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CONTRAPUNTO

 Dicen que la guerra de Irak ha dejado ochenta mil cadáveres. No se ponen de acuerdo en las cifras porque son muchos cadáveres para contarlos todos sin equivocarse, y más cuando están revueltos unos sobre otros después de una bomba, por ejemplo, y no coinciden exactamente el número de brazos y piernas con el cómputo de cabezas y troncos. Son cadáveres políticamente incorrectos, está claro.

ABRIL 2008

CONTRAPUNTO
MALA GENTE
POR CAROLINA FERNANDEZ

El mundo es complicado. El mundo está lleno de malas personas. En el mundo hay asesinos, violadores, torturadores e hijos de puta en general. Gente que hace daño. Gente que hace daño deliberadamente. Gente a la que no le importa, ni le roba el sueño, ni le quita el hambre hacer daño deliberadamente. Esa gente existe.
Existe.
También hay buenas personas, pero no hablamos de eso ahora. Ahora hablamos de la mala gente.
A la mayoría quizá nos parezca incomprensible, pero algunas personas encuentran un placer íntimo y extraño en el hecho de hacer daño a los demás. El dolor ajeno les produce una satisfacción personal difícil de digerir para el resto del mundo. Difícil, porque por una parte nos horroriza la barbaridad, y por otra, nos atemoriza pensar que todos juntos pertenecemos a algo también difícil de explicar, algo que se ha dado en llamar, en bloque, humanidad.
La humanidad no es un bloque.
Hay mala gente. No es un bloque.
Hay víctimas de la mala gente. No es un bloque.
Un señor con traje y corbata y bigotillo y sonrisa ha dicho en un medio de comunicación que la situación en Irak no es idílica, pero sí muy buena.
Muy buena.
No es un radical. No es un exaltado. ¿Por qué sabemos eso? Porque la norma políticamente correcta dice que los exaltados no llevan corbata ni hablan pausadamente y con educación. Los exaltados sudan y lloran y aúllan y muestran sus tripas o las tripas ajenas en público. Un señor que airea su dolor sin censuras después, por ejemplo, de recoger las tripas de su hermano o de su padre, y se caga en los Estados Unidos ante las cámaras de la CNN, está claro que es un radical. Cagarse en los Estados Unidos es algo que se entiende perfectamente, con independencia del idioma. Uno lo oye por la tele y lo sabe al instante, y piensa: ese hombre manchado de sangre acaba de cagarse en los Estados Unidos.
En cualquier caso, un señor que por la tele se caga en los Estados Unidos está claro que no tiene una pizca de autocontrol ni educación, imprescindibles para no parecer un exaltado, es decir, para que a uno le den siquiera la oportunidad de la credibilidad. Los exaltados no son políticamente correctos. Este señor del bigotillo que habló para la BBC con pulcritud y moderación, sí es políticamente correcto. Y con corrección política se ha paseado por encima de ochenta mil cadáveres iraquíes, para acabar diciendo que peor estaban antes. Como para quejarse, le faltó decir. Si yo fuera políticamente incorrecta diría que se ha cagado en todos ellos. Lo digo: se ha cagado en todos ellos. Alguien habrá que diga: qué soez. Le respondería que ochenta mil muertos tampoco son ninguna lindeza. Ya ven, sin compromisos con la dichosa corrección política.
Dicen que la guerra de Irak ha dejado ochenta mil cadáveres. No se ponen del todo de acuerdo en las cifras porque supongo que ochenta mil cadáveres son muchos cadáveres para contarlos todos sin equivocarse, y más cuando están revueltos unos sobre otros después de una bomba, por ejemplo, y no coinciden exactamente el número de brazos y piernas con el cómputo de cabezas y troncos. Son cadáveres políticamente incorrectos, está claro. Si no lo fuesen tendrían la decencia de morirse con cierto orden, para poder ayudar a las autoridades en la cuenta.
Y eso que podría estar peor. No sabemos cómo. Peor.
Son muchos, en cualquier caso, ochenta mil cadáveres. Estaría bien que ochenta mil cadáveres pudieran opinar sobre la corrección política.
Aunque son muchos, no son suficientes como para enturbiar la conciencia de este hombre del bigotillo. El lo ha dicho: tengo la conciencia tranquila. De eso se pueden deducir varias cosas: o bien tiene una conciencia distinta a la de los demás, o a lo que él se refiere no es conciencia sino otra cosa, o bien no tiene conciencia en absoluto, y se calma a sí mismo pensando que sí la tiene y que además está tranquila. Le da miedo sentirse anormal.
Yo creo que no se puede decir algo como eso y que no ocurra nada.
Al menos, quienes lo escuchamos, sabemos con seguridad que hay gente a la que uno no dejaría que se acercasen sus hijos. Personas feroces, oscuras, terribles.
¿Cómo distinguirlos? Fácil, en este caso: cualquier persona sensata sabe con absoluta certeza que sólo un monstruo puede cargar con ochenta mil muertos a la espalda y hablar sin que le tiemble la voz.
No hay que pensar en otros infiernos. Todos los infiernos imaginables están aquí. Y delante de las narices tenemos a sus demonios: la bestia viste traje y corbata, entre otros hábitos.
Desde luego, el que no lo vea es porque no lo quiere ver. Allá cada cual. §

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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