JULIO 2008
HAMBRE
El hambre global no
depende de la limosna del domingo, sino de las grandes gestiones que
no se abordan y de las decisiones políticas que no se toman. |
A
principios de junio se terminó la cumbre de la FAO en Roma. La FAO es la
sección de la ONU que se dedica a tratar temas de agricultura y
alimentación. En línea con su responsabilidad, convocó a representantes
de más de 180 países para debatir sobre el problema del hambre. Y eso
fue exactamente lo que hicieron. Debatir. Debatieron durante días sobre
dos obviedades. Una: hay millones de personas que pasan hambre. Y dos:
alguien debería hacer algo.
Las conversaciones sobre estas dos cuestiones llevaron mucho tiempo. Es
lógico. Imagínense lo que se tarda en dejar hablar a las ciento ochenta
comisiones de los ciento ochenta países, aunque sólo sea para ratificar
que, efectivamente, millones de personas pasan hambre y que,
efectivamente, alguien debería hacer algo. No digamos ya lo que se
tardaría en proponer y debatir una solución. Da pereza sólo pensarlo.
Es conveniente señalar que costó varios millones de euros reunir en Roma
a todas las delegaciones de todos los países que decidieron acudir al
acto. Transportarlos, darles alojamiento y alimentarlos. Porque también
es conveniente señalar que durante el tiempo que duró la cumbre, cada
uno de los representantes convocados desayunó, comió y cenó todos los
días, y es un suponer que lo hizo opíparamente. Entre el desayuno y la
comida, entre la comida y la cena, debatían, discutían, negociaban sobre
la comida que no llega a los estómagos de los demás. Desde la hartura se
debate estupendamente.
Finalmente, la reunión se disolvió sin llegar más lejos que a la
ratificación de las dos obviedades que comentábamos antes. Lo que es
igual a nada. Así que estamos donde estábamos.
La próxima vez que se organice un evento de estas características hay
que tomar medidas para evitar que se convierta en una romería
folclórica. Nosotros tenemos una sugerencia sencillita y barata, que con
toda seguridad urgirá a los participantes para que tomen una
determinación sin enrollarse. Sugerimos que se suprima el servicio de
catering, bares, cafeterías, bufetes, máquinas expendedoras de
patatillas y galletas, es decir, todo lo que uno pueda meterse entre
pecho y espalda. Nuestra sugerencia se basa en que, puesto que van a
tratar sobre el hambre de los demás, y ya que está demostrado que no
tienen capacidad de empatía, parece razonable que discutan y piensen
haciendo el sano ejercicio de dejar de comer. Por respeto al tema a
tratar, prohibido comer mientras no se tome una decisión satisfactoria.
No una de compromiso. No. Una decisión que realmente asegure que en un
periodo de tiempo razonable empezarán a moverse piezas fundamentales.
Puesto que estamos tratando con burócratas nos vemos en la obligación de
aclarar cuál es un periodo de tiempo razonable: ya. Eso es razonable,
dado que hablamos de casi mil millones de hambrientos. Y la solución no
tiene que ver con envíos puntuales de ayuda humanitaria, caridad barata
para el primer mundo. Se trata de meterle mano a las estructuras
económicas que ya dejaron claras las ONG participantes en la cumbre, que
son las que impiden el crecimiento y la autogestión, y que son
precisamente las que no se han tocado. ¿Qué les parecería a los señores
debatientes la propuesta? ¿Accederían a no probar bocado en tanto no
consientan una solución? ¿Si acaso un puñado de arroz entre horas, para
engañar al estómago?.
El hambre global no se soluciona con inyecciones de entusiasmo ni cuatro
aviones Hércules abarrotados de latas de sardinas. No depende de la
limosna del domingo, sino de las grandes gestiones que no se abordan y
de las decisiones políticas que no se toman. Y dado que no se toman
porque quienes han de decidir tienen el estómago lleno, que lo hagan con
el estómago vacío. A ver qué pasa.
Este desastre de reunión internacional tuvo lugar a principios de junio.
Según la lógica mediática y los tiempos que ésta marca, lo cierto es que
la noticia ya no es noticia.
Claro que eso, también, lo dicen los que tienen el estómago lleno. /
C.F.
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