En sus últimos anuncios, las grandes compañías
energéticas juegan con la poesía y la oración, para sus fines. A través de
ellos nos dicen: "No temáis, aquí estamos velando por vosotros, iluminando
vuestro futuro y sosteniendo vuestro pasado"
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JULIO 2008
La
publicidad es un arma
cargada de futuro
POR JOSE ROMERO SEGUIN
Qué
fue primero, la oración o canto del espíritu del hombre entregado a dios, o
la poesía como esfuerzo espiritual del hombre que busca expresarse a través
de ella libre, entero y verdadero en la acción de vivir. Creo que poe-sía y
oración coexisten en el ser humano desde el inicio de los tiempos.
Afirmó Antonio Machado, gran orador y magnífico poeta: "Quien habla sólo
espera hablar a dios algún día", y fue esa poesía-oración, sincero diálogo
con dios. Sin embargo, Gabriel Celaya, obrero del verso, afirmó: "La poesía
es una arma cargada de futuro", y en ese poema asentó las bases de la
verdadera conciencia de la poesía como íntimo y social instrumento de
revolución, de exaltación del hombre por y para el hombre que se sabe y
tiene a su vez conciencia de los demás.
Con el desarrollo de las sociedades, el Hombre se fue diluyendo en el grupo
para dar paso a otro hombre, un hombre al que no le satisface la oración
porque no nace de la idea de dios ni para dios, pero tampoco se identifica
con el Hombre, al no reconocerse como ser necesitado de conciencia. Y hablo
del hombre que se nuclea en torno a una esperanza exterior y frágil pero
confortable, la de la civilidad, la que le ofrece el sistema social, dios y
hombre en sí mismo. Y para dar respuestas a esas nuevas necesidades nace la
publicidad, la propaganda, ella va a ser la nueva oración y también la nueva
poesía. Pero si no es ésta ni oración ni tampoco poesía, qué es, solamente
un esfuerzo de contenido puramente material que asienta sus sólidas bases
sobre la posesión y una proyección que le despierta a una conciencia que no
es tal, sino inconsciencia, pero que le provee de lo auténticamente real y
tangible, de aquello que le proporciona en definitiva dicha y dolor en el
mismo acto.
Para esa nueva fe se necesitan instrumentos capaces de conciliarla, capaces
de hacer de ella algo más que un tránsito contingente, para instaurarla como
algo definitivo. Y qué mejor para ello que la propaganda que le aboca sin
duda al consumo desaforado y a la negación del espíritu individual frente al
supuesto espíritu social.
Todos podemos, tal como ya he dicho, gritar, la publicidad es un arma
cargada de futuro, pues es ella quien nos comunica con ese dios del que nos
creemos liberados y con el hombre que hemos ignorado para ser el objeto de
otro esfuerzo, ése que nos nombra en la mera apariencia de vivir.
El hombre no es ya un animal de costumbres sino de consumo, que vive en un
mundo en el que las preguntas se formulan a fin de crear nuevas necesidades
en las que hallemos los hombres nuevas respuestas. Un mundo en el que las
metáforas nacen supeditadas a él, en el que la poesía y la oración se
adaptan a él y se interpretan para y por él.
Buena prueba de ello son estos últimos anuncios con los que las grandes
compañías energéticas juegan con la poesía y la oración, para sus fines. A
través de ellos nos dicen: "No temáis, aquí estamos nosotros velando por
vosotros, iluminando vuestro futuro y sosteniendo vuestro pasado, es más,
constituyéndonos en promesa de eternidad". En ellos, unos y otros, nos
hablan de la filantrópica y ecológica acción que parecen venir desarrollando
desde el umbral de los tiempos en el esfuerzo de sostener lo dado y
proveernos un nuevo mundo, en el que no cabe la renuncia. De todos ellos, se
me antoja oscuro y repugnante ése en el que se utiliza a los niños,
expresión viva de la utopía, animándolos a no renunciar a nada, invitándolos
a reinventarlo todo, eso sí, siempre bajo su tutela. La maldad intrínseca
que encierra, supera a esa otra que en el armonioso juego de logros que
pertenecen a la oración y a la poesía terminan hablando en la mímica de
abrir y cerrar la mano de la necesidad de proteger el planeta por el bien
del símbolo de la compañía, pues no me cabe la menor duda de que ellos están
dispuestos a exprimir al primero en beneficio de los que el segundo
representa, a su empresa, y no al contrario como tratan de hacernos ver.
La energía es necesaria, su gestión también, pero no pueden olvidar estos
hombres que ellos y sus multinacionales no tienen derecho alguno a
apropiarse, en el nombre de esa necesidad artificial que representan, de un
ser que no es esclavo de dios ni dueño de sí, sino el siervo feliz de una
necesidad impuesta por ese ser en el que no se reconoce pero en el que se ha
convertido. § |