SEPTIEMBRE 2007
EL VIAJE
La gran paradoja de la existencia humana
está en vivir conectados a la realidad o sobrevivir deambulando por lo
irreal, entendiendo como irreal todo aquello que es consecuencia del
comportamiento humano, de la creación absurda del hombre, dirigida a
alimentar intereses egoístas, sentimientos sin fundamento, emociones que
distraigan el vacío interior, castillos de arena que no se sostienen
ante el primer "temporal" serio que la verdadera corriente de la vida
sitúe en su camino.
Con ello podríamos decir que existen dos mundos que se compenetran pero
que no se tocan, que se intercalan pero que no conviven, que ocupan el
mismo espacio pero en dimensiones diferentes.
Uno de ellos, el real, está configurado por el diseño original que la
Mente del Creador, del Uno, soñó para este planeta y esta humanidad.
El Principio y el Fin, el punto de partida y la meta, el hombre como
Idea y el hombre como realidad final, las Fuerzas o Energías que
intervienen en todo este proceso, las causas y los efectos, las leyes
que le dan sentido y lo regulan, todo ello forma un Todo unido y
cohesionado, donde la Vida, desde la partícula más pequeña hasta la más
grande manifestación, tiene su lugar, su sentido y su importancia en la
cadena, en la Red.
Este primer mundo, o mundo original, nos rodea, nos envuelve, nos
compenetra y nada ni nadie se escapa a su control y a sus leyes.
Podría compararse a un inmenso barco donde todos los pasajeros realizan
un viaje cuyo destino desconocen pero al que están obligados y del que
no se pueden evadir.
Y lo realizan bajo las órdenes del capitán, de las normas que rigen la
vida en el barco y de las circunstancias que el barco y los viajeros
tengan que vivir.
Y todo sin que sean conscientes de ello y aunque se crean que son dueños
de su vida y de sus actos.
El barco es el planeta, el océano es el cosmos, el destino es el Futuro,
los viajeros son los seres humanos y todas las criaturas que habitan el
planeta. El capitán es el Soñador, el que guía a la humanidad a través
del Sueño, de su Creación.
Pero, en todo ello, los viajeros en el barco se crean sus propias
fantasías, se fabrican sus propias historias, se inventan el segundo
mundo, una irrealidad dentro de la primera o única realidad.
Lo hacen por jugar a ser "capitanes", por necesidad de creerse libres,
por imponerse a los demás compañeros de viaje, también por envidias, por
celos, por miedos, por complejos.
Le dan tanta fuerza a su "creación", al segundo mundo, que llegan a
creerse que es el único que existe, y se creen también poderosos en él,
y se creen superiores, y se creen libres.
Rehuyen plantearse el hecho real de que están en un barco cuyo rumbo
desconocen y, por tanto, su destino. Ignoran al capitán, a pesar de que
es quien ostenta el único y verdadero poder.
Se entretienen con sus fantasías mientras el barco, inexorablemente,
continúa su viaje.
Cada pasajero vive en su burbuja, atento a sus propios y egoístas
intereses, imposibilitando así el que pueda ser consciente del barco
como un Todo, del viaje y del destino que sólo existe en la Mente del
capitán.
Pero la realidad es que el barco es un Todo, desde la materia más
minúscula de su estructura hasta las vidas que lo habitan o que lo guían
hacia su destino.
Y, por increíble que parezca, los pasajeros pueden vivir hasta tal punto
su irrealidad, su personal fantasía, que lleguen a olvidarse de que van
en un barco y en un viaje cuyo destino ignoran.
Ello da lugar a las más disparatadas actitudes, a los más ilógicos
comportamientos, a las más absurdas decisiones. El segundo mundo, el
creado por los pasajeros inconscientes, el que viven los seres humanos,
no tiene futuro, no tiene sentido, no tiene razón de ser.
Intenta sobrevivir "dentro" del primer mundo, pero ambos son
incompatibles, porque el capitán del barco tiene un Sueño hacia el que
conduce a todos, un destino donde todos verán colmadas sus aspiraciones.
Mientras, cada viajero tiene sus ambiciones personales y egoístas, no lo
mejor para todos, sino para sí mismo.
Algunos despertarán a la realidad durante el viaje y colaborarán con el
capitán. Otros lo harán al final, y unos pocos se tirarán por la borda
porque su orgullo y su egoísmo no soportarán los cambios que se
experimentarán en el viaje. No tendrán valor para admitir su actitud
errónea y cambiarla.
Existen dos mundos, pero uno está condenado a desaparecer porque no es
real.
En el desarrollo de todo el proceso, de todo el viaje dentro del barco,
los pasajeros, los seres humanos, se hacen sabios y pueden llegar a
conectar con la Mente del capitán y participar así conscientemente de su
Sueño, de su Idea, del sentido y la razón de ser del primer mundo.
Pero sólo los que se vuelvan como niños lo conseguirán. Sólo los que
confíen, los humildes, los puros, los limpios, los que no oculten su
interior a los demás.
Así está dispuesto en la Mente del capitán y así será. § |