiciese la tesis doctoral en Madrid, y una vez que hubiese acabado la tesis, que me marchase a New York con él a hacer un periodo posdoctoral. Y eso fue lo que hice, seguir los consejos de Ochoa, sobre una cosa que a mí realmente me gustaba, como era el trabajo de laboratorio.

-¿Qué recuerdos guarda de él como persona?
-Como persona era extraordinariamente sencilla. A pesar de ser un premio Nobel, él siempre decía que no tenía mérito por lo que había hecho, porque en realidad había hecho lo que le había gustado en la vida. Pocos meses antes de morir alguien le preguntó que cómo quería que se le recordase y contestó, como hombre bueno. No dijo, como científico, dijo como hombre bueno, como persona.

"Para investigar hace falta una dedicación muy grande, mucha paciencia, mucho tesón, porque muchas veces los resultados no son los que uno espera. Requiere una mezcla de rigurosidad y de imaginación"

-Se casó con Eladio Viñuela, un científico de prestigio. ¿Qué le supuso a usted pasar de ser la mujer de Eladio, a ser Margarita Salas?
-Para mí fue un logro importante al cual, evidentemente, Eladio me ayudó mucho. Cuando nosotros volvimos a España en el año 67, pensamos que trabajar en un tema común sería más adecuado para empezar a formar un grupo en biología molecular en España. En la España de aquella época, y todavía en parte en la España actual, ante un matrimonio que trabaja junto, y ante un marido que es muy brillante, la mujer se queda en segundo lugar. Entonces Eladio, que era una persona muy generosa, vio que yo de esa forma no podía salir adelante, con mi personalidad. En el año 70 decidió iniciar un tema de investigación distinto al que llevábamos conjuntamente, el estudio del virus de la peste porcina africana. Y me quedé yo, dirigiendo a mi propio grupo de investigación.
Con el tiempo se fue viendo que yo sí podía salir adelante y para mí realmente fue una enorme satisfacción. Le debo mucho a Eladio, el que él sacrificase un trabajo que llevábamos en común para que yo pudiese salir adelante.

-Después de tantos años investigando ¿qué saca de ello?
-Yo empecé la tesis doctoral en el 61, o sea que llevo cuarenta años investigando. Y sigo obteniendo un enorme placer y emoción. Evidentemente yo ahora no hago los experimentos con mis propias manos, pero estoy en contacto continuo con todos los experimentos que se hacen en el laboratorio, y si hay algo interesante sí es una emoción, tanto para el que lo descubre como para mí. También es muy reconfortante la enseñanza a estudiantes, el pensar que estoy transmitiendo conocimiento. Crea unos vínculos muy estrechos con el discípulo.

-Después de una vida de trabajo, de esfuerzo, de rodaje, ¿qué es lo que todavía no soporta?
-No soporto la intolerancia, la mentira, la arrogancia. Me gusta ser una persona sencilla. No quiero compararme con Severo Ochoa, pero ese es el estilo de persona que me gusta, que hace sus cosas y siente satisfacción por hacerlas pero que no va por la vida en plan genio por ser un premio Nobel, o por ser un científico maravilloso.

-¿Crees que en este país es suficiente el dinero que se dedica a investigación?
-Bueno, de momento todavía no es suficiente. Hasta ahora no llega al 1% del Producto Interior Bruto, cuando en los países de la comunidad europea están en el 2%. En España este año parece que va a aumentar en un 15 ó 16%, y acaban de salir estos contratos Ramón y Cajal para jóvenes investigadores que están tratando de conseguir un puesto de trabajo más o menos estable. Esta convocatoria acaba de salir hace poco y vamos a ver cómo se desarrolla. Estamos todavía en una fase de ver cuál va a ser la respuesta de todas las instituciones, tanto universidades, como consejos científicos, para que los ochocientos contratos que se han convocado, realmente se puedan cubrir.

