Texto:
Isabel Muñiz / Foto: I.G.
"La
clonación de seres humanos está muy lejos de ser viable"
Descubrió
su pasión por la investigación en el laboratorio de química
orgánica, pero su encuentro con el premio Nobel Severo Ochoa le marcó
el rumbo de una manera definitiva. Afortunadamente para la ciencia
siguió su camino, trabajando sin descanso. Se casó con Eladio
Viñuela, también científico de prestigio, y juntos desarrollaron en
España el primer grupo de trabajo de biología molecular. Desde que
empezó a investigar han ido cambiando muchas cosas en su entorno, pero
Margarita conserva viva, como el primer día, la emoción del
descubrimiento.
Margarita Salas, asturiana, natural de Canero, me recibe en su despacho,
en el Consejo Social de la Universidad de Oviedo, institución que
preside desde hace varios años. Con tono sereno me abre las puertas de
su vida y llena la habitación de calidez.
-¿De dónde nació su pasión por investigar?
-Haciendo la carrera de químicas. Teníamos una asignatura que
era química orgánica, y nos pasábamos meses metidos en el
laboratorio. Ahí me empezó a gustar. Yo estaba en Madrid haciendo la
carrera, pero venía a Gijón porque mis padres vivían allí, y un
verano conocí a Severo Ochoa. Estuvimos charlando y aquello me motivó
mucho. Al año siguiente él me mandó un libro de bioquímica. También
me propuso que hiciese la tesis doctoral en Madrid, y una vez que
hubiese acabado la tesis, que me marchase a New York con él a hacer un
periodo posdoctoral. Y eso fue lo que hice, seguir los consejos de
Ochoa, sobre una cosa que a mí realmente me gustaba, como era el
trabajo de laboratorio.
-¿Qué recuerdos guarda de él como persona?
-Como persona era extraordinariamente sencilla. A pesar de ser
un premio Nobel, él siempre decía que no tenía mérito por lo que
había hecho, porque en realidad había hecho lo que le había gustado
en la vida. Pocos meses antes de morir alguien le preguntó que cómo
quería que se le recordase y contestó, como hombre bueno. No dijo,
como científico, dijo como hombre bueno, como persona.
"Para
investigar hace falta una dedicación muy grande, mucha paciencia, mucho
tesón, porque muchas veces los resultados no son los que uno espera.
Requiere una mezcla de rigurosidad y de imaginación"
-Se casó con Eladio Viñuela, un científico de
prestigio. ¿Qué le supuso a usted pasar de ser la mujer de Eladio, a
ser Margarita Salas?
-Para mí fue un logro importante al cual, evidentemente, Eladio
me ayudó mucho. Cuando nosotros volvimos a España en el año 67,
pensamos que trabajar en un tema común sería más adecuado para
empezar a formar un grupo en biología molecular en España. En la
España de aquella época, y todavía en parte en la España actual,
ante un matrimonio que trabaja junto, y ante un marido que es muy
brillante, la mujer se queda en segundo lugar. Entonces Eladio, que era
una persona muy generosa, vio que yo de esa forma no podía salir
adelante, con mi personalidad. En el año 70 decidió iniciar un tema de
investigación distinto al que llevábamos conjuntamente, el estudio del
virus de la peste porcina africana. Y me quedé yo, dirigiendo a mi
propio grupo de investigación.
Con el tiempo se fue viendo que yo sí podía salir adelante y para mí
realmente fue una enorme satisfacción. Le debo mucho a Eladio, el que
él sacrificase un trabajo que llevábamos en común para que yo pudiese
salir adelante.
-Después de tantos años investigando ¿qué saca de
ello?
-Yo empecé la tesis doctoral en el 61, o sea que llevo cuarenta
años investigando. Y sigo obteniendo un enorme placer y emoción.
Evidentemente yo ahora no hago los experimentos con mis propias manos,
pero estoy en contacto continuo con todos los experimentos que se hacen
en el laboratorio, y si hay algo interesante sí es una emoción, tanto
para el que lo descubre como para mí. También es muy reconfortante la
enseñanza a estudiantes, el pensar que estoy transmitiendo
conocimiento. Crea unos vínculos muy estrechos con el discípulo.
-Después de una vida de trabajo, de esfuerzo, de
rodaje, ¿qué es lo que todavía no soporta?
-No soporto la intolerancia, la mentira, la arrogancia. Me gusta
ser una persona sencilla. No quiero compararme con Severo Ochoa, pero
ese es el estilo de persona que me gusta, que hace sus cosas y siente
satisfacción por hacerlas pero que no va por la vida en plan genio por
ser un premio Nobel, o por ser un científico maravilloso.
-¿Crees que en este país es suficiente el dinero
que se dedica a investigación?
