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Los microorganismos
se defienden
El hombre lleva sobre la
Tierra apenas unos millones de años, mientras que ellos están aquí desde
el principio. Fueron los primeros seres vivos que poblaron el planeta y
los responsables de que hoy sea un lugar habitable.
Cubren como un manto la vida y forman parte del 90% de las células de
nuestro cuerpo.
La mano del hombre ha alterado los ecosistemas y por tanto su
equilibrio. Ellos se rebelan y luchan por sobrevivir.
Texto: Mariló Hidalgo |
Los dueños del planeta
Sin
duda tienen mala reputación,
aunque también hay que reconocer que se debe básicamente a la
ignorancia. Hablamos de los microbios, esos pequeños organismos
unicelulares que asociamos con frecuencia a enfermedades y graves
amenazas; esos "bichitos" que consideramos primitivos, rudimentarios y
sin apenas evolución, que vemos a través del microscopio de un
laboratorio o fotografiados en los libros; esas "criaturitas" que
conviven a nuestro lado pero que intentamos evitar en la medida de lo
posible.
Descubrimientos fascinantes de este mundo diminuto nos muestran una
realidad que está revolucionando a la comunidad científica.
Existen varios tipos de microorganismos pero aquí vamos a hablar
especialmente de las bacterias. Minúsculas nanomáquinas biológicas
perfectamente organizadas en red, con códigos genéticos reducidos,
especializadas pero programadas para funcionar en grupo a fin de poder
sobrevivir a cualquier adversidad.
Fueron los primeros seres vivos que poblaron la Tierra y sus únicos
habitantes durante millones de años. Su trabajo fue decisivo para crear
las condiciones iniciales de la existencia de vida en el planeta y hoy
cubren como un inmenso manto mares, montañas, cuevas, atmósfera y por
supuesto, nuestro cuerpo. El biólogo británico Richard Dawkins lo
resumía en esta frase: "El mundo está dividido fundamentalmente en
bacterias y el resto".
Y es que hace 3.500 millones de años, las células bacterianas se
dividieron una y otra vez y exhalaron todo el oxígeno necesario para la
vida. Transformaron aquella atmósfera caliente, irrespirable e inhóspita
que era en aquel momento nuestro planeta, en un lugar habitable.
Alteraron toda la superficie de la Tierra hasta convertirla en un fértil
planeta. Durante este proceso tuvieron que adaptarse al frío y al calor,
al medio acuático y a la densidad terrestre para poder sobrevivir. Y así
llegaron hasta nuestros días. Son las dueñas del planeta y cuando el
hombre haya desaparecido, ellas seguirán estando aquí.
Foto:
Nan
El microscopio ha revolucionado la
ciencia y nos empieza a mostrar la importancia de lo pequeño, del
microcosmos. Es ahí donde parecen encontrarse los verdaderos cimientos
de la vida. |
Los expertos aseguran que si desde el
principio hubiese existido una sola especie -en vez de esta variedad de
flora y fauna- no podría haber vivido más de 300 millones de años porque
habría agotado las reservas para su sustento. Gracias a las bacterias la
materia viva se recicla, se transforma y se acopla de tal manera que los
residuos de unos sirven de alimento a otros. Es la cadena de la vida en
una lucha por la supervivencia.
Unas bacterias se encuentran en ambientes inhóspitos como agua salada,
manantiales en ebullición, ambientes ricos en ácido sulfúrico o lugares
sin oxígeno; allí producen gas metano. Otras se encuentran en el suelo,
aire, agua o interior de otros seres vivos y desarrollan una labor de
cooperación en sus funciones vitales. Un grupo especial es el encargado
de la fotosíntesis: producen oxígeno para la atmósfera.
Gracias a sus tareas de "reciclaje", cuando las plantas y los animales
mueren, los nutrientes se descomponen y se liberan para servir de
alimento a otras especies. Nos proporcionan alimentos, ya que participan
activamente en el proceso de fabricación del pan, la cerveza o el vino,
el yogurt o el queso. Son fuente de nutrientes para todos los animales
marinos y además ayudan a las plantas a crecer fuertes y aumentar su
productividad.
