-¿En qué se emplean estos móviles? ¿Qué proceso siguen hasta convertirse en una ayuda real?
-Normalmente colaboran los particulares, que meten sus teléfonos en una bolsita que luego introducen en un buzón, y llegan por correo ordinario. La empresa CMR los recoge, y es la que se encarga de seleccionar los teléfonos que funcionan y los que no. Los que sirven para ser reutilizados se ponen en marcha de nuevo y se revenden en mercados de segunda mano, en Países del Este, Sudamérica, África, lugares donde tienen muy buena acogida estos teléfonos. Los obsoletos, que no tienen salida al mercado, o los que están estropeados los envía CMR a empresas que se encargan de reciclarlos y que nos pagan un mínimo por ellos, según sus tablas de precios.

-Entonces los móviles no hace falta que funcionen...
-No hace falta que se encuentren en perfecto estado, de hecho ni siguiera pedimos los cargadores porque los países donde luego se venden los teléfonos tienen unos enchufes especiales, potencias eléctricas diferentes... Nosotros sólo necesitamos el terminal.

-España es de los países de Europa que cambia de móvil con mayor frecuencia. ¿Esta campaña es una forma de reorientar nuestro consumismo?
-Sí, básicamente lo que hacemos es aprovechar un recurso que en teoría está metido en un cajón o se iba a tirar a la basura, y convertirlo en ayuda al desarrollo y temas de medio ambiente.

-¿En qué se invierte concretamente el dinero obtenido?
-Cruz Roja destina los fondos que consigue a proyectos de medio ambiente, y Entreculturas emplea el dinero en proyectos de educación en el Tercer Mundo. En concreto con estos fondos quieren paliar los efectos del SIDA principalmente escolarizando y atendiendo a los niños huérfanos por causa de esta enfermedad.