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ENERO 2008

La población envejece

Vivimos en una era marcada por un envejecimiento global sin precedentes. En unos pocos años la pirámide de población de nuestro país se invertirá cuando más del 35% de los ciudadanos supere los 65 años. Habrá más personas mayores que jóvenes. La denominada tercera edad llevará las riendas del futuro. Pero, ¿cómo será ese nuevo grupo social? Un cambio está en marcha. Comienzan a vislumbrarse ya los primeros pasos. Texto: Mariló Hidalgo

La población envejece
Foto: Alf

 

España se hace mayor

 

Los porcentajes hablan mucho pero a veces dicen poco. A veces uno obtiene más información de lo que observa a su alrededor que de un informe sesudo lleno de datos y gráficos. En el caso que nos ocupa cifras y percepciones hablan de una misma realidad.
Por un lado los números nos indican que por primera vez en la historia de la humanidad, en las próximas décadas habrá más personas mayores que jóvenes. Dentro de algo más de cuarenta años -según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)- España será el tercer país más viejo -dentro de dicha organización- sólo por detrás de Japón y Corea, según el informe "Panorama de Estadísticas 2007". La población envejece a gran velocidad y se calcula que para el año 2050 nuestro país tenga un 35% de población mayor de 65 años. De ello se deriva un importante desequilibrio, ya que según esa misma fuente, un 90,5% de población será inactiva -si a esos mayores sumamos los menores de quince años-. No hay que entender mucho de números para ver que a priori y si no se toman medidas, nos hallamos ante un gran problema. La tabla de salvación a corto plazo tiene un nombre: inmigrantes. Sin ellos, la situación sería ya en estos momentos insostenible. Aunque se trata sólo de un alivio, porque para que este sector de población llegase a suplir todo el déficit de mano de obra que parece ser necesario para este futuro inmediato, harían falta unos flujos de inmigración cada vez mayores que no serían nada fáciles de asimilar por nuestro actual sistema. De ahí que éste se haya convertido en un tema prioritario para las políticas de los países desarrollados de todo el mundo.

"En esta sociedad urbanita y desalmada se ha asumido que, al dejar de producir,
hay que aparcar a las personas mayores para que no molesten"  
(J.C. García Fajardo, Profesor Emérito)

Hasta aquí los datos. Pero, ¿cuál es la apreciación del ciudadano de a pie? Poco a poco nos hemos dado cuenta de cómo han influido los cambios sociales experimentados en las últimas décadas en la estructura familiar. Las condiciones laborales y económicas han contribuido a una reducción drástica del número de hijos. Y la incorporación de la mujer al mundo laboral ha originado la necesidad de un replanteamiento en la unidad familiar. Ya no existe un solo modelo de familia, y las situaciones en las que se encuentra cada cual son tan distintas que casi hay que echar mano de la imaginación para inventarse y dar cobijo a cada grupo familiar. En toda esta vorágine la función de los abuelos también ha cambiado. En la mayoría de los casos son los que han tenido que llenar el vacío de los padres que deben trabajar para pagar la hipoteca, llegar a fin de mes y además no quieren dejar desatendidos a sus hijos. Son los que dedican cuatro o cinco horas al día a los nietos y además se sienten satisfechos y queridos. Mientras una mayoría se identifica con esa situación, hay abuelos que aseguran haber llegado al límite de su resistencia. Dicen estar agotados frente a tanta responsabilidad. Las familias cada vez crecen más, el peso que soportan es cada vez mayor y encima ven cómo poco a poco han renunciado a las ilusiones que les quedaban. La situación que parecía temporal se ha convertido en un calvario que empiezan a acusar los abuelos.

