| | SUPLEMENTO ASTURIAS
RUTAS DE MONTAÑA
CAMINO REAL DEL SELLON
Pico Faceu |
Texto y Foto: Alberto Polledo
El recorrido que vamos a realizar es muy suave. Transcurre más
o menos por llano, en una zona de gran belleza, por la parte oeste de la sierra de
Xiblaniella, a la que dan cobijo dos ríos: el del Infierno por la parte oriental y el de
La Marea por la occidental. En esta zona las alturas son modestas. La cota máxima son los
1227 metros del Picu Facéu.
Para
realizar esta travesía es necesario contar con un vehículo de apoyo, o bien recurrir al
auto-stop, método que en ocasiones, puede jugarnos una mala pasada al retrasar el inicio
de la excursión más de lo debido.
El lugar de arranque de la caminata, está situado en la Collada de
Arnicio. Hay dos entradas para llegar hasta este lugar. Una, por la carretera carbonera
hasta Campo de Caso, en donde nos desviamos por Orlé a Bueres, para llegar al alto de la
collada citada. La segunda entrada es por la carretera de Santander hasta Infiesto,
dirigiéndonos por La Marea, -carretera que sigue el curso del río de mismo nombre- hasta
el mismo alto. Desde este paraje divisamos tierras de tres concejos: Piloña, Sobrescobio
y Campo Caso.
Desde el Alto de Arnicio, en donde suenan apacibles los cencerros del ganado, descendemos
en dirección a Infiesto por la carretera, alrededor de ochocientos metros. El camino se
desvía por la derecha, asciende entre cabañas y praderías cercadas, en la sombra de
castaños, robles, avellanos y fresnos.
Después, un ligero descenso, para comenzar de nuevo a elevarse sin prisa. Se acerca a
unas cabañas, y pronto llegamos a Frieru, terrenos de unas seis hectáreas de extensión,
propiedad del ayuntamiento de Caso.
Alberguería de Frieru, no imaginaste verte en este estado. Tú que
tantos viandantes y arrieros hospedaste, en su transitar a Villaviciosa, Colunga o
Ribadesella, hoy te ves en ruinas.
Continúa el camino hasta La Llinar, conjunto de cabañas muy antiguas, de las que pronto
nos despedimos para seguir ascendiendo y llegar al lugar en que la vista se abre sobre los
montes de La Marea y su entorno. Estamos abandonando la ladera del Facéu. Entre la hierba
que oculta el camino, asoma un tramo de senda empedrada. Pronto gira a la derecha, y se
mantiene entre profundos desniveles que descienden hasta Tozo.
La senda realiza un semicírculo, atraviesa un paso angosto, entre el monte y una gran
roca, en el que podemos ver restos pétreos de lo que acaso haya podido ser un dolmen. Por
la izquierda se deja ver el camino, que sube desde Tozo a encontrarse con el que nosotros
recorremos.
Sobrepasamos la loma para asomarnos al valle de Moro, ya en las
cercanías de la Sierra del Sellón. Una collada más, y descendemos en pocos minutos a la
campera donde se encuentran las ruinas de la que un día fue ermita del Sellón. Nos
desviamos unos metros hasta dichas ruinas. Aquí, la vista se extiende por los caseríos
del Omedal y desciende hasta Espinaréu, sube por la sierra de Aves, -picos bravos a pesar
de su escasa altura- en donde manda El Vízcares (1419 m). Allá en la lejanía, el macizo
del Cornión, algo más cercana, la gran mole de El Sueve.
Retornamos a la senda, (por debajo de ella, a la izquierda hay una fuente con abrevadero)
que se asoma sobre el pueblo de La Marea y sus satélites, El Fresnedal, La Motosa, Miera,
La Travesera... Infinidad de pueblos y caseríos asoman entre bosques y prados adornando
la panorámica.
Iniciamos una ligera ascensión por la falda del Cantu de la Cabeza (887 m.). En algunos
lugares, el camino se convierte en senda, y pasa junto a una fuente antiquísima, -hoy sin
agua- que se encuentra a la derecha del camino. De nuevo, nos situamos sobre el valle de
Espinaréu, rodeado de agrestes cumbres, para pronto abandonarlo y pasar al opuesto que se
estira sobre El Piñuecu, Les Melendreres, El Raposu, Vegarrionda.
Y ya comenzamos el ligero pero prolongado descenso, que sin cesar, va a
acercarnos a Lozana. El camino baja transformado en senda. A pesar de que la maleza
pretende ocultarlo en algunos tramos, podemos observar en perfecto estado el muro de
contención. La vegetación sufre un notable cambio. Espineras, acebos, tojos y un poco
más abajo, castaños, robles y fresnos, van sustituyendo el matorral del monte bajo.
Una campera, -muy a menudo fozada por los jabalíes- nos espera por encima de unas
cabañas. El descenso, continúa por la izquierda de esta y aunque en algunos tramos la
senda pretende despistarse, debemos descender a una pradería cercada, con un tendejón en
su interior. Prosigue por la izquierda de los pueblos de Sierra y San Vicente, sin
pérdida hasta Lozana, en donde se hallan las casonas de Salceda y de La Garrida, las dos
del siglo XVIII.
Si disponemos de vehículo de apoyo, pueden recogernos en este lugar. En caso contrario,
debemos de descender hasta Infiesto, y desde allí, retornar a nuestro lugar de origen en
tren o autobús. Después de, aproximadamente cinco horas y media de cómodo caminar.
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