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MARZO 2007

Isaías Lafuente
Periodista

Isaías Lafuente
Foto: Pedro Menéndez

El redactor jefe de la Cadena Ser no está dispuesto a olvidar la historia, ni a las personas que nos han llevado a ser como somos. En el baúl de los recuerdos vivía hasta hace pocos años Clara Campoamor, quien logró en la Segunda República el voto para las mujeres. A su figura dedica Lafuente su nuevo libro, 'La mujer olvidada' (Editorial Temas de Hoy), una lucha por la igualdad en la que sobresalen la dignidad, la valentía y el sacrificio de esta mujer. / Texto: Marta Iglesias

Homenaje a Clara Campoamor

Hace un par de números una compañera dedicaba su sección a Clara Campoamor e Isaías Lafuente, "por ser uno de esos hombres, que los hay, que apoyan a la mujer". Retomando su testigo comencé ojeando su anterior libro, "Agrupémonos todas", una espléndida y completa revisión de todas las mujeres que han abierto puertas para todos en nuestro país. La introducción comienza con la falta de Clara Campoamor en una enciclopedia, y la imaginación me llevó a pensar que quizás ésa fuera la razón que impulsó a Isaías Lafuente a dedicarle su próxima obra... "Las mujeres, que sois muy intuitivas, siempre tenéis la razón. Efectivamente este libro es heredero del anterior. Porque cuando fui a buscar datos de una mujer tan importante como Clara Campoamor a una buena enciclopedia que tengo en casa y vi que no figuraba, realmente pensé que algo grave estaba pasando. Una mujer como ella no podía estar sometida a esa ignorancia sobre su persona y en ese momento ya tuve ganas de empezar a escribir un libro sobre su figura".

-¿Qué significado tiene para usted la dignidad de la que habla en el prólogo, en un mundo donde los valores parecen trasnochados?
-Para mí la dignidad es primero tener principios y en segundo lugar defenderlos por encima de todos. Cuando Clara Campoamor defiende el voto ante aquellas Cortes Republicanas, lo que se maneja allí es el criterio de oportunidad: 'no vamos a conceder a la mujer todavía el voto porque no está preparada, porque todavía no es una ciudadana culta, porque está sometida al marido y a los curas'. Frente a eso ella defendió el principio democrático: 'no podemos construir una república democrática sólo con la mitad de la población', que es lo que se pretendía hacer entonces. Y eso lo defendió hasta el final, sabiendo que se estaba jugando su carrera política, que para ella era muy importante.

-¿Por qué la historia y también nosotras hemos olvidado a Clara y a otras mujeres como ella, que lucharon por la igualdad?
-Hay un cúmulo de factores que contribuyen a ello. Para empezar, que cuando Clara Campoamor se marchó de España ya se fue huérfana de todo partido político. Así, cuando llegó la transición democrática no hubo ningún partido que la considerase miembro de sus filas para reivindicar su nombre como parte de la historia. En segundo lugar -que a mí me parece lo más importante- porque es una mujer. Clara Campoamor no sólo consiguió el voto para las mujeres españolas sino que con ello logró el sufragio universal, consiguiendo que España por primera vez en toda su historia sea una democracia plena. Si ella no está en aquel debate, estoy convencido de que no se concede el voto a las mujeres, con lo cual la República nunca hubiera llegado a ser una democracia plena. Si eso lo hubiera hecho un hombre, hoy tendría un monumento de cuatro metros enfrente del Congreso de los Diputados, y sin embargo Clara Campoamor ha sido olvidada, entre otras cosas, sin duda por ser mujer.

 La lucha inconclusa

-¿Están las mujeres de hoy prisioneras de las conquistas que han hecho otros y otras, pero que no han incorporado a su vida?
-Hay territorios en los que hay igualdad legal, pero no real. Las chicas ahora mismo llegan a la universidad y estudian en igualdad de condiciones que sus compañeros, incluso sacan mejores notas. Pero cuando se titulan y empiezan a trabajar se dan cuenta de que cobran menos que sus compañeros o tienen una menor proyección laboral. El principal riesgo que pueden tener en estos momentos las mujeres de las generaciones actuales es que se acomoden, que se crean que está todo hecho y no perciban que queda un largo trecho por recorrer para conseguir la igualdad plena.

-¿Cree que aún hoy las mujeres confían en que sean la sociedad y las leyes las que les otorguen la igualdad, como afirma la maestra feminista Benita Asas en su libro?
-Aquel discurso que pronunció Benita Asas hace ochenta años, por desgracia todavía tiene una parte de vigencia. Aún me encuentro con muchos hombres que cuando les dices que es extraño que sólo haya un cuatro por ciento de mujeres en los consejos de administración, te responden que se irá corrigiendo con el paso del tiempo. No, eso responde a un cáncer que tenemos ahí metido y que debemos combatir de manera drástica, pero a veces los hombres no nos sentimos afectados por los problemas de las mujeres. A mí me pasa como autor. Cuando escribo un libro sobre una mujer, aunque sea tan fascinante como Clara Campoamor, ya sé que para empezar la mitad del mercado no me va a comprar ese libro porque a los hombres no nos interesan las historias de las mujeres. Por otro lado a veces percibo que en algunos sectores del feminismo, no se ve con buenos ojos que los hombres nos acerquemos a la historia de las mujeres.

