No
dejes para mañana…
…decirle a
una persona lo mucho que la quieres, porque tal vez sea lo que ella
necesita, tal vez no exista un mañana o si existe sea demasiado tarde.
…reconocer
que estás confundido, porque reconocerlo no te hace débil sino humilde,
y en esa humildad se destruye tu orgullo, ése que tanto te separa de los
demás.
…pedir perdón
cuando tus palabras o tus actos hayan molestado, herido, confundido,
porque cuanto más tardes más difícil te resultará, cuanto más lo
retrases menos valor tendrá y, si realmente lo sientes, sé valiente y no
te andes con rodeos, ve directo, reconoce tu error y así pondrás la
primera piedra de una sólida relación.
…las cosas
que son realmente importantes, las que tienen que ver con el interior,
tu interior o el interior de otras personas, y sobre todo no las dejes
para mañana por atender esas obligaciones materiales que te has creado y
que en realidad siempre pueden esperar, porque en tu escala de valores
debes poner por delante a las personas que a las cosas.
…empezar a
cambiar lo que ves en ti y que no te gusta, porque no depende del
tiempo, ni tampoco de ir poco a poco cambiando, depende,
fundamentalmente, de tu voluntad, de tu necesidad de cambiar. Piensa que
tú eres el dueño y responsable de tus actos, eres el que decide cómo,
cuándo y de qué forma, y por esa misma razón tú puedes marcar la
intensidad o la lentitud de tu cambio. Tú eres tu propio jefe, tu propio
dios.
…la
oportunidad de contagiarte de las cosas positivas que tienen las
personas que están a tu lado, porque si te fusionas y aprendes de ellas
estrecharás los vínculos y podrás realmente forjar una auténtica
amistad.
…el aprender
a vivir la vida desde otro nivel, un nivel de alumno, de aprendiz,
porque cada momento tiene muchas cosas detrás, cosas que si te paras, si
te serenas, podrás observar.
…la
oportunidad de controlar tus impulsos, de callar y pensar antes de
hablar, de dominar las situaciones adversas, de adquirir fuerza ante las
dificultades, de hacer lo que no te apetece y de no hacer lo que tienes
tantas ganas, porque todo ello te pondrá ante otra dimensión de ti, todo
te llevará a controlarte y al controlarte también a conocerte.
No
dejes para mañana lo que puedes hacer hoy…
…y sal de la
rueda que impone la sociedad de consumo, de las dependencias creadas, de
las necesidades impuestas y comprueba por ti mismo que realmente no
necesitas tantas cosas, que en las cosas más sencillas está el secreto
de la vida. Acércate a la naturaleza, acércate y descubre en ella su
sabiduría y llénate de su vida, y siéntete una vida más, siéntete
pequeño ante el poder de los elementos, y humilde ante su majestuosidad.
…y
experimenta con la vida, porque la vida es un libro en el que hay que
escribir cada día, un libro en el que no puedes borrar lo pasado pero sí
puedes definir lo que quieres reflejar mañana.
…y abre las
puertas de tu mente, siente que no tienes límites ni barreras. Que
muchas de las cosas que ahora se te antojan difíciles incluso
imposibles, realmente no lo son. Y así, algún día, podrás descubrir que
te detuviste ante fantasmas, ante molinos de viento que consideraste
gigantes, enemigos ficticios que se destruyeron cuando te decidiste a
hacer algo tan sencillo como expresar lo que piensas, decir lo que
sientes, abrir tu mente y tu corazón.
…y llena la
mochila de la vida con aquellas cosas que son las que necesitas. ¿Que no
sabes identificarlas? Yo tengo una referencia. Las cosas que valen en la
vida son las que no pesan, las que no necesitan un espacio. Llena tu
mochila de ilusiones, sueños, proyectos e incluye a los demás en ellos,
así siempre se podrán hacer realidad.
Llénala de
valor para enfrentarte a tus mentiras, de alegría para hacer más
llevaderos los momentos difíciles, de sencillez para no complicarte ante
las cosas, de serenidad para poder enfrentar los momentos con
inteligencia, de voluntad para trazarte metas más exigentes, de
aventuras para crear una vida que no sea plana ni monótona, de amor para
abrir el corazón de los demás, de palabras que reflejen lo que sientes,
de silencios que te lleven a tu interior, a tu eternidad, a tu
inmortalidad.
Y, sobre
todo, no dejes para mañana todo aquello que es de hoy, porque
sencillamente nadie sabe si tiene un mañana.