La educación sentimental
Mikel
Agirregabiria Agirre (*)
Es
indudable la mejoría de la formación de nuestra juventud, tanto en lo
referente al desarrollo de la inteligencia cognitiva, como –también,
aunque en menor grado- de la inteligencia emocional. Pero la "educación
en valores", y particularmente la "educación sentimental" es un déficit
para el pleno desarrollo personal y colectivo de las generaciones
futuras.
Con ánimo educativo y sin pretensiones de categorizar, se relacionan
algunos consejos que se han demostrado útiles para orientar a jóvenes
con incertidumbres y pesares en tan sensible problemática, que a veces
conduce a la infelicidad de una vida solitaria o mal acompañada. El
método nemotécnico podríamos denominarlo "CEDA", por las iniciales de
los verbos implicados.
Comprometerse. La búsqueda de una pareja exige decisión y empeño. Lo
primero es determinar si se busca "un ligue" o un compromiso mayor. Es
exigible que las dos partes tengan el mismo propósito. Este esquema se
orienta más hacia quienes desean y pretenden un compromiso estable y
duradero. Esta etapa es esencial, pero a menudo se olvida y luego es
fuente de desengaño.
La educación en valores y
particularmente la educación sentimental, es un déficit para el
pleno desarrollo de las generaciones futuras
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Elegir. Es preciso
comprender que escoger una potencial pareja no es lo mismo que tomar
parte en un jurado de "Miss o de Mister". No se trata de buscar la
candidatura óptima… para no se sabe quién. Escoger bien es hallar
alguien que te convenga… y que tú le convengas a esa persona. Porque
alguien que te "conviene a ti" debe ser alguien a quien "tú también
convengas". Repetimos: Si tú no le convienes a esa persona, esa persona
no te conviene a ti. Puede parecer muy prosaico, pero éste es el quid de
una buena selección. El objetivo es encontrar una pareja que se hagan y
se sientan bien mutuamente.
Declinar. Todo lo anterior resultaría insuficiente si no aseguramos
nuestra capacidad de rechazar opciones que no cumplan con generosidad y
rigor lo planteado anteriormente. Hay que aprender a romper lo que no ha
empezado bien, o lo que empeora. La gente cambia, es cierto, pero una
relación con dificultades de entendimiento o compromiso desequilibrado
con el tiempo suele ir… a peor. Sólo desde un análisis frío,
incorporando opiniones de quienes nos quieren incondicionalmente (como
la familia), y desde la libertad de poder romper… se puede dar el último
paso…
Aceptar. Que es mucho más que decir "SÍ" en un momento; es aceptarse y
disfrutarse de cómo sois ambos, y aceptar que podéis amaros aún más. No
sólo hay que aceptar las diferencias que puedan existir, también hay que
adorarlas desde ambos lados. Significa apostar por la pareja, por encima
de uno mismo. Hacer que la primera dicha buscada no sea la tuya, sino la
de tu cónyuge. Aceptar significa pensar en el medio y largo plazo, no en
lo inmediato. Aceptar es amar, profundamente y para siempre. Aceptar el
amor es… asumir la vida y descubrir la felicidad. §
(*)