l primer día que
hablé con Cristina para concertar la entrevista encontré una fuerza arrolladora tras el
teléfono. Me pareció de esas personas que hacen las conversaciones fáciles y fluidas.
Después pude confirmarlo. En cuanto llegué me adviritió: "Me encanta hablar, así
que si es necesario me paras".
Con esta indicación pulsé el play de la grabadora.-¿Cómo
llega una mujer como tú a ocupar un puesto como este?
-Entré a trabajar en el ayuntamiento de Gijón como animadora sociocultural,
me presenté a este trabajo y me consideraron adecuada. Siempre tuve mucho interés por lo
social y por lo político. Pertenecía y pertenezco a asociaciones de mujeres y siempre me
he movido bastante en el mundo de lo social. Caí aquí un buen año, creo que el 93, y
empecé a trabajar con mujeres en una Casa de Encuentros que ya tenía una directora.
Cuando llegué lo hice como todo el que llega por primera vez, con una percepción de las
cosas que es la que te da la calle, la prensa, las conversaciones. Me encontré en otro
mundo, no distinto al que me esperaba, pero sí más profundo, con muchos más problemas,
con más derivaciones. Cada persona necesita un tratamiento especial; todas las mujeres
son especiales. Al entrar en ese mundo uno empieza a encontrarse con muchas partes de sí
que no conocía. Yo estoy en ello, evolucionando y aprendiendo de las mujeres.
-¿En qué consiste tu trabajo?
-Particularmente me ocupo de las relaciones con las asociaciones, con las
vocalías de las mujeres, con otros departamentos del ayuntamiento, fundaciones y
patronatos.
No se puede hablar de un trabajo habitual porque cada día es distinto: hago de todo. Una
mujer puede entrar aquí porque se va a separar, o porque tiene un problema laboral, de
soledad... lo que sea. Lo fundamental es que cuando salga de aquí tenga una expectativa.
No le podemos dar la solución a sus problemas, pero podemos informar y ayudar.
-En una ocasión leí una declaración tuya definiéndote
como feminista.
-Sí. Me encuadro dentro del feminismo de la diferencia, no de la igualdad.
Yo no quiero ser igual que un señor. Tengo una sexualidad muy rica, unos pensamientos muy
ricos, una genética, una cultura como mujer y no necesito en eso ser como un hombre.
Tengo que ser como un señor en la posibilidad de trabajar, de acceder a puestos de
responsabilidad, de cobrar el mismo salario, de poder compartir las tareas del hogar, de
los hijos, el cuidado de los padres y de los enfermos. Por lo demás estoy encantada de
ser mujer, me encanta ser mujer, eso lo tengo muy claro.
-¿Qué es lo primero a conseguir?
-Hay muchísimo por hacer, aunque lo fundamental es la educación. ¿Cuántas
mujeres y hombres saben que el movimiento anti esclavista tuvo mucho que ver con el tema
de la mujer? Las mujeres empezaron ayudando a los negros y después se plantearon que si
podían ayudar a los negros por qué no ayudarse a sí mismas. ¿Cuánta gente lo sabe?
¿Cuánta gente sigue pensando que una feminista es fea, tiene problemas sicológicos y
físicos, y es una especie de demonio andante? Las mujeres somos el 50% del mundo. Y el
mundo no puede funcionar sólo con el otro 50%, porque se está perdiendo una gran
potencia mental y cultural, y una gran cantidad de esfuerzo y de trabajo. Los cambios en
la sociedad son muy lentos, y en el pensamiento ni te cuento.
-El conocer y atender a tantas mujeres con problemas
diversos ¿qué aporta a nivel personal?
-Primero no juzgar por las apariencias porque no puedes ni debes hacerlo.
Segundo, aprender a escuchar. Yo hablo mucho, pero cuando trabajo procuro escuchar, es
algo que te aporta muchas cosas, y fundamentalmente entender que cada persona es un mundo
que tiene un montón de valores distintos. Todos los días se aprende algo.
-Desde que empezaste a trabajar en la Casa de Encuentros,
hace ahora seis años ¿qué te ha enseñado tu trabajo?
-Que se puede salir adelante siempre. Hay mujeres que están en condiciones
increíbles y al cabo de un año o dos las ves salir adelante. Que venga aquí una mujer y
te diga: "¿Te acuerdas de mí? Pues ahora estoy haciendo esto o lo otro. Estoy muy
bien", eso no hay nada en el mundo que lo pague, esa sensación de utilidad. Pero
tampoco se puede pagar la sensación de inutilidad, la frustración por no poder llegar,
bien porque no tienes medios, porque no sabes, o porque hay veces que los instrumentos
sociales son muy difíciles.
-¿Qué esperan encontrar en la Casa las mujeres que van a
veros?
-Hay casos de malos tratos que necesitan de todo: empleo, cariño, apoyo emocional,
justicia, etc. Pero lo fundamental y lo primero es hablar. Hay una cosa clara, una
administración nunca puede cubrir el papel que tiene que hacer cada persona. Puedes
ayudar, puedes orientar, pero tiene que ser cada uno el que salga adelante.
-¿Qué pueden aportar las mujeres a esta sociedad?
-Tenemos una gran capacidad de organización, y de visualización de los problemas,
tanto en el ámbito laboral como en el familiar. Además tenemos mucha capacidad de
dirección, y de entrega, que se puede aplicar tanto en la vida como en el ámbito
laboral. Nuestro defecto es que nos valoramos poco. Y mucho más. Las mujeres han aportado
muchísimas cosas a la sociedad, lo que pasa es que no se sabe.