Tienen una parte activa en el proceso de biodegradación, ya que son las
responsables de eliminar los desechos generados por la industria y los
hogares, tratamiento de las aguas residuales y su posterior
transformación para que el agua regrese a sus cauces naturales con
seguridad. Incluso el metano producido durante este proceso es utilizado
para generar calor y electricidad.
Gracias al trabajo realizado por estos microorganismos a lo largo de
miles de años, el hombre puede disponer hoy de petróleo o gas natural. Y
también de antibióticos, claves para la salud, resultado -en un 70% de
casos- de fermentaciones bacterianas.
¿Hay algo que ocurra en este planeta que no tenga relación con estos
pequeños organismos? En realidad no. Nuestras propias células proceden
de la simbiosis de bacterias y cuando hace 700 millones de años
aparecieron los primeros organismos pluricelulares, las bacterias ya
habían establecido su reino 2.800 millones de años antes.
¿Cómo han conseguido sobrevivir a tanta adversidad? ¿Son inteligentes?
Ésa ha sido la gran pregunta hasta ahora que parece tener su respuesta
en los últimos descubrimientos: no poseen inteligencia pero su
funcionamiento como conjunto sí es inteligente. ¿Cómo? Trabajando en
equipo, intercambiando información, tejiendo una red altamente
resistente y estable frente a perturbaciones externas. Compartiendo
código genético y, por tanto, ayudando a reprogramar continuamente a sus
compañeras según las exigencias del entorno. Desarrollando una cultura
constructiva, transformadora, basada en el reciclaje -recordemos que su
palabra clave es fermentar-. Evolucionando a través de la creatividad,
de la innovación que les llega desde cualquier punto de la red de
comunicación que tienen creada desde hace millones de años y que abarca
hasta el último rincón de este planeta. Trabajando como bloque para
autoabastecerse, buscando siempre las condiciones óptimas para el
equilibrio de la comunidad. Son sabias e inteligentes en la medida en
que cada uno de sus miembros actúa de forma responsable, aportando "su
especialidad" en beneficio del conjunto.
Esta forma de vida les ha permitido colonizar cada vez más hábitats,
aumentar la diversidad de la especie y por supuesto sobrevivir,
desarrollar una mayor resistencia a las alteraciones del entorno.
Desde el punto de vista evolutivo, el hombre es
un recién llegado. Como especie se
encuentra en una fase juvenil. Es más un proyecto que una realidad.
Pero sobre todo, esta forma de vida ha
despertado gran interés entre expertos de distintas disciplinas porque
plantea un nuevo concepto de evolución de las especies, alejado del
principio de competencia o la ley del más fuerte. Algunos incluso hablan
ya de un modelo de civilización bacteriana y de un "pensamiento
bacteriano". Un ideal de vida basado en la cooperación, la
especialización -cada una desarrolla una labor distinta- y en el trabajo
en equipo, verdaderos motores de su evolución. Valores que chocan con
los que hasta ahora ha defendido el hombre y que le han conducido al
momento actual: violencia, guerra, individualismo, egocentrismo respecto
al resto de la creación, destrucción del entorno...
La realidad es que desde el punto de vista evolutivo el hombre es un
recién llegado. Como especie se encuentra aún en una fase juvenil:
empieza ahora a desarrollarse y conocerse. Podríamos decir que es más un
proyecto que una realidad. Si a ello añadimos los recientes
descubrimientos sobre la composición de nuestras células, los fósiles
encontrados de microbios primitivos y la información que ha llegado a
nosotros a raíz de la decodificación del ADN, veremos que esa idea del
hombre como criatura invulnerable y supremo administrador de la vida en
el planeta, cae por tierra. El microscopio ha revolucionado la ciencia y
nos empieza a mostrar la importancia de lo pequeño, del microcosmos. Es
ahí donde parecen encontrarse los verdaderos cimientos de la vida, un
modelo a seguir, las claves de la supervivencia. §
Somos más microbios
que mamíferos
No son nuestros polizones y no
están fuera sino dentro. Conviven con nosotros desde hace una eternidad.
