He abierto la puerta de mis antepasados, oigo el
latido de sus corazones en mi corazón, un latido que posee la fuerza de un
tambor, que marcará el movimiento de mis pasos para que no se detengan ante
nada, ante nadie. |
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ABRIL 2008
ABRE LA PUERTA...
POR ELENA G. GOMEZ
Estoy en
el centro de algún lugar, la oscuridad me rodea, busco a tientas algo
donde agarrarme, una luz que me ilumine, una voz que me guíe, pero sólo
hay silencio y soledad, y a pesar de ello sé que no debo detenerme, no
debo darme por vencida, tengo que continuar, no parar de moverme, de
buscar…
De pronto mis manos tocan algo… es una puerta y la abro.
La luz hace abrir mis ojos hasta entonces cerrados y las veo, y las
escucho, ellas están ahí, siempre estuvieron ahí, ellas son nuestras
madres, las mujeres que llevamos dentro, las que forjaron nuestro
presente, las que no se detuvieron.
Ellas están ahí y me hablan, puedo escuchar sus palabras que me dicen
que sus vidas son mi vida, que su sangre corre por mi sangre.
Ellas están ahí, fuera y dentro de mí, formando parte de mi pasado, de
mi presente, ayudando a construir mi futuro.
Las miro a los ojos para impregnarme de ellas, de su fuerza, de su
valor, de su decisión, de su libertad, de su necesidad…
Y sé que ya nunca más podré decir que estoy sola, porque ellas están en
mí, y les debo que yo ahora pueda estar aquí, y pueda disfrutar de sus
conquistas, y pueda recoger el fruto de su trabajo, sí, comprendo que
les debo mucho, porque cada una de ellas con su sacrificio, con su
sangre, con su vida, abrieron el camino por el que yo ahora paso.
He abierto la puerta de mis antepasados, oigo el latido de sus corazones
en mi corazón, un latido que posee la fuerza de un tambor, que marcará
el movimiento de mis pasos para que no se detengan ante nada, ante
nadie.
Miro en sus ojos y veo decisión, la decisión que necesitaré para hacer
de mi vida una vida digna, para salir de la mediocridad que me rodea,
para romper los esquemas que me limitan.
Miro en sus ojos y veo el fruto de sus experiencias, veo la sabiduría
que ellas depositan dentro, y me muestran que todo cuanto necesito está
dentro de mí, y que ellas lo dejaron dentro de cada uno de nosotros para
que no busquemos fuera sino dentro.
Sí, ahora lo entiendo, ellas son las madres, son el vientre donde todo
se gesta, son el espacio que es capaz de alimentarse de sí mismo. Ellas
son dentro.
Miro en sus ojos y veo la serenidad de quien ha recorrido el camino, de
quien no persigue nada porque ya lo ha encontrado, de quien ha abierto
sus puertas, de quien no tiene nada que ocultar.
Miro en sus ojos y veo la generosidad de quien no pide nada, porque nada
necesita, porque ha descubierto que el equilibrio se encuentra en el
movimiento rítmico y constante del infinito, un infinito que lleva de
dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro…, aprendiendo a dar,
aprendiendo a recibir…, aprendiendo a decir, aprendiendo a escuchar…,
dejando que tu vida se mueva dentro de la corriente, logrando fluir
dentro del ritmo sintiéndote limpia y ligera como el agua…
Miro en sus ojos, los ojos de las madres, los ojos de nuestro origen,
los ojos de nuestros antepasados, porque en ellas están todos, hombres y
mujeres, porque todos de ellas salieron.
Miro en sus ojos y veo la dignidad de quien no olvida sus raíces, de
quien no se arruga ante las dificultades, de quien no se queja por su
destino.
Miro en sus ojos y me muestran que en ese pequeño universo que es la
vida, lo único que necesito es descubrir las puertas cerradas, los
espacios prohibidos y abrir, abrir desde dentro, porque sólo dentro de
uno mismo se vencen los miedos.
Miro en sus ojos y veo futuro, y ese futuro soy yo, eres tú, somos
nosotras, somos sus herederas, las que llevamos en nuestra sangre su
sangre, las que tenemos la obligación de construir una mujer digna,
valiente, fuerte, inteligente.
Las que tenemos que, unidas, liberarnos de las mentiras, destruir las
barreras y aprender, juntas aprender.
Somos las hijas, y como tales, en nuestros vientres tenemos que gestar
la raza del futuro, una raza nueva, una raza de hombres y mujeres que
unidos construyan una forma de vida auténtica, una vida que nos devuelva
a la naturaleza, a la sabiduría de lo que nos rodea, a la humildad que
tanto se necesita.
Cierra los ojos y siente la fuerza de las madres en tu interior…
Cierra los ojos y siente la sabiduría de sus vidas en tu interior…
Cierra los ojos y siente la responsabilidad de tus actos, y si así lo
haces nunca más te permitas ser débil, sentirte sola o pensar que no
puedes porque ellas están en ti, formando parte de ti, impulsando cada
uno de tus pasos hacia lo único que es auténtico: Tú. § |