A ellas lo que les gusta es la gente sencilla, la que
conserva en su interior la pureza del niño, las que piensan en los demás,
las que no ponen condiciones, las que tienen y manifiestan gratitud por
todas las cosas que les da la vida y, por tanto, son conscientes de que lo
mismo que reciben lo tienen que dar.
Les gustan las personas soñadoras, no les importa la edad que tengan, sólo
que ante la dificultad no tiren la toalla. |
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FEBRERO 2008
OTRAS VIDAS NOS RODEAN
POR ELENA G. GOMEZ
Siento
como si una mano me tuviera agarrada por dentro y no me deja respirar.
Como si las lágrimas se hubieran agotado y ya no puedo ni llorar.
Como si mi cabeza estuviera ardiendo y no encuentro ninguna solución.
Me pregunto para qué sirve tanto esfuerzo, para qué tantas
preocupaciones, para qué tanta lucha.
Quisiera dejarme arrastrar al vacío, desaparecer, dejar de sentir el
dolor, la soledad pero sobre todo el miedo, ese miedo que me agarra, que
me bloquea, que me controla.
Respiro profundamente, concentro mi mente en sentir cómo el aire penetra
por mi nariz y va bajando y llenando mis pulmones.
Siento que mis pulmones son un gran bosque y que éste se impregna de
vida, de infinitas vidas que vienen a través del aire.
Respiro otra vez más y dejo que todo se serene dentro de mí, que los
ruidos de la mente se callen, que las preocupaciones y el dolor se
alejen.
Sólo me concentro, concentro mi mente en la respiración, y voy poco a
poco sintiéndome cada vez más ligera, más infinita, más atemporal.
Viajo con mi mente, viajo a un lugar que creé hace tiempo, es un lugar
al que llego después de atravesar un bosque lleno de grandes árboles, en
el que tengo una casita de madera situada encima de un acantilado desde
el que veo, oigo y sobre todo huelo el mar. Desde mi casa veo a lo lejos
montañas que están siempre nevadas, cumbres que representan los sueños
que aún tengo por cumplir. Es un lugar que me resulta agradable, en el
que estoy sola, pero rodeada de vida, un lugar donde acudo para
encontrarme en silencio conmigo misma, donde puedo llenarme de paz y,
sobre todo, abrir mi mente para buscar las soluciones a todas aquellas
cosas que me inquietan.
Porque, en el fondo, lo realmente importante es poder abrir mi mente,
expresar mi preocupación, compartir lo que me inquieta y aprender a ver
la solución, porque ésta siempre existe, sólo hay que aprender a verla.
En este espacio imaginario creado en mi mente no existe el tiempo, por
eso algunas veces escribo en un papel lo que me preocupa y lo dejo allí,
segura de que del bosque saldrá alguna criatura curiosa que lo leerá y
se lo contará a otra, y ésta otra a otros hasta que llegue a oídos de
alguien, alguien que me dirá la solución.
Puede parecerte mentira, pero funciona, porque estas vidas, que algunos
llaman ángeles, son muy puras, y tienen una red infinita creada entre
ellas, ya que a diferencia de nosotros, ellas son conscientes de que
forman parte las unas de las otras, por eso no se detienen hasta que
encuentran la respuesta y siempre me la transmiten de la forma más
inesperada, tal vez para que aprenda a confiar y a jugar con ellas, pero
sobre todo para que me dé cuenta de que aunque piense que estoy sola, en
realidad nunca lo estoy.
Con el tiempo y la práctica he llegado a familiarizarme más con ellas, e
incluso algunas veces veo a personas que son movidas por ellas, personas
que aparecen en mi camino y me ayudan, sin saberlo, a hacer realidad un
sueño, a superar un mal momento o, simplemente, a abrir una puerta que
creía que estaba cerrada.
Pero hay algunas condiciones para formar parte del mundo mágico, ese
mundo que es real, que nos rodea y que nos puede dar las respuestas que
muchas veces no sabemos encontrar, porque a estas vidas no les gustan
las personas prepotentes que lo saben todo, que se creen poseedoras de
la verdad, que buscan su propio beneficio y que mienten sin escrúpulos
con tal de conseguir lo que quieren. Dicen que esas personas huelen como
patatas podridas y escapan de su lado.
Tampoco les gustan las personas egoístas que sólo piensan en sí mismas y
que acuden a ellas sólo cuando les interesa, y además lo hacen con
exigencia y condiciones, y mucho menos les gusta que se les meta prisa.
A ellas lo que les gusta es la gente sencilla, la que conserva en su
interior la pureza del niño, las que piensan en los demás, las que no
ponen condiciones, las que tienen y manifiestan gratitud por todas las
cosas que les da la vida y, por tanto, son conscientes de que lo mismo
que reciben lo tienen que dar.
Les gustan las personas soñadoras, no les importa la edad que tengan,
sólo que ante la dificultad no tiren la toalla.
Les gustan las personas que saben ver en todo lo que les rodea la
belleza y la magia que tiene la vida.
Les gustan aquellos que cuando más dificultades tienen más se crecen,
más fuerza sale de su interior y más dispuestos están a que nada les
detenga.
Les gustan los valientes. § |