En realidad cada uno somos una recombinación de poderosas comunidades
bacterianas que tienen tras de sí una larga historia de millones y
millones de años. Ellas son el origen, lo tienen grabado en su memoria y
nosotros somos algo así como una comunidad de bacterias ambulantes.
Juntos estamos embarcados en esta aventura que es la vida.
Se cree que el número total de genes microbianos en nuestro cuerpo,
excede al de genes humanos en una proporción de mil a uno. Aunque debido
a su tamaño, sólo un 10% de nuestro peso corresponde a estos
microorganismos. Con ellos intercambiamos constantemente sustancias
moleculares relacionadas con el crecimiento, desarrollo y reproducción.
Dicho de otra forma, gracias a ellos somos humanos.
Foto:
FER
El 90% de las células de nuestro
cuerpo son bacterias. Existe una inmensa red bacteriana que mantiene
conectada la vida del planeta. |
Durante los nueve meses que permanecemos en el vientre materno estamos
aislados de esa influencia pero en el momento que salimos al mundo
exterior, pasamos a depender de estos pequeños organismos para
sobrevivir. Unos nos harán de escudo contra gérmenes del medio ambiente
que intenten invadirnos. Otros nos ayudarán a realizar funciones
corporales -digestión, asimilación de nutrientes, eliminación de
residuos-. O se movilizarán para restablecer nuestro equilibrio natural
cuando éste se perturbe.
Algunos científicos hablan de la existencia de una continuidad entre
nuestros microbios internos y los que habitan fuera de nosotros. Idea
nada descabellada si tenemos en cuenta que las comunidades bacterianas,
como ha defendido la bióloga Lynn Margulis, codirectora del departamento
de Biología Planetaria de la NASA, han sido desde el principio, "una
auténtica red de intercambio genético a escala planetaria que ha
perdurado hasta nuestros días". Una red en el sentido más real de la
palabra que se ha generado principalmente por supervivencia y ha hecho
posible la vida. "Los organismos vivos visibles -asegura Margulis-
funcionan sólo gracias a sus bien desarrolladas conexiones con la red de
vida bacteriana. Toda la vida está embebida en esta red autoorganizadora
que incluye complicadas redes de sistemas sensores y de control que tan
sólo empezamos a percibir". Unas redes de comunicación que también han
despertado mucho interés. El microbiólogo Christian Trigoso, jefe de
Laboratorio de Bacteriología Clínica del INLASA de Bolivia está
convencido de que los verdaderos dueños del copyright de Internet son
las bacterias. "Internet es una mega red mundial de ordenadores
interconectados a tiempo completo. Envían y reciben información
codificada en paquetes llamados bits. Esta capacidad de recibir y
procesar información y disponer de ella desde cualquier ordenador en
cualquier lugar del mundo hace que Internet sea de gran utilidad. Pero
este mecanismo horizontal de transferencia de información es antiguo, lo
inventaron realmente las bacterias. Ellas son capaces de reproducirse a
una velocidad asombrosa: pueden generar miles de millones de organismos
individuales a partir de una sola célula original. Pero además, han sido
capaces de diseñar otro mecanismo aún mas potente, una red de redes a
escala planetaria. La información genética de las bacterias se puede
transferir de una especie a otra. Es decir, una bacteria puede utilizar
genes de otro linaje distinto al suyo y realizar funciones que tal vez
con sus propios genes no podría hacer. Esta diversidad ha generado un
inmenso banco de datos -como Internet- genético que está a disposición
de todas las bacterias, independientemente de cuál sea su especie o
dónde viva. Y dado que su historia en este planeta es larguísima podemos
entender cómo toda esta información acumulada les ha ayudado no sólo a
superar crisis de adaptación al medio ambiente sino a hacerlo en muy
poco tiempo mientras que otros organismos tardarían miles de años" (www.microbiosdetrigoso.blogspot.com
). §
Alterar el
equilibrio. Bacterias resistentes
La penicilina es un producto de
la naturaleza, yo sólo la he hallado" decía Alexander Fleming. Qué duda
cabe que el descubrimiento de este antibiótico natural fue trascendental
para el conjunto de la civilización, ya que gracias a él se salvaron
miles de vidas. Se trataba de una sustancia terapéutica producida por
una serie de microorganismos que podía destruir el desarrollo de otros
elementos patógenos que generaban tétanos, difteria, pulmonía, etc.
