CLARIDAD
Y TRANSPARENCIA
A menos de mil días de
las próximas elecciones, se empieza a percibir en el grupo municipal
ovetense socialista un movimiento que parece intensificarse cada día. Se
quiere hilar fino, sin precipitaciones y sin pausas, actuando con
responsabilidad y con respeto, queriendo dejar claro que hay otra manera
de hacer política.
"Entiendo
que tan de extrema derecha es una población que vota una vez a un partido
que está en lo más alto del extremismo, como una ciudad que vota durante
veinte años a un movimiento de derechas"
"Hay
que cerrar el pasado, pero cerrarlo con limpieza, con claridad, con
transparencia. Y esa es una dificultad"
"Hay
una gran desconfianza de lo político que yo creo que es por
desconocimiento, y también por esa mala publicidad que han dado episodios
de todos conocidos"
"Oviedo
no puede ser una ciudad de extrema derecha"
"Oviedo
es una ciudad eminentemente universitaria y tiene un gran futuro siempre
que apueste por la Universidad"
"Siempre
que hay una reticencia grave a enseñar las cosas, o en cualquier caso, a
no llamar a participar en determinados proyectos a la oposición, es
señal de hábitos poco recomendables"
"Endeudarse
como estamos hasta el 2017 es un desprecio hacia las corporaciones
sucesivas que van a quedar hipotecadas"
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Leopoldo
Tolivar Alas se lanzó al ruedo político en las pasadas elecciones
municipales como candidato a la alcaldía de Oviedo, dentro del programa
socialista. Su candidatura logró que el Partido Popular viese mermados sus
votos de una manera notable. "La izquierda, conjuntamente, estuvo a
menos de cinco mil votos de obtener la alcaldía. Si nosotros hubiéramos
obtenido un concejal más e Izquierda Unida simplemente hubiera mantenido
los que tenía, habríamos ganado el Ayuntamiento".
-¿Podría decirse que está más clara la posibilidad de arrebatarle
a Gabino de Lorenzo la alcaldía?
-Nosotros aún tenemos pocos datos sobre la evolución del sentir
del voto, pero yo creo, y es una idea que me interesaría destacar, que
Oviedo no puede ser una ciudad de extrema derecha. Me refiero a que no
considero que los mensajes del PP en Oviedo sean en sí, objetivamente en
cada convocatoria, de extrema derecha, pero entiendo que tan de extrema
derecha es una población que vota una vez a un partido que está en lo más
alto del extremismo, como una ciudad que vota durante veinte años a un
movimiento de derechas, eso es ser también de extrema derecha. Oviedo, en
general, es una ciudad liberal, abierta, crítica y por lo tanto, no va a
soportar ya dieciséis años de gobierno de la derecha, porque Oviedo no es
de extrema derecha. Oviedo es una ciudad que tiene sus vaivenes, y lo
normal, por la naturaleza de las cosas y por el sentido crítico de la
población, es que haya un cambio en los próximos comicios.
-En ese caso ¿qué tiene que ofrecerle a los ovetenses?
-Evidentemente en este momento, el Partido Socialista es la única
fuerza política capaz de liderar, o de aglutinar, a las fuerzas de
izquierdas de cara a hacer un cambio en la ciudad. Lo primero que tenemos
que ofrecer es un modelo distinto de gobernar, de gobernar con todos y para
todos. Y además, con el ayuntamiento abierto. Aunque a veces se hable en
este ayuntamiento de jornadas de puertas abiertas, poco abierto puede estar
un edificio donde se niegan expedientes a la oposición, donde
sistemáticamente funciona el monopolio o el oligopolio informativo, donde
se filtran las noticias a la prensa de forma interesada. Muchas veces, los
propios concejales nos enteramos por algún medio de comunicación de cosas
importantes para la ciudad. Poca participación tiene la ciudadanía cuando
sus legítimos representantes -porque IU y nosotros sumamos prácticamente
la mitad de los votos habidos en las últimas elecciones- estamos muchas
veces marginados de decisiones. Nosotros queremos justamente una
participación de todos sin ningún tipo de revanchismo ni nada similar, y
ser escrupulosísimos y respetuosísimos con los procedimientos, con las
iniciativas y las propuestas que nos vengan de los vecinos y de otros grupos
políticos o sociales.
-¿Y qué le va a pedir al ciudadano si consigue la alcaldía?