-Bueno, de momento todavía no es suficiente. Hasta ahora no
llega al 1% del Producto Interior Bruto, cuando en los países de la
comunidad europea están en el 2%. En España este año parece que va a
aumentar en un 15 ó 16%, y acaban de salir estos contratos Ramón y
Cajal para jóvenes investigadores que están tratando de conseguir un
puesto de trabajo más o menos estable. Esta convocatoria acaba de salir
hace poco y vamos a ver cómo se desarrolla. Estamos todavía en una
fase de ver cuál va a ser la respuesta de todas las instituciones,
tanto universidades, como consejos científicos, para que los
ochocientos contratos que se han convocado, realmente se puedan cubrir.
"No
soporto la intolerancia, la mentira, la arrogancia"
-¿Cuál es la situación a la que se enfrentan los
jóvenes investigadores?
-Hasta ahora la situación era insostenible y totalmente
lamentable, es decir, los investigadores que acababan su tesis doctoral
salían al extranjero, hacían un posdoctoral muy brillante, pero las
posibilidades de vuelta a España eran prácticamente nulas. No había
puestos de trabajo, ni en la Universidad, ni en el Consejo. Esto
desmotivaba mucho a los jóvenes, por eso muchos se han buscado otro
trabajo que no tiene nada que ver con la investigación. Viendo que su
investigación no tiene futuro, pues se dedican a lo que sea, lo cual es
un despilfarro económico porque normalmente la tesis doctoral está
pagada por el gobierno español, por las comunidades autónomas o por
alguna fundación.
-En determinados momentos parece que la ciencia va
por delante de la ética o los valores humanos. ¿Puede haber un peligro
real?
-Bueno, yo creo que tal y como vamos no hay peligro. Todo el
mundo piensa en la clonación de seres humanos, pero está muy lejos
todavía de ser viable realmente. El propio "Ian Wilmut, creador de
la oveja Dolly, ha dicho que no se deben clonar seres humanos utilizando
la técnica que él empleó, porque ello podría dar lugar a seres
humanos con defectos físicos importantes. De cualquier forma la
clonación de seres humanos está prohibida, no el uso de las técnicas
de clonación con usos terapéuticos, que en Inglaterra ya tiene el
visto bueno y que quizás en otros países también se llegue a aceptar.
En este sentido, las leyes siempre van por detrás, y concretamente en
España vamos muy por detrás. A medida que la ciencia avanza las leyes
tienen que ir también adecuándose a los avances científicos.
-La mujer investigadora en nuestro país ¿qué lugar
ocupa?
-Yo creo que, quizás no ahora mismo, pero que irá ocupando el
puesto en la sociedad, o en la ciencia que se merezca en cada caso. Lo
que hay que resaltar en este momento es que el número de mujeres que
están haciendo la tesis doctoral sobrepasa ya el número de hombres. Lo
que también es importante es el cambio de mentalidad de estas mujeres
que hacen la tesis doctoral, lo hacen porque quieren seguir trabajando,
quieren seguir una vida profesional. Esto hará que en un futuro de
diez, quince años, el número de mujeres que estén ocupando puestos de
responsabilidad en la ciencia aumente considerablemente. Yo soy
optimista.
"Llevo
cuarenta años investigando. Y sigo obteniendo un enorme placer y
emoción"
-A la hora de conseguir logros científicos, ¿hace
falta una dedicación casi absoluta?
-Sí, mucho. Hace falta una dedicación muy grande, mucha
paciencia, mucho tesón, porque muchas veces los resultados no son los
que uno espera. A veces uno se equivoca y hay que dar marcha atrás, hay
que insistir. Requiere mucha paciencia y por otra parte requiere una
mezcla de rigurosidad y de imaginación. Hay que ser rigurosos para no
sobreinterpretar los resultados, pero también tener una cierta
imaginación, para diseñar nuevos experimentos de acuerdo con cómo se
va desarrollando la investigación. Es un trabajo sacrificado, y si no
estás ilusionado no vale la pena. Yo cuando viene un estudiante a
pedirme trabajo para hacer la tesis doctoral en el laboratorio, siempre
le digo ¿estás dispuesto a dedicarte al cien por cien a esto? Y si me
dice que sí pues adelante. Si me dice que no, pues le digo que no
merece la pena.
-La investigación y el ir más allá con la
imaginación, con otras realidades ¿Cómo conviven esos mundos?
