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MARZO 2007

"Ahora mismo ni siquiera hay infraestructuras para reciclar lo que las personas están separando en sus casas"
Foto: ©Aitor Mier/ Greenpeace

 

Según los últimos datos registrados, en España generamos veintiún millones de toneladas de basuras al año. De ella se incineran dos millones y se recicla uno. La cifra aumenta imparablemente, y se ha convertido en un problema de primer orden en las ciudades, que carecen de sistemas para incinerarla o reciclarla. Países pioneros apuestan por reducir los residuos a su mínima expresión. Texto: Marta Iglesias

Son las nueve de la noche y toca sacar la basura. La bolsa que llevamos al contenedor pesa unos 1,3 kilos. Si la abrimos, encontraremos que casi la mitad de su contenido son residuos orgánicos, concretamente un 48,9 %. Le siguen en cantidad el papel (18,5%), el plástico (11,7%), vidrio (7,6%) y textil (3,7%). Pero también encontramos metales, madera, celulosa y un largo listado de varios en menor proporción. Si hacemos un poco de memoria, podremos recordar que hace pocos años no llenábamos tan rápido la bolsa de basura. La realidad española supera todos los datos europeos, porque nuestros residuos sólidos urbanos han aumentado un 40% en el período de 1996 a 2003 -fecha a la que corresponden los últimos datos registrados-. Más concretamente, los residuos domésticos crecieron en esta fecha de 15 a 21 millones de toneladas.
Con estas cifras tan altas, la basura que se genera conlleva grandes problemas, que se aprecian en los datos de un informe de Greenpeace que afirma que sólo incineramos dos millones de toneladas y reciclamos uno. ¿Dónde están los 18 millones de toneladas restantes?

 ¿Por qué se incrementa la basura?

Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), 'por cada tonelada de residuos generados en los procesos de uso y consumo, previamente se han producido cinco toneladas de desperdicios en su fabricación y veinte toneladas de desechos en la extracción de las materias primas'. El detergente que vamos a usar ya ha generado basuras antes de abrirlo.
Otra de las basuras que más se han incrementado en los últimos años son las llamadas tecnológicas. Cada poco cambiamos el teléfono móvil, el portátil, el vídeo, la TV, el lector de CD. Todo ello va a la basura corriente; si tenemos suerte acaba en un punto limpio, pero nada se recicla. A la obsolescencia técnica que nos hace comprar para no quedarnos atrás en los avances tecnológicos se suma la obsolescencia programada, aquella en la que los productores hacen que su producto dure un tiempo determinado. Todo está pensado para usar y tirar, de uno u otro modo.
Para Sara del Río, Responsable de la Campaña de Tóxicos en Greenpeace, "la realidad es que el aumento de la basura está muy relacionado con el crecimiento económico, un paralelismo que la UE ha pedido que se rompa. En el caso de España este incremento se debe a que no se han utilizado hasta el momento medidas de prevención de residuos, no se imponen tasas a la generación de residuos, no se ha responsabilizado a los productores para que carguen con los costes de gestión de sus productos no reutilizables. Si a eso sumamos el crecimiento de habitantes y la promoción de productos de usar y tirar, la basura sube".

Al quemar basura se emiten sustancias químicas peligrosas y un 33% más de CO2 que una central térmica de gas.

Paralelamente, hacerla desaparecer se ha convertido en un negocio y el reciclaje en una mentira. Pensemos solamente en que los contratos que firman los ayuntamientos con las incineradoras exigen que se queme determinada cantidad de basura al día. Por esta razón, ese municipio no va a impulsar el reciclaje, porque tiene que quemar una cantidad diaria predeterminada. Si nos inclinamos por una opción más limpia, como es el reciclaje, recurrimos a Sara del Río para que nos oriente: "La legislación europea ha estado obligando a los envasadores a que se ocupen del reciclaje de sus envases. Ellos contratan a una empresa de Sistema Integrado de Gestión, que en España se llama Ecoembes, que está obligada a recuperar todos estos envases. Ecoembes hace convenios con CCAA y municipios, a los que les paga lo que les cuesta la separación. Pero esto ha dado muchos problemas porque lo que está pagando Ecoembes no es suficiente para gestionar los envases, con lo que se ha creado un bloqueo. Ahora mismo ni siquiera hay infraestructuras para reciclar lo que las personas están separando en sus casas". Miremos donde miremos, hoy en España el sistema no funciona.

