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SUPLEMENTO ASTURIAS
ASTURIAS
No es oro todo lo que reluce
Las explotaciones auríferas a cielo abierto
constituyen un grave peligro para el entorno natural.
Texto y foto: Alberto Polledo
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Carlés
(en asturiano Carllés), es una hermosa y diminuta aldea situada a 270 m. de
altitud, en la zona centro occidental de la región asturiana. Pertenece a la
parroquia de Viescas, dentro del municipio de suave orografía de Salas. Está
enclavado en las estribaciones suroccidentales de la sierra de las Traviesas, en
la ladera izquierda del río Narcea, y, lo que es más importante, sobre su
mismo cauce. Cobija su entorno amplias manchas boscosas que guardan abundante
fauna. Destaca sobre el resto la presencia del mítico, frágil (a pesar de su
corpulencia) y escaso oso pardo, no olvidemos que esta especie se encuentra en
peligro de extinción. Jabalís, corzos, zorros, gatos monteses, nutrias,
perdices, becadas, águilas, buitres, palomas torcaces... son una pequeña
muestra de la gran variedad faunística que habita estas tierras. Sin olvidarnos
de la gran riqueza piscícola que guarda el Narcea, río salmonero por
excelencia, conocido por deportistas de la caña de todo el mundo.
El río Narcea, mutilado por la presa de Calabazos aguas arriba de Soto de los
Infantes, va a encontrar que su cauce, en breves años, circulará preso entre
dos sierras desérticas. A la vista de lo que está sucediendo y cómo está
devastando el paisaje la mina de oro de Begega, en el concejo vecino de
Belmonte, sin duda podemos decir que Carlés y todo su entorno padecerán el
mismo tratamiento: miles de metros cuadrados de naturaleza polvorienta sin un
ápice de verdor, convertirán esta zona, privilegiada en cuanto a variedad
paisajística de media montaña, en panorámica lunar.
La sierra del Courío, al otro lado del río, mirador privilegiado de este
espacio geográfico, nos permite contemplar desde su máxima altura (1017 m), la
magnífica panorámica que se extiende por todo el concejo de Salas (aunque no
sabemos cuánto va a durar esta belleza natural), perdiéndose en la distancia
por los altos de la Espina. La hermosa plataforma circular que se eleva sobre el
cauce del río Narcea alberga numerosos pueblos, cuyos habitantes viven
fundamentalmente de las actividades agropecuarias.
Río Narcea Gold Mines, causante del grave impacto ambiental y del terrible
desastre ecológico en la sierra de Begega, amplía, o pretende extender sus
explotaciones mineras a cielo abierto al concejo de Salas; parece ser, con el
beneplácito de la Consejería de Medio Ambiente del Principado de Asturias. No
entendemos cómo este organismo da el visto bueno a esta empresa, cuando en la
sierra del Courío se encuentra uno de los pocos reductos de supervivencia del
oso pardo, -especie para cuya conservación se emplean cientos de millones de
pesetas- además de encontrarse la explotación minera sobre el mismo cauce del
río Narcea. Parece broma, pero una de las condiciones que desde dicha
consejería le imponen a la empresa minera es la de "reducir las voladuras
si se detecta la presencia de una osa con crías". A quién quieren
engañar; con las primeras explosiones y el ruido correspondiente al mover
millones de metros cúbicos de tierra con máquinas excavadoras de tamaño
excepcional, plantígrados y demás fauna salvaje desaparecerán de estos lares
para siempre.
Al brutal deterioro que produce la minería a cielo abierto, debemos de sumar el
peligro potencial que encierran las balsas de almacenamiento de residuos
tóxicos, auténticas bombas de relojería.
En EE.UU. comenzó de manera comercial la utilización de cianuro para
extracción de mineral, en especial oro, en los años sesenta. El proceso de
"lixiviación de cianuro" para la extracción del oro es el siguiente:
las rocas auríferas son trituradas, moliéndolas finamente a fin de separar las
partículas de metal precioso. La "pulpa" así obtenida es agitada en
una solución de cianuro sódico en contacto con el aire, formándose
aurocianuro de sodio. Una vez filtrado, puede obtenerse el oro por
precipitación con cinc, con aluminio o por vía electrolítica. Esta técnica
requiere el uso de grandes cantidades de cianuro que se almacena en las balsas
de residuos. Ya sabemos que el cianuro es una sustancia altamente tóxica, con
efectos mortales en el ser humano y otros seres vivos a muy pequeñas dosis.
Como muestra bastan los siguientes ejemplos:
En enero del 2000 en Baia Mare (Rumanía), 100.000 metros cúbicos de agua
contaminada con cianuro se vierten desde la presa de la mina de oro Aurul sobre
los afluentes del río Tizsa, cuyas aguas desembocan en el Danubio. El ministro
de Medio Ambiente húngaro declaró que, "además del daño ecológico, la
contaminación del río Tizsa con cianuro significa también una seria amenaza
para la salud humana, debido a las elevadísimas concentraciones de esta
sustancia en la parte más alta de Tizsa, 100 veces por encima de los límites
permitidos para el agua potable".
En Aznalcóllar (España), 1998, la ruptura de una balsa con residuos de pirita
expulsa cinco millones de metros cúbicos de lodos y aguas tóxicas en la
comarca de Doñana.
En Filipinas, 1996, tres millones de lodos tóxicos se vierten en el río Boac,
inundando veinte poblaciones.
En Guayana, 1995, la balsa de residuos de la mina de oro de Omai descarga dos
millones y medio de metros cúbicos de lodos con cianuro en el río Essquibo.
En Sudáfrica, 1994, dos millones y medio de toneladas de lodos de cianuro
causan la muerte de diecisiete personas.
En Ecuador, 1993, el vertido de lodos y escorias de una mina de oro entierra un
pueblo y produce la muerte a veinticuatro personas.
En Colorado (EE.UU), la rotura de una balsa de residuos de una explotación
minera en Summitville arrasa veinticinco kilómetros de río.
La Comunidad Europea ha catalogado potencialmente estas minas asturianas como
unas de las más peligrosas de toda la Comunidad, y está elaborando actualmente
un catálogo de instalaciones, en el que establece un ranking de balsas
localizadas en lugares "críticos", en relación con su nivel de
peligrosidad en caso de producirse un vertido.
La repetición de los casos de rupturas de balsas en las explotaciones mineras
deja claro que, un pequeño corrimiento de tierras, lluvias torrenciales o
filtraciones, pueden hacer llegar al lecho del Narcea dichos residuos, lo que
supondría la destrucción completa del río y de todo su contenido vital, de la
ribera, y el consecuente peligro para los ribereños y una parte importante del
mar Cantábrico. Ya podemos entender por qué en Asturias no es oro todo lo que
reluce.
¿Cómo es posible conservar especies como el oso y el salmón cuando se permite
destruir su hábitat? ¿Para qué se hacen estudios biológicos del salmón y se
subvencionan piscifactorías si a la vez ponemos en peligro mortal su
supervivencia?
El gobierno del Principado de Asturias pretende vender el eslogan "Asturias
Paraíso Natural" pero concede permiso para desolar fauna, bosques, montes
y ríos.
¿Cuándo se darán cuenta de que la salud de la naturaleza es el porvenir de la
humanidad? La vitalidad de la tierra es la mejor herencia que podemos legar a
nuestros hijos. ∆ |
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