"El principal riesgo de las mujeres actuales es que se acomoden, y no perciban que queda un largo trecho por recorrer para conseguir la igualdad plena"

-¿Por dónde hay que continuar hoy la lucha que inició Clara en pos de la igualdad? ¿Cuál es el compromiso que debe asumir la mujer ahora?
-Creo que habría que lograr que esta igualdad legal se convierta en igualdad real, para corregir las estadísticas que nos dicen que las mujeres en general todavía cobran menos que los hombres o que el número de rectoras en las universidades es irrisorio. Yo me imagino a Clara Campoamor en estos momentos luchando por la república y en segundo lugar peleando para eliminar de la Constitución española los preceptos que contienen una discriminación favorable al hombre respecto a la mujer, como sucede con la sucesión de la infanta Leonor. Un debate que ahora no se está produciendo porque se apoya en los criterios de oportunidad.

-La vida de Clara está marcada por la soledad. ¿Es así como viven siempre los que abren nuevos caminos para los demás, los que apuestan por nuevos conceptos?
-Pues sí, porque casi siempre suelen ser luchas que se vislumbran en solitario y que al final se tienen que combatir en soledad porque es muy difícil que toda la sociedad de repente vea claro que un determinado avance se tiene que producir. Eso lo aprecia solamente la gente de mirada más abierta, o que tienen que luchar contra prejuicios que están muy instalados. Romper esas posiciones tan instaladas en cada persona, en cada grupo social, en cada país, supone a menudo enfrentarse a todos, con lo cual al final uno siempre se queda solo.

 El hombre que apoya a la mujer

-Con su libro reivindica un personaje femenino trascendente en nuestra historia, algo que hasta ahora parecía corresponderle a las mujeres. ¿Tenemos la obligación de rescatar juntos nuestro pasado?
-Sin duda. No sé cómo habrá sido el resultado final de mi acercamiento a Clara Campoamor, pero los defectos no dependen de que yo sea hombre, sino de mi sensibilidad, de si he sabido captar determinadas cosas o expresarlas con las palabras más precisas. Puede haber un fracaso como escritor pero desde luego no como persona.

-¿En qué facetas de su vida se siente próximo a la lucha que ella realizó?
-No me acerco ni al talón de Clara Campoamor, pero sí me parezco un poco en la forma de vivir la vida, defendiendo los cuatro o cinco principios claros que tengo. En segundo lugar me siento identificado con ella en el sentido común, como todo lo que ella defendió en aquel memorable discurso.

"Clara Campoamor no sólo consiguió el voto para las mujeres españolas sino que con ello logró el sufragio universal, consiguiendo que España por primera vez en toda su historia
sea una democracia plena"

-¿Es usted de los que, cuando busca modelos en la vida, no diferencia entre hombres y mujeres?
-Para nada. El gran paso que nos queda todavía es intentar descubrir a cada hombre y a cada mujer. A mí el sexo de las personas me importa poco, excepto en los casos en los que forma parte sustancial de su historia. Por eso el hecho de que en una época en la que la mujer era poco más que un cero a la izquierda, conseguir lo que Clara Campoamor logró creo que le da más valor histórico a lo que ella hizo en aquel momento. ∆

La mujer olvidada. Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino.Clara Campoamor

75 años de una lucha olvidada

Cada vez que una mujer deposita un voto en una urna, se convierte en heredera directa de la lucha que Clara Campoamor realizó contra viento y marea. De hecho, su destino como hija de modista y oficinista le reservaba otro futuro. Pero los ideales de Clara y su tenacidad le condujeron por otro camino, pese a que tuvo que dejar de estudiar a los trece años debido a la muerte de su padre. Así que mientras trabaja, retoma sus estudios y se convierte en abogada. Republicana convencida, tras la proclamación de la Segunda República consigue una plaza política desde la que defenderá el derecho al voto de la mujer, enfrentándose incluso a miembros de su propio partido. Lo logró en 1931, pero su satisfacción duró poco. El franquismo la obligó a exiliarse, muriendo en Lausana (Suiza) sin ver su derecho reconquistado por la democracia. Su lucha es un camino abierto del que todavía quedan pasos por recorrer, pero su espíritu acompaña a todos los que quieren ir un poco más allá de los tiempos que les ha tocado vivir, a los que desean reescribir su propia historia a través de la dignidad, el valor y el sacrificio. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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