
Legislar no aumenta el número de
abortos; en los países con la legislación más permisiva, como Holanda,
Suecia o Dinamarca, la tasa es muy baja y se realizan con todas las
garantías en centros hospitalarios y de forma gratuita. |
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MARZO 2008

DERECHO A DECIDIR
POR ISABEL MENENDEZ
Cada
año, ochenta millones de mujeres se enfrentan a un embarazo no deseado y
algo más de la mitad se somete a un aborto que, en el 97% de los casos,
será de alto riesgo por no disponer de las condiciones mínimas
sanitarias. Según la Organización Mundial de la Salud, unas 70.000
mujeres mueren cada año a causa de los abortos clandestinos. Las que
sobreviven, a menudo se enfrentan a secuelas irreversibles como lesiones
de órganos, infecciones crónicas o esterilidad. En África, el 25% de
este tipo de abortos de riesgo se practica a adolescentes.
Estas cifras, expuestas por la investigadora Anne Daguerre en un
artículo publicado en "Le Monde Diplomatique" revelan que, más allá de
posiciones ideológicas o religiosas respecto al aborto, es necesario dar
respuesta a los embarazos no deseados o forzados. Legislar no aumenta el
número de abortos; en los países con la legislación más permisiva, como
Holanda, Suecia o Dinamarca, la tasa es muy baja y se realizan con todas
las garantías en centros hospitalarios y de forma gratuita. Sin embargo,
estamos asistiendo a un repunte de las posiciones más conservadoras que
ponen en peligro un derecho que parecía consolidado en los países
desarrollados.
El estatus jurídico del feto no nacido no es universal. En Estados
Unidos, se considera que tiene los mismos derechos que la madre, por lo
que se compromete el derecho a elegir de ésta, incluso si existe riesgo
para su vida. Por esa razón, quienes practican abortos son perseguidos y
amenazados, a veces asesinados, y en consecuencia es muy difícil acceder
al aborto y únicamente las mujeres que tienen medios económicos pueden
elegir. En la Unión Europea, por el contrario, no se otorga estatus
jurídico al feto, tal y como acaba de disponer el Tribunal de
Estrasburgo. Una mujer francesa, que perdió el bebé que esperaba por un
error médico, había acudido a este tribunal al considerar que la
justicia de su país había atentado contra el derecho a la vida del no
nacido, al absolver al facultativo de homicidio involuntario. Para el
tribunal europeo, desde el punto de vista del derecho no se puede
responder a la cuestión de si un feto es una persona en el sentido que
establece la Convención Europea de Derechos Humanos. En Italia,
Berlusconi equipara el aborto con la pena de muerte y acaba de proponer
que la ONU hable de derechos humanos "desde el momento de la
concepción". Así, en lugares de Europa donde la legislación es
relativamente abierta, sigue existiendo reprobación sobre las mujeres
que se someten a una interrupción voluntaria del embarazo. Daguerre
explica que algunas son calificadas como irresponsables cuando solicitan
el aborto y, en ocasiones, son acusadas de acabar con una vida. Así las
cosas, las mujeres deben afrontar la falta de recursos y estructuras. En
España, más del 95% de los abortos se practican en clínicas privadas,
las únicas que han facilitado este derecho. Ahora, estas clínicas están
amenazadas y sus pacientes también, mientras que los sectores más
reaccionarios hablan de prohibir el aborto, lo que ha provocado
movilizaciones que incluyen la autoinculpación, como medida de presión
para que la ley solucione la inseguridad jurídica actual. El derecho a
elegir de las mujeres, que debería inspirar la norma, tal y como sucede
en la mayoría de estados de nuestro entorno, vuelve a estar en cuestión,
perdiendo el carácter de derecho fundamental que las mujeres le habían
otorgado. Por eso, Anne Daguerre advierte que el avance de los
movimientos reaccionarios en Estados Unidos y en Europa recuerda que,
cuando se habla de derechos de las mujeres, nada es definitivo, sobre
todo para las más pobres. § |