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SUPLEMENTO ASTURIAS 

  GASPAR LLAMAZARES 
Texto y foto:  Lupercio González

"Necesitamos un cambio 
en la organización y en la política de IU"

Gaspar Llamazares

Izquierda Unida no quiere perder su identidad dentro de un mundo que cambia. El camino pasa por una renovación profunda y eso ha hecho que Gaspar Llamazares, coordinador de la coalición en Asturias, manifestara desde principios de este año su disposición a suceder a Julio Anguita al frente de IU.

 

 

 

 

 

 

 

 

"A la izquierda se le plantea el riesgo de las viejas seguridades, el riesgo de quedarse en el pasado, y de ser incapaz de influir en el presente"

 

 

 

 

 

 

 

 

"La derecha en España representa fundamentalmente intereses. En mucha menor medida representa ideas y valores, y por lo tanto tiene mucho más fácil ser una derecha unitaria".

 

 

 

 

 

 

 

 

"Creo que en los acuerdos de estas elecciones generales entre PSOE e IU había insuficiencias muy importantes, ya que no era un proceso con una fuerte base social, política y programática. Parecía únicamente una solución electoral a nuestros problemas, no una alternativa"

 

 

 

 

 

 

 

 

"Cuando la humanidad y sus necesidades quedan en un segundo plano, no es extraño que la izquierda pierda fuerza y atraviese una profunda crisis de identidad".

 

 

 

 

 

 

 

 

"En estos momentos, las grandes decisiones no pasan por los parlamentos nacionales sino que se realizan en el Banco Interamericano de Desarrollo, o en el Fondo Monetario internacional, o en el Banco Mundial. Ahí es donde se están tomando las grandes decisiones, en las que ni la izquierda ni la democracia tienen ningún papel"

 

 

 

 

 

 

 

 

"El reto de la izquierda es mantener la identidad sin sumarse al carro neoliberal"

 


Gaspar Llamazares es, además, Doctor en Medicina especializado en Salud Pública, diputado en el Congreso y candidato a la coordinación general de Izquierda Unida.

-¿Qué está pasando en la izquierda?
-La izquierda en estos momentos sufre una profunda crisis de identidad en relación con un mundo que cambia, un mundo en que cada vez es más determinante el interés económico de las grandes multinacionales, un mundo en el que cada vez tienen menos valor las demandas de la humanidad. Cuando la humanidad y sus necesidades quedan en un segundo plano, no es extraño que la izquierda pierda fuerza y atraviese una profunda crisis de identidad. A la izquierda se le plantea el riesgo de las viejas seguridades, el riesgo de quedarse -en términos ideológicos- en el pasado, y de ser incapaz de influir en el presente. Hay otro problema añadido y es que en este contexto de globalización, tanto económica como comunicacional, hay una parte de la izquierda que se suma a ese discurso general, y únicamente lo matiza, considerando que lo máximo que se puede hacer es gestionar la globalización e intentar que no sea demasiado gravosa.

-¿Cuáles son los nuevos retos de la izquierda?
-El reto es mantener la identidad sin sumarse al carro neoliberal y hacer de la necesidad virtud, como está haciendo una parte de la izquierda; incorporar valores que han aparecido en las últimas décadas, que tienen que ver con la sostenibilidad del desarrollo, con el medio ambiente, con los valores pacifistas. En estos momentos es fundamental que se mantengan y se refuercen los valores e ideas de igualdad social y de liberación en un sentido amplio. Y a la vez que sea capaz de enfrentar los retos de un mundo globalizado y cada vez más interconectado, en el que es necesario dar respuestas globales. Ese es el reto fundamental de la política y de la democracia, porque la globalización está haciendo retroceder las conquistas sociales del movimiento obrero, de la política y de la democracia. Cada vez más las instituciones democráticas están siendo sustituidas. En estos momentos, las grandes decisiones no pasan por los parlamentos nacionales, y desgraciadamente, tampoco por las Naciones Unidas, sino que se realizan en las rondas, como la Ronda Uruguay, se realizan en el Banco Interamericano de Desarrollo, o en el Fondo Monetario Internacional, o en el Banco Mundial. Ahí es donde se están tomando las grandes decisiones, en las que ni la izquierda ni la democracia tienen ningún papel.

