La fiesta del milenio
L as Fiestas de San Mateo ponen el broche de oro al calendario
festivo de Oviedo. Hay que almacenar fuerzas porque el verano no ha
acabado y San Mateo viene cargado de romerías y verbenas, juegos
infantiles, humor, folclore, corridas de toros, fuegos artificiales,
competiciones deportivas... Lo que en un principio fue una fiesta sacra
poco a poco fue evolucionando hasta convertirse en lo que hoy conocemos,
el jolgorio pisando fuerte. A la celebración religiosa se le fueron
sumando tímidamente actos profanos. El gran giro lo dio cuando se creó
la SOF (Sociedad Ovetense de Festejos) que empezó a incluir el teatro, la
ópera, las verbenas. Se mantuvo así durante un tiempo y ya en los años
80 se creó el molde de las fiestas que hoy conocemos al añadir el
ingrediente de trasladar parte de los festejos a la calle y que la gente
disfrutara al aire libre de manera continuada. Se empezaron a preparar las
plazas del casco antiguo para albergar los ya famosos chiringuitos, se
potenciaron las actuaciones musicales y el teatro en la calle.
Aunque el programa oficial de los festejos se desarrolla del día 15 al
21 de septiembre, la fiesta se prolonga varios días después y se inicia
anteriormente.
Foto: Fer
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El Día de América en Asturias es uno de los incondicionales desde los
años 50. El 19 de septiembre se celebra este espectacular desfile que
recorre las calles de la ciudad en homenaje a los asturianos emigrantes y
a los países americanos que les abrieron sus brazos. Grupos folclóricos
y fanfarrias de toda la región invaden las calles por la mañana pero el
momento esperado comienza por la tarde con la llegada de las carrozas.
El día de San Mateo, que es el 21, se reparte el bollu y el vino,
amenizado por grupos folclóricos. Es el día grande y fiesta local, lo
que anima a los ovetenses a acudir a los campos de la ciudad a comer el
bollu preñao y los paxarines, como manda la tradición.
La música tiene estos días un gran protagonismo. La plaza de la
Catedral, la de toros y la del Ayuntamiento, principalmente, acogen a los
artistas invitados. Todo un elenco de figuras desfila estos días por
Oviedo, desde grupos de renombre internacional a los grupos de la tierra.
Bertín Osborne, Mónica Naranjo, Luz Casal, Café Quijano, Presuntos
Implicados, son algunos de los nombres que se barajan; tampoco faltan los
grupos asturianos, como Serena. Estilos, para todos los gustos, pop,
flamenco, reggae y no faltan las tradicionales verbenas que ponen punto
final a cada día de fiesta.
La ópera tiene sus tradicionales jornadas en el Teatro Campoamor, que
se prolongan tras despedir los festejos.
Los acontecimientos como el Tradicional Rally Internacional Príncipe
de Asturias, la Subida Internacional al Naranco en bicicleta o las
exhibiciones ecuestres son citas obligadas en el calendario deportivo
mateíno.
El programa es por tanto variado, está pensado para todo tipo de
público, desde el más pequeño al más veterano. Y la mayor parte tiene
carácter gratuito, lo que facilita la participación de todo el mundo.
Y aunque la fiesta se concentra en el centro histórico de la ciudad,
la alegría y las ganas de diversión se contagian a todos los rincones
ovetenses.∆
Foto: L.G.
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Tras los pasos
del viajero
Uno de los mayores logros que ha conseguido Oviedo en los últimos
tiempos es la peatonalización de sus calles. El visitante tiene la
oportunidad de conocer a pie las plazas, las calles y todos los rincones
típicos. La peatonalización comenzó hace casi diez años por el casco
antiguo y se fue extendiendo poco a poco por las áreas más comerciales
de la ciudad. El coche sobra, conozcamos Oviedo a pie.
El recorrido por el Oviedo histórico bien podemos iniciarlo por la
catedral, sede de la monarquía en la Edad Media. Lo más original es su
torre de 80 m. renacentista y gótica que tardó 60 años en construirse.
Dentro hay maravillas para ver y conocer su historia.
Bajando por la calle Aguila hasta Jovellanos encontramos lo que se
conserva de la muralla y en el cruce de ambas calles podemos contemplar la
puerta de la Gascona. En un radio muy pequeño tenemos la posibilidad de
visitar valiosas huellas arquitectónicas que hoy se conservan tras el
paso del tiempo: el Monasterio de San Pelayo, la capilla de la Balesquida
o el Palacio de Valdecarzana-Heredia. De los rincones más hermosos de la
ciudad, que aún hoy se mantienen vivos, podemos nombrar las plazas: del
Paraguas, de la Catedral, del Ayuntamiento, Porlier, La Corrada del
Obispo, Trascorrales... En la Plaza Porlier nos encontramos con la
escultura de Eduardo Urculo, El regreso de Williams B. Arrensberg,
convertido en estandarte de la ciudad de Oviedo y desde donde se puede
admirar una de las mejores vistas de la catedral. Todo turista que visita
nuestra ciudad se hace una foto junto al viajero y las palomas que velan
la escultura revoloteando por los alrededores.
Foto: L.G.
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Las sidrerías, los chigres y los pubs que salpican toda la zona sirven
para hacer un alto en el camino. Buena bebida y buena comida al modo
tradicional, pues muchos de estos locales pertenecen al Oviedo histórico.
La arteria comercial de la ciudad la podemos encontrar en la calle Uría,
cuyo ensanche a finales del siglo XIX implicó el derribo del Carbayón,
árbol representativo que dio a los ovetenses el nombre de carbayones.
Muy cerca está el teatro Campoamor, el templo de la ópera y el teatro,
que desarrolla todo el año una rica actividad cultural, además de ser el
recinto elegido para la entrega de los Premios Príncipe de Asturias.
Otro lugar para visitar es el Mercado del Fontán que se remodeló en
1995 y que junto a la contigua plaza de Daoíz y Velarde es punto
neurálgico de compra-venta con aire a mercado popular.
Los espacios verdes son los pulmones de la ciudad, y se llenan de
ciudadanos y visitantes deseosos de aire puro. El más importante es el
Campo de San Francisco, llamado también el Campo, que destaca por su
extensión y variedad arbórea. Hasta el siglo XIX era un lugar de
esparcimiento a las afueras y hoy día podríamos decir que está en el
centro de la ciudad.
El Campillín es el hijo menor del Campo. Otras zonas verdes son el parque
Purificación Tomás y el parque de Invierno, todas para uso y disfrute de
los amantes de los espacios libres.
Los vestigios del prerrománico en esta ciudad son notables y la visita a
San Julián de los Prados, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo
son casi obligadas.
Toda la ciudad rebosa alegría y hospitalidad, algo que consigue el
entorno y sus gentes. Con estos ingredientes, cualquier ciudadano será
bien recibido. ∆
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