Su rebeldía contra lo establecido y
su necesidad de ser consecuente consigo misma le han llevado a
participar en muchos foros. El feminismo, la política, la lucha contra
la injusticia y el reconocimiento de vivir una religión distinta a la
imperante han marcado a fuego sus pasos. Sin pelos en la lengua, la
presidenta de la Comunidad Israelita en Asturias denuncia la desigualdad
y el conformismo que nos invade.
Aida Oceransky es mejicana, pero siente a Asturias como si fuera su
origen. Lleva muchos años ya en estas tierras aportando su grano de
arena en la lucha por la igualdad de hombres y mujeres. Fue concejala
por la UCD en el ayuntamiento de Oviedo en la primera corporación
democrática que hubo en España, es miembro de la Asociación Unión de
Mujeres y de la ONG Solidaridad Internacional de Asturias, con la que
colabora en proyectos de cooperación al desarrollo.
Llega con el tiempo contado porque tras nuestro encuentro le espera otra
cita. Se sienta, sonríe y a medida que empieza a hablar desaparece la
presión del tiempo.
-¿Qué recuerdo guardas de tu época de concejala en
el ayuntamiento de Oviedo?
-Tuve un problema muy importante con el partido porque voté a
favor de unas mujeres que había en Bilbao que iban a ser juzgadas por
haber abortado. Yo militaba en movimientos feministas y dentro del
ayuntamiento di testimonio de mi apoyo a las mujeres, con lo cual me
echaron del partido, del trabajo y del ayuntamiento. Fue muy duro.
Las chicas son las que más han ganado de todas aquellas luchas. A las
mujeres siempre nos querían en casa con la pata quebrada y había
cantidad de presiones sociales. Había gente que privadamente te decía
que estaba de acuerdo pero públicamente nunca se atrevía a
manifestarlo.
"Se
ha dejado en el camino la memoria, se ha dejado en el camino que
aquí hubo personas que ahora mismo están en puestos de poder
que fueron capaces de mandar a gente a la cárcel o incluso de
matar, no directamente pero por decisión de ellos". |
-¿Es igual de necesaria esa lucha?
-Las generaciones jóvenes de chicas no son conscientes de que
esa situación sigue produciéndose, de que sigue habiendo desigualdad.
Se piensa que es una lucha ya desgastada, que las cosas no pueden
involucionar, pues que vean a las argelinas, mujeres que habían
conseguido tener un nivel europeo en cuanto a su educación y ahora las
tienen metidas en casa. Se producen involuciones en todas las sociedades
y nosotros no tenemos por qué pensar que nosotras vamos a quedarnos al
margen de esa situación si se llegara a producir. Lo que hay que hacer
es ni siquiera permitir que se produzca, seguir luchando, seguir en el
frente.
-En ese sentido ¿no crees que a las mujeres jóvenes
les falta memoria histórica?
-Claro. En este país afortunadamente el cambio fue muy
relajado, en general fue una transición muy tranquila, pero se ha
dejado en el camino la memoria, se ha dejado en el camino que aquí hubo
personas que ahora mismo están en puestos de poder que fueron capaces
de mandar a gente a la cárcel o incluso de matar, no directamente pero
por decisión de ellos.
-¿Crees que la mujer asturiana es comprometida?
-Asturias es una región muy chocante. Tiene una enorme
conciencia de solidaridad. Yo trabajo en el Banco de Sangre y Tejidos de
Asturias y puedo decir que en cuanto hay cualquier percance la gente
quiere ayudar. Hay conciencia social, pero sin embargo luego dejamos
pasar las oportunidades, dejamos pasar las cosas. Yo creo que las
mujeres asturianas son unas mujeres terriblemente luchadoras. Somos las
mujeres las que decidimos la mayor parte de las cosas, y creo que en ese
sentido somos echadas para adelante, pero luego nos hemos acomodado a un
estilo de vida, es como si faltara el catalizador que pudiera moverlas.
El carácter luchador está dentro, lo que pasa es que no se manifiesta.
"Yo
creo que las mujeres asturianas son unas mujeres terriblemente
luchadoras"
-¿En qué líneas conceptuarías tu compromiso
personal?
-Yo tengo una formación religiosa muy fuerte, porque me eduqué
en un colegio religioso y viví en un ambiente de religión. Mi
concepción de la religión no es la tradicional, en el sentido de que
se puede entender de una persona conservadora que cumple con las normas
porque yo pienso que lo más importante para el ser humano es estar a
gusto consigo mismo y procurar hacer el bien, bien por acción o bien
por omisión de no hacer el mal. Yo soy una persona que trato de ayudar
a los demás en la medida de lo posible. Estoy comprometida con temas
feministas, he estado en las asociaciones de mujeres contra los malos
tratos cuando la gente se reía de mí, no ahora que todo el mundo es
abanderado de ir en contra de los malos tratos. He estado metida en
temas de tipo social, estoy en una asociación de Cooperación al
Desarrollo para ayudar a los países del sur, y participo mucho en foros
en contra de la globalización, porque soy una enemiga de la
globalización. Me parece que no somos conscientes del daño terrible
que la globalización está produciendo en el mundo.