La humanidad pensó entonces que en cierta forma la enfermedad quedaría
relegada a un segundo plano, pero no ha sido así. El abuso y uso
indiscriminado de los antibióticos ha provocado que distintos agentes
patógenos se hayan hecho resistentes, hasta llegar a una grave situación
sanitaria donde un número creciente de infecciones no tiene tratamiento,
ningún antibiótico resulta eficaz. En un artículo publicado hace unos
meses en la revista Science por un grupo de investigadores de la
Universidad de Harvard (EEUU) se describe a una serie de bacterias que
no sólo no se alteran ante el efecto de los antibióticos, sino que
llegan a utilizarlos de alimento.
Reconoce la OMS en su informe de 2007 que la propagación de la
resistencia a los antibióticos amenaza gravemente los avances logrados
en muchas áreas de la lucha contra las enfermedades infecciosas: en
concreto preocupa especialmente la tuberculosis. "La resistencia a
fármacos es manifiesta en el caso de las enfermedades diarreicas, las
infecciones nosocomiales, las de transmisión sexual, las de las vías
respiratorias, la malaria, meningitis y se está observando también en la
infección de VIH", recoge dicho informe. Las enfermedades infecciosas
provocan en la actualidad quince millones de muertes anuales y suponen
el 35% de la mortalidad en los países en desarrollo y el 5% en los
industrializados.
Foto:
Fusión
Las enfermedades infecciosas causan
quince millones de muertes anuales. La tuberculosis reaparece con
fuerza. |
Existen al menos cuarenta enfermedades que se desconocían hace tan sólo
una generación. Otras han reaparecido con fuerza, como la tuberculosis,
que vuelve a producir dos millones de muertes al año en el mundo. Nos
encontramos, alerta la OMS, ante un problema sanitario de primera
magnitud. Y no sólo producido por la resistencia a los antibióticos
"sino por otros muchos agentes presentes en la polución química del
ambiente, que son tóxicos para cualquier organismo vivo y, por tanto,
también para los microorganismos que se ven forzados a evolucionar y
mutar", apunta el catedrático de Microbiología de la UCM, el profesor
César Nombela.
En los últimos cincuenta años la industria farmaceútica ha producido
millones de toneladas de antibióticos, biocidas (piensos) y
bactericidas, que se han aplicado indiscriminadamente en la agricultura
(infecciones bacterianas en árboles frutales) y ganadería (engorde de
ganado), lo que ha ocasionado la presencia de residuos antibióticos que
afectan directamente a la cadena alimentaria.
Las sustancias antibacterianas utilizadas en los productos de limpieza
son semejantes a los antibióticos en su acción y también han provocado
la resistencia en ciertas bacterias. Además, se han liberado virus y
bacterias de áreas desconocidas, vertiendo sustancias tóxicas y
experimentando sin control. Todo ello ha ido a parar al medio ambiente.
Las consecuencias que pueda tener a largo plazo son desconocidas.
Los seres humanos dependemos totalmente de los microbios, son una parte
natural y necesaria de la vida. Alterar ese perfecto equilibrio con el
que están programados ha provocado una auténtica "revolución bacteriana"
donde el hombre lleva las de perder. La resistencia también podría ser
entendida como una expresión de la inteligencia de la propia Vida, que
desarrolla sus estrategias para continuar con su cometido, tal y como
hizo en el origen de los tiempos. Y en eso, las bacterias tienen mucha
más experiencia que nosotros. §
César Nombela
Catedrático de
Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y ex
presidente del CSIC.