-Lo primero, paciencia; también tranquilidad y confianza. Confianza
porque necesitamos, evidentemente, un tiempo para reordenar las cosas. Nunca
nos podríamos precipitar anunciando que vamos a hacer una auditoría que va
a dejar patas arriba todo. No. Hay que actuar con prudencia, con
tranquilidad y cambiar, desde un sentido de la austeridad, de la
responsabilidad y de una mayor implicación en los temas sociales y
culturales, los hábitos de la ciudad. Cuando tengamos el poder haremos
inversión, pero enfocándola hacia otros temas, porque las prioridades
socialistas no son las mismas que las del Partido Popular.
-¿En qué aspectos debe cambiar la política municipal?
-Lo primero que tienen que cambiar son los hábitos, tanto públicos
como privados. En una democracia asentada -y la democracia española
tendría que estarlo ya en todos sus niveles- nada debería impedir que
pueda haber debates políticos de gran calado, todo lo apasionados que se
quiera, pero que una vez que terminan los plenos o las comisiones los
miembros de la corporación puedan tener una relación amistosa, cordial.
Eso naturalmente hay que recuperarlo. Pero es muy difícil porque existen
demasiadas resistencias y reticencias de unos hacia otros. Hay una trinchera
muy grande que a nosotros nos gustaría rellenar, pero para implantar
justamente la transparencia, la participación, la colaboración ciudadana.
En fin, un modelo totalmente distinto basado en principios claramente
constitucionales, como la objetividad en la actuación de la
administración, la intervención de la arbitrariedad, la racionalidad, la
eficiencia, pero no sometida a que cualquier fin justifica los medios, la
austeridad económica que se va a requerir en unos cuantos años, pero
diciéndolo claramente a la población y no contando milongas. Ahora hay que
entrar dentro del cuerpo de la ciudad para solventar los problemas más
importantes.
-Sin embargo entre la clase política y los ciudadanos parece que cada
día hay más distancia.
-Sí, es cierto. Creo que ese es uno de los problemas que tiene la
democracia española, quizá como consecuencia de hechos aislados, de
actuaciones escandalosas que ha habido en distintas administraciones, y eso
cobra un mayor tinte trágico en la política municipal, porque es la más
próxima al ciudadano. No obstante, hay una gran desconfianza de lo
político que yo creo que es por desconocimiento, y también por esa mala
publicidad que han dado episodios de todos conocidos. Cuando uno está en un
ayuntamiento, y yo soy nuevo en ello, veo a mucha gente trabajando
desinteresadamente, con el único objetivo de defender unos ideales en los
que cree, en trabajar por los vecinos y hacer la vida más grata a la
población. Naturalmente, hay garbanzos negros en todo tipo de ollas, pero
esa no es la tónica general. Y en ese sentido, sería muy importante
también que los ciudadanos quisieran participar más de los asuntos locales
a través de los movimientos ciudadanos y también a través de los partidos
políticos.
-A día de hoy ¿qué balance haría de su gestión en la oposición?
-He intentado dar la impresión de una oposición sosegada,
rigurosa, técnica, que estudia los asuntos, que hace propuestas en positivo
-no sé si eso cala o no cala en la sociedad, el tiempo lo dirá-; una
oposición que en primer lugar tiene que resolver el problema histórico que
es poner al día la contabilidad municipal, entender qué hay detrás de
todas estas entidades instrumentales que se crearon. Hay que cerrar el
pasado, pero cerrarlo con limpieza, con claridad, con transparencia. Y esa
es una dificultad. La percepción que pueda tener la sociedad sobre esto no
es fácil de pronosticar. El gobierno municipal, que curiosamente hace las
veces de oposición, nos ataca. Y esa es la experiencia más negativa,
aunque la preveía. Los ataques hacia mi persona y personas de mi entorno
han sido tremendos. Como yo provengo de un mundo distinto al de la
política, y teniendo una trayectoria entiendo que limpia en lo profesional,
pues nada pueden decir. Sus argumentos se basan simplemente en la injuria,
en el insulto, en la descalificación sin trasfondo, y eso es ingrato.
