
En realidad no hemos aprendido que somos tus hijos y
por tanto, como tú, nos estamos recreando en cada momento, podemos cambiar,
transformarnos, reconstruir, renacer de nuestras cenizas, rebrotar del
letargo, todo cuanto tú eres es lo que somos, aunque aún no seamos
conscientes, aunque aún no nos lo hayamos creído. |
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MARZO 2008

VIDA
POR ELENA G. GOMEZ
Esta
mañana me he despertado media hora antes de que sonara el reloj y como
no podía dormir más me levanté y salí a la terraza.
Hacía un poco de fresquito, pero se estaba bien. El cielo empezaba, como
yo, a despertarse, regalando su espectáculo de color. Los pájaros ya
estaban en pleno movimiento, cantando, volando, viviendo.
Respiré profundamente tratando de llenarme de vida, porque en realidad
todo cuanto me rodeaba era vida, sólo vida.
Y entonces pensé en ella, en la vida, en la vida que está fuera y dentro
de cada uno de nosotros. En la vida de todo cuanto nos rodea. En la vida
de la que no somos conscientes. En la vida que no valoramos.
Vida…
Eres desde el primer latido. ¿O quizá eres desde antes?, desde antes de
nacer, de ser creada, de ser un pensamiento.
Nos rodeas, nos envuelves, nos compenetras, siempre estás ahí, pasando
de una forma a otra, recreándote en cada existencia.
Eres pequeña, infinitamente pequeña, casi invisible y por eso eres
grande, gigante, invencible.
Tal vez seamos los hombres la única especie que aún no sea consciente de
lo importante que eres.
Jugamos contigo, Vida, creyendo que tenemos algún dominio sobre ti y en
realidad somos unos pobres ignorantes.
Estoy pensando, Vida, que a lo mejor inconscientemente sí sabemos que te
estamos ignorando, tal vez sea ésa la razón por la que llenamos nuestros
días de esquemas, de rutinas, y no dejamos huecos vacíos, espacios en
silencio, momentos para pensar, para observar, para sentirte…
Cierro los ojos y me siento afortunada, afortunada porque respiro y al
respirar siento el aire frío entrando en mi cuerpo. Afortunada porque
puedo escuchar los sonidos de la mañana, porque puedo sentir en mi piel,
porque puedo caminar, hablar, pensar.
Afortunada porque luego, cuando tenga hambre, iré a la cocina y comeré.
Podré dejar que el agua caliente relaje mi cuerpo, y simplemente con
abrir el armario encontraré todo cuanto necesito para vestirme.
Pero además, no sólo soy afortunada por todo esto, sobre todo soy
afortunada porque estoy viva, porque tengo por delante un segundo, otro,
y otro, e infinitos segundos que en realidad no son tiempos sino
espacios, espacios que son oportunidades, oportunidades que son
experiencias.
Y ese espacio es en realidad tu espacio, Vida, un espacio que está lleno
de millones de pequeñas decisiones, porque lo que nos hace movernos por
la vida son nuestras decisiones, y ésas son realmente importantes.
Creemos que somos de una u otra forma, pero en realidad no hemos
aprendido que somos tus hijos y por tanto, como tú, nos estamos
recreando en cada momento, podemos cambiar, transformarnos, reconstruir,
renacer de nuestras cenizas, rebrotar del letargo, todo cuanto tú eres
es lo que somos, aunque aún no seamos conscientes, aunque aún no nos lo
hayamos creído.
Necesitamos, Vida, impregnarnos de ti, de tu frescura, de tu
generosidad, de tu creatividad, de tu libertad.
Necesitamos ser como tú, saber que somos inmortales, que no necesitamos
dejar nuestra huella porque inevitablemente ya la estamos dejando, y la
dejamos en cada acto de la vida, en cada pensamiento que transmitimos.
¡Qué ignorantes somos!, Vida, porque al creernos el centro de la
existencia no somos conscientes de la responsabilidad que cada uno
tenemos, la responsabilidad de nuestras palabras, la responsabilidad de
nuestros pensamientos.
Vida, algunos piensan que la responsabilidad es de los más "poderosos",
tal vez lo piensan para así poder hacer lo que les apetezca, para
acallar su conciencia colectiva, pero la realidad es que todos y cada
uno de nosotros somos responsables de todo lo que decimos, de todo lo
que creamos, de todo lo que construimos.
Últimamente todo el mundo está preocupado por el cambio climático,
incluso hay enfrentamientos entre los que dicen que existe o que todo lo
que sucede es un proceso natural, pero nadie habla sobre el efecto que
ejerce nuestra forma de vida, no la física, sino la mental.
El daño que hace, por ejemplo, seguir alimentando los cotilleos, los
chismes, los sensacionalismos, las mentiras, los insultos.
Vida, decididamente tenemos mucho que aprender, aprender a cuidar los
unos de los otros, aprender a escucharnos dentro, aprender a
acariciarnos con nuestras manos, con nuestros labios, con nuestras
palabras.
Ser como tú, Vida, pequeñas partículas llenas de ti, de tu fuerza, de tu
creatividad, de tu ternura, de tu generosidad... § |