 

Foto: Alf


Dentro de algo más de cuarenta años España será el tercer país más viejo, sólo por detrás de Japón y Corea (OCDE)

Mientras unos y otros, con sus altibajos, conviven con sus familias no hay que olvidar que una parte de mayores no tienen esa suerte. "En una sociedad en la que hay seiscientos millones de personas mayores de 65 años, con unas previsiones de llegar a dos mil millones antes de cincuenta años, es preciso reflexionar sobre su calidad de vida, porque una cosa es envejecer y otra crecer y madurar", señala el Profesor Emérito de la UCM José Carlos García Fajardo. Él nos recuerda que junto a esos abuelos que viven en sintonía con sus familias, hay un gran número que viven solos y no se sienten ni queridos ni necesarios. El pasado año murieron en Madrid setenta y siete ancianos en soledad. Trece de ellos en situación de aislamiento, según datos de la Comunidad. "Esa sensación de soledad impuesta y no asumida -continua Fajardo-, de constatar cada día una nueva avería, una dificultad, una pérdida de elasticidad o de autonomía va deteriorando su calidad de vida y convierten a quienes podrían ser fuente de experiencia y de sabiduría en seres que procuran pasar desapercibidos, hasta volverse casi invisibles. No quieren estorbar y se hacen a un lado. Todo esto sucede porque hemos permitido la implantación del torpe concepto de que sólo lo joven es hermoso y valioso, porque dicen que es productivo. Abdicando de un mundo de valores sin los cuales vivir carece de sentido, actúan como si todo estuviera presidido por el concepto de la productividad, de la rentabilidad, del beneficio. Hemos caído en la trampa de que vale más lo que más cuesta. Hemos asumido con la mayor naturalidad que nos eduquen para ser ‘personas de provecho’, ‘útiles’, ‘para conseguir un buen trabajo’, ‘para tener títulos’. ¡Hasta hemos permitido que nos consideren recursos humanos, buenos para ser explotados! En esta sociedad urbanita y desalmada, vivimos para tener, en lugar de vivir para ser nosotros mismos en compañía de los demás. Con toda naturalidad, se ha asumido que, al dejar de producir, hay que aparcar a las personas mayores, para que no molesten, para que dejen su puesto a los más jóvenes, para que se ocupen de sus dolencias y de sus goteras. Por eso proliferan lo que yo llamo ‘aparcamientos de los improductivos’, sin reparar en que las personas mayores, en todas las culturas que han contribuido al auténtico progreso de la humanidad, han sido respetadas y veneradas. Porque las personas mayores son el bien más preciado de una sociedad bien estructurada. La madurez es aceptar la responsabilidad de ser uno mismo. Arriesgarlo todo con tal de ser uno mismo". ¿Estamos preparados para asumir este reto? §

 

 

 

Ley de Dependencia

Es el mayor logro social de los últimos años. La entrada en vigor de la Ley de Dependencia, aunque no solucionará todos los problemas que tienen las familias de los dependientes, sin duda supone un importante paso. Nos encontramos ante una de las normativas más progresistas y de mayor calado social que haya puesto en marcha un gobierno en este país. Con una financiación directa de los Presupuestos Generales del Estado y la participación de las Comunidades Autónomas, esta ley permitirá que muchas personas que necesitan apoyo y atención de los demás no dependan de la benevolencia del prójimo sino que puedan exigir a partir de ahora sus derechos. La atención que hasta el momento se prestaba a los dependientes se realizaba desde el sistema sanitario y los servicios sociales, pero había carencias y sobre todo diferencias entre las distintas comunidades autónomas. A partir de ahora todos tendremos los mismos derechos en el territorio español.
Como decimos, éste es un paso importante para toda la sociedad pero especialmente para la tercera edad, ya que según el Instituto Nacional de Estadística más del 80% de personas dependientes en nuestro país tienen más de 65 años y son atendidas en el ámbito familiar, principalmente por mujeres (83%) que hasta ahora han venido sacrificando sus sueños personales y profesionales por cuidar a los mayores. Sólo un pequeño número (3,5%) cuenta con un servicio de ayuda a domicilio, servicio de teleasistencia (2,84%) o una plaza en una residencia o centro de día (0,54%).
La primera partida presupuestaria ya está en marcha. Son ahora las Comunidades Autónomas quienes tienen que dar el siguiente paso. El éxito o fracaso de la ley depende más que nunca del conjunto de la sociedad, de la implicación de todos los partidos y sobre todo de las futuras partidas presupuestarias. §