"Ni el ser humano, ni los demás seres vivos podrían existir
sin los microbios.
Pero ellos sí se pueden desarrollar sin nosotros"
-¿Cómo interactúan los microbios con el cuerpo humano y cómo
afectan a nuestra salud?
-Los microbios son imprescindibles para la salud humana.
Nuestro organismo alberga normalmente un conjunto de
microbios (lo que se llama la Microbiota) que supone más
células microbianas que células propias, no podríamos vivir
sin esta Microbiota normal. Sólo algunos microbios patógenos
pueden en ocasiones acceder, o aumentar su crecimiento de
forma significativa en algunas circunstancias, y producir
enfermedad. La flora microbiana normal nos protege
eficazmente frente a los patógenos.
-La influencia de la actividad humana sobre el medio
ambiente está provocando una auténtica revolución
bacteriana, ¿con qué resultados?
-La importancia de la vida microbiana para nuestro
organismo se puede también predicar acerca de la biosfera,
los microbios representan más del 90% de todo el "material
vivo" de la Tierra. La capacidad de evolucionar de los
microbios es notable y rápida, por ello, la actividad
agrícola, industrial, etc. afecta a la población microbiana.
El empleo de antibióticos, pesticidas, las prácticas
agrícolas, la producción industrial, la obtención de
recursos marinos y tantas otras tareas, lógicamente, tiene
efectos en esa evolución, porque afectan a todos los
ambientes.
"Nuestro conocimiento de los microbios nos puede
permitir atajar las consecuencias de una
evolución que es inevitable que se produzca" |
-Hay expertos que estiman que en los últimos años han
surgido más de cuarenta nuevas patologías infecciosas. ¿Qué
grado de responsabilidad tiene el ser humano en este
proceso?
-La emergencia de nuevos patógenos microbianos, así como
la re-emergencia de algunos otros que han sufrido
modificaciones, es real y así se ha venido constatando. Más
que hablar de responsabilidad hay que referirse a la
consecuencia lógica de situaciones como la modificación de
hábitos de vida, o el empleo de instalaciones o productos
que son consecuencia del avance tecnológico. Los ejemplos
son muchos; las grandes instalaciones de refrigeración para
aire acondicionado, determinaron el que la bacteria
Legionella se acumulara en los depósitos de agua y pudiera
infectar a las personas al diseminarse en el ambiente como
parte de los aerosoles que se propagan en los locales
climatizados. Los movimientos de viajeros y emigrantes, las
nuevas prácticas alimentarias o de relaciones sexuales, para
indicar algún ejemplo más, modifican ambientes y crean
nuevas oportunidades para microbios patógenos. Lo importante
es que nuestro conocimiento de los microbios nos puede
permitir atajar las consecuencias de una evolución que es
inevitable que se produzca.
-¿Qué es exactamente la resistencia y qué efectos tiene en
estos momentos sobre la vida humana?
-Es la capacidad, desarrollada o adquirida por algunos
microbios, de sobrevivir en presencia de antibióticos u
otros agentes que anteriormente producían su muerte. Se
trata de una característica genética, cuando un microbio la
adquiere o la desarrolla todos sus descendientes son ya
resistentes. La rapidez de multiplicación microbiana unida a
la facilidad de las bacterias para intercambiarse genes,
hace que la resistencia a los antibióticos se pueda
extender, incluso generalizar. Las consecuencias: muchos
antibióticos que servían para tratar algunas infecciones ya
no sirven. Las soluciones apuntan en dos direcciones: la
primera un uso racional de los antibióticos, para lograr el
efecto bueno -la curación que necesitamos- y la segunda
evitar o minimizar el efecto malo -la selección de bacterias
resistentes-, que harán inútil su uso futuro. También es
preciso desarrollar nuevos antibióticos, a ser posible con
menor riesgo de inutilizarse por las resistencias.
-¿Cuál es la causa del actual rebrote de enfermedades
infecciosas como la tuberculosis?
