JUNIO 2008

italia y su basura

Europa se frota los ojos
ante lo que tiene delante: un gobierno abiertamente xenófobo que
respalda, alienta y defiende una persecución racista de gran calado. |
Qué pasa
en Italia? ¿Dónde está ese pueblo humanista, antiguo, civilizado? ¿Qué
fue de la cultura, de la sensatez, de la elegancia que conocíamos? ¿Cómo
es posible, nos preguntamos, que los ciudadanos volvieran a poner en el
gobierno a un individuo como Berlusconi, procesado por no sé cuantos
delitos de corrupción y con tres causas aún pendientes? ¿Cómo pudieron
votar de nuevo a un tipo que modela las leyes a su conveniencia, que
dirige el país como si fuera un feudo de la mafia, que monopoliza, y
como consecuencia, mangonea los medios de comunicación, que trata a las
mujeres como floreros, incluidas sus ministras? ¿Cómo es posible? No
sabemos, pero ahí está. Ahora Europa se frota los ojos ante lo que tiene
delante: un gobierno abiertamente xenófobo que respalda, alienta y
defiende una persecución racista de gran calado contra los gitanos y, de
paso, contra los inmigrantes. Y ya sabemos que Europa es lenta de
reflejos. Tarda en darse cuenta, tardará en calcular las consecuencias,
y tarda más aún en elaborar alguna reacción, si es que llega a mover un
dedo.
El caso es que ahí tenemos ya las primeras consecuencias: un informe de
la ONU alertando por la gravedad de la situación; otro de la enviada
especial del Parlamento Europeo que habla de redadas nocturnas,
detenciones sin motivo, agresiones en las dependencias de la policía y
"un clima general de persecución" contra la comunidad gitana. Si no
estuviésemos en 2008 parecería que nos hemos ido atrás en el tiempo, a
los años cuarenta del siglo pasado. Como si no se hubiera aprendido
nada. Seguramente es que no se ha aprendido nada.
El caso es que lejos de amilanarse, Berlusconi responde presentando un
proyecto de ley que convierte directamente en delito la inmigración
ilegal. De salir adelante –que saldrá, Berlusconi tiene mayoría
parlamentaria- los irregulares podrán ser detenidos hasta dieciocho
meses, no por faltas penales, sino administrativas, lo cual es una
barbaridad; la falta de "papeles" será agravante en caso de delito;
habrá castigo también para los que alquilen viviendas o den trabajo a
los que estén en situación irregular, y más trabas para el
reagrupamiento familiar. Es, en fin, la receta para todo de la derecha,
más cuanto más extrema. El castigo por delante. Parece que resulta más
rápido y fácil reprimir que gestionar… o quizá no, porque teniendo en
cuenta que el fenómeno de la inmigración no se va a detener, los
italianos se pueden encontrar con un problema que se les vaya de las
manos, como por ejemplo cárceles desbordadas y una inversión que la
oposición cifra ya en cincuenta mil millones de euros. No es difícil
augurar un caos penal. Si la desesperación de los que entran ilegalmente
en Europa los lleva a jugarse la piel en viajes inenarrables en unas
barquitas de papel, no se van a asustar por una amenaza de cárcel. Así
no se frena la inmigración. Puede, quizá, si la población es muy
manejable, obtenerse cierta popularidad con el viejo pero rentable
argumento de que todo es en favor de la seguridad ciudadana y para
frenar el gravísimo problema de la delincuencia. La ciudadanía parece
que todavía se lo cree.
Paralelamente, las imágenes que nos llegan del país son literalmente una
porquería. Nos referimos por supuesto a las toneladas de basura que
inundan las calles de Nápoles, invadidas por las ratas, bajo alerta
sanitaria por el peligro de infecciones, y bajo la nube fétida que
desprende semejante cantidad de podredumbre. Retomamos el estupor
inicial: ¿cómo es posible? ¿Cómo ha llegado a semejante dejadez? Desde
luego, no deja de ser una triste metáfora de lo que sucede en la vida
política del país.
El interrogante que flota en el ambiente es si todo este asunto se trata
de un exabrupto de Berlusconi y su camarilla, sin más consecuencias que
las que vaya a tener en la política interna del país, o si esta mecha
podrá ser capaz de encender la xenofobia en otros lugares de Europa.
Lamentablemente, en algunos sectores aún sigue latente el germen de la
intolerancia esperando que venga algún descerebrado a alimentarlo.
Esperemos que esta vez gane la cordura. Cordura, esa cualidad que se ha
perdido en Italia...
/
C.F.
|