 La apuesta española

Hasta hace pocas décadas el procedimiento ante las basuras consistía en acumularlas en los vertederos. Pero con la falta de espacio y la contaminación que se producía, el método cambió. Uno por el que apuestan varios municipios es la incineración o quema de residuos. Hasta ahora hay en España doce plantas de titularidad municipal y dos proyectos de nuevas plantas, que se promueven diciendo que además de reducir considerablemente el volumen de las basuras, generan energía eléctrica. Los detractores afirman que para quemar la basura hay que emplear aproximadamente cuatro veces más energía de la que se emplearía para reciclar o reutilizar esos residuos, que emiten sustancias químicas peligrosas y un 33% más de CO2 que una central térmica de gas, y que generan un 30-35% en peso de los residuos que se incineran y que luego van a un vertedero. Lo cual les convierte en una reducción cara y peligrosa, no una eliminación total.

 
 

Actualmente sólo se recupera el 11,5% de los residuos. El resto acaba enterrado en vertederos o incinerado.
Foto: © Greenpeace

Más opciones son el compostaje, la biometanización o el reciclaje. Desde Greenpeace apuestan sin dudar por el modelo de retorno y reutilización, que consideran el sistema más lógico y barato.
Desde el gobierno, ¿por qué método se apuesta? Actualmente se ha terminado de aplicar el Plan Nacional de Residuos 2000-2006, cuyos objetivos se enmarcaban dentro de la reducción de residuos y el reciclaje, y proponía reducir los residuos a la cantidad generada en 1996. Pero, según un estudio de Greenpeace, actualmente sólo se recupera el 11,5% de los residuos, cantidad lejana a lo propuesto en el Plan. El 88,5% restante acaba enterrado en vertederos o incinerado. Una vez terminado el tiempo de aplicación de la norma, estas son las conclusiones de Del Río: "A nivel personal considero que el Plan ha sido un auténtico fracaso. Casi el 90% de los residuos terminan eliminándose. Se ha ido creciendo en infraestructuras, que no han funcionado de forma adecuada y ahora mismo se ha avanzado muy tímidamente respecto al año 95".
Actualmente nos encontramos en un momento de espera, en el que saldrá a la luz un nuevo plan. Desde Greenpeace comentan que desconocen la fecha de la aprobación y en qué va a consistir el mismo. Si seguimos la estela dejada por la UE, la política a seguir sería la reducción de residuos, como aprobaron los parlamentarios europeos a finales del año pasado.

 Un futuro sin residuos

Es la utopía para muchos, pero en Alemania y Suiza ya lo están consiguiendo. Se llama Modelo Residuo Cero y consiste en reducir tanto las basuras que prácticamente sean inexistentes. Para ello se centran en la recogida selectiva de materia orgánica y su aprovechamiento, la reutilización; se obliga a que los fabricantes se responsabilicen de sus productos incluyendo la gestión de los residuos que generen, y se imponen tasas para los productos que deben eliminarse que se invertirán en políticas de producción limpia. Aunque ese sistema no se puede implantar de un día para otro, España se encuentra en un buen momento para ello porque todavía no tiene muchas incineradoras, que desaparecerían al promocionar este modelo. El primer paso reinstalaría el sistema de retorno de envases del que disfrutábamos hace quince años y desde el Gobierno se apostaría por una política basada en la reutilización y el reciclaje. Iríamos poco a poco, pero llegaríamos a reducir nuestras basuras ostensiblemente.
La cuestión es si ciudadanos, administraciones y empresas tienen una conciencia ambiental para dar este salto. "Es difícil llegar a percibir todos los problemas asociados a las basuras -afirma Sara del Río-. De hecho para los ciudadanos y empresas la basura es una cosa que desaparece en el momento que se tira en el contenedor. Quizás las administraciones estén más concienciadas, debido al esfuerzo económico que supone acabar con las basuras. Debemos ver lo que nos está costando este sistema de vida en medio ambiente y en salud, y saber que estamos contribuyendo a acabar con un planeta que tiene unos recursos limitados, que gastamos al no reciclar". Si deseamos un desarrollo sostenible, no tenemos más opción que reducir nuestras basuras. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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