-¿Qué perfil necesita ahora mismo a nivel nacional Izquierda Unida?
-Yo creo que necesitamos un cambio en la organización y en la política de IU. Una vez que ya está claro que no tenemos un problema de identidad ni un problema de proyecto, que la gran mayoría de IU coincide en los valores de la izquierda, que coincide además en el proyecto Izquierda Unida, que no es el de un partido político clásico, sino que intenta tener una relación fluida con las organizaciones sociales y que intenta establecer formas de militancia alternativas, una vez clarificado eso, que yo creo que es compartido por toda Izquierda Unida, nuestro problema hoy es fundamentalmente realizar los cambios que necesitamos en la organización, la dirección y la iniciativa política.

-¿En qué línea deben ir esos cambios?
-Ahora mismo está teniendo lugar un debate, no solamente de línea política, ni de cambios organizativos, sino de qué modelo de dirección queremos para el futuro, y dentro de eso, qué liderazgo. Yo creo que en IU debe haber un liderazgo compartido, colectivo, no personal. Lo importante es que el cambio de la dirección signifique también nuevos métodos, nuevas actitudes, nuevos talantes. Debemos construir una organización más plural y más federal. Hemos tenido escisiones en el pasado que nos han provocado una merma de pluralidad y también han trasladado a la organización una dinámica de falta de cohesión. También hay cierta desconfianza como producto de todas estas crisis. Yo creo que eso tiene que cambiar. Izquierda Unida tiene que ser una organización capaz de acoger toda esa pluralidad e intervenir de forma, no homogénea, sino coherente.

-¿Qué fue lo que te impulsó a tomar la decisión de presentar tu candidatura?
-No es flor de un día, ni es una idea que se concreta de forma súbita. Yo formo parte de la dirección de Izquierda Unida hace ya casi una década. En los últimos tiempos varios compañeros compartimos la necesidad de un cambio en la organización, un cambio consensuado. La razón para hacer pública la candidatura es que yo pienso que ese cambio, para que sea creíble, además de tener una clara voluntad integradora, tiene que ser una propuesta de carácter independiente. La candidatura pretende además cambiar los métodos tradicionales de renovación de liderazgo en la izquierda. Hay que conciliar necesariamente, el pacto interno con una mayor participación de la organización. Es decir, el pacto interno debe garantizar que no se produzca una fractura, debe garantizar la ilusión de la organización, el compromiso con una nueva etapa. Además de esto, es una candidatura que cuenta también con apoyos importantes en la organización, con apoyos de federaciones, y con apoyo de la pluralidad de Izquierda Unida

-No aparece ninguna mujer en la lista de los candidatos...
-Aparecerá. Yo estoy convencido. Hay un grupo en Izquierda Unida, vinculado a la plataforma de Madrid, y que tiene una dirigente que es Nines (Angeles Maestro). Yo creo que es una persona que hay que tener en cuenta en todo este proceso. Seguramente saldrá como candidata.

-También ha habido un movimiento de renovación en el partido socialista. ¿Cree que es factible nuevo acercamiento entre las dos formaciones?
-No ha habido un acercamiento por parte del Partido Socialista al espectro de la izquierda. El debate político ha sido lo de menos en el congreso del Partido Socialista, quizás porque no era un problema para el ochenta o el noventa por ciento de la organización. Están bien encuadrados en lo que podemos llamar un social liberalismo, un centro izquierda. No tienen problemas en estos momentos de reubicación, por eso no ha habido ninguna orientación hacia la izquierda. Pero yo creo que eso tampoco es malo. Desde el punto de vista de Izquierda Unida, no se acercan al espacio que nosotros representamos. Lo que se demuestra con este congreso del PSOE es que hay un importante espacio de izquierdas que tenemos que intentar representar. Esto es un estímulo para IU desde el punto de vista político. Y aunque parezca contradictorio ahí puede haber una relación distinta, una nueva etapa en las relaciones en la izquierda, porque es indudable que en el pasado las relaciones estaban condicionadas por una visión, por parte del Partido Socialista, de monopolio de la izquierda.

-¿Qué crees que cambiará después del congreso socialista?
-El PSOE ha hecho gala de una retórica muy izquierdista y una práctica conservadora. Yo creo que después de este congreso va a ser distinto. Quizás la retórica y la práctica se acerquen más, y ese social liberalismo, o ese centro izquierda va a ser más coherente. Y en ese sentido, yo creo que pueden mejorar las relaciones con Izquierda Unida, podemos quizá abrir una nueva etapa de reconocimiento mutuo, cada uno en su espacio político, pero al mismo tiempo reconociéndonos mutuamente como parte de la pluralidad de izquierda. Podemos ir generando espacios comunes, espacios puntuales de coincidencia frente a la política conservadora del Partido Popular, frente a los ataques a los derechos sociales. Podemos ir reconstruyendo una alternativa plural de la izquierda al gobierno de la derecha. Y ahí tenemos un reto muy importante que quizás en mi opinión no estemos abordando de forma satisfactoria.