"No soporto la intolerancia, la mentira, la arrogancia"

-¿Cuál es la situación a la que se enfrentan los jóvenes investigadores?
-Hasta ahora la situación era insostenible y totalmente lamentable, es decir, los investigadores que acababan su tesis doctoral salían al extranjero, hacían un posdoctoral muy brillante, pero las posibilidades de vuelta a España eran prácticamente nulas. No había puestos de trabajo, ni en la Universidad, ni en el Consejo. Esto desmotivaba mucho a los jóvenes, por eso muchos se han buscado otro trabajo que no tiene nada que ver con la investigación. Viendo que su investigación no tiene futuro, pues se dedican a lo que sea, lo cual es un despilfarro económico porque normalmente la tesis doctoral está pagada por el gobierno español, por las comunidades autónomas o por alguna fundación.

-En determinados momentos parece que la ciencia va por delante de la ética o los valores humanos. ¿Puede haber un peligro real?
-Bueno, yo creo que tal y como vamos no hay peligro. Todo el mundo piensa en la clonación de seres humanos, pero está muy lejos todavía de ser viable realmente. El propio "Ian Wilmut, creador de la oveja Dolly, ha dicho que no se deben clonar seres humanos utilizando la técnica que él empleó, porque ello podría dar lugar a seres humanos con defectos físicos importantes. De cualquier forma la clonación de seres humanos está prohibida, no el uso de las técnicas de clonación con usos terapéuticos, que en Inglaterra ya tiene el visto bueno y que quizás en otros países también se llegue a aceptar. En este sentido, las leyes siempre van por detrás, y concretamente en España vamos muy por detrás. A medida que la ciencia avanza las leyes tienen que ir también adecuándose a los avances científicos.

-La mujer investigadora en nuestro país ¿qué lugar ocupa?
-Yo creo que, quizás no ahora mismo, pero que irá ocupando el puesto en la sociedad, o en la ciencia que se merezca en cada caso. Lo que hay que resaltar en este momento es que el número de mujeres que están haciendo la tesis doctoral sobrepasa ya el número de hombres. Lo que también es importante es el cambio de mentalidad de estas mujeres que hacen la tesis doctoral, lo hacen porque quieren seguir trabajando, quieren seguir una vida profesional. Esto hará que en un futuro de diez, quince años, el número de mujeres que estén ocupando puestos de responsabilidad en la ciencia aumente considerablemente. Yo soy optimista.

"Llevo cuarenta años investigando. Y sigo obteniendo un enorme placer y emoción"

-A la hora de conseguir logros científicos, ¿hace falta una dedicación casi absoluta?
-Sí, mucho. Hace falta una dedicación muy grande, mucha paciencia, mucho tesón, porque muchas veces los resultados no son los que uno espera. A veces uno se equivoca y hay que dar marcha atrás, hay que insistir. Requiere mucha paciencia y por otra parte requiere una mezcla de rigurosidad y de imaginación. Hay que ser rigurosos para no sobreinterpretar los resultados, pero también tener una cierta imaginación, para diseñar nuevos experimentos de acuerdo con cómo se va desarrollando la investigación. Es un trabajo sacrificado, y si no estás ilusionado no vale la pena. Yo cuando viene un estudiante a pedirme trabajo para hacer la tesis doctoral en el laboratorio, siempre le digo ¿estás dispuesto a dedicarte al cien por cien a esto? Y si me dice que sí pues adelante. Si me dice que no, pues le digo que no merece la pena.

-La investigación y el ir más allá con la imaginación, con otras realidades ¿Cómo conviven esos mundos?
-Yo creo que en la investigación hay que ser muy realista, hay que basarse en hechos, en datos y en resultados. Tú diseñas un experimento para ver qué resultados obtienes, y los interpretas del mejor modo que eres capaz. Lo que pasa es que también es verdad que en ciencia normalmente no hay dogmas. Un caso muy gráfico es que hasta el año setenta se hablaba del dogma central de la biología molecular, que era que DNA hace RNA, y el RNA hace proteínas. Entonces en el año setenta se descubrió la transcriptasa inversa, que hace DNA a partir de RNA. Esto era una inversión del dogma. En un principio a la gente pues le chocó mucho, pero después se demostró que era así. Hay cosas que aún no se han descubierto y que pueden cambiar el camino de las investigaciones o las interpretaciones de los resultados de las investigaciones.