 

 

 

Una nueva generación de mayores

La voz del anciano ha sido venerada desde los orígenes de los tiempos. La experiencia de los años vividos, conocer el origen y la historia de los antepasados, y el estar próximos a la muerte, les situaba en una posición casi mágica ante el resto de la comunidad. Eran quienes recordaban lo sagrado y la ley al resto del clan, y por ello eran venerados. Llegar a la ancianidad con una expectativa de vida bastante reducida en aquellos momentos, se convertía en privilegio de unos pocos pero sobre todo en un honor.
En la actualidad, inmersos en una sociedad capitalista de consumo donde todo se valora según lo que produce y se rinde culto a lo eternamente joven, la vejez ha pasado a ser un estadio de la vida al que se mira de reojo a la espera de que se produzca lo más tarde posible. Como si de nosotros dependiera.

Los ancianos en nuestra sociedad están discriminados y poco a poco, en medio de cierta resignación, esperan pacientes el fin de sus días. Han aumentado las expectativas de vida, existe una mayor protección social pero los mayores de hoy siguen estando al margen del poder que en su día tuvieron, de la consideración social y de la toma de decisiones. O al menos así era hasta ahora. Y decimos esto porque se empiezan a vislumbrar ciertos signos de cambio. Un grupo de mayores entre los mayores lucha por su autonomía y quiere recuperar su voz. El poder perdido.
Hasta ahora se englobaba a los mayores bajo la etiqueta colectiva de gente pasiva, carga social o familiar. Pero las cosas, como decimos, están cambiando y las generaciones futuras afortunadamente no serán así. Ya hay atisbos de ese cambio.

 

"En esta sociedad urbanita y desalmada se ha asumido que, al dejar de producir, hay que aparcar a las personas mayores para que no molesten" (J.C. García Fajardo, Profesor Emérito)
 

"Las futuras generaciones de mayores estarán en buena medida lideradas por mujeres. Ellas levantarán la voz y no resistirán la discriminación que hoy viven"
(Enrique Gil Calvo, sociólogo)

"Aunque no se puede generalizar -apunta el sociólogo Enrique Gil Calvo, autor de "El poder gris" (Mondadori)- porque como no hay dos vidas iguales no existen dos vejeces iguales y cada generación de mayores es distinta a la anterior, sí podemos asegurar que la generación futura nada tiene que ver con lo que antes señalábamos. Las futuras generaciones desarrollarán activismos de todo tipo hasta edades mucho más tardías. A los 75 seguirán al pie del cañón, se negarán a jubilarse, formarán asociaciones, reivindicarán, se movilizarán, darán mucha guerra. Y una cosa más, muy importante: las futuras generaciones de mayores estarán en buena medida lideradas por mujeres. Muchas de las actuales son analfabetas, han vivido toda su vida sometidas a los varones y no se atreven a levantar la voz. Pero las ancianas del futuro, que ya habrán tenido su vida con independencia económica o profesional del varón levantarán la voz muy por encima de la de sus coetáneos masculinos. Las próximas generaciones de mayores no resistirán la discriminación que hoy sufren, serán más activas y vivirán una relación de igual a igual con el resto de la sociedad".
Aunque son las actuales generaciones de jóvenes las que darán ese giro a la actual situación; ya comienzan a verse pequeñas rebeliones de mayores que deciden enfrentarse a la última etapa de su vida con otra filosofía ¿Cómo? Siendo ellos mismos, haciendo las cosas porque quieren, no bajo la obligación que les ha perseguido toda su vida. Reivindicando su parte en la sociedad. "No hay mayor provocación que ser uno mismo. Atreverse a ser, a discrepar, a gozar y a realizarse en armonía con el universo. El sabio acepta la realidad imponiéndole su sello: para hacer lo que queramos tenemos que querer lo que hacemos. Porque nada puede morir, tan sólo cambiar de forma. La existencia nada sabe de la vejez, sabe de fructificar. Ya tenemos lo que buscamos. Hay que despertar. Madurez significa que hemos llegado a casa. La madurez es la conciencia, el envejecimiento sólo desgaste. Todavía queda tiempo para cambiarse de tren", reflexiona en voz alta el profesor Fajardo que siempre ha defendido en primera persona esta filosofía de vida.
Así podemos encontrar a mayores que han decido estudiar a los setenta la cultura general que no pudieron adquirir en su día porque se vieron obligados a trabajar desde muy niños. Otros se matriculan en la Universidad de la Experiencia porque el saber no tiene fin. Aprenden idiomas como el árabe, sólo por curiosidad. Aprovechan las oportunidades que se les brinda -por ejemplo- desde el Imserso y recorren España, viajan por Europa, conocen otras culturas. Se dejan cuidar en los balnearios; organizan bailes o se asocian para juntos defender las tradiciones, el folclore o la cultura de un pueblo como legado para las próximas generaciones. Demandan calidad de vida, tiempo para ellos y luchan por sus propias ideas.

