ABRIL 2008
CHINA, O LA PERVERSION
DEL ESPIRITU OLIMPICO
El espíritu olímpico no
existe en estos juegos porque el Comité Olímpico Internacional ha
prostituido deliberadamente la idea original. |
"Los
Juegos son una reunión de pueblos de todo el mundo y en ellos se debe
respetar el espíritu olímpico, no politizar los Juegos". Son palabras
del primer ministro chino, evidentemente referidas a las protestas y las
revueltas que están organizando los tibetanos. No parece que tenga que
preocuparse mucho, el dirigente chino, porque en el momento de escribir
estas líneas, y aunque las noticias que logran burlar la feroz censura
del gobierno ya bastan para estremecer al mundo, el mundo calla. Como
siempre, calla. China es demasiado importante. Así que de momento pocas
reacciones se han oído, nos referimos a reacciones oficiales,
contundentes, no esas tibias recomendaciones al aire tan habituales a la
hora de tratar el caso chino, con sonrisa y apretón de manos. Porque una
reacción contundente apuntaría directamente hacia la organización de los
Juegos Olímpicos, y por fuerza tendría que repercutir claramente en el
apoyo y la participación de los distintos países en semejante farsa. Por
supuesto, el Vaticano no se despeina y se limita a pedir la paz al aire
y en un sentido general, con esa manera suya tan peculiar de orar sin
mojarse los pies, es decir, sin una condena explícita. Y si no hubiera
una reacción clara de condena internacional, que no la va a haber,
quedan los deportistas. Desde luego sería magistral que la élite
deportiva diese una lección precisamente de eso, de deportividad. Que
demostrasen por encima del deseo personal de la recompensa al esfuerzo
realizado, por encima de los intereses nacionales, de las federaciones,
de los patrocinadores, que es lo mismo que decir del dinero, del
espectáculo prometido, por encima de todo eso primase el deseo de paz,
la coherencia personal y el deseo de no participar en una pantomima que
poco tiene que ver con el espíritu deportivo y mucho con el mercado del
deporte y con los intereses económicos que mueven a China.
¿Que eso es politizar los Juegos? Para empezar, los Juegos ya están
politizados desde el momento en que se concedieron a China, si no antes.
Aparte de eso, no se trata de política, sino de humanidad, y eso sí
tiene que ver con el deporte. No con todo el mercadeo que se mueve
alrededor, sino con su esencia, con la superación, con la excelencia,
con la necesidad del ser humano de traspasar los límites para sacar lo
mejor de sí mismo. Con todo eso sí tiene que ver. Y si los deportistas
cierran los ojos y hacen su trabajo sin mirar cómo y en qué
circunstancias, quedamos los espectadores, que podemos demostrar que no
somos capaces de disfrutar de un espectáculo deportivo mientras masacran
en el mismo país a un pueblo entero con la complicidad y el silencio del
resto de los países del mundo.
El primer ministro chino se permite la broma de nombrar el espíritu
olímpico. ¿Es posible tanta hipocresía? Claro que es posible. Y más. El
espíritu olímpico no existe en estos Juegos porque el Comité Olímpico
Internacional ha prostituido deliberadamente la idea original. El COI
debería revisar sus bases y examinar cuáles son sus intereses. Desde
luego, lo que tenemos delante es un esperpento si lo ponemos frente a la
idea primera de aquel Pierre de Coubertain, que revolucionó el deporte y
la sociedad entera con planteamientos "revolucionarios", tales como
unión, solidaridad, hermandad, sana competición, y el deporte como
aglutinador de valores. Ese hombre, que recorrió medio mundo hablando de
la gloria del deporte y de las cualidades humanas que encarna, debe
estar revolviéndose en su tumba viendo cómo sus sucesores han pervertido
la idea, arrimándola a otros intereses que están en las antípodas de lo
que el fundador quiso transmitir.
No es posible imaginar el espectáculo de todos los pueblos, todas las
banderas unidas por el deporte, en un escenario bañado en sangre, con un
anfitrión que sonríe a la cámara mientras reprime, asesina, tortura,
ejecuta y censura. No se puede imaginar una ceremonia tal, si no es una
representación teatral fabulosa –los chinos se van a esmerar para
impresionar al mundo- y hueca. Un espectacular ejercicio de hipocresía
con fuegos artificiales.
Aún queda tiempo para ver cómo se desarrolla todo, pero sea como sea, no
serán unos Juegos que permitirán que nos relajemos en el sofá viendo lo
mejor del deporte, lo mejor del ser humano. Serán turbios, amargos,
incómodos. Y serán, de paso, una definición para todos.
/ CF |