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El Ventano

Yo cuando veo iniciativas como ésta, no sé muy bien qué pensar. El 90% del arte contemporáneo me produce risa, asco o directamente una sensación profunda de que me están tomando el pelo.

FEBRERO 2008

EL VENTANO
EL PRODUCTO
POR ELENA F. VISPO

Hace un tiempo que sale por la tele un tipo malencarado, con unas gafas muy grandes, que se ha hecho famosillo por hablar del producto. Esto es cosa lógica cuando tienes algo que vender, pero lo que más molestaba de este paisano es que aplicaba el concepto (o conceto, que decía Manquiña en Airbag) a la gente: "lo siento, chaval, tú no eres producto". Y claro, el chaval en cuestión solía soltar la lágrima, habida cuenta de que era un programa para ver a la gente hacer dos cosas: cantar (a veces) y llorar (las más).
El producto (o produto, que supongo que diría Manquiña también) es un conceto sobrevalorado, me parece a mí. Y con el rollo del consumismo desaforao, que todo hay que tasarlo, parece que uno tiene que venderse a toda costa, para tener amigos que quieran gastar tu tiempo o por lo menos hacerte publicidad a otros amigos, o que las empresas se rifen tu trabajo, o, yo qué sé, salir por la tele al menos una vez en la vida para que te vean los vecinos.
Para cachondearse del produto como religión, y al mismo tiempo para hacerse un poco de publicidad (paradojas de la vida), un artista llamado Ryan Watkins-Hughes ha inventado el shopdropping. Lo que viene a ser, traducido así a machete, dejar en tiendas. El amigo Watkins-Hughes (WH para abreviar), artista conceptual (estadounidense, cómo no), se dedica a comprar comida enlatada, modificar las etiquetas con fotografías propias, y volverla a dejar en las estanterías de la tienda, a ver si alguien las compra. Esto es posible porque no toca el código de barras, así que las cajas leen el precio como si nada hubiera pasado.
Para entendernos: que tú vas a comprar una lata de atún y en vez de poner el nombre de la marca te encuentras con un montaje fotográfico de diseño ultramoderno, aunque luego abres la lata y es atún igual. El produto es el mismo; el conceto, no. Las autoridades, a todo esto, ponen el grito en el cielo, porque el embalaje y etiquetado de comida es cosa seria, y claro, la normativa no se cumple ni de lejos. Pero de momento no le hacen mucho caso, a ver si la moda pasa pronto.
A todo esto, claro, entra internet en juego, y ya está la clásica web (shopdropping.net) en la que ves las fotos y te enteras de cómo va la cosa, proyectos en marcha, exposiciones y tiendas en las que te puedes encontrar las latas de WH. Así ves la ideología del asunto: "la vibrante individualidad de cada imagen es un intenso contraste con el diseño industrial, funcional y repetitivo que sustituye. El shopdropping da voz al desencanto de nuestra sociedad, cada vez más comercial". Ahí es nada.
Conste que a mí me haría gracia encontrarme una lata de espárragos tuneada en el súper, pero de ahí a hacer un manifiesto sesudo, hay un paso largo y normalmente surrealista. Marketing de guerrilla, parece que lo llaman. Toma conceto.
Otra gente usa la misma idea con variantes más radicales, como los que cuelan camisetas con mensaje anticapitalista en las grandes cadenas. O, una ya clásica, la del Movimiento de Liberación de la Barbie en 1989. Resulta que se dedicaron a sabotear los archivos de voz de determinados muñecos, así que la gente compraba una Barbie Adolescente que decía: "Quiero venganza" con voz de camionero, y a cambio el Madelman de turno clamaba: "Adoooro ir de compras" con una pluma que echaba p'atrás. Vamos, que se puede ser reivindicativo sin perder el sentido del humor.
En cualquier caso, yo cuando veo iniciativas como ésta, no sé muy bien qué pensar. El 90% del arte contemporáneo me produce risa, asco o directamente una sensación profunda de que me están tomando el pelo. Lo mismo que el teatro contemporáneo, la música experimental o el cine de arte y ensayo: que como digas en voz alta que menudo coñazo, ya estás tachada de paleta por los siglos.
Total, que a mí el shopdropping ni fú ni fa. Que no sé si tiene conceto o no lo tiene. Y lo mismo te digo una cosa que te digo la otra. Manquiña dixit. §

   

   
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