La
Conferencia de la FAO ha fracasado pero,
¿por falta de fondos?
Henar L. Senovilla (*)
La
campaña "Derecho a la alimentación. Urgente" denuncia que las
"soluciones milagrosas" que la FAO y la comunidad internacional han
propuesto ahora para acabar con el hambre ya estaban comprometidas desde
la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 sin que se haya hecho nada
para cumplirlas y exige al presidente José Luis Rodríguez Zapatero que
mantenga su compromiso con los hambrientos también en las próximas
conversaciones de la Organización Mundial del Comercio.
Parches en lugar de verdaderas soluciones. 854 millones de hambrientos
se quedarán esperando, una vez más, que los mandatarios de la comunidad
internacional y los organismos multilaterales se comprometan, de manera
real y efectiva, a acabar con el hambre en el mundo. Porque una vez más,
una cumbre convocada por la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) para encontrar respuestas a la
cuestión del hambre, ha fracasado y ha puesto en evidencia que
solucionar el hambre es una cuestión de voluntad política.
El principal motivo del fracaso de la Conferencia celebrada en Roma
entre el 3 y el 5 de junio, más allá de que los compromisos de
desembolso de fondos hayan resultado inferiores a lo demandado desde la
agencia internacional, es el hecho de que se ha desviado lo que debería
haber sido el verdadero foco del debate.
En primer lugar, la FAO debería haber entonado un mea culpa por haber
permitido que la situación haya llegado al punto actual, ya que, al fin
y al cabo, es la institución de Naciones Unidas creada en 1945 con el
mandato específico de garantizar la seguridad alimentaria del mundo.
En segundo lugar, sobre la mesa estaba una crisis alimentaria debida
tanto a la subida insoportable de los precios de los alimentos como al
incumplimiento reiterado de los compromisos adoptados en el pasado, como
el Plan de Acción de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 o la
aplicación de las Directrices Voluntarias para la realización del
Derecho a la Alimentación de 2004. Las "soluciones milagrosas" que se
han planteado ya están recogidas en estos compromisos y, sin embargo, no
se ha hablado de por qué no se han cumplido. Antes al contrario: las
discusiones se han centrado en el aumento de las dotaciones económicas
dirigidas a los países en vías de desarrollo o en solicitar nuevas
"revoluciones verdes" para África y América Latina.
Una vez más, una cumbre convocada por la FAO para encontrar respuestas
ha fracasado y ha puesto en evidencia que solucionar el hambre es una
cuestión de voluntad política.
El
presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha comprometido
destinar 500 millones de euros en cuatro años y la FAO ha anunciado el
inicio de actividades de emergencia por valor de 17 millones de dólares.
Siempre es positiva la mayor dotación económica a la lucha contra el
hambre, pero el hambre es un problema estructural y, por tanto, requiere
soluciones estructurales, no parches. A España, como al resto de Estados
europeos, hay que exigirle coherencia de políticas, una revisión de sus
políticas comerciales en materia agraria y que los fondos económicos se
destinen a políticas de seguridad alimentaria desde el enfoque de
derecho a la alimentación. Nos consta el compromiso personal del
Presidente en este tema, pero debemos exigir resultados concretos.
Asimismo, ese compromiso moral con las personas que padecen hambre
deberá estar presente también en las próximas conversaciones de la
Organización Mundial del Comercio.
Para la campaña "Derecho a la alimentación. Urgente" solucionar el
problema del hambre requiere, en lo que concierne a la FAO, el
cumplimiento de los compromisos citados, el Plan de Acción de 1996 y las
Directrices Voluntarias aprobadas en 2004. A nivel mundial, debe
volverse a un modelo agrícola sostenible económica, política, social y
medioambientalmente, en el que los pequeños productores vieran
garantizada su soberanía alimentaria, su acceso tanto a los recursos
para producir como a los alimentos que generan. Premisa que debería
tenerse en cuenta en las próximas negociaciones sobre la Ronda de Doha.
El necesario incremento de la producción agraria que se ha solicitado,
además, debe realizarse desde una agricultura que facilite el acceso y
control de los recursos productivos a los pequeños productores a través
de políticas públicas que tengan como finalidad la realización del
derecho a la alimentación. La agricultura dirigida al mercado no
garantiza el acceso de los más desfavorecidos a los alimentos.
En cuanto a los agrocombustibles, pese a que inciden en la complejidad
de la crisis, no son la única causa ni la más determinante. El principal
problema deriva de la clara competencia entre cultivos de alimentos o de
productos de base para agrocombustibles por recursos como el agua o la
tierra. La mayoría de los productos de base para los agrocombustibles se
desarrollan en forma de monocultivos latifundistas que en nada
benefician al pequeño agricultor. A lo que se añade que tanto la Unión
Europea como Estados Unidos subvencionan este tipo de cultivos, lo que
no sucede en los países en desarrollo. Desde la campaña insistimos en la
pertinencia de una moratoria sobre la expansión de los agrocombustibles,
en tanto no se hayan analizado a fondo sus efectos negativos sociales,
ambientales y para los derechos humanos y se establezcan las medidas
reguladoras pertinentes para amortiguar esos efectos.
Para la campaña "Derecho a la alimentación. Urgente", paliar
verdaderamente la crisis alimentaria exige encararla desde el derecho a
la alimentación. Esta crisis se considera una vulneración de este
derecho humano, resultado en buena medida del incumplimiento por parte
de los Estados de las obligaciones que tienen para con él: cumplir con
la palabra dada.
La campaña "Derecho a la alimentación. Urgente" trabaja desde 2003 para
conseguir la realización efectiva del derecho a la alimentación como un
derecho humano fundamental en un marco político de soberanía alimentaria.
Está promovida por las ONGD Prosalus, Ingeniería Sin Fronteras, Cáritas
y Veterinarios Sin Fronteras. §
(*) Coordinadora de la campaña "Derecho a la
alimentación. Urgente" |