"Estos mayores seguirán al pie del cañón a los 75, se negarán a jubilarse,
formarán asociaciones, se movilizarán y darán mucha guerra" 
(Enrique Gil Calvo, Sociólogo)

Gil Calvo en su libro habla del "poder gris" y lo define como "una nueva actitud que ambiciona a hacer de la vejez un senda de autosuperación personal y ascensión civil. Es la voluntad de progreso que busca apoderarse del propio destino final, estrategia que en el futuro va a caracterizar a las próximas generaciones de mayores, muy alejadas del tradicional conformismo resignado que todavía paraliza a los que nacieron antes de la guerra". Se trata de una nueva forma de entender la vejez porque, como afirma Gil Calvo, ¿dónde está escrito que los mayores no puedan ser ambiciosos? §

 

 Vivir con "Júbilo"

En este repaso sobre el cambio que empiezan a protagonizar nuestros mayores quisimos contar con la opinión de una publicación enteramente dedicada a ellos que lleva casi diez años trabajando y se ha convertido en todo un referente en nuestro país. María Sánchez-Sarachaga, directora de la revista "Júbilo", contesta a nuestras preguntas.

-¿Con qué idea nace "Júbilo"?
-Júbilo nació en 1998 con el objetivo de cubrir las necesidades de información de un gran colectivo poblacional creciente que, en este aspecto, estaba completamente desatendido. El periodista Rafael Navas, el presidente del Grupo Júbilo, fue el artífice de este proyecto que, gracias a la labor de muchos profesionales que a lo largo de estos años creyeron en él, ha resultado un éxito. Nadie duda en estos momentos de que el Grupo Júbilo es el principal referente de nuestro país en materia de comunicación y mayores.

-¿Por qué la palabra "Júbilo"?
-Porque es un término optimista. Significa "alegría" y este concepto es el fin último de todos los que trabajamos aquí. Queremos que las personas aprendan a vivir con alegría la etapa de la madurez. Por otra parte, la raíz etimológica de esta palabra tiene que ver con la jubilación. Con lo cual, el término resulta extraordinariamente apropiado.

-¿Cuáles son los estereotipos asociados a la vejez que debería de desterrar nuestra sociedad?
-Todavía son muchos los que asocian la vejez con tristeza, pobreza y enfermedad cuando la realidad es que hoy, la mayoría de las personas que superan los 60 años son personas sanas, activas y disfrutan de un poder adquisitivo cada vez más alto. Es cierto que existen personas mayores que se encuentran en situaciones difíciles y, pensando en ellas, hay que mejorar los servicios, tanto públicos como privados, dirigidos a cubrir estas carencias.

-Empieza a surgir una nueva forma de entender la vejez. ¿Cómo veis a los ancianos de hoy?
-Las personas mayores de hoy son mayoritariamente personas emprendedoras, con inquietudes y que juegan un papel social importantísimo ya que hacen posible, incluso, el mantenimiento de las estructuras familiares gracias a la labor que desarrollan mediante el cuidado de sus nietos. Además, son personas cada vez más exigentes que quieren tener a su alcance servicios de calidad y que se preocupan mucho por su salud y también por disfrutar de su tiempo de ocio.

