ste abogado
y exconcejal del Ayuntamiento de Gijón tiene la intención de recuperar el
espacio perdido, de tipo electoral, social, institucional o político. Y
para ello quiere dar un nuevo impulso a esta organización abriéndola a la
sociedad y estableciendo relaciones más fluidas con los distintos
movimientos que en ella existen.
-De concejal a coordinador regional de IU en Asturias. ¿Qué te ha
supuesto asumir esta nueva responsabilidad?
-Hace unos dos años y medio que ya tuve la responsabilidad de
política municipal en Asturias y era miembro de la Ejecutiva de Asturias.
Ser partícipe de la dirección autonómica y tener un conocimiento de la
realidad de los municipios y concejos asturianos desde la atalaya de la
responsabilidad política municipal, me permitió aproximarme a lo que es la
responsabilidad de coordinador general de Asturias. Por tanto, cuento con
los elementos básicos para poder asumir esta responsabilidad sin sentirme
por ahora desbordado; ya veremos después.
-¿Cuál es el pulso de IU en este momento en Asturias?
-En Asturias y fuera de Asturias los últimos años no fueron
fáciles para IU. Los últimos procesos electorales significaron un
retroceso en el respaldo de los electores, una menor presencia en medios de
comunicación y menos presencia incluso social, porque los adscritos y
adscritas de IU están en todo el tejido asociativo y los movimientos
sociales en los que ellos participan y con los que IU quiere actuar como
interlocutor y colaborador, también perdieron esa parte de confianza y no
solamente entre los electores. En Asturias siempre estuvimos en mejores
condiciones que en el conjunto del Estado. Por otro lado, las conclusiones
de la sexta Asamblea Federal han significado abrir una nueva etapa, que debe
de servir para recuperar el espacio perdido. Y también, para ser capaces de
reforzar nuestra estructura orgánica con la finalidad de aparecer frente a
la sociedad como una fuerza política capaz de ganar la confianza de los
ciudadanos.
-¿Cuáles van a ser los puntos estratégicos?
-Este momento pasa por configurarnos como una fuerza política que
confronta con la derecha y con su modelo político. Vamos a hacer todo lo
posible para que la derecha ostente el menos tiempo posible las
responsabilidades de gobierno en las distintas instituciones y para ello
vamos a convocar a los ciudadanos. Desde las instituciones y desde la calle
es fundamental expresar ya una respuesta contundente y clara a todos los
procesos de contrarreforma que el PP ha puesto en marcha en los últimos
tiempos. La actitud del Partido Popular, colocando en primer lugar los
intereses estrictamente partidistas, significa cerrar puertas de
negociación y diálogo entre las fuerzas políticas. Nosotros no apostamos
por negociar con los terroristas, pero mientras haya un proceso tan claro y
abierto de violencia en la calle, el marco del diálogo de las fuerzas
políticas democráticas tiene que ser lo más amplio posible. No cabe que,
desde quien tiene la máxima responsabilidad en esta lucha, se pretenda
excluir a alguna fuerza democrática del diálogo.
-¿En qué dirección irán esas respuestas a la política del PP?
-Habrá confrontación a todas las políticas de contrarreforma. Por
ejemplo: en la Ley de Extranjería, restringiendo los derechos que habían
sido aprobados con un respaldo amplio en la cámara; contrarreforma en los
aspectos educativos, la modificación de la LOGSE que está en marcha;
contrarreforma laboral que va a significar una vuelta de tuerca más
restringiendo los derechos de los trabajadores. Nosotros decimos que esa
debe ser una línea estratégica fundamental de IU.
La segunda línea de acción política está en la búsqueda de
confrontación de una alternativa desde la Izquierda y nosotros creemos que
podemos actuar como núcleo aglutinador que consiga que la izquierda social
encuentre un referente político, participe y se comprometa con él y que
emplace al resto de las fuerzas de la Izquierda a buscar también elementos
de convivencia. No es fácil, porque en estos momentos el Partido
Socialista, la fuerza mayoritaria en el seno de la Izquierda, no está en
esa dinámica.
Y el tercer bloque de intervención fundamental en IU es el de dinamización
social. Vivimos momentos de apatía social en la participación política,
en la reivindicación y en la movilización social. Nosotros no podemos
renunciar a ninguno de estos mecanismos y creemos que podemos contribuir a
generar ilusión y esperanza suficiente como para concitar el apoyo social.
-¿Qué valoración te merece los acuerdos que se realizaron entre IU y
PSOE en las últimas elecciones?
-Los acuerdos no fueron los mejores ni los que nosotros hubiéramos
deseado, pero fueron los acuerdos posibles, muy condicionados por el tiempo
y por lo poco que faltaba para el proceso electoral; y ahí la
responsabilidad corresponde al Partido Socialista, que fue quien tardó en
abrir un cauce de posible diálogo. Pero también decimos que esos acuerdos
fueron positivos, aunque menos positivos que si se hubieran dado en otras
condiciones y en otros términos. Al menos esto sirvió, aunque sea de
manera puntual, a que se rompiera esa dinámica de confrontación bastante
abierta y para que algunos electores se ilusionaran y creyeran que había
posibilidades de coincidencia en el seno de la izquierda.
-Una buena parte de la sociedad reconoce la labor de IU y de sus
miembros, sin embargo finalmente eso no se traduce en número de votos.
¿Por qué?
