
La mujer que tuvo en vilo a miles y miles de corazones. La que llenó los
momentos duros de la historia española con las historias de amor más fantásticas. La
escritora rosa por excelencia. Esa fue y continúa siendo Corín Tellado, la inolvidable
Corín.
"No
envidio a nadie, no deseo lo de nadie, me conformo con lo que tengo, y considero que esa
es una plácida felicidad"
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LA ERÓTICA ENCUBIERTA
Corín
abre las puertas de su casa al tiempo que examina tus intenciones. Asegura que sólo
mirando a los ojos conoce a la persona que tiene delante. Quizás le ayuden sus iniciales
estudios de psicología, pero son sobre todo los años, los largos años de experiencia
lidiando con toda suerte de periodistas y gentes de negocios. "No creas que dejo que
venga todo el mundo". ¿Agresiva? Falso. Su acogida es cálida y su sonrisa amplia y
agradable te hace sentirte como en casa.
-Entiendo que no reciba a todo el mundo. En sus 55 años de
escritora debe haber tenido todo tipo de experiencias.
-Sí, es que hay gente que no sabe hacer entrevistas. Hay cosas que se sabe que se pueden
decir, y cosas que se deben callar. El periodista que crea que por el escándalo va a
llegar, se equivoca y no llega, porque el entrevistado lo detesta y no lo recibe más.
-Tiene fama de tener un carácter fuerte ¿se forjó con el
tiempo?
-Yo creo que antes era tímida y a base de entrevistarme con señores muy sesudos y muy de
despacho fui cogiendo una agresividad que no dejé. Pero hoy no soy una persona agresiva,
más bien soy una persona dulce y tierna para mis hijos y para mis amigos.
(Sentadas frente a frente, la naturalidad de Corín te conduce a
tutearla)
-La pregunta obligada es cómo descubriste a Corín Tellado.
-La verdad es que la he contestado muchísimas veces. Vivía en Cádiz entonces. Mi
padre era marino mercante y mi madre me daba como a todo hijo de vecino cinco pesetas para
ir al cine. Yo tenía una amiga rica que iba a butaca, y como siempre fui muy orgullosa no
me daba la gana de decirle "oye, sólo tengo cinco pesetas y no me llega para butaca,
y al gallinero no voy a ir, así que me quedo". Siempre fui muy dicharachera e
inventadora de historias, así que la entretenía, empezaba a hablar con ella y cuando se
daba cuenta había perdido la hora del cine. Al llegar a casa, cuando mi madre me
preguntaba qué película había ido a ver me la inventaba, y ahí descubrí yo a Corín
Tellado. Lograba emocionar a mi madre con unas mentiras garrafales pero con unas historias
divinas. Me ponía encima de una silla y dialogaba y recitaba y lanzaba exclamaciones. Una
noche que mi padre estaba enfermo le dije a mi madre "oye, márchate a dormir que hoy
velo yo a papá" Y esa noche empecé una novela y me di cuenta inmediatamente que era
capaz de escribir infinitamente.
-En tus escritos fuiste de alguna manera una adelantada para
tu tiempo.
-Mis novelas salieron al mercado en un momento en que no había ni televisión ni radio.
Había una represión tremenda en el país, las cosas no se decían, y a mí no me gustaba
cómo se vivía. Así que yo dije que de eso nada, que había que tener más libertad,
entonces empecé a poner besos, situaciones sexuales amorosas, eróticas encubiertas.
Emocioné a las mujeres y las convencí. Y me dice Garci: ¿Y tú cómo sabías esto y
esto? Yo le decía que a mí no me preguntase, yo era autora, tampoco lo sabía Julio
Verne y hoy hay submarinos y aviones. Yo entonces no lo sabía.
-Incluso escribiste novelas pornográficas en la época de
la censura bajo el pseudónimo de Ada Miller.
-En mis relatos siempre fui erótica escribiendo, pero encubierta. Y hubo momentos
duros en los que sufrí mucho, porque me devolvían las novelas. En la etapa que escribí
como Ada Miller publiqué varias novelas. Eran descarnadas, en ellas no había
sentimientos, sólo había sexo. Escribí 26 y dije: con esto no sigo. Lo dejé. Esa fue
una época que quise probarme a mí misma. Yo soy escritora e igual hago un cuento
infantil, que un artículo, cuentos juveniles, novelas cortas, de todo, porque yo soy
autora por narices y además muy trabajadora...
-Se te conoce sobre todo como escritora rosa, el amor es una
constante en tus novelas.
-Lo que escribo son historias de amor, pero yo del amor sé muy poco. He vivido un
amor más bien frustrante, pero no considero que la felicidad la dé sólo el amor.
-Con más de cinco mil novelas publicadas sobre tus
espaldas, hacia dónde diriges tus pasos.
-Estoy escribiendo una novela larga que se llama El destino de las sombras. Estoy
enamorada de ella, es una historia con línea especial que va a tener unas 320 páginas.
Sigo escribiendo en la revista americana, Vanidades, con la que colaboro desde hace 35
años, también estoy colaborando con un periódico y para Internet con una historia
preciosa que se llama Milagro en el camino. Es la historia de una familia en Kosovo
que está escapando de la guerra.
-¿En qué crees?
-Hombre, yo creo en Dios. Aunque no soy practicante, lo fui mucho, pero me pasaron cosas
que consideré que no las merecía y fui perdiendo, no la fe, que la tengo entera, pero
tal vez la confianza en el género humano, en el que luego no crees porque has recibido
tantas decepciones, tantos palos, que acabas pensando que no merece la pena.
-Sin embargo y tras una carrera de 55 años como autora
estás recibiendo el reconocimiento que te mereces.
-Trabajé mucho y creo que ahora estoy recogiendo el producto de una labor callada,
humilde. Si yo llevo tantas novelas y tanto escrito, me da pena pensar que no merezca un
respeto.
-Sé que estás a gusto viviendo en Asturias, tu tierra,
¿estás contenta con la configuración de su nuevo gobierno?
-Hombre, sí estoy satisfecha de cómo ha quedado. Admiro mucho al ex-alcalde de Gijón,
el presidente hoy de la autonomía, porque ha hecho mucho por Gijón. Es un asturiano de
pura cepa, y será el que saque a Asturias de este marasmo y de este snobismo. Y eso lo
digo al margen de la política.
En un rápido recorrido por el
jardín de su casa continúa desgranando anécdotas de su vida, a cada cual más original.
Y es que Corín Tellado, según la Unesco la autora más leída en lengua castellana,
sólo superada por el Quijote y la Biblia, lleva en la sangre ser narradora de historias.
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