-Vosotros que seguís el pulso a los mayores desde hace tiempo. ¿Por qué se "mueven" los abuelos de hoy? ¿Cuáles son sus reivindicaciones?
-Como te decía, los mayores de hoy ya no se conforman con cualquier cosa, son exigentes y, además, quieren que se les tenga en cuenta. Luchan por seguir siendo parte activa de la sociedad, por tratar de que su experiencia se considere como un valor positivo, por continuar estudiando y aprendiendo, por lograr una mayor presencia en los órganos representativos de la estructura social y política, por el aumento de las pensiones que, aunque han mejorado, siguen siendo claramente insuficientes en muchos casos… En definitiva, reivindican unas pensiones más altas, una mejor atención sociosanitaria y una mayor integración en la sociedad.

"Los mayores de hoy ya no se conforman con cualquier cosa.
Son exigentes y quieren que se les tenga en cuenta"

-¿Qué ha supuesto la entrada en vigor de la tan esperada Ley de Dependencia?
- Una excelente noticia. La Ley de Dependencia nos otorga a todos los ciudadanos el derecho objetivo a ser atendidos por parte del Estado en el momento de la vida en el que ya no podamos valernos por nosotros mismos. Esto es, sin duda, un gran logro del Estado de Bienestar. Ahora lo deseable es que esta Ley se desarrolle correctamente y que se atienda también al apartado de "promoción de la autonomía personal" que incluye el que se desarrollen programas y estrategias para tratar de retrasar al máximo las situaciones de dependencia y hacer realidad la conocida frase de "dar más vida a los años".

-¿Qué cuenta pendiente pensáis que tiene nuestra sociedad con los mayores?
-Es muy larga. Aunque es cierto que la sensibilidad política y social hacia este colectivo es cada vez más clara y, como decía, cada vez hay más personas mayores sanas y activas, todavía quedan demasiados mayores en situación de discriminación social que viven y mueren solos, que cobran pensiones ridículas y a los que se les relega de los ámbitos social y laboral únicamente por cuestiones de edad. Todavía queda mucho por hacer para que estas cosas no sucedan. §

 

Nietos adoptivos

Por Cristóbal Sánchez Blesa
Periodista del Centro de Colaboraciones Solidarias

Patricia es una estudiante colombiana que viajó a España para cursar el doctorado en Comunicación Social. Uno de los problemas que se encontró fue el precio de la vivienda en Madrid. A los pocos días, a través de una amiga, encontró el Programa de Vivienda Compartida entre Personas Mayores y Estudiantes que la ONG Solidarios desarrolla en la Universidad Complutense de Madrid.

"Se trata de convivir, ver juntos la tele, dar un paseo del brazo... manteniendo la casa ordenada y respetando unos horarios"

