MARZO 2007
Corea del norte. ¿Fin de la amenaza?
¿Y ya está? Hace quince
días teníamos que ponernos a temblar al oír hablar de Corea del
Norte. Ahora ya es un aliado. Está claro que todo son faroles. |
Vamos a
ver. Hace cinco años, en 2002, con el atentado del 11-S todavía fresco
en la retina, el presidente Bush dedicó al mundo una de sus perlas:
trazó la raya entre buenos y malos. Buenos, ellos y sus aliados ("o con
nosotros o contra nosotros"). Malos, todos los demás. Esa es la simpleza
de la política exterior norteamericana de los últimos años. Un tercer
grupo lo constituyeron los malos-malísimos, agrupados bajo la
apocalíptica definición de "Eje del mal". En este grupo selecto se
supone que entrarían aquellos países que apoyan el terror y cuya única
obsesión es conspirar contra los países buenos, que coincide que son los
que forman el llamado "mundo civilizado". Bueno. En un principio, fueron
tres los elegidos para entrar en este club: Iraq, Irán y Corea del
Norte. Luego parece que se quiso sumar alguno más. Cuba, que nunca falta
en estas salsas, y algún otro malo, ya de menor categoría. Un malo menos
maligno, queremos decir.
De Iraq, qué se puede añadir, ahora que parece que por fin, ya es un
hecho constatado, después de años de guerra abierta y ni se sabe cuántos
miles de muertos, que no había tales armas de destrucción masiva, que
todo fue un engaño, una trama absurda para justificar una invasión
injustificable. Ahora, ya empiezan a llegar las disculpas de los
responsables. Pero los muertos no regresan. Sólo queda esperar que la
justicia, la de aquí y la que no es de aquí, ponga las cosas en su
sitio. Y eso, antes o después, sucede. Al tiempo.
Irán anda a vueltas con el tema nuclear. En principio, se niega a
suspender actividades mientras occidente no haga lo propio, y pide
hablar en condiciones de igualdad, lo que suena bastante razonable. Pero
claro, Irán es una de las tres patas del Eje del mal, mientras que la
otra parte, la que presiona, es el Consejo de Seguridad de la ONU, con
mejor prensa aunque no mejores intenciones. Irán promete con la mano en
el pecho que producirá combustible nuclear para fines civiles, y se
presta a someter su programa a la supervisión de los inspectores del
OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica). No hay por qué
creerlo, así como tampoco hay por qué creer al resto de países del club
atómico internacional, entre los que se encuentran Estados Unidos, por
supuesto, y también Rusia, Reino Unido, Francia, China; también Corea
del Norte (el tercero de los malos-malísimos), e Israel, que ni siquiera
declara lo que tiene bajo la alfombra.
Y por último Corea del Norte, que parece que ya ha arreglado sus
asuntos. Desmantelará su entramado nuclear y consigue así el beneplácito
de Bush, que le permite dejar de formar parte del Eje del Mal. Ahora es
calificado públicamente como un "Estado contra el terrorismo". Se
acabaron las sanciones y los castigos y se restablecen las relaciones
diplomáticas. Ale. Tampoco hay que despreciar que por medio hay una
donación energética que equivale a un millón de toneladas de petróleo,
que Corea del Norte necesita urgentemente para su desarrollo. La letra
pequeña dice que no han hablado del enriquecimiento de uranio, pero eso
es un detalle sin importancia. Todos contentos. Todos a casa con los
deberes hechos.
¿Y ya está? Hace quince días teníamos que ponernos a temblar al oír
hablar de Corea del Norte. Ahora ya es un aliado. Está claro que todo
son faroles. Todo son piques entre gallos de pelea, para ver quién cede
y quién consigue más. Al final, lo que tenemos claros los espectadores
es que todo es una obra de teatro fantásticamente organizada, un juego
de presiones. Corea del Norte llevaba años pidiendo compensaciones
energéticas. Participando en conversaciones que se rompían sin llegar a
acuerdos. En octubre del pasado año provoca una explosión nuclear y hace
unas cuantas pruebas de lanzamiento de misiles desde su costa, y en
febrero tenemos acuerdo amistoso y foto de familia. ¿Qué es lo que
tenemos que creernos? /CF |