También he tenido alguna experiencia positiva, pues desde la oposición
estamos haciendo una defensa importante de bienes tradicionales de la ciudad
y del municipio, y se está trabajando muy bien el tema del medio rural, de
los servicios sociales. En los dos próximos años intentaremos llegar a
todas las capas de la sociedad para mostrarles nuestro programa, algo que
estamos haciendo a través de la difusión periódica de "La
Gaceta", una revista que estamos suministrando a todos los domicilios
ovetenses.
-¿Qué está pasando realmente dentro del Ayuntamiento ovetense?
-Algo que venía anunciándose, y es el colapso de una situación
que tiene, como todo, un ciclo vital, un ciclo histórico que se está
agotando casi por inanición. Es decir, el gabinismo es una pequeña
ideología, muy tosca en cuanto a su aplicación práctica, que consiste en
la suma -no voy a decir la compra para que no parezca muy duro- de
voluntades afines, y además bajo el método de que el fin justifica los
medios y la idea de la eficiencia, de la eficacia, de la rapidez y de la
agilidad. Partiendo de todo eso, se desprecian los derechos más elementales
de la oposición. La concurrencia competitiva en los procesos selectivos de
la contratación pública, como ha señalado el Tribunal de Cuentas, son
prácticamente inexistentes. La falta de transparencia es total. Se crearon
especialmente entidades instrumentales -la celebérrima Gesuosa- con la
finalidad de que fuera un ayuntamiento paralelo no sometido al derecho
público, y por lo tanto, con un mayor grado de libertad en la gestión, que
ha conducido, como todos sabemos, a un proceso penal. Luego está el
derroche de mucho dinero, el endeudamiento, para dar esa imagen de eficacia,
de brillantez, de limpieza en la ciudad. Hay obras que se han hecho
chapuceramente simplemente para agotar los plazos electorales y poder
presentarlas como un reclamo electoral. Pero sobre todo destaca el derroche
de mucho dinero con una mentalidad muy poco democrática, porque endeudarse
como estamos hasta el 2017 es un desprecio hacia las corporaciones
sucesivas, que van a quedar hipotecadas. Ahora lo que se está haciendo es
una política de austeridad. Los últimos presupuestos municipales, y
supongo que los del 2001 en la misma línea, han cambiado totalmente los
mecanismos de inversión. Ya no hay de dónde sacar, y en este ejercicio
entiendo que el PP tratará de dulcificar la apariencia de lo que han sido
estos últimos ocho años.
-¿Por qué tanta dificultad para conocer la situación financiera
real?
-Es un misterio, porque el que no tiene nada que ocultar no aborrece
de la luz. Siempre que hay una reticencia grave a enseñar las cosas, o en
cualquier caso, a no llamar a participar en determinados proyectos a la
oposición, es señal de hábitos poco recomendables. La oposición en
general hemos querido participar en muchos sitios, pero siempre que se nos
da entrada inmediatamente se nos reprocha que saquemos a la luz prácticas
que no son correctas, como ha ocurrido recientemente con la Sociedad
Ovetense de Festejos, donde la gestión parece claramente calamitosa en los
últimos años. Y naturalmente eso significa reabrir la batalla, en lugar de
reconocer que se han hecho mal las cosas e intentar una recomposición
democrática, que es lo que nosotros sugerimos, por ejemplo, con el caso de
Gesuosa. Pero se nos ha negado reiteradamente esa pretensión.
-Como conocedor de la Universidad y de los temas municipales ¿existe
preocupación en el Ayuntamiento por la Universidad?
-Nosotros tenemos una grandísima preocupación por la Universidad y
criticamos en la última campaña electoral que en los cuatro años
anteriores no se cedió un metro cuadrado a la Universidad de Oviedo. Eso
contrasta con otros proyectos, como el Campus de Viesques en Gijón o el
Campus de Mieres, en donde la sociedad y los ayuntamientos han tenido un
gran interés en la revitalización del tejido social a través de la
Universidad. Oviedo es una ciudad eminentemente universitaria y tiene un
gran futuro siempre que apueste por la Universidad.
Nosotros seguimos manteniendo la idea de que si, tal y como parece, el
Hospital Central debe ser llevado a otro lugar, lo lógico sería que el
espacio que existe actualmente en la zona hospitalaria se recuperara para
usos predominantemente universitarios, con lo cual conseguiríamos unas
instalaciones céntricas y que la Universidad creciera hacia el centro y no
hacia la periferia. Ese es nuestro gran proyecto y nuestra apuesta por la
Universidad. ∆ |