María, por su lado, es una señora de 93 años, con dos hijos fuera de Madrid. Vive sola y se siente insegura por las noches porque, aunque su estado de salud es bueno, "la edad no perdona". Por eso, a través de la misma organización pidió que le buscaran una chica joven que viviera con ella y le aliviase un poco el miedo a que le pase algo sin tener a nadie que pueda echarle una mano.
La idea que ha puesto en marcha Solidarios es sencilla, un anciano ofrece una habitación de su casa de manera gratuita a un estudiante. Y éste, a cambio, le proporciona compañía y seguridad. Es un programa de convivencia en el que ambas partes salen beneficiadas. Hay unas reglas para que la casa no se convierta en una "pensión barata" ni el estudiante en un "asistente doméstico". Se trata de convivir, de ver juntos la tele, de dar un paseo del brazo... Todo ello respetando la vida normal del joven que puede hacer cualquier cosa que haría con su familia. Aunque matiza la coordinadora del programa, "quizá manteniendo más ordenada la casa y respetando unos horarios que no le creen a la persona mayor más quebraderos de cabeza que beneficios".
Aunque la idea es simple, el desarrollo tiene en cuenta muchos factores para evitar problemas que den al traste con la convivencia. "Los caballos de batalla del día a día son los horarios, las vacaciones, el desorden, los gastos o pedir más tareas al joven de las pactadas", explican desde Solidarios. Si la selección es rigurosa se evitan muchas de estas circunstancias. ¿Cómo se realiza esa selección?
"Cuando una anciana pide muchas horas al día de acompañamiento buscamos un estudiante de oposiciones. Cuando quiere que estén también fines de semana, vacaciones e, incluso, verano le solemos dar la opción a una estudiante extranjera, latinoamericana casi siempre. Si prefiere que se vaya los fines de semana, la seleccionamos de ciudades cercanas a Madrid", expone la ONG española. Es fundamental el proceso previo para conocer a una y otra parte. Ver qué gastos tiene la casa, dejar claras en qué tareas colaborará el estudiante, cuántos fines de semana al mes viajará éste, el estado de salud y autonomía de la persona mayor, etc. Durante la convivencia se mantiene un seguimiento permanente para evitar posibles abusos por uno y otro lado. De otra manera, problemas insignificantes se convierten en motivos de ruptura de las parejas.

"Un anciano ofrece una habitación en su casa de forma gratuita a un estudiante.
Y éste, a cambio, le proporciona compañía y seguridad"

En Madrid, como en la mayoría de los programas, más del 90% de las personas mayores son mujeres que piden ser acompañadas por una chica. Casi todas las jóvenes son estudiantes de licenciatura o postgrado provenientes de todas las Comunidades Autónomas y de Latinoamérica. En ocho años de existencia han pasado por este programa más de 300 parejas.
Patricia y María entraron en contacto a través de Solidarios. Se conocieron, se cayeron bien y llevan más de un año conviviendo. Aunque éste no es un programa generalizable en cualquier circunstancia, al menos abre la vía para darnos a entender que con creatividad se alcanzan objetivos impensables. §

 

El truco de la abuela

De aquella imagen de abuela de pelo blanco que con paciencia y cariño cuidaba a sus nietos mientras les contaba mil y una historias, hasta llegar a las abuelas de hoy, ha llovido mucho. La palabra abuela cada vez sugiere menos la imagen de ancianita que espera sus últimos momentos al lado de los suyos. Hoy las abuelas hacen deporte, viajan, visten juveniles, deciden ampliar sus conocimientos, se cuidan y sobre todo, quieren disfrutar de la vida. Eso está generando una complicidad distinta con sus nietos.

 

La abuela es considerada como la biblioteca viviente, la guardiana de la memoria.
 

La figura de la abuela es hoy motivo de estudio por parte de la comunidad científica, al considerarla pieza clave para comprender la evolución humana y el futuro de nuestra especie

Más allá de la imagen, la figura de la abuela es hoy motivo de estudio por parte de la comunidad científica, al considerarla pieza clave para comprender la evolución humana y el futuro de nuestra especie.