-Yo creo que en la investigación hay que ser muy realista, hay
que basarse en hechos, en datos y en resultados. Tú diseñas un
experimento para ver qué resultados obtienes, y los interpretas del
mejor modo que eres capaz. Lo que pasa es que también es verdad que en
ciencia normalmente no hay dogmas. Un caso muy gráfico es que hasta el
año setenta se hablaba del dogma central de la biología molecular, que
era que DNA hace RNA, y el RNA hace proteínas. Entonces en el año
setenta se descubrió la transcriptasa inversa, que hace DNA a partir de
RNA. Esto era una inversión del dogma. En un principio a la gente pues
le chocó mucho, pero después se demostró que era así. Hay cosas que
aún no se han descubierto y que pueden cambiar el camino de las
investigaciones o las interpretaciones de los resultados de las
investigaciones.
-¿En qué modo tu labor científica ha condicionado
a tu familia de sangre?
-En cierto modo fui también un poco pionera en el sentido
familiar. Me casé a la edad normal que se casaban las mujeres en
aquella época, con veinticinco años. Y me planteé no tener familia
inmediatamente, porque al año de casarnos nos fuimos a New York a
trabajar con Severo Ochoa los dos. Yo lo que quería en mi etapa
posdoctoral era trabajar y producir y aprender al máximo. Luego, en el
año sesenta y siete, nos volvimos a España y ahí también empezó una
etapa dura de formar un grupo de investigación, porque en España
estaba prácticamente a cero la investigación. Cuando ya consolidamos
el grupo y ya las cosas iban bien, pensamos en tener familia. Tuve a mi
hija a los treinta y siete años, que en aquella época era
absolutamente anormal. A mí me llamaban madre añosa.
"Con
la llegada de la nueva tecnología, con la ingeniería genética, se ha
abierto un camino enorme en la investigación."
-El sentido de ser pionera en diferentes sectores
¿supuso dureza en tu vida?
-Yo he sido una persona muy luchadora, porque evidentemente para
triunfar en aquella época había que luchar y había que tener la idea
muy clara de lo que uno quería en la vida.
Al principio sí fue duro, hasta que yo conseguí salir adelante como
persona investigadora, como científica. Fue duro, y me cogía muchos
enfados. Una vez superada esa fase las cosas fueron mucho más fáciles
porque siempre tuve el apoyo de Eladio.
La vida ha sido menos dura gracias a él, que en mis reivindicaciones
siempre me apoyaba y me ayudaba.
-Ahora mismo como presidenta del Consejo Social,
estás en el punto de mira, y muchas veces tus decisiones se juzgan ¿Te
preocupa ser incomprendida en un momento determinado?
-Yo creo que no hay preocupación cuando se hacen las cosas
honestamente. Siempre a uno le fastidia que lo critiquen, pero si yo sé
que he hecho las cosas bien, allá ellos, porque sé que he hecho lo que
he debido hacer.
-Después de tanto años investigando un virus, el
Fi29, ¿qué queda por delante?
-Bueno, pues dentro del virus todavía queda mucho por
investigar. Con la llegada de la nueva tecnología, con la ingeniería
genética, del DNA recombinante, del poder hacer mutaciones dirigidas,
etc., se ha abierto un camino enorme en la investigación. Es decir uno
puede llegar a un nivel molecular muy preciso y muy detallado. En mi
laboratorio tengo dieciocho personas trabajando en distintos aspectos de
este virus y seguimos teniendo resultados interesantes. Yo creo que
mientras yo dure, seguirá dando resultados.
"En
un futuro de diez, quince años, el número de mujeres que estén
ocupando puestos de responsabilidad en la ciencia aumentará
considerablemente. Yo soy optimista"
-¿Hay algún proyecto que te haga ilusión? ¿Qué
te gustaría conseguir en tu vida?
-Mi ilusión es poder seguir trabajando y trabajando con ciertos
éxitos, seguir obteniendo resultados interesantes, seguir con un grupo
de trabajo con gente entusiasta que viva la investigación. Para mí
realmente esto es mi vida.
-En alguna ocasión hablaste de tu tía abuela
"La loca de Canero", una mujer adelantada a su tiempo. ¿Qué
diría de ti si te pudiera ver?
-Bueno, ella estaría orgullosísima. Era una mujer
extraordinaria. En su época no se estudiaba, pero ella era una mujer
muy inteligente y se negaba a eso. Ella se evadía, se iba a lo que
llamaban el cuartín, en lo alto de la casa, y ahí se encerraba con sus
libros. Yo la conocí cuando ella ya era mayor, y yo todavía estaba
empezando mi tesis doctoral. En una ocasión me escribió una carta y me
decía: "Cuando te den un premio importante, yo, que estaré en la
tumba, me levantaré para celebrarlo". Era una mujer que me
envidiaba sanamente, porque yo había podido estudiar una carrera y
salir adelante. Algo que ella no pudo hacer por las circunstancias,
porque nació demasiado pronto. ∆
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