"En
un país donde la justicia no es un pilar sólido y bien
alimentado se pueden empezar a producir injusticias, que ya las
hay de por sí" |
-Cuando llegaste a España ¿experimentaste
dificultades por el hecho de ser judía?
-Yo no pude decir públicamente que era judía hasta que me
presenté a las elecciones en el 79. Porque hay tal ignorancia de lo que
es ser judía en España que si hubiera dicho que era judía se hubieran
apartado de mí como de una leprosa. La gente pensaba que era algo malo,
porque fueron los judíos los que mataron a Cristo, y no se sabe lo que
es ser judío.
Además a la persona con la que yo estaba casada le horrorizaba que se
supiera que yo era judía, entonces pasábamos por ser los raritos pues
porque no íbamos a misa y nuestros hijos no estaban bautizados y eso en
aquella época era terrible. Ahora mismo yo estoy segura que todavía
hay mucha gente que asocia judío a una cosa mala.
-¿Crees que hay un respeto real por la libertad de
pensamiento?
-No, no lo hay porque en una sociedad que pretende que seamos
iguales, que vistamos la misma ropa, que comamos lo mismo, ¿cómo se va
a permitir que una persona piense diferente?. Va en contra de la
filosofía misma de lo que se pretende que sea la sociedad. Hay miedo a
lo desconocido, a lo que no es igual que tú, y si encima se trata de un
asunto de fe, es muchísimo más complicado.
-¿Cómo están condicionando las religiones a la
mujer?
-Las religiones procuran siempre tener control sobre todas las
cosas, ¿cómo te controlan a través de la religión católica? Por
ejemplo con el alma. Que alguien pueda amenazarte con que tu alma se
pierda es una cosa tremenda para una persona.
Las religiones pretenden controlar las cosas en general y las mujeres
cuando nos dejan somos capaces de cuestionar muchas cosas. En general la
religión, digamos que como institución, los que están por encima,
procuran ejercer el poder sobre ti, y claro, les interesa mucho tener
controladas a las mujeres. En cuanto hay un movimiento reaccionario,
como está pasando ahora mismo con el tema del integrismo, lo primero
que hacen es ir a por las mujeres.
"Yo
militaba en movimientos feministas y dentro del ayuntamiento di
testimonio de mi apoyo a las mujeres, con lo cual me echaron del
partido, del trabajo y del ayuntamiento". |
-¿Qué poder tiene la mujer que siempre se la
quiere silenciar?
-Primero no aspiramos al poder por el poder en sí, aspiramos al
poder por lo que nos posibilita. Somos capaces de pensar y somos capaces
de oponernos con mucha fuerza a cosas que creemos que no son buenas.
Cuando las mujeres pensamos que hay una cosa que no estamos de acuerdo
con ella y nos oponemos firmemente pasamos por encima de lo que haga
falta y entonces hay que dominarnos, hay que tenernos bajo la bota.
-¿Cuál ha sido el momento más duro de tu vida?
-No sé, yo soy una persona que siempre me he enfrentado mucho a
las cosas. Me casé con un no judío, cosa que fue terrible para mi
familia; me divorcié cuando en este país no se divorciaba nadie, lo
cual fue traumatizante para mis amigos; puedo decirte que de aquella
perdí amigos que no saben ni siquiera por qué me separé, pero no me
han vuelto hablar. Pasé muy malos momentos cuando defendí el aborto,
porque por aquel entonces la gente no comprendía por qué yo me metía
en ese lío si tenía cinco hijos.
Pero creo que afortunadamente el ser humano tiene la ventaja de poder
olvidar los momentos malos. Yo procuro acordarme de los buenos. En
general yo soy una mujer que estoy conforme con mi vida.
Me ha sido muy dura la lucha con la justicia, empecé a separarme en el
79 y no he terminado, mi pleito es el más antiguo del juzgado. Tuve un
juez que era del OPUS, que me aconsejó que volviera con mi marido, he
tenido problemas hasta el punto de sacarme de un despacho de un juzgado
con la policía, he ido a defender a una amiga al juzgado y nos han dado
de palos, porque la justicia en este país en su momento era muy
conservadora. Actualmente tiene muy pocos medios, y eso sí que me
rebela, porque me parece que en un país donde la justicia no es un
pilar sólido y bien alimentado se pueden empezar a producir
injusticias, que ya las hay de por sí.
"Asturias
es una región que tiene una enorme conciencia de solidaridad"
-¿Con qué no estás de acuerdo?
-A mí me parece terrible lo que puede pasar en este país si se
aprueba la ley mediante la cual se pueda poner a un inmigrante en la
frontera por el hecho de no tener un papel. Porque ¿cuánta gente vive
ahora en una situación de confort que le ha permitido sacar a sus hijos
adelante, gracias a que ha sido emigrante en Bélgica, en Alemania, o en
Suiza? Y ahora esta pobre gente viene aquí a buscar trabajos que nadie
quiere. ¿Cómo somos capaces de
cerrarles la puerta?. ∆
|