El catedrático de Fisiología, José Enrique Campillo, autor de "La cadera de Eva", nos explica que el ser humano "nace a medio hacer", porque si no no podría pasar a través del pequeño conducto de su madre. Por tanto pasa muchos años dependiendo de sus padres hasta que consigue valerse por sí mismo. En ese largo período de crecimiento interviene toda la familia pero tiene una especial importancia la abuela. "En la especie humana -a diferencia del resto de los animales donde las hembras son fértiles hasta el último momento-, las mujeres se vuelven estériles mucho antes de la vejez. La menopausia -fin de la actividad menstrual- es lo que da lugar a la figura de la abuela. Un ‘truco’ que supuso un paso evolutivo necesario para remontar los últimos escalones de la evolución de nuestra especie. Esas madres, aún jóvenes, que ayudan a sus hijas a sacar adelante a los nietos en medio de tanta adversidad, contribuyó a conseguir lo que hoy es la raza humana". Hoy la figura de la abuela sigue despertando interés de científicos y antropólogos, que ven en ella la clave para entender nuestro pasado y presente como especie. Y no sólo eso, en culturas de subsistencia, la supervivencia de muchos niños depende de las abuelas más que de la intervención de los propios padres, según recoge un equipo de investigadores en la revista ‘Nature’. "La menopausia no sólo proporciona un tiempo supletorio de vida que se puede invertir en lealtad para con las hijas y nietas, sino que produce un cambio hormonal. Las mujeres se vuelven más fuertes, independientes, seguras de sí mismas. De ahí el carácter decidido y soberano que se atribuye a las matriarcas, perfectamente capaces de sacar adelante no sólo a sus hijas y nietas, sino a toda su extensa red familiar", apunta Gil Calvo. Y eso es algo que lleva la mujer impreso en su naturaleza. Es quien desde siempre se preocupó por mantener vivos los lazos intergeneracionales. Es la biblioteca viviente, la guardiana de la memoria.

En muy pocos años tendrá lugar un boom de abuelas. Es decir, de todos los ciudadanos que crucen el umbral de la tercera edad, la mayor parte de ellos serán mujeres: "Nos enfrentamos a una auténtica revolución protagonizada por las ‘superabuelas’ capaces de promover una nueva forma de ejercer el poder en el seno de la empresa, la familia y las relaciones cotidianas", advierte Gil Calvo. "Hasta ahora, estas relaciones estaban regidas por el estilo de mando masculino, mucho más patriarcal y agresivo, lo que las convertía en organizaciones jerárquicas. Pero a partir de esta ‘invasión’ estas relaciones se convertirán en redes de interacción cooperativa, basadas en la reciprocidad horizontal y por las que circulará la lealtad o inteligencia emocional que caracteriza a las mujeres, dada la capacidad expresiva de su capital social". Las próximas generaciones de abuelos, encabezadas por las mujeres, ya no estarán sometidas a la resignación. Querrán ser protagonistas de su propia vejez para convertirla en una etapa definitiva en sus vidas. Un trayecto sereno y lleno de poder. Esa será la auténtica revolución. §

 

La conquista final

En el instante que nacemos comenzamos a morir. No hay célula en nuestro cuerpo que dure más de siete años. Nada de lo que tenemos ahora es lo que salió del vientre de nuestras madres. Somos mente dentro de un cuerpo en continua transformación.
Y la muerte -nos guste o no- está presente a lo largo de toda nuestra vida en distintas etapas. El niño muere y se convierte en adolescente. El joven muere para ser adulto y éste a su vez muere para convertirse en anciano. La muerte es por tanto la que marca los ciclos de nuestra vida y éstos, el conjunto de nuestra evolución. Por tanto, no es la aguafiestas que pone fin a algo, sino la que abre la puerta a otra cosa nueva. Necesaria como el agua que respiramos. Amiga silenciosa que acompaña cada uno de nuestros pasos y nos obliga a saborear y vivir con plenitud cada tramo de este trayecto.
El hombre tiene miedo a la muerte porque se aferra a lo que posee con un obsesivo sentido de la propiedad. Teme desprenderse de lo que conoce, perder lo que tiene, por eso convirtió a la muerte en misteriosa y temida. Cuando sin ella, y si lo miramos fríamente, todo carecería de sentido. ¿Qué sería el día sin la noche?
La nueva generación de mayores no tendrá miedo a la muerte, tendrá curiosidad por conocer el envés de la vida. Llegará a la vejez con serenidad porque se dará cuenta de que lo importante no ha sido lo que ha vivido o haya dejado de vivir sino lo que ocurra a partir de este momento. No tendrá la sensación de haber llegado al fin de nada sino al principio de todo.
Alguien dijo que envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero a cambio la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
En la cumbre nos espera la visión de todo el camino recorrido. Sentiremos una sensación de plenitud y alegría por estar allí, en lo más alto. Y una voz suave, conocida nos invitará a traspasar la puerta para seguir el camino. § 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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