Hoy en día, por simplificar, la belleza se concreta en un
modelo anglosajón, postizo y cinematográfico articulado según tres
principios que yo denomino la tríada imposible: la eterna juventud, la
belleza de plástico y la delgadez extrema. Con matices, éste es el santo
grial que buscan hoy la mayoría de mortales, sobre todo si pertenecen al
sexo femenino. |
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MAYO 2007
El artificio de la
belleza
POR ISABEL MENENDEZ
H ace
unos meses comentaba el giro que estaban adoptando los denominados
programas de telerrealidad en Estados Unidos. En aquella ocasión había
pronosticado que, como era frecuente en la programación audiovisual, sin
duda llegarían pronto a nuestro país las nuevas ideas televisivas y
recordaba que los realities son programas baratos y cuyo seguimiento por
parte de la audiencia se explica por su utilización indiscriminada del
morbo y el sensacionalismo. En efecto, apelar a los instintos más
elementales siempre ha funcionado y ello se suele traducir en buenos
porcentajes de share, casi siempre de forma inversamente proporcional a
la calidad profesional y la ética periodística. Ello, sin negar el hecho
de que la audiencia, aún cuando cree que puede hacerlo, no suele tener
excesivo margen de maniobra para elegir, y lo que entendemos que es
opción es únicamente elección entre sugerencias más o menos iguales,
aunque esto sería tema para otra columna.
Uno de los
contenidos de última moda el año pasado en Estados Unidos eran los
realities sobre cirugía estética. Si hacerse a uno mismo/a hasta hace
poco tiempo tenía que ver con la formación, el esfuerzo y la superación
de las barreras que cada cual va encontrando en su tránsito vital, desde
hace algunos años se ha modificado para convertirse en una carrera
superficial en la que el único objetivo es alcanzar la belleza, definida
ésta bajo unos parámetros excluyentes, homogéneos y artificiales. Hoy en
día, por simplificar, la belleza se concreta en un modelo anglosajón,
postizo y cinematográfico articulado según tres principios que yo
denomino la tríada imposible: la eterna juventud, la belleza de plástico
y la delgadez extrema. Con matices, éste es el santo grial que buscan
hoy la mayoría de mortales, sobre todo si pertenecen al sexo femenino. Y
se trata, como digo, de un modelo inalcanzable que nos empeñamos en
conseguir, aún cuando conocemos la imposibilidad de alcanzar dicha
quimera. Así se explica que España se haya puesto a la cabeza en Europa
en operaciones de cirugía estética, varita mágica que promete a unas
pocas (las que tienen los recursos necesarios, o al menos la posibilidad
de endeudarse) un falso horizonte de juventud y belleza.
Y la obsesión
ha llegado a las pantallas de televisión con apariencia de inocencia. El
reality "Cambio radical" ya ha sido criticado, con razón, por la
Organización Médica Colegial (representante de las y los profesionales
médicos colegiados en España), además de asociaciones de mujeres y de
consumidores/as. Estas voces han alertado sobre la frivolización de la
cirugía, que aparece como solución milagrosa y puramente estética,
apoyando la idea de que únicamente la apariencia es la llave de la
felicidad. Frases como "mi novio no me dejará", expresadas por las
participantes y difundidas por el programa, no dejan lugar a dudas del
tono elegido por Antena 3 para la difusión de su nuevo formato. Otro
aspecto discutible desde el punto de vista ético tiene que ver con el
hecho de que una cadena de televisión afronte cuantiosos gastos (la
mayoría de participantes soporta varias operaciones simultáneas) en lo
que parece únicamente una estrategia de publicidad encubierta de las
clínicas que aparecen en el programa. Y, en este sentido, hay que
recordar que algunas mujeres han asegurado que fueron presionadas para
someterse a varias operaciones y estar alejadas de su hogar durante
semanas. En cuanto al tratamiento periodístico, produce auténtico
sonrojo, por lo impúdico, ver cómo las mujeres aparecen como pedazos de
carne, expuestas en ropa interior, ridiculizadas por carecer de belleza,
fragmentadas y ninguneadas por unos médicos que les hablan como a niñas,
con diminutivos y tono paternalista. El sexismo manifiesto del programa
está siendo estudiado por el Instituto de la Mujer, tras las denuncias
recibidas. Sería deseable que la propia Antena 3, en un gesto de
valentía, reconociese el error y retirase este bochornoso espectáculo de
una televisión que emite en abierto y que no debería olvidar los
principios de servicio público. |