Los gobiernos han retirado la mayor parte de la ayuda humanitaria. A
nuestros hogares ya no llegan imágenes espectaculares del pueblo
mozambiqueño, pero la catástrofe continúa viva en el país africano.
"Lo pierden todo y sin embargo van por la calle tranquilamente y
sonríen. Yo me imagino una situación de este tipo aquí y creo que
habría muchas caras de desesperación".
"Si a mí me deben dinero y tengo hambre, de nada
sirve que me perdonen el dinero que debo, porque voy a seguir teniendo
hambre".
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Alejandro Rodríguez, cooperante del Movimiento por la Paz, el Desarme
y la Libertad en Asturias, es uno de los tres miembros de esta ONG que
visitaron Mozambique, escenario de fuertes inundaciones, el pasado mes de
marzo. Con su cámara al hombro, este joven avilesino pudo recoger la
realidad que se vive en este país africano.
-¿En qué consistía vuestro trabajo allí?
-En detectar a los beneficiarios de la ayuda, ver a quién se le
envía y cómo se canaliza. Hay que ver si lo que necesitan, alimentos,
kits de rehabilitación de viviendas, se puede comprar allí y si tenemos
casa para los posibles cooperantes que se envíen. También hay que
entablar las primeras relaciones con las autoridades locales, empezar a
allanar el campo para el trabajo de la gente que va a ir allí.
-¿Cómo valoras el despliegue de ayuda humanitaria que llegó hasta
Mozambique tras las inundaciones?
-La ayuda internacional fue una operación de maquillaje para
cubrirse un poco las espaldas, pero realmente no hubo el despliegue que
debería haber habido.
Yo por ejemplo he estado en Albania y aquello era otra cosa, se veía
más movimiento; pero Albania está en el centro de Europa. Los
aeropuertos en Mozambique no parecían aeropuertos en emergencia. A los
pocos días sí empezaron a llegar helicópteros. Trajeron un montón de
sacos de comida, pero sólo había maíz, guisantes y aceite, que no es
comida para gente que lleva mucho tiempo con una dieta muy limitada. Los
niños estaban completamente desatendidos, no había papilla, no había
leche, no había nada para ellos.
-En la ayuda internacional de los gobiernos ¿qué tanto por ciento hay
de real y qué tanto por ciento hay de marketing?
-De marketing hay muchísimas cosas, como por ejemplo decir que se
condona la deuda externa para aliviar al país. Si a mí me deben dinero y
tengo hambre, de nada sirve que me perdonen el dinero que debo, porque voy
a seguir teniendo hambre.
Después están las operaciones que hacen todos los gobiernos, por
ejemplo: dicen que se aprueba un montante de cinco mil millones de pesetas
para Mozambique, pero lo que hacen es mandar al ejército, que tiene que
mover 400 soldados, tiendas, cocineros, comida, sueldos, y gasolina para
los vehículos. Todo eso va incluido en ese montante de dinero. Lo que
realmente llega a los beneficiarios es muy poco. Si se destinan unos
fondos para una cosa creo que la mejor forma de hacerlos llegar a los
beneficiarios es a través de las ONG.
-¿Por qué tardó tanto tiempo en llegar la ayuda en el caso de
Mozambique?
-El problema de estas cosas es que cuando se produce una emergencia
tiene que haber un consejo de ministros, tiene que haber una
ratificación, y hasta que se entera quien se tiene que enterar pasan
quince días. Cuando se dan las primeras voces de alarma los gobernantes
se hacen los suecos, pero cuando la presión social es grande, porque la
gente está viendo imágenes de la catástrofe por televisión, entonces
es cuando se reacciona.
-¿Hacen falta imágenes espeluznantes para mover a los gobiernos?
-Yo creo que sí. Estoy seguro de que si no se hubiesen visto las
imágenes de la gente subida a los árboles nadie se hubiese movido. Las
ONG están dando la voz de alarma, diciendo que hay problemas en muchos
sitios, sin embargo no se hace caso hasta que no llega una imagen
impactante. Los gobiernos funcionan más por la presión social que porque
previamente exista predisposición y buena voluntad. Si hubiese buena
voluntad el 0'7% que hay que ceder a este tipo de países estaría
funcionando ya.
-¿Cómo se portó el gobierno español con todo esto?
-Yo creo que como todos los gobiernos. Ninguno es mejor que otros.
Yo creo que somos insolidarios todos. Hasta que no estás en un sitio de
esos y ves la situación, no te das de verdad cuenta.
-Han finalizado las inundaciones, ¿cuál es la realidad ahora de
Mozambique?
-Ahora mismo la mayoría de los contingentes que mandaron los
gobiernos se han ido, que es precisamente cuando viene el verdadero
problema de Mozambique. Lo de las inundaciones y lluvias fue lo más
espectacular de cara al público, pero la catástrofe llega ahora, porque
se han quedado sin sus cosechas. Ellos funcionan con dos cosechas. Cada
vez que recogen una seleccionan las mejores semillas para sembrar la
siguiente, de manera que han perdido no sólo la cosecha sino también la
simiente. Una de las propuestas del MPDL es proporcionarles las semillas
para que puedan plantar y recoger la cosecha en septiembre y alimentarles
durante ese periodo de tiempo.
-¿Qué daños ha habido?
-Pues en la zona de Buzi se había perdido el 90% de las cosechas,
y el resto del país que se vio afectado por las inundaciones está de una
forma parecida. Ellos sufrieron una inundación y un ciclón, y luego una
segunda y una tercera inundación. Eso lo desbarata todo.
-¿Qué fue lo que más te impactó de tu estancia allí?
-El carácter de la gente, cómo se toman las cosas. Lo pierden
todo y sin embargo van por la calle tranquilamente y sonríen. Yo me
imagino una situación de este tipo aquí y creo que habría muchas caras
de desesperación. Cuando le decías a la gente "es que perdisteis
las cosechas", ellos respondían "bueno, pero pescamos a la
puerta de casa". Son cosas que para mí eran surrealistas. El pueblo
mozambiqueño está acostumbrado a sufrir.
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