-¿En qué modo tu labor científica ha condicionado a tu familia de sangre?
-En cierto modo fui también un poco pionera en el sentido familiar. Me casé a la edad normal que se casaban las mujeres en aquella época, con veinticinco años. Y me planteé no tener familia inmediatamente, porque al año de casarnos nos fuimos a New York a trabajar con Severo Ochoa los dos. Yo lo que quería en mi etapa posdoctoral era trabajar y producir y aprender al máximo. Luego, en el año sesenta y siete, nos volvimos a España y ahí también empezó una etapa dura de formar un grupo de investigación, porque en España estaba prácticamente a cero la investigación. Cuando ya consolidamos el grupo y ya las cosas iban bien, pensamos en tener familia. Tuve a mi hija a los treinta y siete años, que en aquella época era absolutamente anormal. A mí me llamaban madre añosa.

"Con la llegada de la nueva tecnología, con la ingeniería genética, se ha abierto un camino enorme en la investigación."

-El sentido de ser pionera en diferentes sectores ¿supuso dureza en tu vida?
-Yo he sido una persona muy luchadora, porque evidentemente para triunfar en aquella época había que luchar y había que tener la idea muy clara de lo que uno quería en la vida.
Al principio sí fue duro, hasta que yo conseguí salir adelante como persona investigadora, como científica. Fue duro, y me cogía muchos enfados. Una vez superada esa fase las cosas fueron mucho más fáciles porque siempre tuve el apoyo de Eladio.
La vida ha sido menos dura gracias a él, que en mis reivindicaciones siempre me apoyaba y me ayudaba.

-Ahora mismo como presidenta del Consejo Social, estás en el punto de mira, y muchas veces tus decisiones se juzgan ¿Te preocupa ser incomprendida en un momento determinado?
-Yo creo que no hay preocupación cuando se hacen las cosas honestamente. Siempre a uno le fastidia que lo critiquen, pero si yo sé que he hecho las cosas bien, allá ellos, porque sé que he hecho lo que he debido hacer.

-Después de tanto años investigando un virus, el Fi29, ¿qué queda por delante?
-Bueno, pues dentro del virus todavía queda mucho por investigar. Con la llegada de la nueva tecnología, con la ingeniería genética, del DNA recombinante, del poder hacer mutaciones dirigidas, etc., se ha abierto un camino enorme en la investigación. Es decir uno puede llegar a un nivel molecular muy preciso y muy detallado. En mi laboratorio tengo dieciocho personas trabajando en distintos aspectos de este virus y seguimos teniendo resultados interesantes. Yo creo que mientras yo dure, seguirá dando resultados.

"En un futuro de diez, quince años, el número de mujeres que estén ocupando puestos de responsabilidad en la ciencia aumentará considerablemente. Yo soy optimista"

-¿Hay algún proyecto que te haga ilusión? ¿Qué te gustaría conseguir en tu vida?
-Mi ilusión es poder seguir trabajando y trabajando con ciertos éxitos, seguir obteniendo resultados interesantes, seguir con un grupo de trabajo con gente entusiasta que viva la investigación. Para mí realmente esto es mi vida.

-En alguna ocasión hablaste de tu tía abuela "La loca de Canero", una mujer adelantada a su tiempo. ¿Qué diría de ti si te pudiera ver?
-Bueno, ella estaría orgullosísima. Era una mujer extraordinaria. En su época no se estudiaba, pero ella era una mujer muy inteligente y se negaba a eso. Ella se evadía, se iba a lo que llamaban el cuartín, en lo alto de la casa, y ahí se encerraba con sus libros. Yo la conocí cuando ella ya era mayor, y yo todavía estaba empezando mi tesis doctoral. En una ocasión me escribió una carta y me decía: "Cuando te den un premio importante, yo, que estaré en la tumba, me levantaré para celebrarlo". Era una mujer que me envidiaba sanamente, porque yo había podido estudiar una carrera y salir adelante. Algo que ella no pudo hacer por las circunstancias, porque nació demasiado pronto. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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