-Algunos patógenos, como el Mycobacterium tuberculosis,
tienen características especiales en su relación con el ser
humano. Dan lugar a infecciones prolongadas, que incluso se
hacen crónicas en cuanto a su persistencia en el organismo,
por su capacidad de sobrevivir a las defensas que tenemos y
por la necesidad de tratamientos muy prolongados que hacen
muy difícil su erradicación. Además, este microbio encuentra
condiciones muy favorables en personas debilitadas por
infecciones como la del virus del SIDA. Por ello, el bacilo
tuberculoso está notablemente extendido -una de cada tres
personas en el mundo, están afectadas por esta bacteria, lo
que no significa que todas padezcan una infección aguda-,
hay muchas estirpes de la bacteria que son multirresistentes,
la cifra mundial de nuevos casos es de 8,8 millones por año,
además, la tuberculosis supone 1,6 millones de
fallecimientos en el mundo. La infección por SIDA ha
complicado notablemente la infección tuberculosa y es
responsable, en buena medida, de su crecimiento. Dos tercios
de los nuevos casos se producen en China, la India y la
República Rusa. La afectación en el mundo desarrollado
supone un 2% del total mundial.
"Sólo algunos microbios patógenos pueden en ocasiones
acceder o aumentar su crecimiento de forma significativa y
producir enfermedad"
-Una vez planteada la relación entre seres humanos y
microorganismos ¿pueden existir unos sin otros?
-Ni el ser humano, ni los demás seres vivos podrían
existir sin los microbios, los microbios sí se pueden
desarrollar sin nosotros. Sólo hay conflicto con aquella
adaptación de algunos microbios -muy pocos- que les lleva a
ser patógenos. En el pasado, las grandes epidemias y
pandemias acabaron con millones de personas; hoy, también
algunas pandemias como la del SIDA han producido una
mortalidad muy elevada, pero tenemos un elevado conocimiento
y medios para defendernos. Frente a la emergencia de
patógenos resistentes, a la que tenemos que hacer frente,
podemos felicitarnos, por ejemplo, de la erradicación del
virus de la viruela, un patógeno que causó la muerte a
millones de personas pero que, gracias a la vacunación,
hemos podido declarar erradicado. Proseguirá la emergencia
de nuevos patógenos y la aparición de resistentes; la
investigación microbiológica podrá seguir haciendo frente a
todo ello, así como derivar muchos beneficios de la
actividad de los microbios. § |
El regreso de la "peste blanca"
A la mortandad que produjo en
Occidente la tuberculosis fue tan alta, que la bautizaron como la "peste
blanca". En la apariencia exterior muy limpia, pero mortífera por
dentro. Aunque parezca que ha quedado en el pasado, esta enfermedad
producida por la bacteria Mycobaterium tuberculosis o bacilo de Koch ha
sufrido actualmente un repunte preocupante. De hecho, se calcula que
1.700 millones de personas de todo el mundo están infectadas, aunque
algunos no desarrollen ni contagien la enfermedad. En total, la cifra
representa una tercera parte de la humanidad. Si miramos hacia España,
los datos indican que cada año se descubren 16.000 nuevos casos, el 70%
de los cuales se diagnostican en población extranjera. Los flujos de
inmigración traen una enfermedad que se creía casi erradicada, con el
agravante de que están apareciendo nuevas cepas resistentes a la
medicación clásica, que proceden del países en vías de desarrollo y de
la Europa del Este. Pero no es sólo al flujo de personas al que tenemos
que culpar de este rebrote: el gran aliado del bacilo de Koch ha sido
recientemente el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Los enfermos
de SIDA, con sus bajas defensas, son propensos a contraer la enfermedad,
potenciando con ello su transmisión, puesto que la vía de contagio es
aérea. La tuberculosis, que durante el romanticismo se consideró una
enfermedad de las clases altas, hoy se ha convertido en una amenaza
resistente, en una peste que tiene el color de la pobreza. §
Nanobios ¿Nuevas
formas de vida?
