-¿El
referendo -considerado inconstitucional- refleja el enfrentamiento entre
el Gobierno indígena y la oligarquía de la élite económica?
-De entrada, yo advertiría que sobre la legalidad o ilegalidad del
referendo no caben valoraciones de ningún tipo. El referendo es ilegal
porque, según la Constitución en vigor, esa consulta popular sólo puede
ser iniciada a instancias del Congreso y, en este caso y como es sabido,
fue iniciado de forma unilateral por las autoridades departamentales de
Santa Cruz de la Sierra. Por lo tanto, no sólo es nulo de pleno derecho
sino que, además, sus resultados carecen de cualquier tipo de efecto
vinculante. Dicho esto, el referendo es el reflejo de los varios
conflictos latentes en Bolivia y que no se limitan sólo a un conflicto
de clases, ya sean éstas definidas en función de criterios económicos o
sociales, sino también a un conflicto de naturaleza racial entre "cambas"
y "collas" o, lo que es semejante pero en términos muy simplificados,
entre "blancos" e indígenas. En este sentido, es la expresión del
enfrentamiento de una parte de la población, la tradicionalmente
privilegiada por un patrón de desarrollo sumamente excluyente, con el
proyecto de este gobierno que trata de modificar ese patrón de
desarrollo a favor de un proyecto incluyente y que tenga en cuenta, por
fin, las necesidades de la mayor parte de la población de Bolivia.
-¿La
aprobación de la nueva Constitución boliviana a puerta cerrada ha tenido
que ver con la realización del referendo?
-Nuevamente creo que hay que hacer aquí una aclaración importante:
la nueva Constitución boliviana no ha sido aprobada aún. Se aprobó el
texto que deberá ser sometido a dos consultas populares para su
aprobación definitiva. Una primera, el referendo dirimidor, en donde se
le consultará a la población sobre el contenido de un artículo referido
a la extensión de los latifundios. Y, una segunda y ya definitiva, que
será el referendo constitucional en el que el pueblo aprobará o no la
nueva Constitución Política del Estado. En tanto esto ocurre o no, en
Bolivia sigue en vigor la anterior Constitución de 1967 y cualquier
afirmación en otro sentido no es más que una expresión de mala voluntad
con la intención de hacer creer que en Bolivia la Constitución se aprobó
a puerta cerrada y carece por lo tanto de legitimidad.
-Se ha
constatado la injerencia de EEUU en este país. ¿Es una lucha velada
contra los movimientos de izquierdas que crecen en Sudamérica?
-Les ofreceré sólo un dato para que tengan en cuenta la importancia
de Bolivia para los intereses estadounidenses en América Latina. La
embajada de Estados Unidos en Bolivia es la segunda en número de
funcionarios, tras la de Colombia, en el continente. Ello es reflejo de
la importancia geopolítica de Bolivia para los intereses de EEUU; pero
también de la importancia de sus recursos económicos entre los que se
encuentra, de manera destacada, no el gas -como podría pensarse en un
primer momento-, sino el agua.
Y
respondiendo a su pregunta seré conciso: sí, pero no es una lucha
velada, cada vez adquiere una dimensión más abierta y hostil.
-¿Hasta qué
punto Bolivia es el eslabón más débil, donde está teniendo lugar
abiertamente la lucha entre intereses indígenas y oligarcas que late en
toda América Latina?
-Bolivia es el eslabón más débil por distintas razones: es el país
más pobre de todo el continente, tras Haití, y con una presencia del
Estado y sus instituciones muy débil. Además, cuenta con el historial de
golpes de Estado más elevado de toda América Latina.
Por otro lado, es el país en donde la experiencia de gobierno nacional
de los actuales dirigentes es nula; carecen de cuadros administrativos
cualificados y, por lo tanto, eso se traduce en la debilidad de sus
políticas públicas que son, en última instancia, las que logran el apoyo
popular o no para un gobierno. Igualmente, es un país que en mayor
medida ha sufrido la ofensiva de las políticas neoliberales de los años
noventa en el continente. Ello ha desestructurado la economía,
convirtiéndola en altamente dependiente de la exportación de materias
primas sin elaborar y, por lo tanto, la hace sumamente vulnerable. En
definitiva, no cabe duda de que, en estos momentos, su situación es muy
delicada.
-¿Qué futuro
prevé a corto plazo?
-Se trata de un país muy complejo a todos los niveles, pero en
cualquier caso creo que, salvo que el gobierno asuma definitivamente una
posición de fuerza y haga hacer valer su legítima autoridad frente a los
prefectos díscolos, sus días pueden estar contados. La situación de
ingobernabilidad puede llegar a extremos insostenibles y los movimientos
sociales -que, en gran parte, apoyan al gobierno- pueden acabar por
perder la paciencia y reclamar, de una vez por todas, decisiones firmes
o la salida del gobierno. Todo ello pasa, a mi modo de ver, porque el
gobierno lleve por fin a referendo la nueva Constitución y que ahí quede
sobre el tapete cuál es la actual correlación de fuerzas en el país. §