-La derecha transmite una imagen de unidad que quizá debería copiar la izquierda.
-La derecha en España representa fundamentalmente intereses. En mucha menor medida representa ideas y valores, y por lo tanto tiene mucho más fácil ser una derecha unitaria, ya que si además disfruta del poder, le resulta mucho más fácil conciliar esos intereses. La izquierda tiene un problema añadido y es que se basa en valores que son diversos, son ideas que se han ido configurando históricamente y que son complejas, distintas y plurales. Por otra parte es una izquierda que está a extramuros del poder, está en la oposición. Si a todo esto le sumamos que estamos en unas condiciones donde tanto la economía como el pensamiento, es la economía y el pensamiento de la derecha, pues no es de extrañar que la izquierda se encuentre en una situación difícil para ese proceso unitario, atomizada, desorientada, y tenga más dificultades que la derecha para presentar una alternativa unitaria. De todas formas, yo creo que es posible una alternativa unitaria de la izquierda, siempre y cuando se base en una comunidad de valores, que tenemos que reconstruir en un acercamiento programático y en un respeto a la pluralidad.

-¿Qué camino hay hacia esa unidad de la izquierda?
-Yo no creo que sea automático, ni fácil. Deberíamos aprender de algunos intentos que se han frustrado, como por ejemplo el intento de que una sola formación monopolizase la izquierda, buscando la alternancia mayoritaria con el partido de la derecha. Yo creo que se ha demostrado que ese no es el camino de la alternativa política, y tampoco es el camino de la alternancia porque no ha conseguido superar a la derecha. Yo creo que ese camino está frustrado. Pero hay otro camino que no necesariamente está frustrado, aunque ha mostrado sus insuficiencias, y es el de la suma electoral, la suma de dos fuerzas previa a una campaña electoral. Nos sirvió para parar el golpe en las últimas elecciones, un golpe que hubiera sido mayor, estoy convencido si no hubiéramos llegado a algún tipo de entendimiento. Pero desde luego no es el camino unitario que necesitamos: El camino unitario es mucho más profundo y por tanto tiene que ser labrado desde la oposición y desde los gobiernos municipales de forma sosegada, con coincidencias en la sociedad, en el programa, en las actitudes y en los modelos de gestión. Yo creo que eso es lo que puede ir generando una alternativa. Creo que en los acuerdos de estas elecciones generales había insuficiencias muy importantes, en el programa, en la imagen de la campaña electoral, pero sobre todo en el proceso anterior, ya que no era un proceso con una fuerte base social, política y programática. Por lo tanto parecía únicamente una solución electoral a nuestros problemas, no una alternativa.

-¿Qué balance haces del Gobierno asturiano, hasta el momento actual?
-Yo creo que la percepción de todos los asturianos es que el Gobierno ha perdido una buena parte del caudal de confianza que se le dio en estas elecciones. No lo ha sabido administrar porque ha entendido, equivocadamente, que la confianza se le atribuía al Gobierno o al Partido Socialista en exclusiva, cuando yo creo que la confianza de los asturianos en estas elecciones se atribuía fundamentalmente a una opción de cambio para regenerar la vida política y para abrir una nueva etapa de izquierdas. El Gobierno no ha conseguido ni lo uno ni lo otro. Desgraciadamente a poco tiempo de iniciarse la gestión de este nuevo Gobierno, han abierto una nueva crisis, entre el Partido Socialista y el Gobierno, reproduciendo la crisis anterior de la derecha. No ha aprovechado la oportunidad para marcar políticas alternativas, por ejemplo: en materia industrial y de empleo. No se ha hecho un esfuerzo en la política social que marque nítidamente la diferencia entre un Gobierno de la izquierda y un Gobierno conservador. Tampoco se ha hecho desde el Gobierno de Asturias un esfuerzo en relación a la identidad cultural, en relación al autogobierno de Asturias, que sigue siendo gestionado de forma administrativa, con muy poco peso político. Pienso que todos estos factores hacen que veamos cómo al cabo de un año de gestión del Gobierno en mayoría absoluta del Partido Socialista ha perdido la confianza. Si no hay un viraje radical por parte del Partido Socialista y por parte del gobierno nos veremos probablemente ante una legislatura frustrada y convulsa, y eso es una mala legislatura para Asturias. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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