Durante una prospección marina en el oeste de Australia, en 1998, se
recogieron muestras a unos tres mil metros de profundidad y se mandaron
analizar. El objetivo era conocer si en aquella zona podía haber o no
petróleo. Al examinar aquellas arenas, la geóloga y microscopista
Philippa Uwins de la Universidad de Queensland (Australia) descubrió con
sorpresa unas curiosas estructuras filamentosas con un tamaño entre 20 y
150 nanómetros (entre 7 y 50 veces más pequeñas que las bacterias), con
apariencia de células vivas. Aquellas criaturas se agrupaban en
colonias, se reproducían con velocidad y se extendían como si fuese una
plantación. ¡Habían surgido por debajo de la plataforma continental de
Australia y estaban vivas!
Este descubrimiento, que fue publicado en su día en revistas
especializadas, apoya la teoría de que la vida comenzó en las
profundidades del planeta. Y no sólo eso, astrónomos como Thomas Gold
están convencidos de que existen en la actualidad millones de
microorganismos en las profundidades de la corteza, igual que en
Australia, refugiados entre rocas profundas y calientes, obteniendo su
alimento del propio magma de la tierra.
Este grupo de investigadores creen que podría existir una biosfera
interna hasta diez veces mayor que la que conocemos en la superficie.
Aunque una gran parte de la comunidad científica duda sobre la
naturaleza de los nanobios, para muchos éstos podrían ser los auténticos
dueños del planeta. §
Por amor
El móvil de la fusión entre las especies, de la unidad de los grupos,
estuvo marcado desde el principio de los tiempos por la necesidad de
sobrevivir. "Cada organismo -unicelular o no- busca ansiosamente en
otros la energía que no tiene, la velocidad que le falta, la capacidad
para poder respirar oxígeno letal o la protección frente a la
incertidumbre. Este impulso de fusión obedece a razones de pura
supervivencia", explicaba en una ocasión el divulgador científico
Eduardo Punset. Se trata de un impulso ancestral impreso en sus códigos
genéticos y que funciona inexorablemente. Lo hemos podido observar en el
comportamiento de los microorganismos pero también en las hormigas, las
abejas, los ñúes... Seres simples que siguen unas reglas sencillas y
actúan según la información que recogen y comparten de su entorno. Han
desarrollado lo que se denomina inteligencia colectiva. Un individuo no
es inteligente pero una colonia sí, por eso responden con rapidez y
eficacia a cualquier situación que se les presenta.
Lamentablemente, en el hombre no funcionan así las cosas. Los
científicos que están investigando el cerebro han comprobado que en una
parte muy pequeña pero enormemente compleja de nuestro cerebro está
recogida esa necesidad o impulso. Entonces, ¿por qué el hombre no
funciona en grupo, en unidad y respeto con su entorno? ¿Por qué es capaz
de matar a otro o declarar una guerra? ¿Por qué la violencia, el
egoísmo, la posesión, la lucha por el poder?
A diferencia de otras especies, el ser humano tiene una mente y por
tanto, capacidad de decidir. Es desde esa libertad desde la que ha
decidido alterar sistemáticamente las leyes universales de la relación,
el respeto a la vida y sobre todo del Amor.
El hombre ha olvidado que es un microcosmos, que está formado por vidas,
millones de vidas -el 90% de las células del organismo humano son
bacterias- y que esas leyes que afectan al resto de criaturas también le
afectan a él, quiera o no.
Nos encontramos ante una crisis a escala planetaria que, según avisan
los científicos, pone en peligro la supervivencia de la raza humana. El
único camino de salida y de preparación para estos tiempos que se
avecinan es vivir sin condiciones la verdadera unidad, el Amor y sobre
todo la comprensión de que todas las vidas estamos interconectadas,
formando una red que a todos nos vincula. Juntos debemos recorrer un
camino.
Las especies se unen instintivamente para sobrevivir, el hombre debe
hacerlo conscientemente -sacrificio, entrega, renuncia-, no sólo para
sobrevivir sino para descubrir lo que hay detrás: el secreto de la Vida.
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