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SUPLEMENTO ASTURIAS 
MITOLOGIA

 

EL FUEGO EN LAS TRADICIONES POPULARES ASTURIANAS

Pocos elementos como el fuego, excepto el agua, fueron acumulando tal cantidad de ritos a su alrededor.

Texto e Ilustraciones: Alberto Alvarez Peña.

Como en muchos otros pueblos, en Asturies el fuego tiene un carácter purificador. Quizás una de sus manifestaciones más vistosas son Las Fogueras de San Xuan, que celebran el solsticio de verano. Dichas hogueras compiten en luz con el sol, el astro Rey. La gente baila en torno a ellas, canta, queman el mal, a veces personificado en un gigante realizado en madera o blimas. Otra costumbre de esta noche es saltar las brasas, para quien lo consiga se reserva la felicidad y la dicha para todo el año.
Ya por San Xuan o hacia el uno de Mayo existía la costumbre de hacer pasar el ganado por el agua de una fuente o un manantial y después por el humo producido entre dos hogueras, así se consideraba que el animal quedaba "sagrado" para todo el año y de ese modo el mal no podría hacer presa de él. Se trata del mismo rito que se nos refiere de los celtas que hacían pasar el ganado entre dos hogueras durante la festividad de Beltaine (el 1 de Mayo) dedicada al dios Belenos y que marcaba el fin de la estación muerta y el comienzo de la vida. Rituales purificadores del ganado venían realizándose en Cangues d'Onís, Salas, Grandas de Salime y muchos otros conceyos asturianos.
Además, está el fuego del llar, de la casa, que también mantiene un carácter sagrado. No puede escupirse sobre él ni tampoco mear encima de él bajo pena de padecer enfermedades; tampoco puede alimentarse con desperdicios, pues supondría "ensuciarlo". Es al fuego del llar donde las almas de los difuntos se acercan para calentarse (el 1 de Noviembre) por lo que no conviene barrer la casa de noche porque se impediría a las "ánimas" acercarse al fuego. El producto del fuego, la ceniza, también tiene propiedades, en este caso curativas: era empleada para curar cortaduras, picaduras, etc., la ceniza de leña, carbayu, principalmente.
La ceniza de una culebra o de una sacabera (salamandra) se utilizaba para curar los efectos nocivos producidos por estas especies.
Finalmente era muy apreciado un tizón de carbayu o de bidueiru extraído de la hoguera que se prendía la tarde del Jueves Santo. Ese tizón, gordo como una estaca se apagaba y se guardaba en casa, cuando la tormenta se acercaba de forma amenazante se volvía para prender para que el rayo se apartase de la casa.
Hasta hace poco era práctica común en los Ozcos.
Del mismo modo para protegerse de la tormenta era frecuente quemar ramas de laurel bendito, árbol (junto al nogal) sobre el que se supone no caen los rayos. También era costumbre ahumar el ganado que se consideraba embrujado, haciendo fumazas de laurel bendecido, cagayón de gocho o pita, trozos de cuerno, etc.
Añadimos como curiosidad que uno de los lugares por donde escapa el trasgu o el diaño burlón se sitúa en el llar, subiendo por las cadenas del pote por donde sale el humo del fuego de la casa. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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