-Esa es una dolorosa realidad, fruto de condicionantes culturales y
sociales muy importantes que pesan sobre los ciudadanos. La imagen que
tienen los electores de nosotros es más positiva que la expresión
electoral de esa imagen. Fundamentalmente nosotros somos una fuerza
alternativa, de transformación social y hay muchas personas que
sintiéndose de izquierdas, a la hora de tener que dar el paso del
compromiso mínimo, sin embargo, prefieren buscar un referente menos
transformador. Aunque hay mucha injusticia en nuestro país, grandes
desequilibrios que superar y mucha gente con grandes problemas, seguimos
perteneciendo al primer mundo, a una sociedad privilegiada en comparación
con la mayoría de los habitantes del planeta y eso, se convierte en un pozo
conservador que neutraliza la vocación de cambio de muchas personas.
-Con Gaspar Llamazares al frente de IU a nivel nacional ¿van a ser las
cosas más fluidas para IU en Asturias?
-Gaspar Llamazares es el coordinador de IU de todo el Estado y tiene
que responder a las necesidades de Asturias como también a las de
Andalucía o Extremadura. Pero es verdad que en este momento lo que conoce
mejor es la realidad asturiana porque durante muchos años trabajó sobre
ella, y por tanto lo vamos a tener más fácil. Una apuesta por la
renovación y por el cambio en IU ha sido lo que le dio la victoria a Gaspar
en la asamblea federal. Partimos del hecho objetivable de que se ha dado un
cambio no solamente en la persona que ostenta la coordinación general sino
en los mecanismos de funcionamiento y en las ganas de conseguir una IU más
abierta, más en relación con la sociedad, y desde luego, mucho más
fuerte.
-¿Qué piensa de la manera en que el PP asturiano está usando la imagen
de Alvarez Cascos para su estrategia política?
-La derecha española, el PP, una vez alcanzada la mayoría absoluta
tiene un objetivo inmediato, que es no conformarse con gobernar en el
Estado, o en algunas comunidades autónomas o en algunos ayuntamientos
importantes, sino que aspira a gobernar en todas las comunidades autónomas
y en todos los ayuntamientos importantes. El problema vasco en este momento,
encaja como una pieza de ese puzzle, y Asturias sería otra pieza de ese
puzzle que se les escapó. El fracaso que significó en su día el gobierno
de Marqués y la ruptura de la derecha, se ha convertido en una especie de
espina clavada que quieren sacarse como sea, y en esa búsqueda han
encontrado un virrey, que es el Ministro de Fomento, cuya sombra se proyecta
constante y cotidianamente sobre Asturias. El objetivo está en reforzar su
imagen y proyectarla como la del futuro candidato a la presidencia del
gobierno autonómico. IU ve eso con preocupación y ya se debía haber
empezado a trabajar para, legítima y democráticamente, hacer todo lo
posible para que el señor Cascos no sea el futuro presidente del
Principado. Y la verdad es que nos sentimos solos, porque quien debería de
compartir ese objetivo, esa estrategia, incluso con mayor ahínco que
nosotros puesto que tiene una responsabilidad en el gobierno del Principado,
que es la Federación Socialista Asturiana, no lo está haciendo. Y no lo
está haciendo por la inmovilidad que le generan sus propios problemas
internos.
-¿Qué valoración harías a día de hoy del gobierno de Areces?
-La palabra a utilizar sería la de frustración. Por desgracia, es
una frustración social, lo cual la hace mucho más preocupante para
nosotros. La sensación que puede cundir en la sociedad asturiana y sobre
todo en la izquierda social asturiana, es que con el gobierno de Areces
fracasa la Izquierda. La Izquierda no está fracasando, no nos sentimos
fracasados en ningún caso, cuestión distinta es que la candidatura del
señor Areces suscitara un amplísimo respaldo social, una ilusión en aquel
momento que tuvo una expresión muy clara en el número de votos recibidos.
Por lo tanto la sensación de fracaso es mucho mayor. Hay que trabajar ya
para compensar, desde nuestra organización, esa sensación. Hay que
trabajar ya con el tejido social asturiano y generar una nueva ilusión y
una nueva alternativa con posibilidades de confrontar con la derecha e
impedir que el señor Cascos acabe siendo el presidente del Principado.
-¿Qué necesita Asturias en estos momentos?
-Asturias necesita algo que sigue sin haber, que es política
industrial. El gobierno del Principado habla de política industrial en
algunos de sus documentos, en los pactos que alcanzó con las organizaciones
empresariales y con las organizaciones sindicales, pero luego en la
dinámica, asume lo que son las grandes líneas de intervención política
conservadoras que aparecen en el gobierno del Estado y que priman en el
conjunto de nuestro entorno. En nuestra comunidad autónoma habrá y hay
política de empleo, y sí es cierto que se firmaron acuerdos con los
empresarios y con los sindicatos para sufragar la creación de puestos de
trabajo, pero no hay un diseño de política industrial que sea el fruto de
un análisis sobre qué sectores asturianos tradicionales deben sufrir
procesos de cambio y que se abran nuevas actividades económicas en esta
comunidad autónoma. Los asentamientos industriales que se han producido en
los últimos meses, no significan ningún cambio fundamental y tampoco son
el fruto de una política estratégica del gobierno asturiano sino una vez
más de las fuerzas del mercado.
-¿Qué le dirías a quienes han depositado en ti su confianza?
-Mi mensaje, es un mensaje optimista y positivo. Hago un llamamiento
al trabajo y a la participación del conjunto de los adscritos y adscritas,
y también a todo ese entorno, que sin ser militantes nuestros, se mueve
alrededor de nosotros. Queremos crecer y dirigirnos a la sociedad siendo
permeables, permitiendo que la sociedad a su vez, por los mecanismos
novedosos de participación con las nuevas tecnologías, nos pongan la
realidad social encima de la mesa. ∆